De cornudo mirón a

De una situación peculiar paso a otra, en la que encuentro a un matrimonio un poco particular y sin yo buscarlo profundizamos mas su mujer y yo.

Desde mi llegada a Valencia, aparte de buscar vivienda e instalarme, también fue primordial, encontrar un lugar ya fuera cercano o lejano, donde tomar un buen café y tener un momento relajado. Descubrí varios lugares, muy bueno todos, hasta que alguien me hizo referencia a uno en concreto. Apartado de donde vivo, pero en moto se llega rápido.

Después de visitarlo en el mes de mayo, supe que era el sitio adecuado. No era un sitio de paso y el local tenía su encanto. Al poco tiempo de visitar todos los días al mediodía o primera hora de la tarde el lugar, empecé a tener buen rollo con quien regentaba el negocio, según la hora un hombre o una mujer.

Rápidamente me di cuenta de que prácticamente éramos la misma gente la acudíamos al local. Mi sitio era en una de las esquinas, que había más espacio y podía estirar mis piernas de forma relajada. Me solía poner los auriculares, para oír música, que con la mezcla de olores de café recién molido, me relajaba mientras daba sorbos a mi café.

Casi desde el primer momento con el camarero-dueño, empezamos a hablar de los distintos cafés. Recomendándole alguno que el todavía no había probado. Congeniamos rápidamente. Esas conversaciones nos llevaron a un juego que suelo practicar en algunas ocasiones. Es ver las personas de un lugar y tratar de saber todo de ellas sin conocerlas. Lógicamente en la mayoría de los casos no logro saber si mis elucubraciones son acertadas o no.

En este caso acerté según el en bastantes cosas. Pero me centrare en la protagonista de este relato. El nombre todavía no lo diré. Mujer de no más de 40 años, color de pelo, castaño oscuro, pero no sabía si seri su color natural o no. Vestida muy formal. Calzado cuñas grandes. Expresión de la cara dulce, aparentando menos años de los que sabía que tenía o creía saber. O estaba absorta bebiendo el café y la mirada perdida o no paraba de teclear en el móvil. Su altura de primer momento diría que 1,63 como máximo, pero el calzado me podía engañar. En los primeros días, solía llevar cualquier tipo de ropa, pero siempre acompañada de una chaqueta de corte.

El pecho no se le podía ver bien, el culo si, tenía un culo muy bien puesto. Muy buena forma. Ella en general me recordaba a otra mujer, su melena la tenía hasta el hombro y me hacía gracia como de vez en cuando tocaba su pelo. Pasados unos días, el dueño se sentó conmigo y me dijo…

-Venga, vamos a ver tus dotes de percepción. Dime lo que ves en esa chica. (Refiriéndose a la protagonista del relato)

-La veo algo perdida, con un punto de tristeza. Demasiado pensativa y algo dentro de ella que la está corroyendo y…

-Venga ya, eso se le puede aplicar a cualquiera y no sabríamos si es verdad o no. Dime algo más consistente.

-Si es que no me has dejado. Aparenta 30 o 32 pero diría que ronda ya los 40. Casi seguro que es funcionaria. Está casada. Tímida pero a la vez decidida. Cansada y no físicamente. Esto es lo que te puedo decir de momento.

-Menos en una cosa has acertado en todo. Es funcionaria de… y no, no está casada, aunque tiene pareja. ¿Por qué se te ha quedado esa cara?

-Por donde trabaja. Cosas mías, da igual.

Pasaron mas días y nunca la había oído hablar, porque cuando lo hacía por el móvil lo hacía en susurros y según estuviera sentada, podía ver sus expresiones, la mayoría de las veces era como si tuviese un enfado crónico, a pesar de esa cara tan dulce.

Por cosas de trabajo, el 17, 18 y 19 de mayo, tuvimos que trabajar a piñón. No paramos en todo el fin de semana. El lunes 20 ya estaba todo finalizado y a las doce en punto, me fui del trabajo, necesitaba despejarme. Sobre la una comí frugalmente y después me fui a relajarme con unos buenos cafés.

Esta vez fui el primero en llegar de los habituales. El primero y el único, porque no estábamos nada mas que el dueño y yo. Que por cierto ese día estaba poco hablador y con cara de cabreo. Vi como cruzaba la calle la “protagonista” y como cogía su móvil y se ponía a hablar sin entrar, lo que me permitió verla muy bien, el culo se le veía fabuloso ese día, ya digo, solo un culo mejor había visto y de una valenciana también. Pero a lo que iba, ese día llevaba unos leggins ajustadísimos que separaban perfectamente sus nalgas, haciendo que la visión fuera majestuosa.

Ella no se dio cuenta, pero yo sí. desde la otra acera había cinco chavales de unos 20 años, que no dejaban de mirarla y después de decirse algo entre ellos, se decidieron a cruzar la calle, justo en el momento que ella entraba en el local. Se sentó en su lugar habitual. Detrás irrumpieron los cinco chavales en cuestión. Ella no pidió nada, el dueño ya sabía lo que quería, hacia lo mismo que conmigo. Luego de llevarle su café, los chavales pidieron café, cuando el dueño les pregunto de que tipo, el mas chulito, que mediría 1,80 le contesto… “Pues de que tipo va a ser, del oscurito… jajaja” y el resto le rieron la gracia.

Les llevo el café y casi todos le pidieron dos de azúcar. Estaba claro que no habían entrado por el café. A los dos minutos, el listillo del grupo, le empezaba a decir cosas a la “protagonista” y esta lo ignoraba sin pestañear, ni les miro una vez. El dueño se acercó y de forma amable y amistosa les dijo… “Mirar, hacerme el favor. Aquí la gente viene a relajarse y tomara tranquilamente un café, sin ser molestado por nadie. Por favor disfrutar de vuestro café y… tranquilidad” esta vez no salto el líder, salto otro diciéndole… “¿Qué pasa que nuestro dinero no vale? Pues tranquilo” el hombre se volvió con cara de enfado a su sitio y no me dejaba de mirar.

Todo esto llevaría a que por fin oiría la voz de ella. Porque el mas chulito se levantó y se sentó en la mesa de ella, empezó mal y continuo peor, estaba esperando ver la reacción de ella. Con mucha parsimonia, le mira a la cara, echa mano a su bolso, rebusca, saca un euro y se lo pone delante al chaval diciéndole… “Hala… toma un euro y aquí al lado hay una panadería, ves y cómprate un palmera de chocolate” la forma de decírselo, la cara del tío, hizo imposible que no me riera.

El chaval se levantó con la cara bien roja, miro a sus amigos y dando un golpe en la mesa con el euro le dijo a ella… “GUARRA… el euro te lo metes en el coño” el dueño iba a salir de la barra cuando otro de los amigos se levantó diciéndole… “TU NI TE MUEVAS” se quedó parado y me miro. A la mujer le había desaparecido su sonrisa.

Al entrar en el local lo primero que hice fue quitarme, la chaqueta que la deje en el respaldo de una silla y la corbata. Sin moverme, que estaba mas recostado que sentado, me limite a decir… “Tengamos la fiesta en paz. Disfrutemos de este día tan maravilloso, que al final se va a torcer y luego siempre viene los arrepentimientos” la contestación me la dio el “gallito”… “Que pasa… ¿Me vas a dar una paliza con la corbata? Uy que miedo… mira como tiemblo” y extendía sus manos haciendo que temblaba.

“Ves monada, estos no son tus príncipes azules, ahora vamos a tener una charla tu y yo” ya había analizado bien la situación y me hacía falta que el gallito viniera hacia mí, no yo hacia él. Era cuestión de picarlo y así lo hice… “No sé cómo te llamas si tonto o imbécil, la verdad que no lo sé. Lo que si se es que eres un gilipollas” se levantó furioso y ofuscado, vino de malas manera hacia mí y eso le iba a hacer perder, antes de empezar. Esquive su primer golpe, logre inmovilizarle y sin mayor esfuerzo, se fue venciendo hasta quedarse “dormido” sus amigos ni se movieron, solo me miraban.

Ahora me dirigí a sus amigos… “Ahora le vamos a despertar y os lo vais a llevar, por aquí no aparezcáis mas y todo quedara en este pequeño incidente, la próxima vez no será pequeño. ¿estamos de acuerdo?” movieron sus cabezas de forma afirmativa y luego desperté a la bella durmiente, que no sabía que había pasado, pero estaba tranquilo y sin que nadie le recomendara nada, pidió perdón y se fueron.

Cogí mis cosas, el dueño no me quería cobrar y deje el dinero sobre el mostrador, me marche. No soy partidario de la violencia, pero si me tocan las palmas bailo. Me fui con mal sabor de boca, pero cuando iba en la moto, me salió una sonrisa, al recordar lo sarcástica que fue con lo del euro y la palmera de chocolate, era valiente.

Al día siguiente regrese a la misma hora de siempre y ella no apareció. Pero el dueño me dijo que me había invitado esa tarde y le dije al dueño… “Mira, no acepto invitaciones de quien no conozco, así que tú me cobras” quiso responderme algo y no le deje.

La siguiente vez que la vi, no estaba sola, estaba con dos mujeres jóvenes más. Me puse los auriculares y mientras seleccionaba la lista de canciones, oí la conversación que tenían. Físicamente las dos mujeres cualquiera diría que estaban mucho mejor, pero no tenían la “gracia” que tenía ella. Las llamare mujer 1 y mujer 2.

MUJER 1.- Tú tienes que mantenerte en tu sitio. No te dejes mangonear por él.

MUJER 2.- Prima, la última palabra es tuya, pero creo que estoy con ella.

ELLA.- Es que vosotras lo veis muy sencillo, pero no es un monstruo, solo quiere lo mejor para mí, aunque sea con esos gustos.

MUJER 2.- Lo que tu digas pero estarás conmigo que no es muy normal todo.

ELLA.- En cada relación las parejas tiene sus códigos. Me arrepiento de haberos contado nada.

MUJER 1.- Adriana, no te pongas así, que es solo una opinión, que no lo voy a ir contando por ahí. Pero de todas maneras yo esperaría a que te casaras.

Ya sabía su nombre Adriana. La conversación fue por esos derroteros y aunque había pilladlo algo, no sabía muy bien de que iba con exactitud, lo que si tenía claro es que las otras dos, hablaban desde la envidia. Se les notaba demasiado, seguro que les gustaría estar en el lugar de ella. Eran las típicas “come orejas”

Pasaron varios días y llego el sábado 28 de septiembre, el día anterior por una serie de razones que no vienen al caso, decidí terminar de amueblar mi casa y me fui de compras. Acudí a una tienda de muebles a las 10 de la mañana, acaban de abrir y viendo lo que había me di cuenta en cinco minutos que ahí no iba a encontrar nada de lo que buscaba. Me fui a la segunda tienda en mi lista.

Esta tienda tenía mejor pinta. No había mucha gente y nada más entrar se acercó una señorita interesándose por lo que andaba buscando. Le explique todo lo que quería y ya me lo quería vender todo, me dejo claro que si había algo que me gustaba pero había alguna pega, que no había problema que lo podían solucionar, porque además eran fabricantes, de primeras todas las facilidades.

Mientras hablábamos, tuve esa sensación rara de que alguien te observa, seguro que os ha pasado alguna vez. Me gire y vi a Adriana, con una de las amigas, la que no era su prima y con un hombre de unos 40 o 44 años, alto, fuerte y que me observaban. Los cogí mirándome. Adriana era la primera vez que la veía vestida así, pantalones vaqueros azules, deportivas blancas y una blusa blanca. Se la veía mas bajita y su culo tan apretado hacía que el pantalón le quedara bien.

Durante más de una hora que estuve allí, coincidí con ellos en varias zonas de la tienda. Acabe ante que ellos, porque había varias cosas que me gustaban, pero el problema eran las medidas. Quede en que volvería la semana siguiente y la mujer que me atendió me dijo dándome una tarjeta… “Mejor que vengas por la tarde, que la semana que viene estoy de tardes. Esta es la tarjeta de la tienda y espera que te apunte mi número personal por si tienes alguna duda, puedes llamarme cuando quieras” aunque tenía pocas ganas, me sonreí y le respondí… “Jajaja… no creo que a tu marido le hiciera mucha gracia que te llamara por la noche” se puso colorada y se tocó la alianza que llevaba puesta, una vez que se recuperó que no tardo mucho me respondió… “Eso solo lo sabrás si llamas” me gustaba su descaro.

Al salir vi una cafetería y me fui a tomar algo, porque la noche anterior no había cenado y de desayuno me tome una pieza de fruta. Me pedí un buen desayuno y mientras me lo traían me puse a ojear un periódico, cuando vi entrar a Adriana y sus acompañantes. Se sentaron separados de mí y al rato, cuando ya estaba desayunando se me acerco el hombre que iba con ella.

-Perdona mi intromisión, soy Tiano (que aún no sé de dónde viene ese nombre) la pareja de Adriana. ¿Te importa que me siente?

-Da igual si me importa o no, ya estas sentado… disculpa es que estoy en unos días que estoy un poco borde, me llamo Carlos… (extendí mi mano y nos saludamos)

-Es que quería darte las gracias por lo que hiciste en su día por mi novia. No todos se hubieran metido, que ahora la gente ni ve, ni oye y se dan la media vuelta.

-No hay porque dar las gracias.

-Es que Adriana quiso invitarte y la dijeron que no aceptabas invitaciones de quien no conocías.

-Y es así. Fíjate que aun conociendo, hay en muchos casos que tampoco…

-Pues para que nos conozcamos podemos sentarnos contigo.

-Hombre si no queda otro remedio… Jajaja… perdona que sigo borde, Pues claro.

Se levanto y se fue hacia donde estaba sentado antes, hablo con las dos mujeres y a mí no me hacía nada de gracia, no estaba en mi mejor día. Se sentaron me las presento y resulto que la otra mujer era cuñada de Tiano, estaba casada con su hermano. Era un bellezón, se llama Dolors. Oí hablar en valenciano a Adriana y cuando se dio cuenta de que yo no lo hablaba, continuó hablando en castellano y me recordó mas a una mujer muy especial para mí.

Ellas hablaron poco, Adriana mas bien usaba monosílabos, algún encogimiento de hombros y poco más. Dolors era bastante más suelta en el hablar. Físicamente eran muy diferentes, a Adriana se la veía como mas niña y a Dolors muy exuberante. La mirada de Adriana era especial y me llamo la atención, sus cejas, que eran más grande de lo habitual, pero eran perfectas en su forma.

Dolors se levantó y se fue al aseo, nosotros seguimos hablando los tres y a Adriana costaba un poco sacarle las palabras. Cuando Dolors se sentó, me dio con su pierna un par de toques y con su mano disimuladamente me paso un papel. Acabamos en desayunar y Tiano me dijo que le había caído muy bien y lo cierto que a mí el también. Estando solo leí el papel, me ponía “Llámame” y un numero de móvil.

En vez de llamar añadí su número a mis contactos y esa misma noche por whatsapp le pregunte… “¿Para qué querías que te llame, que es lo que quieres?” me iba a poner a hacerme la cena, pensando que tardaría en contestar y sonó su contestación, que me dejo en evidencia… “Te creía mas avispado, ya me contaras que es lo que quiere una mujer casada, que te entrega una nota a escondidas con su número de móvil… ¿Qué podrá ser lo que quiere?” tarde un poco en contestarla, tenía razón, mi pregunta había sido de pardillo. Por eso mi contestación fue… “Dime donde y cuando” fue rápida su contestación… “Mañana a las 10,30 en… piso… puerta…”

Llego puntual, llamo al piso y me deben de ver por el portero automático porque nadie me pregunta quién soy y sin embargo se oye que la puerta me la abren. Subo al piso y cuando voy a mirar la letra se abre una puerta un poco y veo que es la puerta a la que voy. Entro y detrás esta Dolors. Que al verla no deja nada a la imaginación ni a la duda. Estaba completamente desnuda, salvo un liguero con sus medias, todo de color negro y unos zapatos con unos tacones inmensos. Me dio dos besos de forma muy sensual.

Ni un ofrecimiento de tomar algo, nada, se fue caminando lentamente por un pasillo totalmente iluminado, contoneando su buen culo, fui detrás de ella con tranquilidad. Llego a su habitación, se apoyó sobre su cama, sin doblar las piernas y abiertas, dejando una visión perfecta de su coñito y su culo. Se movió suavemente. Mientras la miraba me fui desnudando, sin prisas. Me vendría bien un buen desahogo.

Un aves desnudo me acerqué a ella que seguía con su tonteo. Lo primero que hice fue acariciar su culo y después de forma inesperada para ella, le solté un buen azote. Ella se paró y dijo muy seria… “¿A que ha venido eso? ¿De qué vas?” mi respuesta fue otro azote igual de intenso y un… “Sssshhhh…”

Me acerque mas a ella y le puse mi polla entre sus piernas, a todo lo largo de su coñito. Soltó un gemido y dijo… “Qué barbaridad, buffff… como es que esta así de caliente, si está ardiendo… que delicia” y cuando empezábamos a estar entonados, oí detrás de mí un leve ruido, lo que me mosqueo, disimule y mire como quien no quiere la cosa y vi una puerta que antes estaba cerrada ligeramente abierta. Cambie mi forma de actuar, la empuje sobre la cama y quedo tumbada boca abajo, me puse encima de ella, agarre su pelo tire un poco hacia atrás y le mordí el hombro y el cuello, para luego suavemente decirle al oído… “Zorra… dime ¿Quién nos está viendo?” se quedó desubicada no esperaba esa pregunta y al recibir otro tirón, muy delicadamente me dijo que su marido y entonces le dije otra vez al oído… “Pues compórtate como una puta que le vamos a darle un buen espectáculo” meneo su culo ostensiblemente.

Y cuando estábamos cambiando de posición observe algo que me dejo perplejo, una foto en una de las mesillas de ella y de Tiano. Le pregunte y me dijo que era su marido, que era el gemelo de Tiano. La coloque de cara a la puerta donde estaba el marido, para que pudiera ver su cara mientras la embestía. Me decía… “Me matas de placer, sigue así cabrón dame más, no pares… aaahhhhhhh… sigue… sigue… mas fuerte” estaba muy excitada y quería poner cachondo a su marido, estaba claro.

Para ponerlo más yo le decía en voz alta… “Que puta que eres, seguro que con el cornudo de tu marido no tienes ni para empezar, ¿Verdad puta?” y después de unos buenos azotes contesto aunque no quería, pero lo hizo muy suave, con voz muy baja, por lo que la azote con más fuerza diciéndole que no la oía y entonces ella con mas vehemencia… “SI CON EL CORNUDO DE MI MARIDO NO TENGO NI PARA EMPEZAR” la empotre con mas “violencia” pego su cara en el colchón y se corrió de forma violenta. Saque mi polla y me fui a por su culito, pero dio un giro rápido y me dijo que por ahí no.

Me quitó el preservativo y empezó a hacerme una mamada, me coloque de tal manera que el marido pudiera ver con todo detalle cómo me la hacía, fue bastante normalita y me corrí en su boca. Nos quedamos echados en la cama, en plan relax y nos pusimos a hablar.

- Desde que te vi me gustaste y después de lo que mi cuñada me conto, como te enfrentaste a esos chicos, mas me pusiste.

- En realidad no fue nada.

- ¿No te gusta ella?

- ¿Quién?

- Adriana, que aunque es menudita tiene su pimienta.

- Es una mujer muy atractiva, la belleza aunque pienses que es raro, no está solo en el exterior. Solo hay un problema, que me recuerda mucho a otra persona.

- Pues a ella le gustas o mejor dicho, no le pasas desapercibido, que aunque no lo diga lo sé. Que ella es muy cortada para esas cosas.

- Se es cortado hasta que se deja de serlo. Pero no tengo porque ser su tipo. No podemos gustar a todo el mundo.

- Ya te digo yo que si y a Tiano también.

- Me agrada caerle bien.

- Jajaja… no me has entendido. A Tiano le gustaría verte con Adriana, se lo ha dicho a mi marido. Pero ella siempre le dice que no a ese tipo de proposiciones.

- ¿Qué les viene de genética? (Me dio un pellizco y me miro mal, haciéndome un gesto indicando con la cabeza la dirección de la habitación donde estaba su marido)

- ¿Por qué dices eso? ( Mirada intensa )

- Jajaja… no te mosques, lo decía porque a tu cuñado le gustaría ver a su mujer con otro y tú se los pones al tuyo, genética, pura genética.

-Pues nada de genética, que a mi marido le daría una apoplejía si me viera así.

Empecé a acariciarla, a lamer su cuerpo y enseguida se puso a tono. Ahora nos pusimos a hacer un 69 y esta vez la mamada estaba siendo bastante mejor que la anterior, mi lengua lamia su coñito, su clítoris y mis dedos follaban sin parar su coñito, luego una vez que la note muy caliente, empecé a “jugar” con su culito y se dejaba meter los dedos, los que entraban con facilidad.

Conseguí que se corriera como una fuente y como a mí me quedaba bastante, la tumbe boca abajo, me coloque un preservativo y me puse a follarla en esa posición. Ella movía su culo de un lado para otro y también levantaba su culito para sentir mejor mi penetración.

La tenía a tope, cuando bajaba el ritmo o me paraba un poco, protestaba con cabreo y me reclamaba que la follara con más fuerza. Saque mi polla y la coloque en la entrada de su culito, ella echo una mano atrás y agarro mi polla, me decía que por ahí no y ante mi insistencia, me dijo… “Si a mí también me gustaría, pero mi marido no me lo perdonaría” y yo como si no supiera que su marido estaba viéndonos y oyéndonos la replique… “No te importa hacerle cornudo, no te da remordimientos, pero que te folle este culo si, no lo entiendo y como no lo entiendo…”

Le di unos azotes de advertencia, ella se hacia la dura y le ordene que colocara mi polla en su culito, me decía que no y la estaba colocando, pero el NO cada vez era más fuerte. Mi polla con un poco de esfuerzo empezó a penetrar el culito, costaba pero entraba bien. Ella me “insultaba” estaba haciendo un papelón, me decía… “BÁRBARO, DELINCUENTE… SALVAJE… AAAHHHHHHH…” ese gemido la delataba, porque decía de todo, pero bien que pegaba su culo contra mí, hasta conseguir que mi polla entrara por completo en su culito.

Se “quejaba” un poco, por eso mis penetraciones eran suaves, quería que nuestros cuerpos se adaptaran, no quería hacerlo deprisa y hacerla daño. En el momento que note que la adaptación era plena y que sus movimientos eran más profundos, pase de penetrar a embestir, golpes secos, cortos, profundos y distanciados. Cada vez que la penetraba hasta el fondo dejaba escapar un “alarido” de placer, un gemido brutal.

Le “aconseje” que se tocara ella, porque venía lo mejor. Me hizo caso e inicie una follaba bestial, la “empotre” en condiciones y ella se excito tanto que me pedía mas y mas, con más fuerza, algo que ya era imposible. Mi ritmo era fortísimo y nos corrimos los dos casi a la vez. Al acabar lo único que me dijo sonriéndome… “No sé de dónde sacas tanta fuerza, eres portentoso, ni comparación con mi marido… ufff”

Para darle un mejor final y algo mas de morbo le dije… “Pues si estuviera tu marido sería más brutal” ella haciéndose entre ofendida y sorprendida por lo que acababa de decir me dijo “Si ya está, le digo cariño he conocido a un joven que no veas como se lo monta, te parece que lo traiga a casa y nos ves… No ves que no… ¿Cómo se le dice eso a un marido? Alma de cántaro… ¿Cómo?” y con una gran sonrisa y subiendo un poco el tono de mi voz le conteste… “Pues diciéndoselo. Es cuestión de proponérselo, que los maridos son en muchos casos además de morbosos muy compresivos, te sorprenderías” nos reímos un poco y luego me vestí para marchare, ella me acompaño a la puerta, me guiño un ojo al despedirse y nos dimos un morreo de despedida.

No fue una de mis mejores relaciones sexuales, pero estuvo bastante aceptable, lo suficiente para repetir otra vez si se terciaba, aunque cambiando algunas cosas.

Nuevo día, trabajo y al finalizar de una mañana muy intensa, me fui a comer algo ligero y luego a relajarme a mi lugar preferido, a tomarme un par de buenos cafés. Al entrar ya solo con el olor que había merecía la pena ir a ese sitio. Me senté en mi lugar habitual. Al poco de ponerme mi primera taza de café, entro Adriana, como siempre, perfectamente vestida, conjuntada total.

Me vio, levanto sus cejas en forma de saludo y se sentó dándome la espalda, dejándome ver la forma de su perfecto culito al sentarse. Móvil en la mano, escribiendo a toda velocidad. Aparecieron mas tarde doloras y dos mujeres más, no se sentaron, hablaron con ella en voz baja y Adriana se levantó, cogió su café y se fueron a una mesa mas apartada de la mía.

Yo estaba leyendo y con los auriculares puestos oía música. Veo entrar a Tiano y hago como si no lo viera. Se dirige a la mesa donde está su mujer y después de saludar a todas se nota que no le ha hecho gracia que apareciera, porque les ha debido de cortar una conversación interesante. Puso cara de contrariado y se acercó a donde estaba sentado yo. Me pregunto si me importaba que se sentara y esta vez no se sentó directamente, me quite los auriculares le sonreí…

-Claro, siéntate.

-Menos mal, hoy se te ve de mejor humor y no tan borde como el día que nos conocimos.

-Si, es que hay días, que no soy el más cordial. Jajaja… y veo que no has sido bien recibido… jajaja…

-La verdad que no, les he debido de interrumpir una conversación de lo más interesante. ¿Se ha notado mucho?

-Hombre… la cara de tonto que se te ha quedado ha sido más que evidente.

-Joder, me llamas tonto y no te cortas.

-No me corto nunca y soy directo, así me parieron, pero no te he llamado tonto.

-Yo tampoco me corto nunca.

-Bueno alguna vez soy prudente… jajaja.( Estuvimos hablando un buen rato hasta que le dio un giro de ciento ochenta grados a nuestra conversación )

- ¿Tu qué piensas de las parejas liberales?

-Nada en particular, ¿Qué quieres que piense? Es que tengo el mismo concepto de ellas como de las que no lo son, es la libertad de cada uno.

-Te he hecho mal la pregunta, ¿Qué opinas del mundo liberal?

-Pues que es otra manera de vivir.

-Coño, sí que cuesta sacarte algo, pero TU… ¿Lo ves mal no lo ves mal?

-Jajaja… como lo voy a ver mal, si me muevo bastante en ese mundo.

-¿Ah sí? Pues me viene perfecto. Llevo mucho mirando, leyendo, todo por internet claro. Quiero adentrarme en ese mundo con mi pareja y andamos un poco perdidos. Sobre todo porque a ella no le hace nada de gracia ir a un local de parejas y tampoco poner anuncios, mucho menos poner fotos suyas.

-Si ella no quiere, no tienes nada que hacer, porque no hay que forzar a nadie y sobre todo es ella quien tiene que elegir, eso es básico. Cuando logres todo eso ya tendrás hecho casi todo el camino.

-Eso si lo tengo claro. Intente que fuera con alguien conocido y me dio un NO rotundo. Pero tú le haces chiribitas, que lo noto y lo sé. ¿Qué piensas?

-Jajaja… pues que he venido a tomar una café en plan relax y vaya con lo que me encuentro. Jajaja… No pienso nada.

-¿No te caemos bien? ¿No te gusta Adriana?

-Mal no me caéis de entrada. Que eso para mí ya es bueno. Y Adriana claro que es bonita. Pero… es que yo soy muy “particular”

-Hombre lo dices de una manera… aunque es menudita no tiene nada que envidiar a nadie.

-No vayas por ahí. Aunque pueda estar muy manido, además de en el físico me llaman la atención MAS otras cosas. Es que me recuerda a alguien en particular y no se…

Aproveche para terminar la conversación cuando vi que Adriana se quedaba sola. Tiano entonces se fue a la mesa con ella. Los vi hablar muy entretenidamente, regrese a lo mío y de paso pedí otro café. Estaba enfrascado en el libro, estaba en un capítulo interesante, cuando de pronto Adriana se sienta en una de las sillas que están en mi mesa, me quedo mirándola y veo a Tiano, con cara de preocupado, que coge sus tazas y se acerca también. Adriana con rabia contenida me dice…

-Quien te has creído que eres. Que te crees que eresChris Hemsworth, pues no lo eres.

-Aunque no lo creas, no se ahora mismo quien es ese Chris Hemsworth y tampoco sé a qué viene todo esto.

-Ya me ha dicho Tiano que por lo que se ve debo ser una mierda para ti, ya que soy poca cosa.

-Para el carro… yo no he dicho nada de eso y si tu marido lo ha dicho, miente. Lo que he dicho es que eres muy bonita, si hay algún problema soy yo, que soy muy particular para este tipo de relaciones y no creo que a ti te gustase. (Adriana miraba a su marido cuando le decía lo de miente y este no abría la boca)

-¿Por qué eres particular? Si se puede saber.

-No creo que os interese mucho, pero es que soy muy dominante o mandón, como lo queráis ver.

-¿Y qué opinas de que mi marido quiera “ESO” que ya sabes?

-Opino que es otra forma de querer vivir. Que es cosa de los dos, que no es bueno ni malo.

-¿Crees que podemos verlo o hablarlo con más tranquilidad?

-Se puede, aunque por causas que no vienen al caso, en estos momentos no estoy en disposición de ir más allá que una charla.

-No, no, si yo me refería a hablar.

-Pues si es solo a hablar, si os parece este fin de semana que viene no, que me es imposible, pero al siguiente si, elegir el viernes o el sábado. El día que mejor os venga.

-Pues el sábado por la noche.

Quedamos de esa forma, aunque seguro que nos seguiríamos viendo durante la semana, como así fue, pero no intercambiamos conversación ni Adriana ni yo, solo un ligero saludo. Me llamo Dolors que por lo que deducía no se lo conto a nadie, por lo menos a Adriana no. Quería que nos viéramos de nuevo, me dijo que luego me llamaría a proponérmelo, pero que estaría su marido escuchando, que por eso me llamaba antes, para que no metiera la pata.

Le pregunte si había hablado con su marido de lo que la dije. Contándome que nada mas irme de su casa se lo pasaron muy “bien” y en ese momento justo, el marido estaba dispuesto a estar presente y no escondido, pero una vez pasada la euforia del momento, no quería oír hablar de eso, ella no lo entendía, pero yo si le entendí, porque hay a hombres que su excitación plena les viene mirando y oyendo, sin que se sepa. Tuve la llamada que ella me dijo que haría y yo represente la farsa, preguntándole de cuánto tiempo teníamos, que donde andaba su marido… quedando a las seis de la tarde.

A las seis llamaba a su puerta, tardo un poco en abrir y cuando lo hizo alucine bastante. Iba con un salto de cama transparente, medias negras con liguero todo de color negro, un tanguita diminuto y unos tacones de impresión. Si hubiera salido algún vecino se hubiera encontrado con un panorama…

Cerró la puerta y me saludo con un beso muy húmedo, muy sensual y morboso. Entramos en el salón me sirvió una copa, no se de qué, porque no la tome y ella ya tenia puesta una. Dio un sorbo, se acerco mas a mí y me pregunto con voz susurrante… “¿Te gusta el modelito que ha elegido mi marido para recibirte?” la sonreí y le respondí… “Muy cornudo es tu marido y por eso se va a llevar una sorpresa”

Estábamos sentados y nos acariciábamos, nos besábamos y cuando ella esta ya bastante cachonda, se levantó, me dio su mano, la agarre y me dijo… “Vamos a mi habitación, que estaremos más cómodos” y aquí venia la sorpresa. Porque no me deje llevar a la habitación. Dolors se dio cuenta enseguida de lo que pretendía y con aspavientos, sin articular palabra, me decía que no, que fuéramos a la habitación. Seguía sentado y tiraba de mí, hasta que tire yo de ella y cayó sobre mi regazo.

Nos morreamos y ante su sorpresa le quite el tanga sin apenas darse cuenta, estaba mojadisima. Mis dedos hacían un buen “trabajo” con su coñito, solo gemía y ya las protestas eran menos y más suaves. Ella también era muy hábil porque me desnudo con mucha agilidad y cuando termino de hacerlo, nos pusimos a hacer un 69 muy escandaloso, todo estaba sucediendo mejor que la primera vez, la notaba mas suelta.

Su marido debía estar rabiando la no poder vernos, solo nos podía oír, pero seguro que eso le tendría totalmente cachondo también, incluso lo mismo más. Dolors tenia mucha facilidad para tener un orgasmo. Se corrió muy rápida. Las puertas del salón eran de cristal matizado con adornos, aunque no se podía ver a través de ellos, si se podían distinguir las formas. Lo digo porque el marido no se debió de dar cuenta de ello y se veía como una sombra.

Nos levantamos y coloque a Dolors apoyada en la mesa de comer, mirando hacia la puerta y para que el marido se enterase bien, alce un poco mas la voz, pero solo lo justo. “Eres una buena puta y eso me gusta, pero por engañar a tu marido, te tendré que castigar y el castigo se lo llevara este culo” y según lo decía, se lo azotaba, coloque la mano de tal manera, que fuera mas el sonido que se producía, que el dolor en sí.

Dolors exageraba o así lo creía porque, me decía que no la diera tan fuerte, entre “grito” y “grito” pero bien que meneaba el culo cada vez que recibia un azote. No era solo follar a Dolors y ya estaba, había que hacer que el marido participase a su manera, aunque esta vez fuera de una forma diferente. Por eso seguía diciéndole cosas como… “Zorra es una pena que no esté aquí el cornudo de tu marido para ver como te follo, para que vea lo puta que eres, ¿NO te gustaría zorra?” y ella solo decía… “Siiiiii… siiiiii… SIIIIIIIIII” esa respuesta la vivía no era nada fingida.

Entre azotes, gemidos, “insultos” que les dedicaba a los dos, llego el momento álgido, que fue cuando vimos la silueta de su marido y como se distinguía perfectamente que se estaba haciendo una paja, eso la puso a ella cachondísima, porque me empezó a pedir… “Venga déjate de rollos y fóllame, que para parado ya tengo al cornudo de mi marido” y entonces le metí mi polla de golpe en su coñito, sacándole un grito con gemido muy sonoro.

La follaba y la azotaba mientras la provocaba diciéndole… “Así puta, que el cornudo es muy parado. Que pasa… ¿No te folla en condiciones?” y ella con voz cachonda decía… “Ya quisiera tener un cacharro como el que tú tienes porque además de largo, joder que gordo que es… me chifla… y que locura lo caliente que lo tienes, como lo noto cuando esta todo dentro, como me llena… UUUFFFFFFF… AAAHHHH… QUE GUSTAZO… POR DIOS”

Mis embestidas eran brutales y ella las admitía de buen grado, la mesa se movía cada vez más, hasta el punto que se movió hasta ella poder ver a su marido y este podía ver la cara de ella. Se corrió de nuevo y solo decía… “Nadie me hace correrme como tu… eres único…” y yo le decía picándolos a los dos… “Zorra aprovecha porque será la ultima vez, salvo que convenzas a tu marido para que me pida que te folle delante de él… ¿No te gustaría?” y ella ante mi asombro se volvió a correr mientras me respondía… “SIIIIII… SI ME GUSTARÍA… me volvería LOOOOOCA”

Saque mi polla, quite mi preservativo y ella se agacho para hacerme una mamada y esta vez lo hacia mucho mejor, no había comparación con la primera. Mientras me hacia la mamada, la avise para decirle que estaba a punto de correrme, que era una pena llenarle la boca y que no pudiera compartirla con el cornudo de su marido, ella miraba hacia arriba y se le iluminaban los ojos a oírme decir eso.

“Vamos puta, sigue, prepárate que te voy a llenar la boca de leche… aaauuuggggg… sigue… ZORRA… ZORRA… ME COOOORRROOOO” llene su boca con una de mis abundantes corridas. Siguio chupando hasta que ya no me salía nada, me hizo una seña de que me esperase y como intuía lo que iba a hacer, le dije que se tomara el tiempo que quisiera, que yo estaría esperándola.

Vi como salió, dejo la puerta entornada y pude ver como agarro a su marido, que era muy gracioso como estaba, porque iba vestido de cintura para arriba y de cintura para abajo estaba desnudo. Ella le agarró del cuello con fuerza, el quería evitar lo que quería hacer su mujer, pero por no poder hacer ruido, Dolors lo consiguió, le dio un morreo antológico, al principio quiso hacerle la cobra a su mujer, pero al final se dieron un morreo del diez.

Volvió con una gran sonrisa y al sentarse junto a mi me dijo… “La próxima vez el cornudo seguro que estará con nosotros y le voy a hacer que te la coma conmigo” su cara era de malicia y de mirada perversa. Como si no hubiera visto nada le pregunte… “¿Tan segura estas?” y ella con cara cínica me respondió… “Seguro, porque no solo se ha comido tus babas… jejeje… también le ha gustado tu lechada” con mucho cinismo me dijo que me tenia que ir, que ella ahora tenia otra “sesión” con su marido. Quedamos en que cuando me llamara, insistiera en que era el marido quien tenia que proponerlo, ya que seguro que el estaría escuchando. Así quedamos.