De concierto con los amigos de mi hijo
El relato refleja cómo mi calentura y falta de sexo, me lleva a cometer una locura con el amigo íntimo de mi hijo en un concierto de rock
Me llamo Ana, tengo 53 años y estoy felizmente casada con Javier, mi novio de toda la vida que también tiene 53 años. Tenemos un único hijo de 23 años, se llama Jaume, y aún vive con nosotros ya que aún está finalizando su carrera.
Jaume, tiene por costumbre reunirse a estudiar con su mejor amigo de la carrera, Daniel, y prácticamente un par de días a la semana siempre lo tenemos aquí con nosotros.
Daniel es un chico muy simpático, deportista (juega al rugby), con un carácter muy parecido a nuestro hijo y al cual le tenemos mucho cariño.
Vivimos en un chalé con piscina situado a las afueras del pueblo, y tengo por costumbre ir por casa con el biquini puesto, siempre dispuesta para darme un baño y con una camiseta que apenas me tapa el culo.
Soy de mediana estatura, pelo castaño largo, ojos marrones y aún conservo mis pechos turgentes y piernas torneadas fruto de mis horas y horas de gimnasio. Vamos, que aún soy capaz de provocar las miradas de los hombres, y de lo cual me siento orgullosa.
Uno de los días que vino a casa, llegó directamente del entrene y como no le dio tiempo a ducharse en el pabellón deportivo, lo hizo en nuestra casa con total confianza, ya que lo consideramos uno más de la familia. Ese día, iba algo despistada pensando en mis cosas, me entraron ganas de orinar y me metí en el baño directamente sin pensar que alguien podría estar dentro.
Para alegría de mis ojos, era Dani quién se estaba duchando, me asusté, pero no podía aguantarme así que me senté en la taza del váter, no sin antes darle un repaso a aquel cuerpo de joven deportista. El tenerme a medio metro y el sonido de mi pipi cayendo le debió excitar, porque aquel miembro que se encontraba flácido, comenzó a despertar delante de mis ojos. Me giré, le miré a los ojos fijamente mientras me subía el bikini y pude darme cuenta que él tampoco perdió el tiempo, dándome un repaso de arriba abajo.
Desde ese día, el pobre Dani va loco cada vez que viene a casa, noto su mirada perforándome la ropa cada vez que paso junto a él, e imagino cómo me mira el culito cuando me ve alejarme.
Para mi desgracia, mi Javier últimamente trabaja muchas horas y prácticamente no follamos, salvo algún fin de semana que estamos solos y soy yo el que toma la iniciativa.
Pasan los días, semanas y meses y la falta de sexo me ha alterado, provocando un cambio en mi forma de pensar y ser, aprovechando cualquier oportunidad para excitar a quién se me pone por delante.
Lo que voy a contar sucedió hace tres años, en un concierto de rock al que fuimos junto a mi hijo y Daniel. Hacía muchísimo calor y yo iba con un vestido blanco, muy suelto y que dejaba entrever la ropa interior que llevaba.
El moreno de mi piel resaltaba en contraste con la ropa que llevaba, me sentía plena, eufórica y con muchas ganas de marcha. Tomamos varias cervezas, así que al poco rato me entraron ganas de orinar. Me dirigí a los baños, y nada más verlos y olerlos se me quitaron las ganas de entrar, así que ni corta ni perezosa me separé lo que pude de la muchedumbre, y en un pequeño apartado me bajé mis braguitas, me abrí de piernas y allí lo solté todo.
Para mi sorpresa, Dani me había seguido, y allí me lo encontré sin vergüenza alguna, viéndome mear con el vestido a la altura de la cintura, con mi culo en pompa y mis muslos abiertos.
Dani mientras me miraba, se desabrochó el pantalón, sacó su miembro fuera y empezó a orinar también. Disimulando intenté alargar todo lo posible mis quehaceres para poder admirar por fin aquel miembro que tantas y tantas veces me había imaginado.
Mis imaginaciones no estaban equivocadas, aquel hombretón grande y fuerte que jugaba al rugby, también disponía de una buena herramienta, gorda, aunque no excesivamente larga.
Yo me levanté y me quedé mirándolo. Mi vista viajaba desde sus ojos a su pene. Dani no tenía prisa, cuando acabó empezó a mover la piel de su verga adelante y atrás, consiguiendo casi de inmediato que su tamaño aumentara considerablemente.
Mi boca empezó a salivar, y mojando mis dedos con mi lengua me los llevé a mi sexo, acompañando también los suyos con pequeños movimientos suaves y circulares.
Su miembro cada vez crecía más y más, ahora ya lo cogía con la mano entera y pude ver que le sobraba por delante, por lo que me pude hacer de inmediato la idea del tamaño que se gastaba.
Poco a poco se acercó, y al llegar a mi lado se lanzó sobre mi boca devorándome como el joven animal que era. Nuestras lenguas se entrelazaron, y su verga se notaba dura en mi vientre. Así permanecimos dos o tres minutos, hasta que puso sus manos en mis hombros, obligándome a bajar hasta la altura de su dura verga y abriendo mi boca empezó a follármela con movimientos fuertes.
Allí estaba yo, arrodillada y con las braguitas por los tobillos, mamando aquel miembro joven y duro como una piedra. Permanecí así hasta que él quiso, ya era dueño de mí, mi coño chorreaba ante aquel macho tan fuerte y vigoroso. Antes de darme la vuelta, pasó sus dedos por mi rajita depilada y notó lo caliente que estaba. Una sonrisa se dibujó en su cara, me tenía a su total disposición, se iba a follar a la madre de su mejor amigo, la fantasía de cualquier joven de 20 años.
Se llevó la mano a su cartera para sacar un condón, cuando me di cuenta, le sujeté el brazo y le mordí el lóbulo de su oreja diciéndole al oído,
¡!MI NIÑO, QUIERO NOTARTE ASÍ, SIN NADA, FÓLLAME YA¡!
Me empujó un poco hacia adelante, me subió el vestido y su lanza se metió sin piedad dentro de mi mojado coñito. Me agarró de las caderas y empezó a follarme con movimientos violentos, y pude notar el vaivén de sus testículos con cada golpe de cadera. Ya ni sé el tiempo que hacía que alguien me follara de esa manera. No paraba de gritar, necesitaba un macho de verdad.
-Fóllame nene, dame duro por favor que lo necesito.
Dani no paraba de darme nalgadas y recogía con su mano izquierda mi pezón y pecho izquierdo. Cada pellizco que me daba, cada viaje de su verga hacia adentro elevaba un escalón mi nivel de excitación.
-Dame fuerte cariño, cómo te noto Dani, como te notoooooooooo aghhhhhhh…
Mis frases excitaban más y más a aquél muchacho y su miembro cada vez crecía más y se notaba más duro.
Sabía que no iba a aguantar mucho más, hacía tiempo que no notaba una excitación tan grande, mi cuerpo empezó a temblar y mis rodillas a flojear. Mi coñito estaba lleno, pletórico y notaba cada centímetro de la verga de Dani.
-Aghhhhh Daniiiii me vieneeee cariñooooooo. No aguanto mássssssssss sigueeeeeeeeeee sigueeeeeeeeee…
Dani me tenía cogida por los brazos, y a punto de caerme me recogió por detrás, abrazándome y abarcando mis pechos con sus manos.
Me di la vuelta y busqué su boca y lengua con mucho ímpeto, nos entrelazamos y nos pegamos intercambiando caricias. Su pene erecto se notaba en mi barriga nuevamente, lo que me recordó que aún quedaba más, mucho más.
Nos apartamos hacia atrás hasta una pequeña caseta con escalones que había, se quitó la camisa, la puso en el suelo y me tumbó abriendo mis piernas. Aun besándome y mordiéndome los pechos me volvió a clavar su verga poco a poco y centímetro. Mi coño estaba empapado y muy sensible, por lo que lo pude notar aún más duro y fuerte que antes.
No llevaba ni cuatro vaivenes que mi volcán interior volvía a erupcionar y mis gemidos volvía a salir de mi boca. Aquel niño me estaba volviendo loca, qué manera de follar.
- Ayyyyy Daniiii qué me hacesssssss….. me estás volviendo loca, no pares cariño, no paresssssssss que me estoy volviendo a correrrrrrrrrrrrr.
Mis caderas subían con ímpetu buscando aquellos empellones, como si me lo quisiera meter todo dentro. Me abracé a él con fuerza a su espalda fuerte, me acerqué a su oído y le dije:
- Dámelo ya cariño, córrete conmigo, dame tu leche mi niño.
Aquellas palabras le excitaron aún más, y sus golpes de cadera eran cada vez más fuertes y profundos.
- Si neneeee…. Asiiiiiiii dame mássssssss, dámelo todooooooo
- Me corrooo Daniiiiii, me corro de nuevoooooo aghhhhhhhhhh
Mi coño convulsionaba de nuevo y notaba cómo apretaba aquel mástil duro y caliente a la vez.
Dani empezó a gruñir, a moverse cada vez más rápido y empecé a notar chorros y chorros de lava caliente dentro de me sexo. Notar su leche hirviendo dentro mío, me excitó aún más, logrando que éste último orgasmo mío fuera más largo aún que el anterior.
Poco a poco fuimos recuperando el aliento, le volví a besar notando su lengua en mi interior, y aún con la respiración agitada, me recompuse el vestido como pude, notando gotas de su semen cayendo por mis muslos. Recogí mis braguitas, olían a sexo y hembra caliente, las cerré con mi puño y se las puse dentro de su bolsillo.
Ni sé el tiempo que había transcurrido, pero tampoco me importaba, lo único que sentía es que por fin después de tanto tiempo me volvía a sentir una mujer plena.
Nos adentramos otra vez dentro del concierto como si no pasara nada, y durante toda la noche nuestras miradas se cruzaban cómplices. A cada movimiento, una gotita de semen caía y recorría mi muslo, recordándome el placer que acababa de sentir.
Fin.
Espero que os haya gustado, y me gustaría recibir vuestros comentarios con el fin de aprender y corregir los errores que haya podido cometer.
Muchas gracias