De compras con mi vecina

Una historia

Cada mañana, ella salía a correr, y desde la fiesta de año nuevo yo no había podido sacarme su cuerpo de la mente, ella era preciosa y el ejercicio resaltaba mas aun su belleza, el sudor que corría por sus pechos apretados dentro de una blusa ceñida, mientras se balanceaban de un lado a otro como hipnóticos péndulos que , me incitaban a tocarlos, y sus piernas enfundadas en un apretado leggins que lamian deliciosamente su silueta, pegándose a su culo de forma tan perfecta que su ropa intima que, por lo regular era una diminuta tanga , contorneaba su figura abrasándose a su cadera formando el delicioso triangulo que apenas se elevaba por encima de sus nalgas.

No había podido concentrarme en nada más que esas carreras que ella hacia cada mañana y frente a la pantalla tratando de completar mis entregas me quedaba en blanco.

Esa mañana apenas ella entro de nuevo a su casa, yo volví a mis labores, no esperaba que la puerta me devolviera apenas a unos pasos de mi silla,

Al abrirla allí estaba Sandra, con sus brazos cruzados sobre sus pechos, podía casi notar la suavidad con la que estos se posaban y la blancura de la piel de su escote que tintada por brillantes gotas de sudor, brillaba, enmarcando la parte superior de sus tetas.

Ocupado?- Dijo agitada.

No—respondí rápidamente, no me había quitado la imagen de esta mujer de la mente y no iba a dejar pasar ninguna oportunidad para estar con ella.

Necesitas algo?— Continúe tratando de calmarme.

Importa?—susurró soltando sus brazos y sus pechos cayeron ajustándose a la tela y pude ver claramente el contorno de sus pezones que se enmarcaba en ella.

n-no—respondí cediendo a ella, mirándola de arriba a abajo y entonces me di cuenta en su entrepierna se marcaban sus labios contra la tela de su leggins casi podía sentir el calor que emanaba de ella.

Quería ver si podías acompañarme al centro—dijo sonriendo.

Si claro— respondí lamiendo su suelita con la vista, no podía dejar de ver su raja que se marcaba en esos entallados leggs.

Ven a mi casa en dos horas—dijo en un tono de vos que me pareció mas una orden, que una petición, trate de evitar su cuerpo, pero fue inútil, la forma en la que me pidió eso, me estremeció, me gusto, y me avergoncé por ello.

Puedes cuidarme esto, me lo das después –dijo entregándome un paño color verde esmeralda que estaba muy bien envuelto, y después se fue.

Su aroma se quedo en la entrada de mi puerta, una mescla de su perfume y su sudor, yo me quede allí un par de minutos oliendo su fantasma.

Pero una sensación húmeda y tibia me llamo la atención, al entrar en la casa desenvolví en paño que ella me entrego y me di cuenta de lo que era.

Una tanga verde de encaje muy fino que seguramente era la tanga que llevaba esta mañana al correr, en el fondillo de la tanga se marcaba una hebra de humedad que se extendía unos centímetros y estaba aun tibia en mis manos, sentí mis latidos un segundo, viendo esa prenda entre mis dedos, y finalmente lo hice…

Me la lleve a la nariz y aspiré fuertemente.

El aroma de esa mujer lleno mi mente y me llevo a la noche de año nuevo.

No tarde en prepararme para la cita, y en dos horas estaba frente a su puerta, cuando la abrió, lo primero que note fue su cabello finamente recogido, ella llevaba un vestido verde de una pieza con flores tejidas que contorneaban sus pechos y bajaban rodeando su cadera, su culo se pegaba a la tela como el leggins pero no podía notar nada aparte de su figura.

Tardare un segundo –dijo invitándome a pasar—solo me faltan unos aretes— continuo mientras caminaba a un espejo cercano, mientras yo entraba y cerraba la puerta.

La traes— pregunto mientras miraba su reflejo en el espejo y se colocaba los aretes.

Yo apreté la tela entre mis dedos dentro de mi bolsillo

Si— respondí.

Y que hiciste con ella? –preguntó sin retirar su mirada del espejo.

Yo no quería responder y bajé la mia.

La oliste?— Siguió mientras se colocaba el otro arete, como si lo que decía no la incomodara,

Si –respondí finalmente –además—dije. —me masturbe en ella apenas te fuiste.

Me la das... –dijo estirando su mano.

Yo saque la tanga del bolsillo y se la entregue.

Ella al tomarla levanto su vestido y pude ver sus nalgas no llevaba nada debajo, me mostraba su culo nuevamente o eso pensé, pero ella se puso la tanga que yo acababa de entregarle,

Se acomodo la ropa se miro al espejo una ves mas y dijo.

Estoy lista vámonos…

Sus nalgas pegadas a su vestido eran mi centro de gravedad, mientras caminábamos por la calles del centro, mirando aparadores repletos de ropa de mujer, no hablamos mucho, ella solo me pido que viera la ropa.

Ella caminaba tras de mi mientras veía los aparadores llenos de ropa, camisas, blusas, faldas y pantalones.

Ella parecía prestar atención a lo que yo miraba, pero por momentos sentí que jugaba con migo, yo no dejaba de pensar en la tanga que tocaba su raja, y que estaba húmeda con mi leche, ella la usaba, y seguramente incluso mi saliva se restregaba contra los bordes de sus labios, pues la había lamido antes de masturbarme con ella.

Sumido en mis pensamientos sentí como me tomaba del y sus suaves pechos se apretaban contra mi brazo, y me empujo contra ella.

Solo sentí la suavidad de sus labios mientras me besaba, era un beso suave y lento, mitad mordida, mitad pellizco, todo mesclado, con el calor de sus labios y el sabor de su saliva, mientras el calor de su aliento rosaba mi nariz.

Solo fui consiente de mi mismo cuando el apretar de sus labios sujetaba mi lengua y la estiraba un poco solo para soltarla después, dejándome un vacio en el pecho.

Búscame algo lindo—murmuro mientras yo aun saboreaba su saliva en mis labios.

Sentí en cada palabra que articulaban sus labios una orden, y me di cuenta que eso me excitaba, mas aun que el beso.

Esta –señale, eran unas pantaletas que tenían encaje en la parte trasera, y me imagine al instante la línea de sus nalgas tras esa translucida tela.

Apenas la señale ella la tomo y la pago, caminamos un momento, ella sujetaba mi brazo y sus pechos se pegaban a mi, casi podía sentir sus pezones rosándose contra mi piel.

Apenas volvimos ella me invitó a entrar en su casa.

Siéntate —dijo señalando un sofá individual, mientras ella se perdia en una habitación al fondo.

Al volver tenía puesto un vestido, largo, de una pieza sujeto por dos pedacitos de tela a sus pequeños hombros, e iba descalza, separo frente a mi y viéndome desde arriba dijo.

Quítamelo—dijo mirándome de una deliciosa y perversa forma con la que no me había visto hasta ahora.

Al levantarme mi boca quedo a centímetros de la suya y sentí la necesidad de besarla, pero al intentarlo ella me detuvo.

Te di una orden—dijo mientras me tomaba del cuello,

Pase mis dedos por encima de sus hombros y deslicé los cordones haciendo que el vestido se desplomara insonoro contra el suelo.

Al instante su cuerpo casi desnudo de mostro una ves mas frente a mi sus pehcos estaba descubiertos y pude ver el contorno de sus pezones que estaba ya alago endurecidos.

Pero note que aun llevaba la misma tanga verde que había usado para masturbarme, y pude ver en ella las manchas claras que se apretaban contra su raja tibia y alunas que se ceñían a su cadera.

Por encima de la tela verde pude ver unos dorados vellos que se asomaban invitándome a besar su vientre.

Su cuerpo estaba tan cerca de mi y la forma en que me miraba me hacia endurecer, me había calentado desde el beso que me dio, y mi pija ya se notaba bajo la tela de mi pantalón,

Puedo desnudarme?—pregunte nervioso.

Quítate la camisa—ordeno señalándola,

Cuando la tela cubría mi cara, sentí sus dedos recorrer mi pija atreves de la tela, ella movía sus manos rosando a lo largo de mi pija moviendo lentamente sus dedos y luego buscando mi punta la apretó con suavidad.

Lentamente bajo mi cremallera, y mi endurecida pija salto de entre la tela, el olor a mi sexo excitado inundo la habitación mientras ella simplemente contemplaba mi desnudez.

Mi virilidad palpitante estaba ansiosa de poseerla, pero ella me ordeno que me arrodillara, cuando mis rodillas tocaron el suelo sus carnosos labios quedaron nuevamente frente a mi y pude oler el aroma a hembra que provenía de sus muslos y sus labios.

Se sentó en el sofá que me había ofrecido y abrió sus piernas.

Tócame— dijo frotado con sus dedos, la raja que ya denotaba la humedad atreves de la tela.

Sus suaves muslos blanquecinos temblaron cuando pase mis dedos por el interior de su muslo derecho, y luego lo besé, Estirando la piel de su muslo con mis labios, ella emitió un leve gemido de placer y coloco sus manos suavemente sobre mi cabeza.

Esta ves tenemos toda la noche—sonrió.

Note con mis labios las leves arrugas que se formaban en el interior de su muslo y esta textura me excitó, intente jugar con ella, pasando los bordes por mi lengua, y sentí que se estremecía, mientras la planta de su pie comenzó a frotar mi pija que ya babeaba.

Al notar su piel frotando la mía, sentí el incontrolable deseo de lamer ese muslo, y extendí mi lengua abarcando cuanta piel pude con ella.

Saboree la salada y cálida textura de la piel de Sandra, sintiendo como al contacto de mi lengua su pie apretaba un poco mas mi miembro y frotaba mi punta con sus dedos pequeños.

Finalmente llegue a la frontera de que me imponía la tanga, enmarque la tela con mi lengua pero nunca pase el limite que la tela me imponía, mis ansias de llenarme con su bajo vientre me quemaban las entrañas pero la sensación de su pie sobando mi pija dura me mantenía apenas cuerdo, lamí sus piernas y las bese también des di mordiscos juguetones a las partes que cedían, hasta que pude ver claramente la húmeda que dese hace rato se dibujaba en el centro de ese triangulo de tela.

En ese instante puse mi nariz sobre la raja húmeda y tibia que se mostraba ante mi, y aspire su esencia, ella apretó mi cabeza contra su vulva, mineras movía sutilmente su cadera,

Ella se reclino en el sillón y me dejo espacio para pegarme cómodamente a su entrepierna.

Sentí sus mulos temblar y su pie perdió mi pija por un segundo, mientras ella se aferraba fuertemente a mi cabeza.

Pareces un perrito—dijo jugueteando con mi pelo.

Hazlo de nuevo—ordeno.

Y mientras repetía el éxtasis que sentí al oler ese húmedo rincón de su existencia, me corrí con la sensación de su pie tocando nuevamente mi pija endurecida, y mi leche se derramo por su pierna, y sus dedos, mojando incluso en sofá.

Vaya ¡te corriste mucho solo con mi pie. —dijo sin soltarme la cabeza.

Si—murmure hendiendo mi cara en su entre pierna, no quería que viera mi rostro,

Ella me levanto un poco y me estrecho contra su vientre mientras soltaba mi miembro por el que aun escurrían gotas de espeso semen.

Tanto te gusta mi cuerpo?—pregunto mientras jugaba con el cabello de mi nuca.

Si—respondí vencido y bese su ombligo.

Bueno, me gusta sentirme deseada, y tu me deseas verdad?—preguntó.

Yo estaba sin fuerzas, entre sus brazos era un muñeco de trapo, ella me levanto y sujeto mi virilidad que estaba lista y punzante entre sus dedos.

Quieres un poco mas?—murmuro después de un leve mordisco a mi oído,

Si dije mirando sus ojos verdes…

Ella estaba sentada, sus pechos estaban expuestos con sus pezones endurecidos, se meneaban ante mí mientras ella exprimía mi pija con los dedos, que goteaba aun restos de mi corrida.

Quítame la tanga—ordeno, mientras levantaba un poco la cadera, yo rápidamente deslice la tela por su cuerpo y por un segundo vi sus nalgas mientras la desnudaba completamente.

Ella quedo desnuda, y sus labios carnosos estaban tan húmedos y rosados que el pelo alrededor caía pesadamente humedecido por la lubricación que cubría su entrada.

Ven… entra en mi—ordeno mientas separaba las piernas con sus manos.

Era como aquella noche, ella mandaba y yo me excitaba con el control que ella ejercía sobre mí.

Lentamente acerque mi pija palpitante y metí mi punta entre sus labios, rápidamente sentí la humedad que corrió por el tronco, mojando incluso mis huevos.

Ella gimió al sentir mi punta penetrando su vulva, y movió su carrera buscando encontrarme, mientras yo mantenía la mirada fija en sus ojos verdes, notando como su expresión cambiaba con cada movimiento que me acercaba a ella,

Finalmente cedí a mi deseo, y empuje mi cuerpo contra ella dejando caer mi peso contra su figura, ella dejo salir un gemido estridente y mi pija se restregó por su interior que se apretaba, contrayéndose en oleadas contra mi piel,

Ella acariciaba mi mejilla con una mano, mientras que con la otra recorría mi espalda, formando figuras y formas con sus dedos mientras lentamente bajaban hasta mis nalgas.

Sus pechos chocaban contra mi piel, y sentí la dureza de sus pezones, frotándose contra los míos, mientras abajo, nuestros sexos se ahogaban el uno en el otro, bañándose en la lubricación que ya mojaba nuestras piernas.

Te gusta –pregunte pausando a cada empuje mis palabras.

No hables –dijo ella mirándome a los ojos, para después besarme.

Solo muévete, solo deséame, solo siénteme –dijo entre deliciosos gemidos, mientras pasaba sus manos por mis hombros y apretaba sus piernas alrededor de mi cadera.

Ella comenzó a besar mi cuello, mientras yo me hundía en su cabello rubio, oliendo su esencia y llenándome de ella.

Sus caderas comenzaron a buscarme, mientras los sonidos húmedos parecían llenar la habitación, y mis caderas la buscaban también.

Con cada movimiento nuestras caderas chocaban y se encontraban hundiéndome en ella más y más.

Ella gemía sin reservas con cada húmedo batir de nuestros cuerpos, el sudor le caía pesadamente sobre la frente mojando su pelo rubio, yo aparte ese pelo y bese su frente, dando pequeños sorbos al salado majar que brotaba de ella.

Quería mirar a sus ojos y contemplar la mirada de placer que me entregaba con cada ir y venir de mi pija dentro de su cuerpo, mientras me hundía entre sus labios que exprimían con brutales espasmos mi rígido caño.

Aumentamos el ritmo, bailando en un obsceno vals, ella empujaba contra mí, yo violaba su intimidad, empujando mi virilidad ardiente entre sus labios enrojecidos.

Más duro, más rápido, más fuerte—ella se limitaba a ordenarme, yo simplemente cumplía.

Cógeme—ordenaba.

Métemela—repetía mescla de gemidos y palabras.

Sentí como su interior se apretaba más y mas contra mi piel, y el estimulante deslizar aumentaba el frenesí.

Me corro.mm-me corro—dijo apretándose fuertemente contra mis caderas que ya no podía detener. Y explotamos, sentí su cremosa corrida bajar por sus labios mientras yo inundaba con mi corrida su vientre.

No te detienes—dijo pegándose a mi oído.

Sigues corriéndote dentro de mí—continuó.

No te preocupes córrete todo lo que quieras dentro me gusta mas así—dijo mordiendo mi oreja.

Empuje mi cadera lo más que pude y solté completamente mi corrida en su interior.

Realmente no se cuanto tiempo permanecimos allí sentados, mi pija se relajo en su interior. Pero ella fue la que me despertó del letargo del éxtasis.

Levante mi cara para ver su rostro.

Me das mi tanga— dijo sin mover un musculo. Me levante separándome de ella, y mi corrida salía por su raja que estaba roja y mojada.

Pude ver que aun tenia leves contorciones en sus muslos, y por un segundo me quede viéndola.

Me la pones?—ordeno con suavidad.

Trato de levantar las caderas pero no pudo, metí la tanga en sus pies y la subí lentamente hasta sus muslos, luego ladee su cuerpo y metí la tanga poniéndola den su lugar ajustándola a sus caderas.

Gracias –guiño sonriendo,

Paso un rato y me quede sentado frente a ella mirando como mi corrida se escurría por la tanga y mojaba sus muslos.

Después de unos minutos ella se levanto, camino a la cocina y volteo.

Tienes hambre dijo mientras sus piernas aun temblaban.

Si—respondí.

Ese fue el inicio de un maravilloso fin de semana.