De compras con mi chica Nº13 (2ª parte)
Mi chica nº 13 y yo quedamos para hablar de lo que pasó la última vez. Nos vamos de cervecitas, y de compras y la locura se desata
Al llegar a mi casa, pasadas un par de horas, me decidí por mandarla un mensaje y bueno...
Estuvimos mandándonos mensajitos durante toda la tarde, al principio los mensajes eran amistosos, “Qué tal estás?” “Qué habéis hecho en el partido?” y esas cosas.
Cuando la pregunté por su nombre, me preguntó ella que cómo la llamaba yo, y la dije que ella para mí se llama “Nº 13”, me dijo que le gustaba y que por qué iba a cambiar de nombre, que ese le gustaba y que siguiera llamándola 13.
Poco a poco los mensajes se fueron calentando, estuvimos hablando de lo que pasó en el vestuario, de por qué se decidió a hacerme esa tremenda mamada que me encantó y acabó conmigo y sobre todo estuvimos hablando de quedar algún día para conocernos mejor, ir a tomar algo y bueno… a ver que más pasaba.
Al final y tras muchos mensajitos, decidimos quedar el viernes por la tarde a ir al centro comercial de Príncipe Pío, en el que hay muchas cosas para pasar la tarde.
La semana se me pasó volando, en la universidad no podía dejar de pensar en el viernes, y me ponía muy cachondo cada vez que veía la foto que 13 me dejó en el móvil.
Y el día llegó. El viernes me preparé, me duché, me vestí y me fui para el centro comercial. Habíamos quedado en los 100 montaditos, al llegar 13 ya estaba en una mesa con 2 jarras de cerveza, estuvimos en el 100 montaditos más o menos durante 1 o 2 horas bebiendo un montón de cerveza y riéndonos y pasándolo bien en general. Me contó que ella estaba estudiando fisioterapia, que tenía 21 años y que vivía por el centro de Madrid.
Después de 3 jarras de cerveza, 13 me dijo que si la acompañaba a hacer unas compras, y acepté. Estuvimos paseando por el centro comercial y al final entramos en una tienda de ropa. Ella no dejaba de hacerme preguntas sobre si los modelitos que cogía le quedarían bien, eso sí, siempre con esa sonrisita tan pícara que tanto me pone. Al final cogió un par de vestidos negros, y un sujetador y se fue para los probadores, me dijo que me pasara con ella para dar mi punto de vista “masculino”.
Una vez dentro, comenzó se quitó la camiseta cogió un sujetador y empezó a desabrocharlo, de repente vi cómo se quitaba su sujetador y se quedaba sin nada puesto. Sus tetas quedaron mirándome directamente, perfectas, redonditas… estaba empezando a ponerme supe cachondo y ella que se dio cuenta, comenzó a ponerse el sujetador nuevo de una forma muy sensual y sexy, cada vez estaba más cachondo y eso se me empezaba a notar… empezaba a tener una gran erección. Cuando se puso el sujetador, se quitó también los pantalones que llevaba y se quedó en un culote, negro, dios, como me gusta esa prenda, se probó el vestido, le quedaba de lujo, muy sexy, estaba guapísima, se lo quitó y se probó el otro. Después de decirla que estaba guapísima y buenísima con ambos, se lo quitó y se quedó en ropa interior delante de mí. Me miraba muy fijamente, directamente a los ojos y poco a poco se iba acercando a mí, más cerca, más cerca, hasta que me dio un morreo muy húmedo y apasionado. Nos estábamos enrollando dentro del cambiador y me dijo:
-¿Preparado?
-¿Para qué? - Respondo yo.
En ese momento comenzó a bajar y se puso de rodillas, acariciándome la polla por encima del pantalón, hasta que me desabrochó la bragueta y sacó mi polla. En ese momento comenzó a chupármela muy despacio, mientras se la metía en la boca, con su mano me manoseaba los huevos, estaba súper caliente. Me estaban haciendo una mamada estupenda, dentro de un cambiador y lo que más me ponía, podía oír perfectamente a la gente que estaba en la tienda, era una situación súper morbosa y excitante. Continuaba chupándomela muy despacio, rodeándome el glande con su lengua y dando pequeños mordisquitos.
Me dijo que me sentara en el taburete, ella se quitó el sujetador y me hizo una cubana. Sus tetas no son muy grandes, pero me encantaba cómo lo hacía. A la vez que me follaba sus tetas ella abría la boca y chupaba mi capullo. Estuve fallándome sus tetas unos 5 minutos, hasta que paró, se levantó, se dio la vuelta y comenzó a quitarse el culote lentamente, inclinándose hacia delante dejándome ver su precioso culo y su chochito, el cual no había visto nunca, lo tenía depiladito salvo por un pequeño hilo de pelo justo en medio.
Me agarró la polla y me levantó, se dio la vuelta dándome la espalda y se inclinó, cogió mi polla y se la metió en el chochito… estaba muy caliente y húmedo. Comencé a bombear despacio, metiéndosela toda lentamente, poco a poco iba aumentando el ritmo, se comenzaba a escuchar ese sonido que tanto nos gusta cuando follamos a una chica a estilo perrito, se escucha el “chap, chap, chap” en cada embestida. El ritmo cada vez era más rápido, ella comenzaba a gemir cada vez más alto y tuvo que taparse la boca para que no nos oyeran. Podía ver cómo le botaban las tetas cuando miraba al espejo del vestuario.
Entonces se quitó, me sentó en el taburete de nuevo y se sentó encima de mi polla de una forma violenta, la penetré de golpe hasta el fondo y ambos soltamos un gemido bastante grande, pero nadie se enteró. En esa posición comenzó a cabalgarme de forma salvaje, no dejaba de saltar encima de mí. En ese momento yo estaba ya a punto de correrme al igual que ella y cada vez nuestro ritmo era más desenfrenado, seguíamos follando como locos hasta que no aguantamos más y acabamos corriéndonos. Yo me corrí dentro de ella, solté un montón de leche dentro de ella y parece que eso la excitó tanto y se corrió justo después de que yo lo hiciera.
Nos quedamos un momento así quietos, con mi polla dentro de su chochito, nos miramos y nos besamos.
Se levantó y comenzó a vestirse. Salimos del cambiador y fuimos a la caja, ya que se decidió por comprarse los dos vestidos, pagamos y fuimos rumbo al metro. En el metro seguimos hablando de tonterías, de baloncesto, etc., etc.
Cuando llegábamos a su parada me dijo que me llamaría para hablar y volver a quedar dentro de poco. Me dio un beso, una palmadita en el culo y se bajó con una sonrisita en la boca.
El camino de vuelta a casa se me hizo muy corto recordando el magnífico polvo que habíamos echado minutos antes.
Al llegar a casa esperé la llamada de mi 13 y no tardó mucho en llamarme.