De compras al anticuario
-Tendero: si quiere echar un calmado vistazo tiene todo el tiempo del mundo, y si en algún momento necesita de mi ayuda sólo tiéneme que preguntar.
-Ñiiiiiiiiiiiiic-
Una de cuando no se conocía la carpintería de aluminio metálica puerta se abre estrepitosamente. Le convendría a tal puerta, al servicio de una elegante tienda, una renovación con las tecnologías modernas. Pero el mismo caracter de la tienda no hacen apropiado su modernización. Y es que la puerta en cuestión da acceso a un selecto anticuario, que para quien no lo sepa es un tipo de tienda en que se venden cosas, como dice el mismo nombre, antiguas. Cuyo valor no reside estríctamente en su utilidad práctica sino en el valor que le concede la originalidad de haber visto amanecer y poner miles de soles. Una bicicleta de una sola rueda, una lámpara de mesa con ese color de hierro viejo no precisamente simulado con una de las modernas pinturas del mismo nombre, son algunos de los artículos que ofrece la tienda y su tendero. Tendero por cierto que ha despertado su atención al oír la puerta rechinar, porque eso es que un cliente ha entrado por ella.
-Olivio: ¿síííí?
Dice el tendero de la elegante tienda levantándose de su cómodo asiento y dando un par de pasos hacia el mostrador de venta.
-Proceso: buenos días.
Los buenos días son exhalados por una que observa Olivio elegante y morena moza no frecuente personalidad en su original tienda.
-Olivio: buenos días tenga usted.
-Proceso: hace media hora que miro lo que ofrece usted desde el escaparáte, ¿no me ha visto?
-Olivio: no, bonita, celebro el poder verla ahora pero hasta el momento no me había fijado en que nadie contemplara mi negocio desde el escaparate.
-Proceso: pues así es, tiene usted cosas muy bonitas, casi que me lo compraría todo lo que he visto. Pero como no soy mujer de millones voy a escoger lo que más me guste, por eso he entrado.
-Olivio: pues estoy a su servicio, si quiere echar un calmado vistazo desde dentro tiene todo el tiempo del mundo, cerramos a las 8, y si en cualquier momento necesita más información de un elemento en particular o alguna otra cosa sólo tiene que decírmelo.
-Proceso: así lo haré, porque la verdad es que me gustaría saber la historia de casi todas las cosas que veo, pero no le exigiré tan infantiles ansiedades mías y le preguntaré sólo lo que no pueda ser intuído por mi misma y mi sentido común.
-Olivio: adelante, adelante, ¿quiere saber algo sobre, por ejemplo esta caja registradora?
Dice el tendero señalando la propia caja de cobro de la tienda, así mismo antigua.
-Olivio: sí mire, se lo contaré. Esta caja registradora que me sirve para cobrar y llevar la humilde contabilidad de la tienda data del año 1950 aproximadamente. Cuando aún no se habían inventado los ordenadores y ni tan sólo internet.
-Proceso: oh, es preciosa, saber que tiene hoy mismo más del doble o triple de edad que yo le hace adquirir una suprema admiración por mi parte.
-Olivio: pues aún cumple su trabajo, no le diré que perfectamente, pero sí justo lo que le exijo de proporcionarme las exactas cuentas a diario. Claro que no son estas cuentas muchas y no sería lo mismo tener esta máquina en un laborioso supermercado que en mi humilde tienda, pero trato de tener cuidado y no exigirle nunca más de lo que me puede dar.
-Proceso: uhmmm, es precioso, tanto la máquina como su atenta explicación. Si me permite dar una vuelta y mirar más cosas.
-Olivio: por supuesto, vaya usted y sólo tiene que llamarme si necesita de apoyo comercial. Mi nombre es Olivio.
-Proceso: encantada señor Olivio, mi nombre es Proceso.
-Olivio: tenga mi respeto señorita Proceso.
La señorita Proceso hace lo que se le ha permitido e inicia un pausado y contemplativo vagar por los oscuros pasillos de la tienda.
Se detiene largamente ante un elegante sofá de quien sabe cuantos años hace y el señor Olivio, detectando la curiosidad que inflije en la señorita tan curioso enser se acerca a ella y sin necesitar de pregunta alguna le cuenta a la muchacha lo que esta no se ha atrevido a preguntar.
-Olivio: este sofá no es español sino francés.
-Proceso: ¿francés? no sería de cuando hubo todas esas rebeliones contra la acomodada nobleza en nuestro país vecino?
-Olivio: no, no tengo tan millonarias piezas de valor incalculable como pueden ser estas. Pero sí que le aseguro que está fechado entre el 1920 y el 1930.
-Proceso: oh.. es precioso, no tendrá valor de millones en una subasta de antiguedades, pero para mi es precioso. ¿Qué precio tiene?
-Olivio: el precio de este artículo es similarmente difícil de calcular como su fecha de fabricación, pero le puedo dar una pequeña señal que está por encima de los 1400.
-Proceso: oh Dios mío, es una obra maestra o como mínimo su precio lo indica. Pero desgraciadamente no dispongo de tal suma de dinero por lo que seguiré mirando otros de sus artículos.
-Olivio: la tienda es suya.
Soltando el tópico el señor Olivio permite a su joven clienta que siga observando su tienda para quizá encontrar aquello que se adapte a sus gustos y posibilidades. La señorita Proceso continúa sus pausados caminares deteniéndolos de vez en cuando de 10 a 20 segundos para observar con más detenimiento alguno de los artículos con que tropieza. La señorita se ve de pronto presumidamente regalada cuando contempla una elegante antiguedad y a la vez se contempla a si misma, pues la antiguedad en cuestión trata de un hermoso espejo de pared que por sus dorados marcos metálicos destacta su obsoleta moda.
-Proceso: uhmmm, ¡señor Olivio!
Llama la elegante moza a su tendero para que le cuente más sobre el espejo en cuestión.
-Olivio: ¡sí! ahora vengo.
El señor Olivio abandona encima del mostrador la revista que tenía entre manos y se acerca de nuevo a su aténtamente atendida clienta.
-Olivio: dígame, ¿quiere saber sobre este espejo?
-Proceso: sí, me gustaría...
-Olivio: pues este espejo creo que se adaptará mejor a sus posibilidades. Procede de un noble artesano conquense que lo fabricó no hace tantos años como la mayoría de mis artículos, pero sí usando la sabiduría acumulada desde hace decenas de años en su honrado taller.
-Proceso: mmm, es muy bonito.
Dice la muchacha mirándose al espejo y mirando a la vez al atento tendero que se refleja en él, estando tras de ella y a su lado.
-Proceso: me interesa, por favor no me asuste con el precio como ha hecho antes.
-Olivio: pues este, ya le he dicho que se ajustará mejor a sus posibilidades, vale unos 250.
-Proceso: uhmmm, tiene razón en que se ajusta mejor a mis posibilidades, pero, es que casi que me da miedo y verguenza decirle en qué nivel están estas.
-Olivio: no se averguence siñorina, y menos ante mi pues el único que debería avergonzarse por decirle tales precios es yo mismo. Venga, venga a la mesa del mostrador que nos sentaremos y hablaremos con calma del tema. Porque usted está interesada en llevarse este espejo y yo en que se lo lleve.
-Proceso: oh sí, gracias.
Con una mano en su espalda el educado vendedor invita a la clienta a aproximarse a la mesa del mostrador que dispone de sendas sillas. Ambos contrincantes se sientan en los lados opuestos de la también antigua mesa y el señor Olivio saca de debajo de ella un grueso libro que haría miedo al más estudioso chiquillo.
-Proceso: dígame, señor Olivio, qué opciones tengo para poder comprar mi elección.
-Olivio: muchas, todas ellas requerirán el pago de su precio pero puedo alargárselo en diferentes letras hasta un máximo de un año.
-Proceso: ¿un año? sólo? Que corto periodo comparado con los números con que usted suele tratar.
-Olivio: sí claro, no se pueden ni comparar los ocasionales siglos de antiguedad de alguno de los objetos que ofrezco pero en esta ocasión no estamos hablando de enseres que toman su valor en ocasiones a partir de los años que tengan sino de brillante plata que permitirame vivir día a día con el pan que compre, je je.
-Proceso: el pan de cada día, faltaría más pues no podría vivir el ser humano sin su barra de pan diaria o equivalente. Pero hay un par más de cosas sin las cuales el hombre no podría vivir.
-Olivio: creo saber a qué se refiere. El hombre necesita tabaco para vivir, café, y algunas cosas más. No sólo de pan vive como mínimo aquel que merezca ser calificado como hombre.
-Proceso: sí, tantas cosas necesita, pero se olvida usted de una muy importante, quizá la que más.
Dice la muchacha alargando esos tiernos labios que parece estén sonriendo continuamente.
-Olivio: uhmm, el tabaco y... las mujeres, claro. No podría existir el más poderoso rey si antes no hubiese existido una mujer.
-Proceso: ni el más poderoso rey ni el más genial científico. Son cosas muy diferentes pero una da como fruto a la otra.
-Olivio: es evidente, ni usted ni yo estaríamos aquí si alguna vez hace muchos años..
La muchacha corta de improviso la conversación de su vendedor.
-Proceso: no tantos años.
-Olivio: sí claro, estaba hablando de mi. En mi caso fue hace muchos años que la unión de un hombre y una mujer me dieron como fruto. Y no soy ni un valeroso rey ni un inteligente científico.
-Proceso: ni yo soy una estrella del cine o una... madre de familia numerosa, ja ja ja ja.
-Olivio: ja ja ja, muy aguda. Supongo que a su edad no es posible ser madre de familia numerosa. Pero tiene usted la posibilidad si tiene tal intención y goza de su salud durante los años necesarios.
-Proceso: uhmm, no, creo que tampoco tengo tal intención.
Dice la muchacha y no dando algún otro comentario que de pie a una respuesta permanece callada ante su púpilo. El vendedor se queda patidifuso un instante no sabiendo de qué están hablando y por qué habíanse empezado tan extraña conversación.
-Olivio: ¡uy! me había olvidado de todo. Me ha parecido tan agradosa nuestra conversación que me he olvidado que yo soy un anticuario y usted una clienta, o como mínimo eso pretendo, que sea usted mi clienta.
-Proceso: sí claro, estábamos hablando de las opciones de adquisición del espejo. Hemos hablado de que hace falta un dinero para adquirirlo pero, le seré franca, no dispongo de ese dinero. Usted necesita de una breve cantidad de plata diariamente para comprar esas barras de pan de las que vive. Pero también necesita de comprar un par de purillos a la semana y de otra cosa que no se puede comprar, o como mínimo no tiene el mismo sabor si se paga por ella.
Proceso calla un instante y observando que el vendedor no replica y espera inpaciente a que ella se explique por completo prosigue su plática.
-Proceso: verá, señor Olivio, creo tener entre.
Proceso se levanta de su silla y muestra coqueta ese tan lindo busto del que se siente orgullosa ante un vendedor que no se esperaba tal tipo de exibición.
-Proceso: entre este derecho y este izquierdo, algo que sinó de necesitarlo, le haría a usted la vida más agradosa mucho más de lo que podrían hacérsela un par de barras de pan o un puro habano.
-Olivio: uhmmm, es posible, no he llegado a ver la mercancía como merece toda aquella que quiera ser valorada pero creo que sí cumpliría de lo que usted presume.
-Proceso: pues ahora se la voy a mostrar.
Proceso se desabrocha graciosa la blanca blusa botón a botón sonriendo diversas y diferentes veces a ese que sigue tan atentamente su desnudo. Cuando la ha desabrochado toda se la saca y la deja colgada de un elegante y antiguo cuelga sombreros.
-Olivio: sí, sin duda están caracterizados de la calidad primeramente apreciada.
El señor Olivio se levanta y se acerca a la que aún lleva un sostén puesto Proceso. Con el asentimiento de la muchacha el señor Olivio pasa ambas manos alrededor de ella para desabrochar los sostenes y ver en primer plano como caen estos al suelo y liberan unos blancos y redondos pechos. No excesivamente grandes pero sí con el tamaño correcto a una joven mujer bien criada.
-Olivio: hermosísimos. No soy experto catalogador en el tema pero por lo que conozco dispone usted de un buen par de mamas de las que envidiarían a cualquier mujer que no se hubiese criado tan bien como usted.
-Proceso: oh, por favor, no me trate de usted. Tráteme de tú como apenas merezco ser tratada ante, no se sulfure por favor, una de las que tanto admiro antiguedad como es usted que merece y es obligación a ser tratada con admiración y respeto centenarios.
-Olivio: je je, qué bien hablas chavala. Está bien, te trataré, aún y ser una respetada clienta, como desees y como me gustará también.
Diciendo esto el vendedor rebaja su cabeza lo suficiente para chupar de unos que se le ofrecen como alimento pechos.
-Proceso: mmmm.
-Olivio: chup, chup, chup.
-Proceso: mmmm, mmmm, qué bien que chupa señor Olivio, mmmm.
El señor Olivio, retado a mamar bien, toma uno de los pechos y chupa de él con hercúlea fuerza haciendo soltar de la garganta de la joven unos gemidos que usualmente sólo habríanla visitado al sentir la mezcla de dolor y placer de la penetración de una gruesa verga.
-Proceso: ooooh, oooooooh, ¡señor Olivio! oooooooh, no pare, uuuhmm.
-Olivio: chuuuup, chuuuuuup, chuuuuuup, chhhhhhhup.
-Proceso: oooooh, sííííííí, sííííííí.
La cadera de la mujer ha tomado vida propia a raíz de la mamanta de la que está siendo víctima y se mueve de un lado a otro sintiéndose botar un recio miembro viril.
-Proceso: ooooh, síííííí, hmmmmm, s....
De pronto el vendedor retira su cabeza del pecho de la muchacha y esta regresa al mundo terrenal de la misma forma que regresó Olivio después de la insustancial conversación que tuvieron acerca del pan, los puros y las mujeres.
-Proceso: uhmmm, oh, que bien lo he pasado, oh Dios mío, creía que me estaba cogiendo.
-Olivio: tranquila, que para eso habrá tiempo.
Dice el vendedor pasando las manos por debajo de la fresca falda que engalana Proceso. No queda excesívamente el señor Olivio sorprendido al no encontrar bragas que bajar; Proceso iba realmente como más fresca puede ir una mujer; sin bragas. Al no encontrar tapia que vede su natural gesto, Olivio pasa su dedo a lo largo de la peluda rajita.
-Proceso: uhmmm, ya habrá tiempo para eso ¿no?
Dice la muchacha por fin concediendo sus labios al vendedor y besándolo cálidamente mientras este le va metiendo cada vez más hacia dentro el dedillo. Mientras la inusual pareja se besa las manos de ambos amantes se ocupan del carajo del contrario y tanto los dedos de Olivio se van incursando en la que está cada vez más húmeda rajita de Proceso, como las manos de Proceso han desabrochado sus pantalones y al caer estos al suelo han dado opción a tales manos para masturbar un que aún no estaba erecto pene al salir del pantalón.
-Proceso: uhmmm, ooh, mmm.
-Olivio: zum, zum, zum, zum.
Proceso está practicamente desnuda; sin blusa, sin sostenes, sin bragas y con la falda levantada. Pero a Olivio no le hace falta desnudarse del todo, tan sólo sacarse los pantalones pues él no tiene de tan elegantes curvas que enorgullecerse al desnudarse. Es por eso que cuando Olivio siente ganas de empujar su cadera hacia adelante, apoya la joven en la mesa de venta y después de que ella se haya estirado en ella receptívamente, le mete la verga en la rajita y empuja hacia adelante rúdamente.
-Proceso: oooooooh.
El señor vendedor se queda un instante dentro de la muchacha certificando que no le ha hecho ningún daño y podrá proseguir con el mismo tacto una completa relación sexual. Cuando ello ve seguro Olivio retrocede para volverse a meter dentro de ella sin está vez detención alguna.
-Proceso: ¡ooooh! ¡ooooh! ¡oooh! ¡oooh! ¡ooooh!
-Olivio: umf, ¿te lo pasas bien, puerca?
-Proceso: ¡oooh! sííí! sí, señor Olivio, síí! ¡mm! ¡mmm!
La verga del señor Olivio no es excesívamente grande, pero retrocede hasta su límite de desencaje y se vuelve a meter dentro la muchacha provocándole ese sumo placer que no seríale provocado con una amatoria más tierna.
-Proceso: ¡uhmm! ¡uhmm! señor! Olivio!
-Olivio: sí, uhmf, dime moza, uhmmf, ummhf.
-Proceso: siempre me han gustado las antiguedades, uhmm.
-Olivio: ya, algo me lo decía, ummf.
-Proceso: ooh, porque las creo, uhmm, que si han llegado a tales años, es porque lo valen, oooh.
-Olivio: sí claro, hmmf, una antiguedad no es una piedra vieja, uhmmf, sino que ha sido conservada en un baúl durante lustros por poseer un gran valor.
-Proceso: oooh, ooh, en un baúl, oooh, o en una tienda de antiguedades, oooh, ooh, y no lo digo por usted, oooh.
Proceso no lo diría por la avanzada edad del vendedor, pero este se lo toma a tal rigor y eso aumenta si cabe la rudeza con que la bañada en jugos vaginales verga entra y sale de la panocha de la joven.
-Proceso: ¡oooooh! ¡oooooh! ¡oooooh! ¡señor! ¡Olivio! ¡oooooh! ¡oooooh!
La dura ráfaga de verga recibida por la muchacha era aún soportada con dignidad hasta este momento, pero la frenética de la cogida no para de ir en aumento y los gemidos de la muchacha acaban por no poder seguir el ritmo de la verga que le entra y sale de entrepiernas.
-Proceso: ¡uhmmmmmm!uhmmmmm¡uhmmmm!
El señor Olivio sustenta este salvaje ritmo de cogida nunca sabrá Proceso cuanto tiempo, pero sí el suficiente para que además de los jugos vaginales encharcar la elegante mesa de madera lacada, las lágrimas de placer encharcar la bella faz de la joven quien quizá hacía años que no veía lágrimas.
-Proceso: ¡uhmmmmuuuoouuuummuuuuhhuuuu!
Por fin el veterano follador decide conceder perdón a la muchacha y descorcha ese tapón que obturaba su pene a liberar el láctico orgasmo viril. A cada sabrosa lletada que suelta Olivio dentro de la panocha de la muchacha, ella suelta los mismos gemidos medidos que soltaba al principio de la relación, sintiendo con amor como es llenada por un al que cree pagarle con especias una antiguedad, un espejo.