De compras

Atraen las miradas de todos aquellos con los que se cruzan, tipos que vuelven la cabeza a su paso y babean embobados mientras bizquean intentando ver más allá del inestable límite de las falditas...

Me encanta verlas pasear cogidas de la mano. Comienzo a mirarlas desde abajo, con esos taconazos imposibles que dejan enano a cualquier pobre tipo que se les acerque. Voy subiendo desde sus tobillos a unas pantorrillas musculosas que reflejan las muchas horas de gimnasio y que no tardan en dar paso a unos espléndidos muslos, torneados, morenos y brillantes… sus faldas, más micros que minis, apenas ocultan unos glúteos que se adivinan espectaculares bajo la fina telita.

Me entretengo largamente en el suave bamboleo de su caminar, mis ojos son incapaces de apartarse del camino que me marcan. Atraen las miradas de todos aquellos con los que se cruzan, tipos que vuelven la cabeza a su paso y babean embobados mientras bizquean intentando ver más allá del inestable límite de las falditas. Ellas, dispuestas a complacer, no dudan en inclinarse ligeramente con cualquier excusa descubriendo así la curvita  que antes adivinábamos y ahora disfrutamos. Incluso se agachan coquetamente para ver la zona baja de algún escaparate mientras muestran a los ansiosos espectadores sus más íntimos encantos. Es un visto y no visto, sin tiempo para recrearnos y ya están otra vez arriba y caminando al compás de su propia música. Cualquiera diría que ajenas a lo que las rodea, pero todos sabemos que saben el tumulto que provocan, que lo desean y lo disfrutan.

Incluso la ropa contribuye a exaltarlas aún más. Tigresa con un vestido negro casi translúcido que se ve reforzado por unos brillantes zapatos rojos. Vanesa toda de blanco, faldita que se pega a sus glúteos y camisa anudada dejando su cintura al descubierto. Imposible no sentirse hipnotizado con esa mezcla de piel y colores, con esas manos que revolotean casi tocando casi sin tocar el cuerpo de la otra, palmeando el culito con una sonrisa. Imposible pensar con claridad cuando ves que se paran y, mientras esperan su turno en el cajero, se agarran por las caderas, se atraen suavemente y dejan que sus bocas se unan en un beso suave y prolongado. Sus pechos entran en contacto luchando por una supremacía que no tiene vencedora porque las dos lo son.

A continuación entran en una zapatería. Tigresa escoge unos zapatos y se sienta en un taburete ante un espejo. La falda se le sube lo suficiente como para liberar todavía más sus piernas. Ella aumenta el efecto entreabriéndolas para que el espejo nos revele su sexo libre de ropa interior, abierto a nosotros. Desliza su mano derecha y empieza a acariciarse suavemente, atrapando su clítoris entre pulgar e índice y haciéndolo girar. No tarda más que unos segundos en comenzar a desbordarse mojando su mano, la piel de sus ingles, la piel del taburete,…. Unas gotitas resbalan buscando su culito mientras Vanesa, colocada a su espalda, le acaricia las tetas primero sobre el vestido y después metiendo las manos por el escote. Tigresa cierra los ojos, introduce dos dedos en su coñito mientras el pulgar sigue liado con el clítoris y se echa ligeramente para atrás para recibir el beso de Vanesa que, golosamente, ya le ha liberado las tetas del vestido que a duras penas las contenían.

Verla allí virtualmente desnuda, con el vestido enrollado hasta sus caderas y bajado hasta la cintura, con las piernas abiertas y un poquito elevadas para facilitar que ambas manos entren y salgan de su vagina y enardezcan su bultito de la pasión…. Con Vanesa inclinada sobre ella y jugando con sus tetas mientras deja que las suyas se balanceen buscando también la libertad y eleva su culito apretado por la elástica tela blanca de la faldita que resbala hacia arriba dejándonos ver cada vez más de sus glúteos redondos y turgentes hasta descubrir un coño jugoso enmarcado entre los muslos.

Es en ese momento cuando el dependiente, que había subido por unas pequeñas escaleras de caracol a buscar uno zapatos, baja y se encuentra frente al espectáculo que se desarrolla en la pequeña tienda. Queda hipnotizado por el culo de Vanesa, redondo y terso, y su brillante chochito. Ella, al notarlo detrás, eleva aún más el culo curvando la espalda y separa ligeramente las piernas para permitir que Tigresa se abra paso y comience a lamer golosamente su húmeda cueva. Se agacha un poquito para facilitarle el trabajo, prácticamente se sienta sobre su cara frotando su coño y su culo contra su amiga, dejando que su interior se vierta sobre Tigresa que chupa, mordisquea y bebe bebe bebe… Vanesa sabe que no tardará en correrse así que con un gesto llama al dependiente y cuando este se acerca lo besa profundamente mientras que con la mano derecha (la izquierda sigue manoseando las tetas de Tigresa) acaricia su polla por encima del pantalón. Él tiembla como un pajarito y duda que hacer así que Vanesa decide en su lugar. “Fóllatela” le ordena en un susurro señalando a Tigresa con una mirada lasciva y glotona. El chaval obedece. Rápidamente se arrodilla frente a ella con los pantalones bajados y, agarrándose a sus piernas, la penetra profunda y rápidamente. Son pocas las embestidas que necesita para correrse. Menos mal  que Tigresa estaba ya al borde del orgasmo y se deja ir entre temblores y gruñidos mientras devora a Vanesa que también los acompaña en ese orgasmo a tres.

Tigresa empuja al dependiente con una pierna y mientras él se queda sentado en el suelo con la espalda contra la pared, ellas se besan cariñosamente se recomponen la ropa y salen a la calle sin mirar atrás.

Reanudan su paseo por la calle comercial concurrida y festiva. Pasean cogidas de la mano, sonrientes y comentando su última hazaña mientras sus chochitos aún palpitantes continúan manando la humedad pringosa producto de sus orgasmos y, en el caso de Tigresa, del semen de su “víctima”. Se acercan ahora a una coqueta tienda de lencería y ropa de baño. Nada más ver tantas mujeres haciendo cola ante el probador vuelven a excitarse e idean una apetecible variación en el menú. Trasteando entre los percheros eligen varias prendas y se dirigen hacia el grupo que espera.

“¡Uff cuanta gente!” dice Vanesa. “no hay problema” le contesta Tigresa. A continuación se coloca allí mismo la parte de debajo de un bikini y se levanta la falda para verse en el espejo “¿te gusta como me queda?” “me encanta” le contesta Vanesa con una sonrisa picarona y pasando la mano suavemente, casi sin tocar, por el contorno de las caderas. “¿A que le queda bien?” le pregunta provocadora a una rubita que no le quita ojo al culo de Tigresa mientras le pasa a esta la parte de arriba para que se la pruebe. Se quita totalmente el vestido y se la coloca. “Huummm no está mal,  pero voy a seguir probándome” dice mientras se quita el bikini y se lo pasa a la que tanto la miraba. La chica no puede resistir la tentación de acariciar la tela que ha estado en contacto con el coño de Tigresa y que se ha humedecido con sus fluidos. Acaricia suavemente la tela, se lleva los dedos a la nariz para olerlos y a la boca para lamerlos, suspira y baja su otra mano, que aún sostiene el bikini, hasta su entrepierna y comienza a resfregarlo contra su coño mientras continua chupando sus dedos impregnados del olor y el sabor de Tigresa.

Esta, mientras tanto, se pasea totalmente desnuda salvo por sus taconazos de infarto entre clientas, vendedoras y percheros. Entra y sale de la zona de probadores luciendo su cuerpo sin ningún recato. Algunas cuchichean criticándola, otras tratan de hacerse las indiferentes, no faltan las que la miran alucinadas llenas a la vez de vergüenza y envidia ni las que babean de deseo ante el espectáculo que tienen la oportunidad de contemplar.

Vanesa, en un segundo plano esta vez, se ha recostado contra la pared y se masturba suavemente admirando el alboroto que está montando su amiga. Le hace un gesto a una de las espectadoras más receptivas y, atrapándola con una de sus manos, la atrae hacia ella comenzando a besarla y a desnudarla. Esta no solo se deja hacer sino que colabora activamente quitándose las bragas para ofrecer su coño a la ávida boca de Vanesa que no duda en chupar y lamer sacando los primeros quejidos…

…Una pijita estilizada se acerca por detrás a una cani rubia y bajita de enormes tetas y, sacándoselas de la camiseta, empieza a sobárselas y le mordisquea el cuello. No tardan en medio desnudarse una a la otra, tumbarse en el suelo y enlazarse en un 69 con sus lenguas hundiéndose en el cuerpo de la compañera de juegos…

…una morena de curvas rotundas vestida con una camiseta de flores y unos leggings gris claro muy ajustados, de los que nos permiten “leer” los labios sin el más mínimo esfuerzo, se acerca a un maniquí y comienza a frotarse contra él envolviendo una de las piernas con las suyas y jugando con la estratégicamente situada rodilla…

…la rubita que se había quedado con el bikini se lo introduce en el chochito empujando suavemente…

…una jovencita que se acaba de sacar las tetas por el escote se acerca a Tigresa y se las roza por la espalda a la vez que le acerca su coño, también liberado al bajarse los pantalones, al culo…

…la pijita está devorando a la cani como si le fuera la vida en ello, chupa mordisquea y lame con ganas mientras su compañera le introduce los dedos en el coño y el culo sin dejar de chupar…

…Vanesa ha tumbado a su pareja en el suelo, le ha levantado las piernas y se ha lanzado de cabeza a beberse su cálida cueva mientras le masaje las tetas…

…a Tigresa se le acerca por delante otra de las clientas cogiéndole entre sus dedos los pezones duros e inhiestos arrancándole los primeros gemidos…

…la del bikini, con los ojos en blanco y la respiración agitada, mete y saca más prendas y se las coloca después húmedas y pringosas sobre la cara, las chupa, se las restriega por los pechos…

…la de los leggings parece enloquecer y aumenta cada vez más sus movimientos pélvicos consiguiendo que la excitación la desborde y vaya inundando su entrepierna que empapa la fina tela que la cubre extendiendo una mancha cada vez mayor…

… Vanesa consigue que se corra a gritos la chica con la que jugaba…

…Tigresa se tumba boca arriba en el suelo y agarrando por la cintura a la que tenía detrás se la coloca sobre su cara para tener acceso total a su interior…

…la pijita llora entre convulsiones al correrse con todos los dedos de su compañera hurgando dentro de su cuerpo…

…la de los leggings da un tirón de estos descosiéndolos y dejando libre su coño para poder introducirse una de las manos del maniquí…

…la cani ríe al notar el mordisco que la pijita le da en el coño…

… Tigresa, que ha abierto las piernas pidiendo que alguien se encargue de ella, ve recompensados sus deseos cuando una se sitúa sobre ella también con las piernas abiertas y empieza a frotar sus coños a un ritmo enloquecedor…

…la de los leggings se acerca ahora a Tigresa y se masturba frenética utilizando uno de sus pies que está elevado gracias a la tijerita que comparte con la otra chica…

…Vanesa se convierte en una fuente al correse mientras se masturba lanzando chorros que empapan la cara de su compañera de juegos…

… la que está sentada sobre la cara de Tigresa se retuerce entre gritos y jadeos en el mismo momento que Tigresa y su amiga de tijerita se corren también…

…todo empieza a volver poco a poco a la calma. Unas boquean buscando aire, otras dejan que su cuerpo se relaje mientras recuperan el pulso y la respiración. Todas están pringosas, exhaustas y satisfechas. Lentamente se van recomponiendo las ropas, quitando algo del brillo que cubre sus bocas, se pasan los dedos por el pelo impregnándolo del excitante olor a coño mientras lo peinan, procuran disimular un poco el destrozo que los juegos han dejado en sus caras al extender rimel y lápiz de labios…

…mientras, las tres o cuatro espectadoras que no se atrevieron a participar dudan ahora entre el sonrojo por lo que han visto y la pena de haber desperdiciado una ocasión única de perder la cabeza y disfrutar de algo increíble…

…Tigresa y Vanesa se sonríen, se besan, se cogen de la mano y salen de la tienda sin mirar atrás…

…sentado en la terraza en la que llevo rato esperándolas las veo venir cogidas de la mano, balanceándose sobre sus interminables tacones, luciendo sus bellos cuerpos que apenas disimulan sus escasas ropas, dejándose admirar por todos los que se  cruzan en su camino, sonriendo pícaramente y guiñándome mientras me lanzan un beso y se acercan a mí…

…“vaya si habéis tardado” les digo, “y además no habéis comprado nada, “¿qué habéis estado haciendo?”

“ay si tú supieras” me dicen. Y empiezan a contarme….