De compras

Él y Ella son amigos. Van de compras. Les pillan cogiendo algo prestado. El precio a pagar será alto.

DE COMPRAS

La pareja de amigos empieza a estar tan arrepentida como aterrorizada.

El chico - que responde al nombre de Él - ha pasado a buscar a la chica – que llamaremos Ella – para ir de compras. Ella, una chica de familia bien, de 1,75m de alto, pelo castaño, fino y liso y media melena de largo, lo esperaba deseosa de poder empezar a tirar de la tarjeta de crédito que su papi le ha llenado, como cada final de mes.

Ambos tienen 22 años.

Ambos son buenos amigos.

Y nada más.

Ambos han entrado en una tienda de un centro comercial.

Es tarde. Están a punto de cerrar.

Ella ha decidido, para divertirse un rato, meterse una pieza de ropa interior dentro de sus pantalones. Nada anormal si no fuera porque las ha metido arrugadas y con la intención de llevárselas sin pagar.

Él ha reído la ocurrencia de Ella.

Arrepentidos porque el guarda de seguridad – al que llamaremos Hombre - la ha pillado de lleno cuando iba a salir de la tienda.

Aterrorizados porque el Hombre le pide a Ella que se baje los pantalones.

Los dos se niegan a acceder a semejante idea.

El Hombre, un expolicía retirado del cuerpo, ha observado fijamente a la chica nada más entrar. No por su pinta sospechosa, sino por lo bien buena que está.

El Hombre y el Joven – dependiente de la tienda donde han entrado Él y Ella – se miran entre ellos.

Él ya no ríe.

El Joven se separa del grupo y cierra la persiana del recinto.

Nadie puede verles desde fuera.

El Joven le pregunta al Hombre si debe llamar la policía o aún no.

Por la cabeza de Ella pasan muchas cosas, pero la principal es su padre. Un personaje público lanzado a una carrera política imparable. En su cabeza resuena las veces que su padre les ha inculcado a Ella y a su hermano lo importante que es mantener impecable la imagen pública de la familia. Una imagen de la que depende el alto ritmo de vida que llevan todos. En pocas palabras, el padre ha comprado la vida pública de toda la familia. Ahora ella está a punto de echarlo todo a perder.

Mientras Ella da vueltas a su cabeza el Hombre vuelve a insistir en lo de los pantalones.

Él sigue preguntando si están locos o simplemente son así de imbéciles.

Sin que Él sepa bien bien porqué, Ella empieza a desabrocharse el botón de los pantalones.

Aún entiende menos cuando ella deja que, deslizándose por sus largas y depiladas piernas, los pantalones caigan a sus pies.

Él, igual que el Hombre y el Joven, no puede evitar que sus ojos se vayan a la entrepierna de Ella. Él siempre había soñado con verla así. Nunca se la ha dicho, pero Él la quiere, la ama y la desea. Muchas han sido las noches que Él se ha masturbado pensando en Ella.

Alucinado, Él ni siquiera ve caer la prueba del delito: un tanga negro. Otro tanga copa toda su atención: el que lleva Ella.

Es un tanga de color rosa pálido. Suficientemente transparente como para poder entrever los pelillos de su coño a través de él. Una delgada mata rectangular perfectamente modelada.

El Hombre se acerca a Ella.

La chica se tapa el objeto del deseo de todos los hombres de la sala.

El guarda de seguridad la rodea sin quitarle un ojo de encima.

Piensa lo precioso que es el culo de Ella. La minúscula cinta rosita ni siquiera se intuye une vez se introduce entre las dos redondas nalgas.

El Hombre piensa en el tiempo que hace que no tenía ante sus ojos una belleza semejante. El Hombre está harto de la piel de naranja de su mujer. Está harto de las pieles colgando. Eso es firmeza pura. Juventud en estado puro

El Joven insinúa que puede haber otras piezas de ropa sustraídas.

El Hombre asiente y le pide a Ella que se levante la camiseta.

Él protesta enérgicamente.

El Joven recuerda que aún no ha llamado a la policía.

Él está de acuerdo. Que la llame.

Ella habla por primera vez. Le pide al Joven que no lo haga. Que ella cooperará. Si no se lo dicen a nadie. El Hombre y el Joven se cruzan una mirada cómplice. Él está desesperado. No entiende porqué Ella accede a todo lo que le piden esos dos degenerados.

Ella levanta la camiseta por encima de su cabeza.

Al superar los pechos, estos caen hacia abajo y rebotan al sentirse libres de la opresión de la ajustada camiseta.

Los ojos de los tres machos rebotan con ellos.

Al quitar la camiseta Ella deja a la vista un sujetador a juego con el tanga descrito anteriormente. La transparencia muestras unas aureolas y unos pezones que coronan unas preciosas tetas de la talla 90.

Sin sacarle un ojo de encima, el Hombre coge el bolso de Ella. Sin preguntar, lo abre y lo vacía sobre el mostrador de la tienda. Del bolso cae el monedero de Ella, un paquete de kleenex, las llaves de su casa, un tampax, un encendedor y un par de condones.

Una vez comprobado que no hay nada robado en el bolso, el Hombre le pide a Ella que la acompañe a un probador.

Él la pide que no acceda.

Mientras sus pies siguen al expolicía, Ella se gira y le dirige una mirada a Él. Con la mirada Ella intenta decirle que esté tranquilo, que no le pasará nada. Son gente honrada a la que Ella ha engañado. Y si ha de sufrir algún castigo, ella acatará la condena pero que no se entere nadie más.

Pero claro, Él no lo entiende así. Él, como poseedor de una, conoce bien la mentalidad masculina. No se fía un pelo.

Una vez los dos encerrados en el probador, el Hombre le pide a Ella que se desnude.

Ella le dice que todo lo que ha robado está con sus pantalones, en el suelo de la tienda.

El Hombre la dice que no le pagan por creer a ladrones. Viendo que el tema de la policía no le gusta demasiado a Ella, le recuerda la llamada que tienen pendiente.

Ella, pensando que antes acaba lo que antes empieza, decide acceder.

No será la primera vez que se desnuda ante un hombre, pero sí sería la primera vez que deshonra a papá.

Primero la camiseta que había vuelto a colocar en su sitio.

El Hombre le indica que continúe.

Sus manos se unen en su espalda y desabrochan el corchete del sujetador. Lo deja caer al suelo.

Las tetas emergen esplendorosas. Un perfecto y redondo cúmulo de grasa coronado por unos pequeños y rosados pezones en incipiente erección. La piel que las forma parece infinitamente suave y lisa. La falta de marca de bronceado indica la práctica de top-less.

El Hombre empieza a sentirse tremendamente excitado.

Pudorosamente, Ella se tapa los dos pechos con las palmas de sus manos. No llega a taparlos completamente pero, al menos, sus pezones quedan cubiertos.

El Hombre, casi babeando, le recuerda que ha de quedarse completamente desnuda.

Reprimiendo una incipiente excitación concentrada entre sus piernas, Ella prosigue con la orden.

Con el tanga en sus pies, Ella levanta primero el pie izquierdo y luego el derecho. El antebrazo izquierdo cubre, como puede, sus tetas y la palma derecha su coñito.

El hombre se sienta en el ínfimo asiento del probador y le pide que le acerque el tanguita. Ella lo hace con el pie. Sin acercarse al Hombre para nada.

El Hombre recoge el minúsculo tanga recién extraído.

Con sus dedos lo va abriendo.

Ante el pavor de Ella, el Hombre estampa el tanga contra su nariz. Una sensación de asco la recorre cuando el Hombre aspira con todas sus fuerzas.

El Hombre observa el desnudo cuerpo de Ella.

El Hombre le dice que Ella está en un verdadero aprieto y que tiene dos opciones: la primera es no acceder a lo que le va a pedir y entonces eso significará que tendrán que llamar a la policía. Una policía donde el Hombre aún conserva buenos amigos y que seguro le creerán, o la segunda, acceder a lo que le pida y todo quedará entre ellos cuatro.

Ella le pide que no le hagan daño.

El Hombre le da su palabra de honor que nadie le hará daño alguno. Y además que el Hombre no piensa tocarle ni un pelo. Ningún tipo de pelo.

Ella acepta la segunda opción.

Sonriendo le pide que empiece a jadear. A jadear como si la estuvieran follando y Ella se estuviese muriendo de placer.

Ella lo mira aturdida. Ella piensa que es un Hombre con gustos extraños. Un Hombre que le ha prometido que no le tocará ni un pelo. La sustanciosa paga de fin de mes bien vale contentar al pobre Hombre.

Ella empieza a jadear. El primer jadeo suena tan alto como falso.

El Hombre le pide que lo haga más bajo y con más sensualidad. Le dice que si contornea las caderas mientras gime, ella misma se irá metiendo en el tema.

Ella piensa que el Hombre sólo quiere hacer creer a los de fuera, a Él y al Joven, que se la está follando.

Ella piensa en lo que pensará Él.

Ella piensa en lo que pensará el Joven.

Ella piensa en lo que pensará su papá.

Ella empieza a jadear con los ojos cerrados.

Son jadeos cortos, llenos de lujuria y deseo contenido.

Ella mueve sus caderas de lado a lado.

El Hombre asiente y le pide que le diga Sí, Sí, Más, Más y Que bien lo haces.

Ella accede, entre jadeo y jadeo, a sus peticiones.

Fuera, Él está hecho polvo. No se cree lo que está oyendo. No se puede creer que Ella haya accedido a follarse al viejo segurata. Él no puede evitar excitarse al oírla a Ella jadear y pedirle más al viejo. Él se avergüenza del despertar que nota en su entrepierna.

El Joven recuerda lo que ya le hicieron a otra pareja en situaciones similares.

El Joven le susurra a Él que pronto se podrá follar a su novia.

Él le dice que Ella no es su novia.

El Joven sonríe maliciosamente.

Los dos quedan en silencio mirando unas cortinas cerradas. Él imagina lo que está pasando dentro. El Joven, como ya sabe lo que pasa dentro, se imagina como tentarle a Él.

El Hombre le pide a Ella que incline su cuerpo hacia delante, manteniendo las piernas rectas.

Ella lo hace, recordando al Hombre que le ha prometido que no le tocaría un pelo. El Hombre le dice que cumplirá con su palabra.

Ahora le pide que se tire hacia atrás.

Un poco más.

Y más.

Ella nota las cortinas del probador rozando la fina piel de su trasero.

El Hombre le pide que dé un paso atrás.

Ella lo hace.

Las cortinas se separan por el centro.

El contacto de las cortinas pasa de su trasero a ambos lados de su cintura.

Ante Él y el Joven aparece, bien abierto, el culo desnudo de Ella. Resiguiendo la raja del trasero, se ven los pelitos del pubis. La rajita está completamente depilada. Sobre los carnosos labios que crean la raja queda, perfectamente a la vista, el arrugado ano de Ella.

El Hombre se desabrocha los pantalones y saca una verga considerable.

Empieza a masturbarse ante Ella mientras le pide que diga que quiere sentirla en su boca.

Ella niega con su cabeza.

El Hombre le dice que sólo le pide que lo diga, que no piensa hacerlo.

Ella lo dice con voz potente y sin vacilar.

Las palabras retumban en la cabeza de Él como martillazos. A lo lejos oye como el Joven le pregunta si quiere follarse ese lindo coñito que tan apetitoso se abre para ellos. Él casi ni oye las palabras. Se está imaginando a Ella comiéndole el miembro al Hombre.

Ella observa deslumbrada el tamaño de la verga del Hombre. Sólo ha visto alguna igual en las películas porno que le pilló un día a su hermano y que, algunas veces, Ella miraba en su habitación mientras se masturbaba. Ver semejante falo a pocos centímetros de su cara le produce unos pensamientos demasiado oscuros que Ella no quiere ni reconocer como suyos. La mano del Hombre sube y baja abarcando menos de media polla. El enorme capullo que sale bajo la piel del prepucio seguro que ni le cabria, piensa Ella.

El Hombre, sin parar de meneársela, le pide que se toque el coño para los espectadores de fuera.

Ella, muy a su pesar, empieza a estar excitada.

Mientras el Hombre le habla a Ella, el Joven sigue insistiendo a Él.

Ahora Él ya ha oído y entendido lo que le propone el Joven. Le está pidiendo que se la folle a Ella.

Él, un chico recto, serio, nunca podría hacerle algo semejante a Ella. A una amiga. A una colega.

A la persona que tanto desea y ama.

A la persona que hasta ahora, lo más sexy que había conseguido era ver la tira de sus bragas asomando por encima de los pantalones.

A la persona que ahora le está enseñando el culo en pompa.

El Joven se reafirma en sus palabras. Le recuerda que, si se la folla, ella no sabrá nunca quien ha sido. Siempre creerá que ha sido el Joven.

Él sabe que el Joven tiene razón. No tiene porqué enterarse que ha sido Él. Es una ocasión para follarse un conejito en el que siempre ha pensado pero nunca ha conseguido.

El Joven le insiste a Él, que si se la folla bien, Ella misma le pedirá que se lo haga por el culito.

El muro que representaría la resistencia de Él empieza a temblar. Si Ella ha accedido a chupársela al viejo, porqué Él, un amigo de toda la vida, no puede follársela. Es injusto.

No puede ser que Él piense semejante barbaridad. Fregándose los ojos, intenta alejar esos pensamientos de su cabeza.

Entre las piernas de Ella, aparece su mano. Con sus dedos centrales se frota el clítoris.

Claramente Él y el Joven ven los dedos moverse en círculos en la parte superior del sexo de Ella.

No hay duda que las caderas se mueven en círculos contrarios a la mano. Eso no la haría una persona que está sufriendo.

Ambos dejan de hablar.

Ahora los dedos de Ella suben un poco más y tocan los labios de su rosado coño.

Los dedos se separan.

Con ellos también los labios.

La obertura muestra las rosadas interioridades de su coño, con el agujero negro en el centro de todo.

Un agujero negro por donde cae el mínimo resto de resistencia que a Él le quedaba.

Él agarra el condón que el Joven le tiende y se acerca a Ella.

Evidentemente Ella no lo ve. Tampoco se imagina lo que se le viene encima.

El Hombre llega a ver, por encima del culo de Ella, como Él se acerca condón en mano. El Joven ha vuelto ha hacer su trabajo a la perfección.

También llega a ver como tira sus pantalones hasta los tobillos.

Ahora deja de mirarle a Él y se fija en Ella. No quiere perderse las caras que pondrá Ella.

El Hombre le pide a Ella que diga que quiere que la follen.

Ella lo dice en voz alta y clara. Sigue creyendo que el Hombre sólo pretende alardear.

Cuando Él oye como Ella pide que se la follen, se vuelve loco. El condón se le escapa entre los dedos y le cae al suelo. Lo recoge al instante y rompe el plástico protector con los dientes. Con los dedos temblando consigue enfundar su erecto miembro.

Él, con la polla en una mano, se acerca a Ella.

Él flexiona un poco sus rodillas y levanta la polla, situando la punta entre los brillantes e hinchados labios vaginales de Ella.

Ella da un respingo cuando nota el contacto puntual que le viene por detrás.

Ella abre los ojos y mira al Hombre.

El Hombre, sin parar de masturbarse, le dice que calle y acepte.

Ella aún mantiene el coño abierto con sus dedos.

Él pasa una mano por su rajita.

Ella está completamente empapada.

Él aprieta su culo hacia ella.

Él ya nota el calor rodeando su capullo.

Él mueve su mano arriba y abajo buscando la entrada a Ella con la punta de su verga. La entrada al paraíso.

Él está tan nervioso que no acierta a dar con la entrada.

Ella, sin poder evitarlo, agarra la polla con la mano que abre sus bajos.

Ella da un respingo. Ni siquiera puede juntar las puntas de los dedos alrededor del diámetro que tiene el cilindro de carne.

Él resopla al notar como Ella le agarra su palpitante polla.

Ella da gracias por que el Joven - Si supiese que es Él el que la va a follar - se ha puesto un condón. Le gusta más notar una polla sin protección, con sus venas apretando contra su chocho, con la piel subiendo y bajando dentro de Ella, notando su calor.

Ella misma la pasea a lo largo de su raja.

A Ella le encanta eso.

Ella misma se enfoca la húmeda punta del miembro en su agujero vaginal. Ella ha hecho miles de veces algo parecido cuando tiene la regla.

Él nota como su polla se hunde un poco.

Él ya está en la entrada a Ella.

Él empuja.

El conducto venoso pasa a través de la palma de Ella y se aloja en sus profundidades.

Ella gime por la violenta y súbita penetración.

Él vuelve atrás. Y la vuelve a empotrar.

Ella siente como su coño se abre ante el inexorable paso de la polla.

Ella nota como su coño se abre como nunca lo ha hecho antes.

Ella nota como el calor y la humedad invaden su coño.

Ella nota como unos huevos rebotan contra su coño.

Ella siente que ha de gritar.

Ella grita.

Ella se gira para ver la cara de su follador. Las cortinas se lo impiden.

Los continuos envites la obligan a soltar la descomunal polla y apoyarse en las endebles paredes del probador y dejarse llevar por la follada a la que se ve sometida.

El Hombre observa las tetas de Ella yendo de delante a atrás con los pezones completamente hinchados y erectos.

El Hombre observa la cara de contenido placer que pone Ella.

El Hombre aumenta el ritmo de su paja al tiempo que se masajea los huevos.

El Joven, sentado en el mostrador, y sin despegar los ojos de un monitor, imita al Hombre. Su miembro es bastante más modesto pero lo trabaja con igual eficacia.

Él tira de Ella agarrándola por la cintura, haciéndola gemir cada vez que se hunde en Ella. Él gime cuando nota las nalgas de Ella rebotar en su bajo vientre.

Ella piensa en Él. Se pregunta que pensará Él al ver como se deja follar por un simple dependiente y un viejo y, además, que se lo esté pasando bien.

Un forcejeo en la entrada a su culo provoca que se olvide de Él al instante.

Ella pide a gritos que por ahí no.

El dedo consigue entrar en su culito.

Ella dice que es virgen de ahí.

Grave error.

Él aprieta con un poco más de fuerza.

El Hombre le ordena que no ponga pegas y que se relaje. Que si no, le puede hacer daño.

Él ya hunde medio dedo.

Lo mueve en círculos.

Él lo saca y lo mete en su propia boca hasta el nudillo.

Él piensa lo bien que sabe el culo de Ella.

Él piensa lo bien que se debe estar dentro de un sitio que tiene un sabor tan increíble.

Saca la polla de su coño.

Ella emite un leve quejido. No le gusta el vacío en su coño. Ahora no.

El condón que se había puesto Él, acaba a sus pies. Se lo ha puesto para no tener problemas de embarazos. Él sabe que Ella es una chica sana.

Él sube un poco su objetivo, apuntado con su polla libre de plástico a la arrugada diana de su culo.

Presión en el culo de Ella.

Algo lucha por entrar por un sitio considerado, hasta hoy, solamente una salida.

Un nuevo empuje de caderas.

Ella siente un descosido atrás.

Él nota como su polla realiza un súbito movimiento adelante.

Un gruñido.

Un grito.

Él acaba de sodomizar a su amiga.

Y Ella nunca sabrá que ha sido Él. Ahora le puede hacer lo que quiera.

Ella pide que se la saque.

Él le responde con un nuevo apretón hacia el interior de su ojete.

Un nuevo ruego pidiendo que se retire.

Él, completamente ido, le da un cachete en la nalga derecha. Ésta responde con la firmeza natural de toda juventud.

Separando las nalgas puede observar como el enrojecido ano se deforma alrededor de su polla, haciéndole una presión que el coño ya no ofrecía.

Ella ruega que se la saque de ahí. Le duele.

Le duele sobretodo cuando saca la polla hasta la entrada y vuelve a clavarle el capullo en su culo. Notar el pliegue de la punta del falo separarle el ano le hace ver las estrellas.

Sin apenas oírla, Él piensa que es la primera vez que la mete en un culo….Y espera que no sea la última.

El Joven, una vez ha comprobado que el video de seguridad funciona y registra perfectamente toda la escena, se acerca al lugar de la sodomización, sin pantalones y la polla totalmente tiesa.

Le grita al Hombre que se la meta por la boca a Ella a ver si así calla de una vez. Continua con lo suyo mirando la enculada a escasa distancia.

El Hombre se levanta.

Y le sonríe a Ella.

Ella intenta decirle, entre grito y grito cada vez que la polla entra más en su culo, que le había prometido que no la tocaría….

Ella no puede acabar la frase.

La boca es inundada por algo líquido y caliente.

El Hombre se aprieta la polla, logrando retener parte de la corrida.

Ella cierra la boca. Con el acto reflejo no puede evitar tragar algo de semen.

El Hombre se suelta la polla.

Un caliente y abundante chorro de esperma contenido choca contra la cara de Ella. Labios, nariz y párpados completamente embadurnados.

Cuando Ella nota que la lluvia amaina, abre la boca y escupe lo que ha conseguido no tragarse.

Se mancha parte del pelo que le cuelga ante la cara.

Un pelo que sigue yendo y viniendo al ritmo de la inacabable enculada.

Una estalactita de esperma se le forma en los labios y se va agrandando en su natural camino hacia el suelo.

Él nota un calor creciente, cercano al dolor, desde los huevos y creciendo hacia la punta de su polla.

Él presiona con todas sus fuerzas hacia las profundidades del ojete de Ella.

Sus ojos se cierran.

Las bocas se abren.

Un gemido cruza el aire.

Las manos de Él se aferran con fuerza en la cintura de Ella.

Él llena el culo de Ella con todo el contenido de sus huevos.

Una gran corrida desatada con virulencia después de tantos años de espera.

Él cierra los ojos intentando alargar la orgásmica sensación.

Fallándole las fuerzas, Él se deja caer un poco. Se le doblan las rodillas.

Un poco de saliva le cae en el culo de Ella.

Él mira el culo de Ella.

Él se siente mal. Quiere desaparecer ahora mismo de allí.

Él saca su flácida polla de dentro de Ella.

Ella gotea esperma por dos de sus orificios.

Ella gimotea.

Son lágrimas de rabia. No ha podido contener un orgasmo cuando ha sentido el semen cuajar en su recto.

Ella se recompone enseguida. No quiere darles el placer de verla llorar.

Además, no quiere preocupar a Él

Ella se queda sola en el probador.

Se enfunda la ropa que tiene y sale. Sin mirar a los ojos de nadie, recoge los pantalones del suelo y se los pone.

Siente asco al notar la humedad de su entrepierna que, naciendo desde el culo, llega a meterse en plena raja vaginal.

El Hombre dice que ya pueden irse.

Ella se abraza a Él y empiezan a caminar.

Él los mira por encima de la cabeza de Ella. Su mirada es de culpabilidad. No podría ser de otra forma. El Hombre y el Joven le acompañan la mirada con unas sonoras carcajadas.

Él se siente mal. Se ha dejado llevar por su lado más oscuro.

Los dos llegan a la puerta.

El Hombre la dice a Ella que se deja algo.

El Hombre le lanza el tanga negro que ha intentado robar.

La prenda rebota contra el cuerpo de Ella y cae a sus pies.

Ahí se queda mientras Él y Ella se van por la puerta.

Al verlos desaparecer, el Joven se va detrás del mostrador y saca una cinta del video de las cámaras de seguridad. La etiqueta con el título de "ÉL Y ELLA". La guarda en un armario del almacén. Le dice al Hombre que pronto tendrán que comprar un nuevo armario. Casi no cabe ninguna cinta más.

.

Él aparca ante la casa de Ella.

Ella sale sin despedirse.

Está avergonzada por lo que Él ha visto.

Está avergonzada por haberse excitado.

Necesita una ducha.

Él tampoco se atreve a decirle nada.

Está avergonzado por haberse aprovechado de Ella.

Sólo puede pensar en el culo de Ella siendo penetrado por su polla.

Necesita hacerse una paja.