De cómo una película condicionó mi vida entera (5)
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La comida resulta muy entretenida. Están muy alegres porque es el primer día de vacaciones del padre. Siento cierta envidia de mi amigo, aunque reconozco que yo no me puedo quejar de mi padre y mis abuelos. Me informan de que en dos días se marcharán al pueblo a pasar dos semanas y me invitan a ir con ellos unos días. “Está muy cerca y puedes coger el coche de línea; se tarda poco más de una hora”. Mi amigo insiste entusiasmado. “No lo sé, mis abuelos llegan mañana y supongo que me iré con ellos como el año pasado”. “Ya hablaremos con tu padre”.
Por la tarde vamos a mi casa. Le propongo a mi amigo que montemos el Scalextric. Jugamos un buen rato. Después nos cansamos y nos tumbamos en el suelo de mi habitación. Mi amigo rompe el silencio. “¿Qué te pareció el pito de mi padre?”. Está claro que el tema ocupa nuestros pensamientos de forma preferente. “Parecido a los de la película”. “Ya te lo dije. ¿Quieres que veamos la película?”. No me apetece mucho y le doy largas. “Supongo que tampoco querrás follar”. “No sé... Si tú quieres...”. No nos movemos. “¿Qué hacemos?”. Se impacienta. “Si quieres te lo chupo un poco, pero no me apetece hacer más cosas...”.
Mi amigo se levanta, se baja el pantalón y se arrodilla a horcajadas sobre mí. Levanto la cabeza y le acaricio el pito. Está blando y muy pequeño. Levanto un poco la cabeza y me lo meto en la boca. Me gusta acariciarlo y chuparlo así blandito, es muy suave... Al poco se le pone tieso, me gusta también así, pero algo menos que blando. Me pongo a jugar con él: le mordisqueo suavemente la piel que lo cubre. Mi amigo me sonríe. “Me gusta”. Como me empieza a doler el cuello, me levanto y nos vamos a la cama. Sigo chupando allí. Miro a mi amigo: “¿Qué tal?”. “Me gusta”. Sigo chupando y mordisqueando. “Ya siento las cosquillas”. Chupo más fuerte, pienso que va a salir el líquido, pero hoy no me da asco. “No te mees”. Nos reímos. En realidad tampoco me dio asco el chorro de pis en mis labios: no me supo a nada. “Es que no estoy muy seguro si es pis o líquido”. Sale el líquido: muy poquito, pero lo noto en mi boca. Sigo chupando sin preocuparme. “¿Ha salido algo? No he notado nada”. Saco la lengua para que lo vea. “Es que no sé si es baba o líquido”. Escupo en mi palma. Miramos pero no distinguimos la baba del líquido. De repente mi amigo se levanta corriendo. Abre la ventana y mea por ella. “¿Qué haces?”. “No me podía aguantar”. Voy a su lado; el chorro cae en el patio. Nos reímos. “¿Te lo chupo yo?”.
Me quito toda la ropa: me gusta estar desnudo junto a él; me doy cuenta de que mi pito lleva un rato tieso. Él también se quita la camiseta. Me tumbo en la cama y me lo chupa. Me gusta, pero, no sé por qué, prefiero chupar yo. De repente se interrumpe. “¿Sabes qué es hacerse una paja?; uno de mi clase está hablando todo el día de eso y creo que tiene que ver con follar, pero no sé qué es”. “Un día mi primo me dijo que mi padre o se buscaba novia o se mataba a pajas, pero no le pregunté... y dos amigos mayores del colegio discutían un día si hacerse pajas era pecado o no”. Nos encogemos de hombros y sigue chupando. Empiezo a sentir el cosquilleo; no sé por qué le pido que chupe con más fuerza. Me da miedo mearme y saco el pito de su boca. Empiezo a sentir el mismo dolor de ayer en los huevos. Sale algo de líquido: mi amigo me agarra el pito con la mano y moja un dedo introduciéndolo en el orificio de la piel. Prueba su textura entre dos dedos y se los lleva a la boca, primero con la punta de la lengua, después los chupetea. “Desde luego, esto no sabe a nada”. Me vuelve chupar el pito y se coloca para que yo le chupe el suyo a la vez. Después de un rato me canso. Lo dejamos.
Mi amigo se tumba sobre mí y empieza a besarme en los labios. “¡Oh mi amor!”. Nos reímos un montón. Yo le sigo el juego. “Te quiero, cariño mío”. Más risas. Me gusta tenerle así, desnudo encima de mí. De repente se me ocurre algo: “Hacerse pajas tiene que ver con tocarse. Mis amigos mayores decían que era pecado porque los curas decían que tocarse era pecado”. Nos reímos y después quedamos en silencio, desnudos los dos, uno encima del otro.
“Quiero ver el pito de mi padre, pero no sé cómo”. “Vamos a pensar cómo...”. “Ya sé...”. “¿Cómo?”. Tu padre se ducha todos los días cuando llega, ¿verdad?”. “Sí...”. “Dile que te haces mucho pis cuando esté en el baño...”. “Pero la ducha tiene cortina”. “Pues finge que te mareas... y tendrá que salir desnudo a atenderte”. “Estás como una cabra”. Nos reímos. “Vamos abajo”. Nos vestimos. Mientras, pienso que no es tan mala idea.