De cómo una película... (11)

Me siento liberado al poder contar la primera experiencia con mi padre...

Lo miro de refilón pues ahora sólo pienso en la orden que me han dado. No sé por dónde empezar: Solo tiene sucios los pies. La pierna derecha está roja pero eso no es suciedad. Le limpio los pies. La toalla queda negra y le doy la vuelta. Le limpio las pantorrillas: él se mueve todo el tiempo, pero con pocas ganas; además no para de murmurar, aunque no se entiende lo que dice. Llego a los muslos. Ahora sí le miro: tiene el pito bastante pequeño y rojo; los huevos casi no se ven. <>. Se lo limpio con mucho cuidado; él protesta pero sin abrir los ojos. Me pregunto si debo limpiarlo por detrás, pero no me siento capaz de moverlo. Intento empujar por la cadera: protesta pero al final se pone de lado. Le limpio superficialmente, porque parece que le molesta y se me va a caer encima . Al final se vuelve a colocar boca arriba. El pito está ahora un poco más grande y se le empiezan a ver bien los huevos. Espero sentado en el borde de la cama; ahora está quieto otra vez y ronca.

Lo miro de nuevo. <>. Siento el impulso de tocarlo. Le miro a la cara: los ojos cerrados y la boca entreabierta. Toco su pito, muy despacio, con la punta de mis dedos. Está muy frío, supongo que por efecto de la toalla mojada. No se inmuta. Lo agarro con toda la mano: empieza calentar y a crecer un poco. Se lo beso; cada poco miro su cara, pero ahora no se inmuta. Me gusta así, blando y carnoso. <>. Me divierte moverlo a los lados y arriba y abajo. Me desplazo a los huevos <>; los aprieto un poco porque quiero sentir las bolas dentro de la piel: ahora sí se mueve inquieto. Aparto la mano rápidamente, pero a pesar de la reacción del cuerpo, la cara no se inmuta; ahora el pito está bastante grande y los huevos completamente sueltos: le toco la piel arrugada que los une al cuerpo <>. Me siento completamente desinhibido y se me ocurre desnudarme: siento una extraña necesidad de hacerlo; ya desnudo, me tumbo junto a él <<¡qué pequeño soy a su lado!>>. Arrimo mi cuerpo al suyo y le paso el brazo por el pecho. Hace un rato que no se mueve; a veces ronca, otras veces sólo respira fuerte.

Le beso en la boca, pero la tiene abierta y no puedo abarcar los dos labios a la vez. Le toco el pito otra vez: deslizo mi mano sobre él para ver si se pone tieso, noto como va engordando en mi mano, pero no llega a ponerse duro. Quiero probar si es como el mío y se puede retirar la piel: lo intento, pero no soy capaz porque se dobla. <>. Le miro a la cara: no hay cambios en su rostro; se me ocurre una idea: me coloco como puedo y acerco mi pito a su boca; se lo paso por los labios; meto la punta y la saco. El pito se me pone tieso. Quiero introducirlo más y me echo un poco encima; él no se ha inmutado hasta que hago esta maniobra: mueve un poco la cabeza y murmura algo; pero yo no me aparto: en realidad deseo que se despierte. Ahora tiene la boca cerrada. Le miro: no abre los ojos. Vuelvo a mi idea anterior y con las dos manos intento retirar la piel, pero se remueve demasiado. Acerco mi lengua y le lamo la punta; da un pequeño respingo, pero no me preocupa; le chupo la punta: me acuerdo de los monjes, de cómo se metían en la boca aquellos pitos enormes. Chupo más adentro; se remueve otra vez, miro su rostro y está otra vez con la boca abierta, pero parece dormido.

Me gustaría follar con él como con mi amigo; pero no se despierta y pienso que esto no debe ser exactamente “follar”. Vuelvo a usar mis manos, como he visto que hacía el padre de mi amigo; muevo mi mano arriba y abajo, pero no consigo deslizarla bien, se me traba porque el pito se dobla; él sigue removiéndose un poco, pero no se despierta. Decido imitar lo que vi la otra noche y le aprieto los huevos: da un pequeño respingo, pero ya ni me molesto en mirarle. No me gusta que esté dormido: quiero que él también me toque. Se me ocurre poner su mano en mi pito; le agarro la muñeca con mis dos manos y paso la suya por mi pito y mis huevos pero la mano está como muerta. Vuelvo a su pito y sigo chupando y meneando de forma alternativa; ahora parece reaccionar y el pito empieza a crecer; poco a poco se pone duro, muy duro y muy tieso y sin piel en la punta <>: si lo dejo suelto apunta a la derecha el ombligo, pero levantado a algunos centímetros del vientre.

Miro el mío: si me tumbo, apunta hacia arriba como una pequeña vela de cumpleaños; lo arrimo al suyo <>. No sé si meterle un dedo en el culo, porque, aunque en la película lo hacían, no estoy seguro  de si el padre de mi amigo lo hizo o no. Al pensar en la película, me pregunto si los penes que salían serían de verdad, porque todos los que he visto son más pequeños: aunque creo que el de mi padre es mayor que el del padre de mi amigo. Lo chupo otra vez, sólo la punta al principio, después intento meterlo más adentro en mi boca, pero me ahogo: es demasiado gordo  <>. Pienso que el de mi amigo sí que lo puedo chupar entero.

Alterno la boca y la mano; le vuelvo a apretar los huevos que casi no puedo abarcar con la palma de mi mano. Esto le hace removerse otra vez y, de repente se da la vuelta y queda boca abajo murmurando algo; no sé qué hacer al principio, pero enseguida me acuerdo de la película y le separo un poco las nalgas: él abre las piernas facilitando mi labor, veo su agujero: se me ocurre meter mi pito como hacían los monjes, pero llego mal y solo puedo meter la punta; así todo me sorprende lo fácil que me resulta, teniendo en cuenta que con mi amigo fue imposible. Ahora está muy inquieto y no para de murmurar.

Me tumbo a su lado: quiero tocar su pito otra vez y meto la mano por debajo de su cuerpo; miro hacia arriba y doy un respingo al ver sus ojos abiertos; su mirada es muy extraña: tiene los ojos  muy abiertos, lo mismo que la boca, pero la mirada es vidriosa y ausente, como si no estuviera viendo lo que está delante de él; entonces se vuelve boca arriba; se lleva la mano al pito y se lo agarra, pero enseguida su mano queda de nuevo fláccida sobre él; está de nuevo dormido; empieza a roncar suavemente.

Le aparto la mano del pito, que ahora está más blando. Enseguida se pone bien duro cuando empiezo a tocarle y a chuparle. Le chupo solo la punta para no ahogarme; su mano empieza a moverse en el aire como si quisiera volver al pito, pero no acierta. Yo vuelvo a chupar, pero me canso <<¿un hombre se podrá correr dormido? Supongo que no, para correrse hay que follar o hacerse una paja>>; siento un deseo irreprimible de despertarle: quiero follar de verdad como con mi amigo, quiero abrazarle, me gusta sentirle desnudo junto a mí; me incorporo un poco  y me tumbo sobre él con mi cara sobre su pecho; mi pito está sobre el suyo, los dos duros, y me gusta esa sensación; pero de repente pone su mano sobre mi cabeza y me empuja hacia abajo sin casi fuerza: “sigue, sigue” y añade un nombre de varón que no es el mío.

Le miro: sus ojos siguen cerrados y su boca entreabierta; vuelve a murmurar; ahora no le entiendo, pero su mano sigue en mi cabeza y creo entender los que quiere, aunque no comprendo por qué me llamó así. Vuelvo a chupar, solo la punta; ahora su vientre baja y sube y su pito transmite a mis labios como un latido. De repente una explosión llena mi boca, la aparto: el semen, de un color blanco amarillento, sale a borbotones, mientras el pito sufre como espasmos: se mueve arriba y abajo, lo mismo que el vientre y las gotas se esparcen por todas partes, sobre mí, su barriga y las sábanas. En mi boca el sabor es algo amargo; me ha llegado hasta la garganta y se ha quedado ahí detenido; toso para desprenderlo; como no lo consigo, lleno mi boca de saliva y escupo, aunque no sale todo; ayudado por la saliva, consigo tragar el resto. De mi barbilla cuelga poco, lo recojo con los dedos y, dudoso, le aplico la punta de la lengua: << ni bueno ni malo, que decepción se llevaría mi amigo que pensaba que estaría riquísimo>>. Pienso en los monjes y no entiendo ese ansia por comerlo <<¿será que los hay ricos y malos>> o con poco sabor, como el de mi padre. Entonces me acuerdo de que ese pito le pertenece y miro hacia su cara...