De cómo se inicio mi vida como pervertido (2)

Después de mi primer experiencia con mi primo, las siguientes con mis primitas fueron mucho mejores, he aquí una de ellas.

Hola de nuevo, espero que les haya gustado mi anterior relato el cual como les dije es totalmente verídico y real, así como todos los que continúen en mis historias, trataré de escribirlas cronológicamente para que comprendan el porqué es que soy un pervertido caliente y cogelón dispuesto a realizar fantasías que me hagan sentir delicioso como es todo lo que tenga que ver con el sexo.

Pues bien, después de lo sucedido con mi primo, la sensación de calentura y ganas de experimentar más cosas me llevó a intentar algo más con mis primas, que como ya comenté, también eran mis vecinas cercanas. Lo único que hacía con ellas era jugar a las muñecas, a los novios y a los esposos, pero muy leve.

Por aquel entonces 60’s empezaba a entrar la moda de la minifalda y la ropa sicodélica, los hippies, las jóvenes dejaban de usar sostén etc., lo que más me gustaba era la minifalda, que bonitas eran entonces, no porque las de ahora no lo sean, sino porque entonces era la novedad, me encantaba verle las piernas a las jóvenes, sobre todo cuando al subir escaleras o levantar las piernas o sentarse, dejaban ver parte de las pantaletas, era un espectáculo delicioso y yo no se porqué pero a mi corta edad (6) me gustaba admirarlas porque mi pene se ponía duro y empezaba a sentir ese cosquilleo delicioso que produce la excitación. También me encantaba jugar con mis primas a las muñecas o cualquier otro juego en el que tuviéramos que estar en el piso porque ellas descuidadamente se sentaban con las piernas abiertas y yo admiraba sus pantaletas y trataba de adivinar la forma de lo que tenían debajo de esas prendas íntimas, hasta entonces nunca había visto una vagina (panocha como le decimos en mi país) pero si notaba ligeramente esa rajadita que se marca entre sus muslos y mi verga se ponía dura cada vez que lograba distinguirla por sobre el calzoncito.

Más o menos en orden de edades estaban así, Ana, 10 años, blanca, más alta que yo, ojos claros, pelo castaño claro, un cuerpecito bastante apetitoso porque yo veía cómo los hombres mayores la admiraban, sobre todo sus nalguitas que estaban redonditas y duras con unos muslos bastante carnositos y bien torneados porque tendía a ser gordita, entonces no lo era y sus senos empezaban a formarse, y se notaban por debajo se sus blusas o sus vestiditos pegados al cuerpo. Malú, 10 años, morena clara, pelo negro y largo, hermosas piernas cortas y bien formadas, ojos grandes y negros. Rosa 6 años, delgada, pelo negro, ojos como orientales y muy bonita. Por último Katy 4 años (con quién pasé los ratos más deliciosos de mi infancia sexual durante muchos años) morena clara, pelo negro largo ondulado cara de inocencia que se le quitaba cada vez que teníamos nuestros encuentros carnales porque disfrutaba como una loca todo lo que hacíamos y con quién inicié mi vida calenturienta con las niñas, historia que a continuación escribo:

Katy siempre me ponía caliente porque como era la más chica, era la más descuidada al enseñar los calzones cuando jugábamos en el piso o a cualquier otra cosa que involucrara un vista de sus pantaletas, yo quería tocarla y sentir como era aquello que se le notaba entre los muslos pero no hallaba la forma de hacerlo (entonces todavía no tenía la malicia y la maña que adqurí con el tiempo), mi grupo de compañeros de juegos más común, en lo que a parientes se refiere estaba formado por Katy, su hermano menor Omar y mi hermano menor Octavio, un día propuse jugar a los caballitos, yo sería el caballito de Katy y Octavio el de Omar. Cuando una persona se monta a tus espaldas, la posición normal de los brazos es hacia el frente de tu cuerpo sosteniendo las piernas de tu jinete, solo que yo no lo hice así, coloqué mis brazos hacia atrás uniendo mis manos debajo de sus nalguitas para sostener con más fuerza levantando ligeramente uno de mis pulgares el cual hizo contacto con su panochita por encima de la pantaleta al momento de montarse sobre mi ella al sentir mi pulgar emitió un ligero mmmmhh!, le pregunté --¿qué pasa?--, me contestó –nada-- retiré un poco mi pulgar de ese lugar para que no pareciera muy obvio lo que estaba tratando de hacer, acto seguido empezamos la cabalgata y mientras corríamos o trotábamos, levantaba el pulgar para rozar su panochita, cosa que le agradaba porque otra vez hacia ese mmmmhhh y escuchaba como se agitaba su respiración, mi verga empezó a ponerse dura y me atreví a hacer más porque ella me apretó suavemente con sus brazos y posó su cabeza en mis hombros, entonces dirigí dos dedos más hacia su chochita la cual estaba empezando a mojarse y los empecé a mover suavemente a lo largo de su rayita, hacia adelante y hacia atrás, con el movimiento de la trotada y el de mis dedos ella empezó a gemir un poco y a suspirar ahhh¡ cosa que me puso más caliente aún, sentía como se humedecía la punta de mis dedos con sus juguitos vaginales (entonces yo no sabía que era eso ni porqué se mojaba), me apretó con sus piernas y se entregó a mis caricias, supe que disfrutaba de aquello porque se movía en mi espalda con cierto ritmo hasta que en un momento se estremeció, me apretó con mas fuerza y emitió un oohh¡ más prolongado, había tenido su primer orgasmo, ¡qué felicidad la mía!, el primer orgasmo de su vida y yo lo había provocado.

Terminamos por el momento la cabalgata porque sobre todo los caballos ya estaban cansados y al bajar ella me dedicó la mirada más hermosa que hasta entonces me haya dedicado, intrigado por lo que acababa de suceder lleve mis dedos a mi nariz y ¡oh sorpresa!, el aroma más delicioso que había aspirado en mi precoz y caliente existencia, el olor de una panochita pura, nueva, limpiecita es de lo más exquisito que puede existir en todo el universo, a partir de entonces Katy y yo no nos miraríamos igual que antes, obviamente no fue la última vez que jugamos a los caballitos, ella misma proponía el juego y en varias ocasiones repetí mi hazaña, pero no iba a para ahí, aprovechando que su vestido me cubría las manos y permitía que hiciera lo que yo quisiera sin que nadie se diera cuenta y dada la entrega total de ella, me atreví a correr su pantaletita hacia un lado y por primera vez sentí su deliciosa y suave piel vaginal, sus juguitos directamente en mis dedos lo esponjadito de su rayita, su clítoris, sus labios vaginales (mmmhhh rico), introduje una parte de mi dedo dentro de ella, se retorció al sentir eso, en ese momento todos sus gemiditos y suspiros que había emitido se quedaron cortos, gemía y se estremecía con el contacto y caricias de mis dedos que la tocaban directamente –aaaahh--, --aaahhh--, --mmmmhh--, me mojó más y lubricó de una manera espectacular hasta que me apretó y emitió un --aaaggghhh¡-- y un --yyyiiiiii¡-- al compás de la cabalgata casi gritado, lo simuló como si fuera parte de la diversión del juego, su climax fue mucho mayor que nunca y el olor que dejo en mis dedos fue aún más delicioso que antes, un poco mezcla de orina y juguitos de panochita muy especitos y ahora no solo los olfateé sino que los probé y si el olor me había gustado, el sabor era aún más delicioso, después de eso, al acostarme para dormir empezaba a recordar todo lo que sucedía con Katy me masturbaba con más frecuencia que antes, el juego de los caballitos no iba a durar mucho porque era muy cansado y yo sentía que Katy tenía que devolverme todo el placer que le había proporcionado hasta entonces, cosa que les platicaré en mi siguiente relato, espero sus comentarios y sus mails, muchas gracias, hasta la próxima. PERVERTED1