De como perdi la virginidad anal

Despues de tantos años la perdi

Me van a permitir que me vuelva a presentar. Mi nombre es José soy un hombre de 50 años, algo más de 1,70 mts de altura, no soy atractivo, calvo, ojos claros, dientes algo amarillentos por el tabaco, algo de sobrepeso, espaldas ensanchadas por el trabajo duro de toda una vida, un hombre algo por encima de la media, pero sin exagerar.

Como dije al principio de mis relatos, no quiero que esto sea la historia de mi vida, más bien desearía que fuera un compendio de anécdotas que explique, para mi mismo y para los demás, el proceso de como llegamos a ser quienes somos.

Esta anécdota narra una parte de mi vida, al igual que las anteriores: ( http://www.todorelatos.com/relato/78418/ , http://www.todorelatos.com/relato/78741/ y http://www.todorelatos.com/relato/78936/ ), aunque dando un gran salto en el tiempo.

Perdonen mis lectores si el preámbulo del presente relato se hace algo más largo de lo habitual, pero lo considero necesario.

Hasta este momento he tenido varias parejas: Ramiro, del que ya he hablado. Daniel, con el que solo compartí unos meses de mi vida.

Ulva,

con la que conviví 20 años, con algunas anécdotas que ya explicaré. Por supuesto, también está lo esporádico, las más de las veces intrascendente, pero con algunas historias de cierto interés.

No debo olvidar a mi actual pareja, Malizya, con la que, recientemente, tuve una vivencia que no quisiera que el tiempo desvirtuara y por eso prefiero narrarla ahora. Llevo con ella algo más de tres años. Es una mujer un par de años mayor que yo, que sabe ser dulce y dura, voluptuosa y fría, severa y flexible. En definitiva es el ejemplo perfecto de la dualidad del ser humano.

Malizya es tan alta como yo, de pelo entrecano, rizado y rebelde, con ojos de mirada limpia, que se achican hasta desaparecer cuando sonríe, Mujer de generosas caderas, senos pequeños y reactivos. No miento al decir que es la mujer de mi vida, la siguiente anécdota lo demostrará.

Malizya, conoce todo mi pasado, mis preferencias sexuales, mis más íntimos secretos, mis fantasías más oscuras. Fue ella misma quien me animó a plasmar todo ello en mis relatos, tanto en los autobiográficos, como en los imaginarios.

Este relato comienza la noche del 18 de Julio del pasado año, fecha fácil de recordar, porque fue la noche de la publicación, en esta pagina, de mi primera anécdota autobiográfica. Esa noche llegamos a casa después del trabajo, yo, como siempre, llegué con ganas de darle un tiento a ella. Ella, como se había vuelto habitual últimamente, demasiado cansada como para tener ganas de nada, o eso creí yo en aquel momento. Nada más lejos de la realidad.

Nada más llegar a casa, cenamos y nos “deleitamos” viendo las noticias del día en la tv. Lo único que le faltaba al cansancio de Malizya para quitarle las ganas de cualquier cosa. Recuerdo que pensé: “Trabajo duro, un negocio que solo da perdidas, falta de horas de sueño y noticias más que deprimentes; a mi me dan más ganas que nunca de reventarla a pollazos, para disfrutar de lo único bueno que tenemos gratis, pero comprendo como se siente ella”, ¡cuan equivocado estaba!

Tras la cena, como es nuestra costumbre, nos dispusimos a asearnos. Normalmente mientra yo me duchaba ella veía un rato más de tv al terminar la avisaba y ella pasaba a la ducha mientras yo la esperaba en la cama. En aquella ocasión algo fue distinto, no esperó mi aviso y apartando la cortina dijo:

-Estoy muy cansada ¿te importa que me duche contigo?

Esta actitud la había tenido en ocasiones, sin que ello significara nada erótico, al menos para ella.

Una vez enjabonados me pidió que le enjabonara la espalda, situación que aproveche para sobarle las nalgas y la raja divisora a modo. Traté de prolongar la caricia, sin que se notara que la prolongaba, no quería agobiarla más de lo que suponía que ya estaba. Cuando dí por terminado le lavado, la escuché decir:

-¿Quieres que te la frote yo a ti?

-¿Que es lo que me quieres frotar? - respondí con sonrisa picara.

-¡La espalda tonto! Je, je, je...

Me dí la vuelta y me dispuse a disfrutar de la higiénica caricia

-Me ha gustado el relato que has escrito – la oí decir con mis ojos cerrados

-¿Si?.. ¡me alegro!

-Pero... ¿puedo preguntarte algo cariño?

-Si... claro – conteste notando como la esponja recorría con dulzura mi espalda, haciendo círculos que cada vez bajaban mas, aproximándose a mis nalgas.

-Con todo el tiempo que viviste con Ramiro... veras... es que...

-Dime – dije, sintiéndome intrigado

-Es que... no me creo que seas virgen de culo... ¿de verdad lo eres? - coincidiendo con su pregunta empezó a frotar con energía mis glúteos.

-Ya te lo he dicho muchas veces: lo he intentado en varias ocasiones, el que estuvo más cerca fue Ramiro, y solo consiguió meter la punta y tubo que dejarlo porque el dolor fue insoportable para mi y, ademas, empecé a sangran por el ano.: me había abierto una fisura que aún hoy en día me da algunas molestias.

Sentí como dejaba caer la esponja y pasaba a frotarme la piel directamente con sus suaves manos.

-¿Sabes que me gustaría?

-¿Que? - dije con un respingo, pues uno de sus dedos estaba acariciando la hendidura entre mis nalgas y empezaba, con la yema del mismo dedo, a acariciar mi ano cerrado

-Me encantaría tener una polla para estrenarlo yo.

-¿De verdad? - pregunte retoricamente, inclinadome apoyando mis manos en los laterales de la bañera, haciendo que mi culo sobresaliera tanto como el espacio disponible me permitía.

Malizya me cogió por la cadera izquierda e hizo presión con su pubis, noté en ella una excitación sorprendente.

La sensación de su pubis frotando mis nalgas junto con la de algunos de sus pelos rozando mi perineo me enervó, si bien debido a la edad y supongo que a la mala vida (tabaco y alcohol, que nadie piense mal) mi miembro no se ponía erecto.

Un segundo después agarró la manguera de la ducha y me fue enjuagando, lo mismo que a si misma. Mientras me enjuagaba me frotó con la mano desnuda, prestando especial atención a mis nalgas.

-Levanta la pierna – dijo con voz pastosa

Obedientemente levante mi pierna izquierda, descansando el pie en el borde de la bañera. Ella prosiguió con su labor de enjuague, pero uno de sus dedos se insinuó en mi agujero virginal. Al hacer un poco de presión, noté como el conocido dolor punzante apagaba mi creciente excitación. De mi boca salió un “¡¡Ay!!“ de dolor. “Sabias que pasaría” me dije a mi mismo.

-¿Te hice daño cariño? - me preguntó al mismo tiempo que retiraba su dedo.

-Si, un poco.

-Tranquilo, no lo haré, pero me gustaría ser la primera persona que entra en ti

Noté la decepción en su voz. Y nuevamente volvió mi antigua necesidad, la necesidad de complacer al ser amado y, siendo sincero, la posibilidad de un morboso coito también me ayudó a decidirme.

-Me gustaría que lo intentaras – dije sin cambiar de posición.

-¿Si...? Me lo tomaré con calma.

Cerro el grifo del agua, note como se agacha tras de mi, sentí como separaba mis nalgas con las manos e instantáneamente, algo húmedo y cálido pugnando por entrar en mi puerta trasera. Me estaba lamiendo el ano. Hacia mucho tiempo que no sentía algo así. Mi anatomía comenzó a reaccionar enviando más sangre a mi miembro que comenzó a hincharse, pero aquello no duró demasiado. Mi mujer se puso de pie y dándome un cachete agradable en mi nalga derecha dijo:

-Anda... secate y esperame en la cama.

Con cierta desilusión salí de la bañera tras darle un dulce beso en los labios, cerrando la mampara detrás de mi.

Mientra me secaba miraba su maduro cuerpo a través del cristal translucido, lo que provoco que mi media erección se mantuviera.

-¿Sigues ahí? - dijo Malizya – Anda, ve a la cama... no seas pesado.

Me dirigí al dormitorio, una vez en el me despojé del albornoz y completamente desnudo, como es mi costumbre, me acosté sin taparme con la fina sabana. La relajación y el cansancio pudieron con mi mente. Cuando mi pareja llegó al dormitorio yo me hallaba en... ese estado de duerme-vela previo al sueño reparador.

Sentí el peso de Malizya tumbándose a mi lado, lo siguiente que noté me sorprendió gratamente. Noté el húmedo calor de una boca alrededor de mi tábano, que, por alguna razón, estaba más erecto de lo que lo había estado en mucho tiempo.

-¡Como estás hoy Jose! - dijo con una excitación que no recordaba haberle oído - ¡No me cabe ni en la boca!

Sus palabras aún me enervaron más e hicieron que entre-abriera los ojos para encontrarme con su mirada lasciva. Mi capacidad de control estaba al limite, era la imagen más morbosa que pudiera desear: Aquella mirada, con mi badajo tremendamente endurecido en la boca, dándome una mamada lo más profunda que podía y sin usar las manos como Malizya sabe que me gusta. Realmente era verdad, no podía introducir en su boca más allá de la mitad.

Cuando lo pasas bien el tiempo se comprime, la dulce felación que estaba recibiendo ceso demasiado pronto para mi gusto.

-¿No quieres comerme tú? - dijo mi esposa mientras daba enérgicos golpes con la punta de su lengua por toda la superficie de mi hipe-endurecida hombría.

-Ya sabes que me encanta devorarte.

Malizya se tumbó a mi lado dándome uno de esos besos que sabe dar, caliente profundo, dulce. Al terminar me empujó para, como dicen en algún país nórdico “bajara al sótano”

Sin hacerme de rogar empece a pasar la lengua por la vellosidad, como buscando mi objetivo final. Dibujé círculos por toda la superficie púbica, cuando su mano se posó nuevamente en mi nuca baje mi lengua tanto como pude, separando los labios menores única y exclusivamente con la lengua. Oí su voz en la lejanía.

-¡Chupame!¡Vamos!

Era la señal que estaba esperando. Metí mi húmedo apéndice bucal tan profundamente como pude en su vagina encharcada, la saqué solo un segundo después deslizando la punta desde el interior por toda la parte alta de la entrada, hasta encontrarme con su pequeño y endurecido clítoris, Noté como salían los líquidos de su interior depositándose en mi barbilla y en la sabana.

Mi excitación sexual no era acompañada por la respuesta física habitual, mi badajo estaba disminuyendo de tamaño, pero lo importante no era yo, era el disfrutar de la acabada de Malizya.

Al rato empece a notar como presionaba su pubis contra mi boca, alzando las nalgas lo suficiente para que pudiera colocar mis manos bajo ellas empezando a amasarlas, al mismo tiempo que mi cunnilingus se intensificaba sobre su clítoris, cada vez más endurecido.

-Com.. comeme... guaooj... lammm... aaaaaah lamemeeeeeh... - suspiraba

La punta de mi lengua notó como el pequeño botón de carne se ablandaba casi hasta desaparecer, momento en intensifique más mis lamidas y las extendí por toda la empapada hendidura.

-Me... me sube... ya...

Con esas palabras alzó sus nalgas tanto que la fuerza aplicada sobre mi rostro se hizo incluso molesta. Aproveché la oportunidad para retirar mi mano derecha de su nalga y para mover la mano izquierda hasta que mi dedo corazón acaricio con ternura la rosada flor trasera de Malizya. Empleé dos dedos de mi mano liberada para introducirlos, con lentitud pero con firmeza, en la vagina. Mis acciones obtuvieron el efecto deseado.

Malizya se puso totalmente rígida, alzando sus caderas exageradamente, haciendo que su cuerpo se convirtiera en un puente vivo y trémulo. A un lado del puente sus hombros, al otro sus pies firmemente asentados, en la cúspide su convulsionada femineidad, cúspide en la que me hubiera quedado a vivir eternamente.

-Ya.. yaaah... - dijo fuera de todo control – yaaaaaah.... toma... toma... tomalaaaah... todaaaaaah.

Di un poderoso y largo chupetón la exiguo clítoris.

-Ay... para... paraaaah... que.. nop... puedo massssssss... es... escuece..... paraaaah

No obedecí su solicitud hasta pasados unos segundos en los que se retorció y berreó rogándome que me detuviera. Después me retire con un sonoro ruido de deglución admirando mi obra:

La vellosidad púbica estaba totalmente mojada, pegoteada, por una mezcla de mi saliva y los abundantes efluvios de su orgasmo. Aquella visión me pareció, y aún me parece, la más vella y erotizante del mundo.

Decidí arrodillarme para disfrutar del paisaje completo: Sus pequeños senos de erectos pezones, moviéndose siguiendo el ritmo de una respiración que se ralentizaba por momentos me invitándome a mamar de ellos. Sus ojos, suavemente cerrados, difíciles de ver entre la maraña de ensortijado pelo rizado. Sus brazos laxos, apoyando una de sus manos en su algo abultado vientre, la otra en su pelvis, muy cerca de su empapada y olorosa entrepierna.

Aparté su pelo entre-cano, al notarlo Malizya abrió los ojos y me sonrió.

-Me dejas destrozada cariño. ¿Y tu?¿No quieres venirte? - dijo doblándose para acariciar mi hombría.

-Si, claro que quiero. Pero ya me conoces: me pasaría la noche acariciándote, mirándote y...

-Pues venga tumbate

Me tumbé a su lado mirándola. Estoy enamorado de esa sonrisa.

Ella se puso de rodillas en la cama, junto a mi. Haciéndome tumbar boca arriba, me alzó un poco las nalgas me coloco una de las almohadas bajo la parte alta de mi trasero.

-Ahora relajate... voy a asearme.

Así tumbado giré mi cabeza hacia el reloj de la mesilla de noche, “¡El tiempo vuela cuando lo pasas bien!” pensé, había pasado más de una hora desde que saliera de la ducha.

Cerré los ojos y por algún motivo que no acierto a explicar, a pesar de no haber vaciado mis testículos, al poco rato, volví a entrar en el agradable sopor, mientra oía los ruidos en el aseo. No llegué a dormirme

Volví a notar el dulce calor de la boca de mi esposa abrazando la base de mi glande, abrí los ojo y ahí estaba ella deleitándose en una sabrosa felación.

-Shhhhh... - susurró sacándose mi polla creciente de la boca– cierra los ojos y disfruta ¡Te lo has ganado!

Le hice caso, Con los ojos cerrados me dispuse a disfrutar, aunque estuve en ese estado solo unos pocos segundos, abrí los ojos cuando noté algo suave y vibrante deslizarse por el caño de mi pene, recorriendo toda mi zona genital. Vi como Malizya me miraba a los ojos, estaba con mi capullo en el interior de su boca, jugueteaba con su lengua, al mismo tiempo que me frotaba toda mi zona genital con el vibrador que usamos para nuestros juegos, un consolador de látex de 15 centímetros de largo y de un grosor similar al de mi badajo cuando está empalmado.

Volví a cerrar los ojos, la vibración me estaba agradando, ayudaba a que mi cipote tomara las dimensiones que le hacían merecedor de ese nombre. La sensación de algo frío y pastoso en mi ano me hizo temer lo peor, pero, en ocasiones, el miedo solo es un estorbo.

Re-abriendo los ojos me fijé que mientras proseguía con la labor buco-genital y frotando toda la zona con el consolador, su mano derecha desaparecía entre mis piernas. Supuse que me estaba intentando meter uno de sus dedos en mi culo. Sentí el conocido dolor, pero menos intenso, más soportable.

Me deje llevar. No debió pasar mucho rato, cuando las sensaciones se mezclaron: vibracion, calidez, suave dolor. Todo ello fue uno.

De cuando en cuando abría los ojos pero la mirada penetrante, morbosa y la cara de vicio que ella ponía, junto con mis sensaciones hacían que no viera nada más, me excitaban de verdad.

Pasé bastante rato disfrutando de todo ello, la excitación subía, pero mi orgasmo se negaba siquiera a insinuarse.

-Te gusta esto ¿eh, marrano?..

No contesté su pregunta, pero las sensaciones desaparecieron. Enfoque mi vista parpadeando, estaba mi esposa estaba arrodillada a mi lado, con esa sonrisa lasciva, con su pelo desmadejado, con una mano me masturbaba con lentitud y en la atra tenia el vibrador... ¡¡¿¿brillante por el lubricante??!!

No me lo podía creer, pensé: “¿Cuanto trozo a conseguido meterme? Solo la punta seguramente “, sus palabras interrumpieron mis pensamientos

-Mira que eres mariconazo... te he metido todo el juguete dentro y solo se te ha aflojado la polla un poco... te gusta que te metan cosas por el culo ¿eh?... - yo estaba que no me lo creía – Follamé... ¡¡Ahora!!... ¡¡Vamos!!

Cuando empece a levantarme ella ya se estaba colocando sobre sus rodillas y sus manos. Ella sabe que me encanta penetrar su coño en esa posición. No perdí tiempo. Me coloqué tras ella, apunté mi media erección al centro de la encharcada gruta, metiéndosela de una sola estocada.

La posición me permitía tener yo el control, la agarre por sus generosas nalgas, separandolas hasta que su palpitante ano quedó a la vista. Me sentía enervado. Con mi mano derecha azoté su nalga, al tiempo que iniciaba un mete-saca profundo y rapido.

-¡Ay! - gritó ella – Te gusta mi culito ¿eh, mariconcete?... Por eso se te pone tan dura en esta posición... ¡Ag...! ¡Cabrón!.. no me cabe... ¿Te gusta?

-Me encanta – conteste

Empecé a acariciarle el ano diciéndole, casi llorando de felicidad:

Claro que me gusta... ¿y yo...?... ¿algún día me dejaras por aquí? - refiriéndome a su virginal recto.

-Si cariño... pero ahora correte... aaaaah... me rompes.... vaya pollon.... cabron

-Correte tu primero... otra vez... hazlo por mi...

No contesto, sencillamente empezó a moverse salvajemente y llevando su mano izquierda hacia atrás me agarro la cadera hincándome las uñas en la piel.

-Aaaaaaah.... que.......... fuerteeeeeeeeh... - dijo en un suspiro.

Mientras, yo continuaba dando pistonadas, con fuerza, enloquecido, ahora en busca de mi propio placer. Malizya cerro la mano propinándome un suave golpe en mi cadera, herida por sus propias uñas, a la vez que decía:

-Imbecil... has hecho... has hecho que me vuelva a correr... guau... bufff... correte yaaaaaaah... mmmm.. ¡Cabron...!

-¿De verdad...?... ¿De verdad... meee... dejaras desvirgarte.... el culazo?... ooooh

-Claro cariño... - su voz diciendo esas simples palabras fue el colofon que esperaba mi orgasmo contenido

-Aaaaaaaaah... tomala..... tomala toda... - dije dejando escapar toda mi simiente en el interior de la vagina anhelante – yaaaaa.... yaaaaaaaa...... tomaaaaaaaah...

El placer fue sublime, poderoso. Pero, mientras salia del interior de mi amada, comprendi que mi orgasmo solo significaba el final del placer.

Fuimos a asearnos por turnos, quedandonos dormidos en un calido abrazo. Antes volví a mirar el despertador, habian sido tres horas, tres horas de placer. Pensé: “A mi edad y aún puedo hacer el amor durante tres horas”.

Me fui quedando dormido pensando en los amantes masculinos de mi vida. Ninguno de ellos consiguió penetrarme por donde Malizya lo había logrado. Un montón de dulces preguntas se agolpaban en mi mente: ¿Por que nadie lo había logrado?. ¿Por que nadie lo había me había enculado?. ¿Quizás no emplearon la suficiente dulzura?.¿Los lubricantes que emplearon no eran buenos?.

El amanecer me regalo con una certeza: “Amo a esta mujer más de lo que jamás he amado a nadie”