De como mi padre y el desconocido me follaron...

Con 22 años iba como loca por tener sexo con alguien y mi padre se puso a tiro!

Un escalofrio recorrió mi cuerpo de los pies a la cabeza y así, sin más, me desperté. Abrí los ojos, no sin dificultad, y me incorporé. Estaba en el suelo del salón, sobre la alfombra. Apenas tenía ropa y me costaba pensar con claridad. Mi coñito me dolía, me llevé una mano a él y noté restos de leche seca. En la cara también. Comencé a recordar lo que había pasado unas horas antes. O minutos, ¿quién sabe? Mi padre y su amigo ... Si, ahora ya sabía porque tenía el coñito resentido ... Ya recordaba como se las gastaba el desconocido y la herramienta que paseaba ...

Oí voces. Agudicé el oído y pude escuchar a mi padre hablando con el extraño en la cocina. Pude distinguir como hablaban de lo que había pasado.

-“Tienes una hija que vale su peso en oro. Creo que nunca me había follado a una zorra con tantas ganas de polla. Cuídala porque cuando se vaya la echarás de menos” – decía el desconocido.

-“Ya lo sé. Nunca pensé encontrarme con una perra más puta que mi mujer y menos que fuera mi hija. Me tiene seco, nunca tiene suficiente y cada vez que le pronpongo algo nuevo disfruta más. No sé donde está su limite. Ni el mío.” – le respondió mi padre.

Me levanté del suelo sin hacer ruido y me fui al baño. Me miré al espero y se me cayó el alma a los pies. La visión de mi cuerpo sucio, lleno de leche, y con la ropa a medio quitar, no era muy atractiva. Me metí en la ducha sin desvestirme y cuando me noté completamente mojada comencé a quitarme la ropa. El agua caliente que caía sobre mi cuerpo no sólo me limpiaba, también me terminaba de despertar y me reactivaba. Me enjaboné el cuerpo poco a poco, disfrutando de nuevo de mi intimidad, recorriendo cada centímetro de mi piel con dulzura. Me volvía a sentir limpia. Volvía a ser yo.

Tardé como media hora en salir de la ducha. Al cerrar el agua agudicé nuevamente el oído y no escuché nada por lo que imaginé que el extraño ya se habría ido y mi padre se habría acostado. Me lié una toalla en el cuerpo y otra en el pelo ya que no había pensado en coger ropa y salí del baño.

Cual fue mi sorpresa cuando al entrar en el salón vi que tanto mi padre como su amigo estaban sentados en los sillones y por como se giraron al entrar yo y por como me miraron entendí al momento que el sexo esa noche aún no había terminado.

-“Aquí está mi hijita, mirala. Yo creo que ya está preparada para el segundo plato. Cielo, ¿no crees que te sobran las toallas?” – dijo mi padre.

Tardé en reaccionar y ellos lo notaron.

-“Va, ahora no te hagas la puritana que sabemos que te gusta más una polla que a un niño un caramelo. ¿O es que quieres que te la quite yo?” – dijo el desconocido a la evz que se levantaba.

Sin dudarlo me quité las toallas. Primero la del pelo y después la del cuerpo. Estaba completamente desnuda. La cara de vicioso que tenía el amigo de mi padre provocaba en mi una mezcla de miedo y de morbo que no podía explicarme. El desconocido volvió a sentarse.

  • ” Mi amigo tiene una teoría. Dice que las que son putas follando también lo son bailando. Y yo lo quiero comprobar. Pon algo de música y baila para nosotros.” – me ordenó mi padre.

La idea me resultaba divertida. Siempre me ha gustado bailar y no me ha importado que hubiera gente delante. De hecho lo prefiero. Es fácil excitar a un hombre con un par de contoneos y más fácil aún conseguir que te invite a una copa cuando estás de fiesta. Busque música lenta y me puse delante de ellos. Comencé a bailar lentamente. Me contorneaba, mis manos subían y bajaban por mi cuerpo, al son de la música, acariciándolo, mimándolo. A veces me detenía sobre mis pezones o mi coñito y jugaba un poco con él ... y mis gemidos acompañaban el ritmo. Noté por sus bultos y sus caras que comenzabas a excitarse. El extraño comenzó a tocarse la polla por encima de la ropa y mi padre, al verlo, no quiso ser menos. Yo seguía a lo mío, bailando y acariciándome. Cada vez estaba más caliente y ellos lo notaban. Antes de darme cuenta ya se habían bajado los pantalones y los dos estaban pajeándose con ganas. Ahora que las veía a las dos, la polla de mi padre era grande, pero es que la de su amigo era enorme.

Tenía que contenerme para no abalanzarme sobre ellas. Las deseaba dentro de mi, donde fuera pero dentro de mi. Comencé a masturbarme yo también. Primero un dedo y luego otro. Así hasta tres.

-“ ¿A qué estás esperando para comérmela zorrita?” . Me dijo el desconocido.

Era lo que estaba esperando oir. Me abalancé sobre ella como si me fuera la vida. Me la metí todo lo que pude en la boca y comencé a comérmela con ganas. Pero no quería dejar a mi padre fuera del juego así que mantuve el culo bien alto. Toda una invitación que mi padre no desaprovechó. No tarde en notar sus manos en mi culo y su lengua en mi agujerito. Me lo estaba comiendo. Eso sólo lo hacía antes de follármelo. De sólo pensarlo me excité aún más y aceleré la mamada que le hacía al desconocido. Quería disfrutar al máximo de la follada de mi padre y para eso tenía que conseguir que el otro se corriera lo antes posible.

Noté como mi padre metía un dedo. Cuando sentí el segundo supe que el que me metiera la polla era cuestión de segundos pero su amigo aguantaba. De hecho parecía que no quería correrse por mucho que yo lo intentase.

Cuando mi padre sacó los dedos supe que el momento había llegado. Relajé todo lo que pude mi ano y dejé de comérsela al extraño. Noté como la polla de mi padre presionaba mi agujerito y como entraba poco a poco. Mi padre había hecho bien su trabajo y me lo había preparado como sólo él sabía. Apenas me dolió y al poco empecé a sentir placer, ese placer descontrolado que sólo el sexo anal puede proporcionar. Comenzó a follarme poco a poco pero cuando vio que yo ya estaba disfrutando aceleró el ritmo. Yo tube que apoyarme sobre el respaldo del sofá, justo por encima del desconocido, que aprovechó para comerme las tetas y jugar con mi coñito. Me sentía en la gloria. El sudor recorría todo mi cuerpo, tenías los pezones doloridos y el coñito húmedo por las atenciones que me estaba dedicando el amigo de mi padre, mi culo se había abierto de par en par para recibir polla y las piernas empezaban a temblarme. La polla de mi padre se puso aún más dura. Estaba a punto de correrse y yo no quería ser menos. Aceleré el ritmo y los dos comenzamos a gemir y gritar como locos. En esas estaba yo, disfrutando como nunca, con mi cuerpo arqueado y cansado, cuando el desconocido me cogió de la cabeza, me la atrajo a la suya y me dijo:

-“Espero que hayas disfrutado zorrita porque ahora voy yo”.

Se me cortó el orgasmo de golpe. No podía ser que intentara meterme esa polla tan grande en mi culito. No podía caber y mucho menos darme placer. Me asusté y debí de cerrar el culo porque mi padre dio un respingo y le costó sacarla.

El amigo de mi padre me cogió y me sentó sobre él. Yo seguía sin reaccionar. Comenzó a restregar su polla, que se había relajado algo, en mi culo y en seguida noté como la volvía a tener durísima. Mi padre abrió un cajón del mueble y sacó la vaselina. Cuando la vi respiré aliviada pero cuando mi padre se la ofreció a su amigo éste dijo:

  • “Yo no uso de esas mierdas” y de un manotazo la tiró al suelo.

Así como me tenía, sentada sobre él y dándole la espalda, me hizo levantarme delante de él. Noté como me abrió el culo y comenzó a comérmelo. No me lo esperaba. Me estaba comiendo el culo que me acababa de follar mi padre y en el que se había corrido.

-“Relajate niña que esto no lo vas a volver a ver” – me dijo.

Y tenía razón. Difícilmente vería otra polla así. Y más difícil aún me follaría el culo. Pero ahora no tenía opción, Intenté relajarme y él lo notó. Comenzó a jugar con mi culito, a meterme un dedo y luego otro. Comencé a gemir. Mi padre se había sentado y se acariciaba la polla. Seguía viéndose satisfecho.

De repente el desconocido sacó los dedos y me atrajo sobre si hasta tenerme sentada sobre su polla. Se restregó un poco, lo suficiente como para que se le pusiera dura de nuevo y me levantó lo necesario para poner la punta en mi agujerito.

-“Relájate zorrita, que estas a punto de quererte morir de placer”, me susuró al oído.

Noté como empezaba a empujar. Noté cada milímetro de su polla entrando en mi culo. Apenas había metido un par de centímetros y ya me quemaba mi agujerito. Paró de empujar y yo pensé que lo bueno que tenía esa postura era que controlaba yo el movimiento. Me equivoqué. Me cogió de los hombros y empezó a empujarme hacía abajo. Lentamente pero con fuerza y sin pausa. Noté como se me caían algunas lágrimas y cerraba con fuerza la boca para no gritar de dolor. Miraba a mi padre buscando compasión pero el seguía ahí, sentando, tocándose la polla, disfrutando del momento.

Por fin noté como había entrado por completo. Pensaba que nunca llegaría ese momento. Me dejó así quieta unos segundos, para que mi culito se acostumbrara a su polla, y luego me puso las manos en las caderas y comenzó a moverme. Yo me dejaba llevar. Cada movimiento suyo era como si me clavaran mil agujas en mi culo pero había prometido a mi padre serle obediente y no era el momento para romper esa promesa. Ya llegaría ... Seguía yo pensando en esas cosas cuando me di cuenta de que el extraño jugaba con mis tetas. Me las apretaba con fuerza y me atraía hacía él. Había dejado de cogerme de las caderas para moverme y yo no había parado de subir y de bajar. Me había dejado llevar por la inercia del movimiento y me gustaba. A pesar de que mi culito estaba resentido y que probablemente no me podría sentar en una semana, me estaba comenzando a dar placer. Comencé a alargar los movimientos, cada vez subía más y bajaba con más fuerza. Comencé a gemir y cogí una mano del extraño y se la puse en mi coñito para que jugase con él. Puff, estaba en al gloria. No quería que se acabase ese momento.

-“Te lo dije zorra, que ibas a disfrutar”, me dijo el extraño mientras aceleraba sus emebestidas.

Estábamos sincronizados, yo bajaba con fuerza y el subía con ímpetu. Notaba como su respiración se aceleraba y su cuerpo se tensaba. Yo estaba a punto de correrme y parecía que él también. Aceleramos aún más el ritmo. Vi como mi padre tenía la polla otra vez dura y se pajeaba fuerte y rápido. Quería acabar con nosotros pero yo tenía otros planes.

Empecé a correrme entre gritos y gemidos y debió de ser la chispa que le faltaba al amigo de mi padre porque también se corrió. Mientras lo hacía se le puso aún más dura la polla lo que provocó que mi orgasmo fuera aún más intenso. En cuanto noté que el extraño bajó los brazos y se relajó, me levanté a toda prisa y me arrodillé delante de mi padre. Le quité la mano y me metí su polla entera en la boca. Comencé a comérsela con ansía y mi padre me cogió de la cabeza para empujarme hacía abajo. Antes de que me diera cuenta mi padre se corrió entre gemidos y yo me tragué toda su leche, sin dejar que cayera una sola gota.

Cuando mi padre retiró las manos de mi cabeza y pude levantar la mirada, le dije:

-“¿He sido buena hija papi?