De como mi padre me compartió con un desconocido

Con 22 años iba como loca por tener sexo con alguien y mi padre se puso a tiro!

Las relaciones sexuales con mi padre continuaron por espacio de dos años aunque fueron esos meses donde se concentraron casi todos nuestros encuentros, ya que una vez que mi madre volvió a casa era más complicado vernos sin que ella se diese cuenta.

Fueron unos meses muy intensos con experiencias nuevas para mí que han marcado el resto de mi vida y que tienen mucha culpa de cómo soy hoy día y de cómo vivo mi sexualidad y disfruto de mi cuerpo.

Durante esas semanas en las que aún estábamos mi padre y yo solos, teníamos varias veces cada día y cualquier sitio de la casa era ideal para ello. Mi padre pidió vacaciones en el trabajo para que pasáramos más tiempo juntos y pudiéramos gozar más el uno del otro. Cada vez nuestros cuerpos se conocían más y funcionaban mejor juntos, consiguiendo corridas más sonoras y placenteras, para desgracia de nuestros vecinos que yo creo que llegaron a sospechar algo.

Mi padre seguía haciéndome regalitos y el que más ilusión me hizo fue el de puta. Tacones altos, corpiño ajustado con las tetas al aire y tanga minúsculo. Cuando me vi con él en el espejo del baño me excité tanto que antes de salir me senté sobre el váter y comencé a tocarme allí mismo. Mi padre, que estaba esperando en el salón, debió de escuchar mis gemidos, porque cuando me di cuenta tenía su polla delante de mi boca. Sin dejar de meterme dos dedos en el coño empecé a comérsela y oí como mi padre me decía:

-“Eres más puta que las gallinas. No has podido esperar a llegar abajo para que te folle, ¿eh?”.

Mi padre cada vez me decía cosas más fuertes y cada vez me ponían más. Me seguía usando para su disfrute y yo encantada de la vida, ya que estoy convencida de que yo disfrutaba más que él de la situación.

A lo que íbamos, el baño. Seguí comiéndosela hasta que la tuvo bien dura y entonces me levanté y me apoyé sobre el lavabo, poniendo mi culo en pompa. Podía ver mi cara reflejada en el espejo y pensé que el disfraz me hacía justicia. No tardé en notar como mi padre se ponía detrás y me la metía de golpe por el coño. Mi padre ya había aprendido cuando estaba lo suficientemente excitada como para podérmela meter sin contemplaciones.

Con cada embestida yo abría los ojos y me volvía a mirar en el espejo.  Ahí estaba yo, vestida de puta, jadeando como una perra, con la polla de mi padre follándome y jugando con mi clítoris … ¿Qué más podía pedir? Pronto lo sabría.

Mi padre paró, sacó de dentro de mí su polla y se sentó sobre el váter. Yo le miraba a través del espejo sin girarme. La había sacado en el mejor momento, cuando estaba a punto de correrme, y él lo sabía … Me giré y vi como se estaba pajeando lentamente … Me provocaba. Sabía que deseaba su polla dentro de mí y me la mostraba en todo su esplendor. Fui hacía él, le di la espalda y me senté sobre sus caderas. Él se cogió la polla y me la metió de nuevo.

Quería que me follara así, quería seguir viéndome en el espejo, ver mi cuerpo desnudo sobre el suyo, ver como su polla entraba y salía de mi coñito empapado, como mis tetas subían y bajaban o como mi cara se retorcía de placer cada vez que me la metía. Me sentía toda una puta, su puta, y él lo sabía.

Cada vez estaba más excitada y cada vez estaba más cerca de correrme. Él acercó sus labios a mi oreja y me susurró:

-“Disfruta putilla mía que esta noche tendrás dos pollas para ti sola. Espero que no me dejes mal”

Si no fuera porque cuando me lo dijo ya empezaba a correrme, creo que ya no lo habría hecho porque me sentó como un jarro de agua fría. No estaba segura de entender lo que me acababa de decir. ¿Me quería compartir con otro hombre? No me lo terminaba de creer, ya no por el hecho de hacer un trío, idea que me aterraba, si no porque hasta ese momento todo lo que estaba pasando era nuestro secreto e involucrar a otra persona era como darle realidad a lo que hasta ese momento era una especia de fantasía.

Me levanté sudorosa de su polla sin decir nada y me fui a la ducha. Bajo el agua la cabeza aún me daba vueltas. No sabía cuales  eran los planes de mi padre, y aunque hasta ese momento no tenía razones para desconfiar de él ya que sólo me había proporcionado placer y morbo, no sabía si estaba dispuesta a dar el siguiente paso.

Cuando salí de la ducha mi padre ya no estaba allí. Me imaginé que había ido al otro baño así que me fui a mi cama, que apenas la había usado en los últimos días y caí rendida.  Estaba agotada. Había dormido bastante poco en los últimos días y no muy bien.

Me despertó un ruido. Me pareció que era la puerta de la calle al cerrarse. No sabía si mi padre se había marchado o llegaba de algún lado y antes de descubrirlo me volví a dormir. Cuando nuevamente me desperté, noté que había anochecido. No sabía cuántas horas había dormido pero aproximaba que al menos 4 ó 5. Escuché a mi padre hablar en el salón. Afiné el oído y me di cuenta que estaba manteniendo una conversación telefónica. Oí como se despedía con un “nos vemos en un rato” y colgaba. Me estremecí al recordar lo que me había dicho en el baño, que por la noche tendría dos pollas para mí …

Estuve un rato pensando en todo lo ocurrido antes de levantarme. Cuando entré en el salón vi como mi padre estaba sentado en el sofá viendo la tele. Cuando él se dio cuenta de mi presencia, me llamó y al acercarme a él me hizo sentarme de lado sobre él. Me dio un beso en la mejilla y me dijo:

-“Cielo, esta noche vamos a tener una visita muy especial. Va a venir un amigo mío y quiero que lo trates como si fuera yo mismo. Cenaremos los tres y luego ya veremos qué hacemos. Pero quiero que seas muy educada y que nos hagas caso en todo cuanto te ordenemos. Ahora vete a tu cuarto y ponte algo de ropa. Quiero verte provocativa. Luego quiero que vayas a la cocina y prepares la cena, yo ya he hecho la compra mientras dormías. Cenaremos a las nueve. ¿Lo has entendido?” me dijo.

Vaya si lo había entendido. Me intentaba engañar a mi misma pensando que no pasaría nada con su amigo, que cenaríamos y se iría a su casa. Pero ni yo misma me creía mi mentira. Por otro lado tenía curiosidad por saber qué amigo sería. Mi padre no tenía demasiada vida social y los pocos amigos que tenía los conocía, aunque fuera de oídas.

-“Si, papá, lo he entendido. Haré todo cuanto me pidas” le contesté.

-“No, cielo, no lo has entendido. Has de hacer todo cuanto yo o él te digamos. Todo. ¿Lo has entendido ahora?” me respondió.

Agaché la cabeza y asentí, pero mi padre me cogió del mentón para levantármelo.

-“Quiero oírtelo decir” me dijo mientras me miraba a los ojos.

-“Si papá, haré todo cuanto me ordenéis”, susurré.

-“Bien, esa es mi chica, no esperaba menos de ti” oí que me decía.

No me quedaba otra que hacer caso de mi padre así que me fui a mi dormitorio para vestirme. Sus órdenes habían sido claras: quería que fuera provocativa. Mi padre quería lucirme esa noche y yo no le iba a fallar. Seleccioné con detenimiento la ropa: una minifalda negra bien ajustada, un top rojo en el que se me marcaban los pezones al no llevar sujetador y que me hacía un buen escote, un tanga negro de encaje y unos zapatos de tacón. Además me recogí el pelo y me maquillé. Para los labios elegí un carmín rojo intenso. Una vez terminada me miré en el espejo. Era el mismo espejo en el que me había visto reflejada esa misma tarde vestida de puta pero ahora me sentí mucho más puta que en ese momento.

Bajé a la cocina y de esa guisa comencé a hacer la cena. Cuando ya llevaba un rato en la cocina escuché el timbre y luego a mi padre hablar con otro hombre. Como no me habían llamado yo seguí a lo mío hasta que al poco mi padre vino a la cocina, se me quedó mirando y me dijo:

-“Sabía que no me defraudarías. Si no tuviéramos visita te follaría aquí mismo pero hoy me tendré que contener. Tráenos un par de copas y algo para picar … y de paso te presentaré a mi amigo” me dijo.

Asentí con la cabeza aunque él ya no me vio. De nuevo sola en la cocina comencé a pensar en las palabras de mi padre. Él siempre se mostraba muy seguro de mis reacciones. Siempre me decía cosas como “sabía que harías esto o lo otro”. Parecía conocerme mejor que yo misma y eso era lo que me daba seguridad para seguir adelante. Pero no estaba convencida de que en la encerrona de esta noche también hubiera acertado.

Cuando entré al salón con las copas pude ver por fin el motivo de mis preocupaciones: se trataba de un hombre de unos 45 años, fornido, muy moreno de piel y aparentaba ser algo rudo. No lo había visto en mi vida y no lo he vuelto a ver. Aún es el día que no sé de donde salió. Saqué fuerzas de donde ni sabía que tenía y fui hacía ellos. Hablaban de fútbol y al aproximarme dejaron de hacerlo para mirarme. Noté como el extraño me devoraba con la miraba. No se cortaba un pelo en mirarme el culo o las tetas, al punto de incomodarme. Cuando me incliné cerca de él para poner la bebida sobre la mesa, me cogió con fuerza de la cintura y me sentó sobre él. Me asusté e inmediatamente miré a mi padre pero él sólo sonreía.

-“Así que tú eres la cocinera, ¿eh? Si llego a saber que estabas tan buena habría venido esta misma mañana. Lo vamos a pasar bien, muy bien. Tu novio ya me ha dicho lo puta que eres”, dicho esto me soltó y pude levantarme. ¿Mi novio? Cada vez entendía menos. Si era amigo de mi padre, ¿cómo no podía saber que era su hija? ¿O era su forma de hablar? En cualquier caso me volví a la cocina a terminar la cena.

No tardamos mucho en estar los tres sentados en la mesa y comiendo. Yo apenas probaba bocado, no tenía apetito. Mi padre comía poco a poco, sin duda estaba disfrutando de la situación. El extraño, más que comer, devoraba … y a pesar de ello no dejaba de mirarme. Nadie hablaba.

Pensé que algo de alcohol haría que todo lo que estuviera por venir fuera más llevadero así que bebí un par de copas de vino, suficiente para pillar ese punto de alegría en el que todo te hace gracia y no entiendes muy bien el por qué.

Cuando terminamos de cenar y comencé a recoger la mesa, mi padre me dijo que lo dejara y los acompañara al salón. Mi padre entró primero y se sentó en el sillón y luego el hombre se sentó en el sofá. Yo me quedé quieta ya que no me hacía mucha gracia sentarme al lado del extraño pero mi padre solucionó mi duda:

-“Tú no te sientas. Te quiero de rodillas delante de mí”, la noche no había hecho más que empezar.

Me arrodillé delante de él y mi padre me cogió la cabeza. Comenzó a restregármela sobre sus pantalones y pude notar como su polla se ponía cada vez más dura. De reojo pude ver como el extraño se tocaba por encima de la ropa y sonreía. Mi padre se abrió el pantalón y se bajó los calzoncillos. Su polla ya estaba libre y pidiendo guerra. Me miró y me dijo:

-“¿A qué esperas?”

Comencé a lamerla, cada vez con más ganas. Ya no pensaba en el hombre ni en lo que estaría haciendo. Me gustaba comerle la polla a mi padre, disfrutaba con ello casi tanto como él al hacérselo. Y ahora lo estaba haciendo. Me la metí en la boca mientras jugaba con sus huevos. El ya gemía de placer y yo me subí la minifalda para tocarme el coño. Éramos él y yo, como hasta ese momento …

Hasta que vi otra polla a un palmo de mi cara. Sorprendida dejé de comérsela a mi padre y giré mi cabeza. Aquel hombre se había bajado los pantalones y se estaba pajeando al lado de mi! Me quedé atónita, por la sorpresa y por el tamaño de su polla. Aún hoy no he visto nada igual. Era enorme. No era sólo más larga que la de mi padre si no también más gruesa. De lo sorprendida que estaba no reaccioné cuando aquel hombre me cogió de la cabeza y me la empujó hacía él. Cerré rápidamente los labios pero no le importó y comenzó a restregármela por toda la cara. No podía abrir la boca para pedirle ayuda a mi padre porque seguro que me la habría metido de golpe, y no podía girarme porque me tenía la cabeza bien cogida.

-“Ahora no te hagas la estrecha que tu novio me ha dicho lo zorra que eres, que las dejas bien limpias después de comértelas. Abre bien esa boquita que ya verás como te entra. Siempre entra. Así la irás conociendo para cuando te folle luego”, me dijo el extraño.

No sabía qué hacer hasta que escuché a mi padre susurrarme al oído.

-“Joder, ahora no me dejes mal. Abre esa boquita de puta que tienes y cométela entera”.

No podía creer lo que mi padre me estaba diciendo, realmente lo iba a hacer, quería que me follara otro delante de él. Finalmente cedí, si eso era lo que él quería, eso haría. Y lo pensaba disfrutar. Iba a gemir como nunca lo había hecho y allá él con su conciencia.

Con una mano le cogí la polla al desconocido y comencé a pajearlo, aún sin abrir la boca, y cuando éste se calmó y comencé a controlar la situación, comencé a lamerla de arriba abajo. Cuanto más la tocaba o lamía, más me sorprendía su tamaño. Tenía serias dudas de que eso trozo de carne entrase en mi coñito pero por mí no quedaría. Seguí lamiéndola, cada vez con más ganas, hasta que por fin decidí a intentar metérmela en la boca. Tuve que abrirla al máximo y metérmela poco a poco. Él pegaba alguna embestida pero yo le empujaba hacia atrás para que entendiera que el ritmo lo ponía yo.

Estaba disfrutando. El tiempo me ha enseñado que cuando más poder tiene una mujer sobre un hombre es cuando se la está comiendo. Si lo sabes hacer bien, si le proporcionas el placer necesario, todo cambia. Fui empujando poco a poco al extraño sin dejar de comérsela hasta que éste cayó sentado  en el sofá. Yo seguía de rodillas delante de él. De repente sentí algo que se metía en mi coñito. Mi padre se había agachado y había conseguido meterme un dedo. Una vez dentro, comenzó a tirar hacía arriba hasta que consiguió que yo estuviera de pie, reclinada sobre el desconocido para no dejar de jugar con su polla. Viendo las intenciones de mi padre, abrí bien las piernas. Sentí la lengua de mi padre jugar con mi coñito y con culo. Iba de un agujero a otro, consiguiendo que me mojara aún más. Yo intentaba no despistarme y seguir proporcionando al extraño el mayor placer posible. Noté como mi padre dejó de comerme el coño, me cogió de la cintura y me la metió de golpe. No me lo podía creer. Mi padre me estaba follando mientras me comía la polla de un hombre que no sabía quien era. La situación me resultaba super morbosa y estaba disfrutando como nunca. Hasta la polla de mi padre me parecía más dura y grande!

Mi padre cada vez me embestía con más fuerza, lo que complicaba cada vez más que se la comiera al extraño. Continuamente se me salía de la boca y él estaba empezando a impacientarse, así que tomé la iniciativa y me incorporé. Me saqué la polla de mi padre de mi coñito y me di la vuelta, retrocedí y me senté sobre el desconocimos, bien abierta de piernas. Comencé a moverme y notaba su enorme polla rozar con mi coño, mientras él sacaba mis tetas del top y empezaba a  apretarlas con fuerza. Mi padre no dejaba de mirar mientras seguía pajeándose. No parecía importarle que le hubiera dejado a medias.

Como estaba lo suficientemente mojada para intentar que el desconocido me la metiera, me separé lo justo de él para cogerle la polla y dirigirla a mi coñito. Empecé a bajar poco a poco y noté que entraba con cierta dificultad, pero entraba. Él, cogiéndome de las caderas, intentaba que bajase del todo, pero yo controlaba la situación. Finalmente me la metí entera y esperé unos segundos a que mi coño se acostumbrara al nuevo tamaño. No me había dolido pero tampoco lo había disfrutado demasiado.

-“¿Ves zorra como si que te cabía? Te lo dije, siempre cabe, y a las zorras mejor” me dijo mientras intentaba moverse.

Comencé a moverme poco a poco. Luego un poco más rápido. Cada vez sentía más gusto abajo … después placer … y después mucho placer. Ya no podía ahogar mis gemidos.

Mi padre seguía delante de mi pajeándose. Se me acercó lo suficiente para poderle coger la polla y estirar de ella hasta tenerla al alcance de mi boca y comenzar a comérmela. Ahora era el extraño el que me follaba y mi padre el que me la metía en la boca. Casi no puedo evitar mordérsela cuando me corrí.

Aún estaba disfrutando de mi orgasmo cuando noté como el extraño se tensaba, me cogía con más fuerza y comenzaba a gemir más fuerte. Estaba a punto de correrse y eso era algo que no me quería perder. Me saqué la polla de mi padre la boca, me levanté de encima de él y comencé a comérsela. Esta vez dejé el culo en pompa para que mi padre no me tuviera que levantar y él no desaprovechó la invitación.

Seguí comiéndosela hasta que vi que iba a correrse y me la saqué de la boca. No iba a permitir que un desconocido se corriera en mi boca. Él me quitó la mano y comenzó a pajearse apuntando a mi cara, mientras mi padre seguía follándome. Cuando me quise dar cuenta, el extraño se estaba corriendo en mi cara. Me la llenó entera de leche pegajosa, caliente y espesa. Intenté coger un cojín para limpiarme cuando mi padre me sacó la polla y me hizo arrodillarme frente a él. Comencé a comérsela, aún con la cara llena de leche, y antes de que me diera cuenta mi padre estaba corriéndose dentro de mi boca. Ésta si que me la trague, hasta la última gota.

Caí rendida sobre la alfombra. Me sentía toda una perra. Había follado con un desconocido delante de mi padre, me había llenado la cara de leche y luego me había tragado la de mi padre. Mi único consuelo es que el extraño no me había follado el culo, con la polla que tenía no creo que me hubiera podido sentar en una semana de haberlo intentado.

Cerré los ojos. Me sentía satisfecha de lo ocurrido. Había disfrutado como nunca y mi padre seguía acertando sobre mis apetencias.  Así, semidesnuda y sucia, me dormí. Aunque no por mucho tiempo ...