De cómo le hicieron nuestro hijo a mi mujer (2).
Después de los años, reemprendo el relato de cómo le hicieron el segundo hijo a mi mujer, debido a mi esterilidad, tuve que recurrir a otros hombres para inseminarla. De forma natural, por supuesto. Esta vez consciente de ello, una preciosa nena. Espero que os guste.
Después de que tuviéramos un niño estupendo y sano, gracias a la colaboración de mi amigo Joaquín, que me hizo el favor de preñar a mi mujer por la vía natural, aceptando el montaje que pude organizar para que copulara con ella sin que fuera totalmente consciente, (Lo expliqué en mi anterior relato de hace tiempo) al cabo de dos años ella me sugirió que era hora de tener otro hijo, a ver si había suerte y era una nena.
Cariño, dejaré de tomar anticonceptivos si te parece y enseguida estaré receptiva otra vez, con un buen esperma volveré a estar preñada.
¿Con un buen esperma?
Claro, cariño, es lo suyo, ¿no? Hacemos el amor a menudo y me quedo…
No, sí, claro, pero me ha extrañado la forma de decirlo… con un buen esperma…
Pues eso, cariño…tú ya sabes lo que hay que hacer…
Por supuesto, acepté, no podía negarme, pero me quedé dubitativo…por la manera de decirme “tú ya sabes lo que hay que hacer”, me pareció que era insinuante sobre buscarle un padre a nuestro nuevo hijo.
Así que comencé a cavilar quién y cómo podría preñarla esta vez. Joaquín ya estaba casado de nuevo y muy enamorado así que lo descarté de entrada, aunque hubiera sido lo mejor, así serían hermanos de padre también.
Recordé cada momento de aquello, y en muchas ocasiones me había servido para excitarme con Clara, Sentí unos celos terribles y, a la vez, me excitó muchísimo ver a Clara debajo de Joaquín y no se me olvida que ella, medio inconsciente, cómo disfrutó del polvo, incluso sospecho que más de lo que pienso, a juzgar por los gemidos apagados que emitía cada vez que él le endiñaba hasta los huevos su gorda polla, con el golpe de cadera que yo veía perfectamente, Joaquín tiene una polla mucho más gorda que la mía y su vagina no pudo ser insensible.
El tiempo pasa rápidamente, no había encontrado solución y Clara ya estaba receptiva, controlaba sus reglas y me dijo que ya era el momento. Debía actuar pronto, pero estaba indeciso.
Como era previsible, al cabo del mes volvió a tener la regla, a pesar de nuestros polvos habituales.
Cariño, no ha habido suerte …hemos hecho el amor bastante, pero nada…qué raro, ¿no te parece?
Um, sí. No te preocupes que ya te quedarás…
A ver si no soy fértil…o has perdido esperma…bueno, ya veremos…si no, pediremos ayuda…
¿Ayuda?
Sí, claro, a algún experto…ya sabes…alguien que sepa de esto…
Sí, claro…alguien que sepa...
Así que alguien que sepa de esto…no sé si era paranoia, pero sospeché que sabía que “alguien que sepa” se refería a alguien que sepa hacer un hijo, y hacer crecer un bombo en su precioso vientre.
Al tercer mes ella se presentó un día con unas pastillas que le había recetado un médico experto en fertilidad, no me había dicho que iba a ir a verlo y protesté.
Pero cariño, no te quería preocupar. Estas pastillas son para incrementar mi fertilidad, en todo caso no harán daño.
Bueno, no creo que tengas un problema de fertilidad…
¿Y por qué no me quedo preñada, eh?
Lo cierto es que las pastillas lo que le incrementaban era su libido. Cada día estaba más caliente y quería follar a todas horas y yo comenzaba a estar un poco ansioso, no acababa de encontrar solución. Y ella empezaba a tener comportamientos muy libidinosos, suponía que por las dichosas pastillas.
CENA DE TRABAJO, LAS COSAS EMPIEZAN A CAMBIAR.
Una noche fuimos a una cena de esas de trabajo, con sus compañeros y compañeras. Se había comprado un vestido corto, de un verde manzana, ajustado a su figura, sin espalda, anudado a su cuello con dos tiras por delante, escandalosamente estrechas, de manera que se le veía parte de los pechos por el costado, y sin sujetador, de manera que se bamboleaban sus pechos y se marcaba el pezonazo. Unos zapatos negros de tacón alto acababan de resaltar su figura, un collarín pequeño alrededor de su cuello delicado y unos pendientes de aro grandes. Me quedé atónito. Ella siempre tan recatada, crítica con las mujeres que se vestían así. Pero estaba espléndida.
Hay que decir que la maternidad le había sentado bien y su cuerpo se había puesto más exuberante, más femenino, digamos que de jovencita a mujer hecha. Se había ensanchado de caderas y había moldeado un buen culo y unos muslos turgentes.
Después del parto se había cuidado mucho, había hecho mucha actividad física y había recuperado la esbeltez de su cintura i vientre, pero las tetas se le habían quedado más grandes, los pezones gordos, las tetas, muy redondas y separadas (ella siempre había dicho que aunque se pusiera escotada no enseñaba la regatera) se le habían quedado un poco caídas y un tanto desparramadas hacia los lados, con cualquier ropa le destacaban mucho, una hembra deseable y muchos la miraban por la calle con deseo evidente. A mi me excitaba imaginar que se la follaban, se ve que tengo madera de cornudo.
Cuando entró en el coche me sorprendí, lo ajustado del vestido provocaba que al sentarse, se le subiera y pude ver claramente su coño rasurado. Eso ya era del todo extrañísimo en ella.
Cariño, ¿no te has puesto bragas?
No, cielo, es que me molestaban. Pero no sufras, no te pongas ahora celoso.
Claro que me puse celoso, su vulva era de capítulo aparte, un coño espectacular. Los labios externos muy gruesos y carnosos, los internos pequeños, de forma que los externos lo cierran excepto por el clítoris, grueso y carnoso, que se deja entrever, incluso cuando no está excitada, pero cuando está caliente, es muy visible entre la carnosidad de sus labios. Y en estos días, lo tenía todo inflado, prominente.
Al llegar al restaurante la salieron a saludar primero dos de sus compañeras. Las conocía pero tuve unos momentos de duda, estaban desconocidas, como Clara, exultantes, sexys, arregladísimas. minifaldas, escotes,
Joder, Clara, estás rompedora.
Y vosotras, jo, qué guapas.
Se van a enterar ésos.
Ésos eran sus colegas. Su jefe había hecho un fichaje reciente, una chica rubia, explosiva, que iba a la oficina muy provocativa, como si fuera a una discoteca. Todos del trabajo babeaban con ella y ahora habían decidido darles una lección.
Me enteré cuando le pregunté a una de las amigas, Clara no me lo había dicho, pero por eso iban rompedoras, claro que se habían puesto de acuerdo y lo iban todas. De todas maneras, me fijé porque todas iban en minifalda y las otras dos enseñaron las braguitas, negras de encaje, la única a la que no se le pudo ver las bragas fue a ella, evidentemente, porque no llevaba.
En el restaurante al sentarse, como en el coche, la faldita se subía mucho y cualquiera podía verle el coño si separaba los muslos. No vi que tuviera mucho cuidado en juntarlos. Más bien pensé que se divertía mucho poniendo calientes a los tíos con su preciosa vulva.
Por supuesto, todo el mundo de su trabajo supo esa noche cómo de espléndida era su carnosa y prominente vulva rasurada y qué buenos pechos tiene.
Después de cenar fuimos todos a una disco, y allí todo era más caliente, bailando y bebiendo. El movimiento de sus tetas era escandalosamente sexy, pensé que se le saldrían fuera, los movía intencionadamente y sus pezones estaban duros.
Observaba que comentaban en voz baja entre ellos y sonreían, mirándola, seguro que obscenamente. Yo estaba celoso y excitado, ese comportamiento era absolutamente desacostumbrado, siempre lo había considerado poco digno y vergonzoso.
Cariño, ¿no te importa ir enseñando el coño?
Bueno, ¿y qué? Que sufran...mi coño es de mi marido...es el que me lo folla…
No hacía nada por ocultarlo, más bien al revés, yo creo que le encantaba la situación. Y a mi me hacía sentirme celoso y muy orgulloso de ella, al mismo tiempo. Esa fabulosa hembra era mía.
Todos los tíos y, sobre todo su jefe, un ejecutivo joven, estuvieron intentando seducirla toda la noche, estaba encantada con la situación y la sacaban a bailar casi continuamente.
Yo también, claro, pero ella estaba incansable y me retiraba a la barra a beber algo, una compañera suya, la rubia fichaje de su jefe, había perdido el protagonismo, era muy rubia, se vino conmigo , se sentó enfrente en un taburete, y me daba conversación, llevaba un top ajustado y abierto por delante, “cerrado” con unas tiras de tela pero que dejaban ver su piel de arriba a abajo y una faldita amplia cortita de flores, era tan alta como yo y con una muy buena figura, era simpática, con unos ojos muy azules, preciosos, y me distraje con ella.
Clara y sus amigas bebían bastante, cada poco les daban gin tónic, los tíos del trabajo estaban babeando con ellas, Sus maridos no estaban muy contentos y se vinieron conmigo y la rubia. Hablábamos de cosas banales, la rubia era muy solícita y no ponía inconveniente en que le pusieran la mano en los hombros o en los muslos.
Un momento que miré, Clara estaba bailando pegada a su jefe, acariciando su desnuda espalda, hablaban mientras tanto, y otro tipo estaba por detrás, sobándola, reía y se divertía, pero los tipos no perdían ocasión de restregarle la polla, sobre todo el de atrás por su imponente culo. Llevaba la faldita muy subida, casi a ran de chocho, al levantar los brazos por encima de los hombros de su jefe se le subía el vestido y tenía sus tetas aplastadas contra él, de forma que casi se le salían enteras por los lados de las tiras del vestido, el de atrás con las manos por sus costados las acercó al desparrame lateral de sus tetas y se las acarició, pero ella estaba encantada, y era imposible que no se diera cuenta del restriegue de pollas, seguramente duras, y del manoseo de teta.
Esta Clara es desconocida para mi, pensé, siempre había sido una mujer que había criticado estos comportamientos cuando los veía, lo calificaba como “esa chica es una calientapollas”, “qué poca dignidad, por dios”. Y la estaba viendo en esa situación de “calientapollas”, dejando que le restregaran la polla por su culo y su vientre y le tocaran los pechos.
Sus amigas tampoco se quedaban atrás pero no tanto como Clara. La rubia se dio cuenta y me dijo:
No te preocupes, es solo la juerga, ya se pasará. Mucho alcohol.
La miré y le sonreí, en esos momentos uno de los dos maridos le estaba subiendo la mano hacia sus tetas por el costado y el otro le sobaba el muslo, pero ella no protestaba. Me miraba.
Eres una encanto de hombre, si te decides, me lo dices. No me tienen mucha simpatía, me marginan pero no les he hecho nada, puede que sus maridos sean más amables.
Me di cuenta que no era una mujer superficial, era inteligente, y que habían sido injustas con ella.
Me volví hacia Clara, ahora se había sentado en un sofá, mejor dicho, vi que se dejó caer en un sofá, al lado de la pista, casi estirada y sin cerrar del todo las piernas, desde donde estaba, a pesar de la poca luz, vi su vulva cuando se dejó caer en el sofá.Las tetas desparramadas hacia los lados, casi se le salían, incluso el pezón de la izquierda lo tenía fueray no hacía nada por cubrírselas.
Le pusieron otro gin tónic en la mano. Tres tipos a su alrededor, uno sentado a su lado y dos de pie, uno su jefe, de frente, pudiendo entrever suespléndido coño y su pezón.Hablaban y reían.
El tipo que estaba sentado a su lado, le puso una mano en la rodilla, como si fuera natural y la dejó allí. Pensé que le sobaría el muslo y me pregunté qué haría ella. Pero no, lo que hizo fue irle separando la rodilla para que su jefe pudiera tener una mejor vista de su coño.
Sorprendentemente, ella se dejó hacer y al cabo de poco, estaba exhibiendo, obscenamente abierta, su preciosa vulva a su jefe y hablaba con él como si nada. Sabía que todos, incluso yo, teníamos la polla dura. Estaba en el rol que tanto criticaba, una calientapollas.
Entonces ella miró hacia mi y me dedicó una amplia sonrisa, encantadora y pícara. Le devolví la sonrisa. Nos mirábamos a los ojos mientras ella estaba despatarrada delante de aquellos tipos. Me excité muchísimo y creo que ella lo supo. Al cabo de poco se levantó, recompuso la ropa, se metió la teta dentro (sabía que estaba mostrando pezón) y vino hacia mi, que estaba con la rubia y los maridos.
Salimos a bailar y en medio de la pista me morreó con ganas. Me abrazó y me susurró.
¿No ves, cariño?, para mi solo estás tú, umm, eso que noto es tu polla dura….
Me has puesto a mil con tu espectáculo…
Ummm...si me quieres acabar de hacer feliz, échame un polvo
¿Cómo? ¿Aquí?
Sí...que vean quien es mi hombre...vamos a algún rincón y me follas, tengo ganas de correrme...y tú también...lléname de esperma…
Se me puso la polla como una piedra, la llevé delante de todos hacia los lavabos y, en un rincón, antes de entrar, la apoyé contra la pared, ella se colgó de mi , se despatarró y levantó una pierna.
Clávame, cariño, jódeme...
No tardé en sacármela y se la endiñé, por supuesto todos se dieron cuenta. Hubo un tipo que iba a los lavabos, desconocido, que miró y sonrió:
Me pido turno después, si puede ser...
¿Con él o conmigo?
Jajaja, contigo, cariño…eres material de primera...
Ah, vale, te pongo a la cola, hay varios delante de ti esperando su turno...ya te aviso.
Jajaja, eso sí que es una mujer…
Desconocía ese desparpajo de Clara, la verdad es que me excité mucho más.
Nos corrimos a la vez al cabo de dos minutos, bestialmente, ella muy sonoramente, me besó y nos relajamos.
Voy al lavabo a recomponerme y nos vamos cielo, estoy borracha.
Vigila con ese tipo…
Jajaja...no sufras que sé manejarme...y a lo mejor…
¿Cómo?
Jajaja...no sufras...
Yo también fui y después me fui a la barra con la rubia, a esperarla.
Me encantaría un hombre como tú. Les habéis dejado a todos tiesos y estupefactos.
Bueno, ha sido idea suya.
Me entretuve con la rubia y al cabo, pensé que Clara tardaba. Me sorprendí excitado ante el pensamiento que el tipo se la estaba tirando, no le hubiera costado nada, levantarle un poco la faldita y endiñarle la polla, como yo, pensé que igual hasta la preñaba. Cuando vino, estaba como un pincel y tranquila, lo descarté.
Has estado la más sexy de todas, te ha gustado enseñar el coño, cariño.
Y algunos me han sobado las tetas, pero me ha puesto caliente y a ti te ha gustado, vaya polvazo me has echado...ummm, te quiero.
Es que se te salen las tetas por los lados, pero yo solo he visto uno que te metía mano bailando y se restregaba la polla en tu culo.
Creo que dos o tres más que no has visto, cariño.
En el trabajo estarás en boca de todos.
Sí, pero ya volveré a ser la profesional seria y de malas pulgas de siempre.
Aquello ya me dio que pensar, mi casta, pureta y tímida mujer estaba cambiando.
La solución me vino sin esperarla en forma de mi padre. Lo explico en el siguiente capítulo.