De cómo H.FX y Perritillo me hicieron sentir mujer
El dia que Hombre FX y Perritillo me hicieron sentir una mujer de provincias.
La tarde del 29 de octubre, mientras una señora noruega asesinaba a besos a su hija recién nacida, yo me encontraba encerrado en mi dormitorio.
Me había pasado las últimas 525 horas estudiando un manual ilustrado a todo color. Un manual satinado de peluquería canina que la noche antes había robado del buzón de Roberto, mi vecino con síndrome de Proteus, al que yo consideraba como a un padre en estéreo.
Una fotografía de una perrita pequinesa con los ojos amoratados y una vagina reflectante me distrajo por unos instantes. Si se unían los ojos con el trazo imperfecto de mi bolígrafo de Eroski y se pronunciaba al mismo tiempo la palabra "Ghhjkimvdd" se podían ver con pasmosa claridad dos nombres propios sobreimpresos en la imagen canina: Hombre FX y Perritillo. Esta simbiosis de nombres me produjo una erección instantánea así que enseguida quise llamar al actor que el 1975 interpretó un comercial televisivo sobre el asombroso poder indestructible de los vasos marca Duralex. Pero la voz sinuosa de Roberto, que se colaba cada cinco segundos, por el cuello atrofiado de Gena Rowlands me persuadió de hacerlo.
Así las cosas no me quedaba otra que rezar. Rezar como sólo un niño focomélico puede hacerlo. Y créanme si les digo que mis oraciones dieron sus frutos silvestres. A través del pomo nacarado de mi escritorio pude ver cómo asomaba el pene erecto de Hombre FX (en adelante HFX).
Confieso que en ese momento yo no cabía en mí de gozo (aunque si que lo hubiese hecho en el pentagrama de una partitura donostiarra). Agarré esa polla lustrosa de HFX y me la llevé a la boca sin pensar en las consecuencias. La succioné con fruición. Tanto que pude sentir con la punta de mi lengua que las venas hinchadas de su tronco se habían unido en un amasijo irregular para formar el perfil victoriano de Perritillo (al que yo adoraba casi tanto como a HFX y al que a partir de este momento nos referiremos como PRT).
Apreté los dientes con fuerza y arranqué esa trama venosa en forma de PRT de la polla de HFX. Como yo ya me había corrido una docena de veces, el amasijo de venas navegó cual balsa por los afluyentes lechosos en los que se habían convertido las baldosas de mi habitación. Llegados a este punto he de puntualizar que, mirando de cerca con la ayuda de mi lupa de aumento, podía observarse que sobre la balsa yacían los cuerpecitos inertes de dos chavalines asediados por la sed de venganza del malvado Robert Mitchum. Pero lo cierto es que visto a pelo (sin lupa de aumento) lo que allí se veía no era más que eso, un amasijo de venas con la cara de PRT.
Cuando la balsa conteniendo el amasijo de venas en forma de PRT alcanzó el enchufe trifásico situado bajo la cama, se produjo una corriente ecléctica, haciendo que los plomos se fueran a tomar viento fresco. Cuando, cinco años más tarde, volvió la luz, pude darme cuenta de que el diccionario de sinónimos chinos había desaparecido. Como compensación, los cuerpos de HFX y PRT se habían materializado sobre la funda nórdica.
El cuerpo atrofiado de HFX se encontraba tumbado sobre la cama, con el pene aún bien erecto. El cuerpo de PRT hacía de bailarina rusa hastiada por el paso del tiempo, girando sobre su pecho como una peonza.
Ambos me miraban con sonrisa maliciosa y amor infinito.
Y yo sentía un ligero escozor en los pliegues de mi polla repugnante.
Y con razón.
Porque mi polla repugnante ya no era tal, sino una enorme y amable vagina septentrional.
Y yo me sentí feliz por primera vez en muchos años.
Porque HFX y PRT me habían convertido en una bella mujer de provincias.
Yo les hice un gesto con la mano para que abandonaran el terreno anodino de mi lecho y se acercaran a examinar de cerca su obra.
De un salto se plantaron frente a mi esplendorosa vagina campestre. Hundieron sus dedos en el interior y la dilataron hasta unos límites inconcebibles.
Con los dedos aún impregnados de mis jugos, Perritillo farfulló: "Una vagina que me parece normal".
A lo que Hombre FX añadió: "Una vagina que deja mucho que desear. Bastante aburrida".
Y ambos se fundieron en un largo y apasionado beso.