De como entregue a mi mujer a su nuevo macho....
Os describo el dia que entregué a mi caliente mujer a Ángel, un corneador de primera.
Desde aquel primer café una tarde de febrero, Carlota no deseaba otra cosa que volver a ver a Ángel, aunque sin embargo no se atrevía. Le habían fascinado ese macho dominante que me dejaba a mi, su marido, en una ridícula posición. Aunque a la vez ese sentimiento le hacía calentarse de una manera que no conocía....
Si, mi mujer era toda una mezcla de deseo ardiente y temor, una potrilla salvaje sexual y una señora distinguida que ocultaba muy bien toda la lujuria que albergaba en lo más profundo de su espíritu humano.
Un esperado y acertado día
quedamos con Ángel en un hotel de Gandía. Yo había alquilado la habitación para la tarde noche del sábado. Acudimos temprano a la cita y estuvimos tomando una cerveza en un bar de la playa hasta que se hizo la hora. Carlota iba espectacular, como suele hacerlo. Aunque era febrero, hacia un sol bastante bueno a eso de las 4 y media de la tarde y mi mujer podía exhibir sin tapujos ese cuerpo de diosa que tiene. Vino con un precioso abrigo de piel marrón estilo ruso que se quito enseguida. Debajo llevaba un minivestido blanco de invierno, de suave lana y muy ceñido que difícilmente le cubría hasta la mitad del muslo. Según en que posición se sentase, era todo un maravilloso espectáculo para un grupo de guiris que estaban estratégicamente sentados. Los imagino empalmados mirando contornearse en la silla los tremendos muslazos de mi mujer. El camarero tampoco quiso perderse esta exhibición y cada 2 minutos lo teníamos en nuestra mesa preguntando si deseábamos tomar algo más y de paso aprovechaba para examinar con detenimiento y de una forma un tanto descarada el generoso escote del vestido, que dejaba ver perfectamente las dos mitades superiores de los preciosos melones de Carlota. Para rizar el rizo, llevaba unos zapatos de leopardo acabados en una prominente punta y con unos finísimos tacones de vértigo. Realzaban el perfil de sus maravillosos muslos unas medias de rejilla que la hacían más provocativa aún. Interiormente llevaba un tanguita de color rojo y un sujetador del mismo color el cual apenas cubría la aureola de sus preciosos senos y además los realzaba juntándolos y que se asomasen triunfantes por el escote.
Y vino así vestida porque Ángel, se lo ordenó. Parecía una fulana a punto de irse a su punto de trabajo.
Además, Carlota sabe comportarse como una hembra provocativa y le encanta forzar según que tipo de situaciones. Habia sacado del bolso su pintalabios rojo intenso, y se lo estaba aplicando de una manera tremendamente libidinosa mirandose a un espejito. Haciendo una O con los labios, abriendolos y cerrandolos, pasandose la lengua de una comisura a otra muuuuy despacio......nuestros calientes amigos de la mesa de enfrente miraban boquiabiertos deseando ser ese pintalabios por unos minutos. De repente, Carlota dejo caer el pintalabios debajo de la mesa y se bajo ella tambien a buscarlo....... para que comentar. El camarero y los ingleses disfrutaron de un espectaculo erotico que tardarian en olvidar. Mi mujer empezo a moverse como una serpiente debajo de la mesa; se ponia en cuclillas, se arrodillaba, se giraba.....y todo este movimiento en menos de 4 baldosas. El minivestido renuncio pronto a mantenerse en su posicion, subiendose un palmo por la parte de abajo y bajando casi otro por la parte de arriba. La vision de esas piernas duras y tersas, de esos muslos que querian romper las medias, de su microtanga rojo perfectamente visible que a duras penas contenia el culazo y las caderas de mi mujer, del vaiven de sus gloriosos pechos a punto de desbordarse del escote.....La algarabia anterior del grupito se habia tornado en un silencio violento y expectante. Yo sonreia mientras veia como a un par de estos tipos se les vertia la jarra de cerveza por su camisa y ni siquiera pestañeaban. Pero hubo un momento en que pense que la situacion estaba a un tris de una violación multiple, podia palparlo. Empece a fijarme en como alguno de estos tipos hacia ademan de levantarse de la silla, agarrandose con una mano su polla erecta y con una expresion de deseo animal que me hizo temer lo peor.
Afortunadamente, Ángel llegó puntual a la cita y se acercó a la cafetería. Me dio saludo amigablemente dándome la mano y besó dulcemente a Carlota en sus labios, pasando con lentitud mi mujer la mano por la nuca de Ángel y prolongando unos segundos el dulce beso.
La llegada de nuestro semental enfrio mucho los caldeados animos de la cafeteria ya que aparte de haberse roto el momento de extasis general por la irrupcion de una nueva persona, creo que el ver a alguien con la corpulencia de Angel besando a mi mujer desaconsejo a estos malandrines de cualquier turbia idea.
Nos levantamos y cuando Carlota se iba a poner su abrigo, Ángel le ayudó con caballerosidad como si ÉL fuera el esposo. Empezamos a caminar y Ángel deslizó su mano por el interior del abrigo y cogió de la cintura a Carlota. Yo iba unos pasos detrás, como si fuera un mero transeúnte que observa a una pareja caminando muy juntos y enamorados. Me jode decirlo pero hacían una gran pareja. Ángel es un chico que a diferencia de mi, se cuida mucho. Es deportista y se nota. Tiene un cuerpo robusto y fibrado, como le gustan a mi mujer. Ángel es exquisitamente educado y respetuoso con mi esposa y la trata en la calle con absoluta normalidad pero con mucho cariño, dulzura, ternura y simpatía. En cuanto a mi me trata con gran cordialidad, amigablemente, también con mucho respeto y educación pero el tono de su voz, aunque es tranquila, firme y armoniosa, esconde implícitamente en las palabras que me dirige un mensaje de dominación que, de forma cómplice, me hace entender muy bien y a lo que yo le contesto siguiendo el juego del momento.
Respecto a ella que decir, estaba preciosa con su minivestido blanco ceñido y sus enormes tacones de aguja. Llevaba el pelo cogido en una coleta. Si se ponía a contraluz, se veía perfectamente su esplendida figura como si fuese desnuda. Podría apreciarse con facilidad el contorno de los senos de mi mujer, su firme culito respingón y sus armoniosos muslos. Como si Ángel hubiese leído mis pensamientos, bajó discreta y lentamente la mano hasta el culo de mi mujer y lo iba acariciando y sobando acompañado del tremendo balanceo de caderas que mi mujer sabe exhibir. De fondo yo oía los silbidos y aplausos que le dedicaba el coro de guiris, exultantes por la exhibición de mi mujer.
Sin más rodeos nos dirigimos hacia el hotel. Cruzamos el hall los tres y subimos en el ascensor. Yo siempre iba ligeramente detrás de ellos. Ángel llevaba unos vaqueros ajustados que permitían vislumbrar un paquete de considerable tamaño y Carlota se dio cuenta enseguida. Desde el momento en que entramos los tres al ascensor, supe que yo había desaparecido a los ojos de mi mujer y de Ángel. Parecía como si yo no existiera, como si yo no estuviera en el ascensor, empezaba a sentirme realmente ignorado y despreciado por ambos. Era un sentimiento de soledad e impotencia que inundaba mi mente y que abarcaba todos mis pensamientos. En ese momento dejé de sentir excitación para sentir humillación y desprecio, aunque en el fondo yo sabía exactamente que era un juego que yo había planeado y que deseaba en lo más profundo de mi ser que continuara. Esa mezcla de humillación y excitación hacia que me sintiera a gusto conmigo mismo pero a la vez me fascinaba.
En el ascensor se miraban uno al otro casi sin pestañear, a menos de 10 cm de distancia. Se deseaban ya, allí mismo. A mitad de subida y sin haber cruzado ninguna palabra antes conmigo, Ángel me ordenó que parase el ascensor. Lo hice y me dijo que les mirase. No hacían nada pero estaban follando ya, podía notarlo perfectamente. Él sacó de su bolsillo un pañuelo rojo y le vendo los ojos a Carlota. Reanudamos la marcha y llegamos a nuestra planta. Ellos iban cogidos de la mano como una pareja cualquiera y yo iba delante para abrirles la puerta.
Mi mujer siempre había fantaseado con la idea de entregarse a un verdadero macho, pero nunca había tenido esta sensación de deseo de entrega total, en cuerpo y mente. A él le conoció como había conocido a tantos otros: por internet. Pero los demás no le decían nada. En cambio, Ángel llamó su atención desde el primer momento. Pensaban... sentían... se expresaban igual. En su interior sentía la necesidad de conocerlo y sabía que tarde o temprano ocurriría. Y ese momento había llegado. Se encontraba allí, junto a él, expuesta a sus caprichos y un escalofrío, mezcla de miedo y satisfacción, recorrió su cuerpo. Aquello suponía la entrega total a otra persona y harían cosas que ella por si sola no hubiese podido hacer. Estaba nerviosa, pero deseaba con todas sus fuerzas que ocurriese lo que iba a pasar.
Su nuevo macho le ordenó que se desnudara muy lentamente. Oír su voz dándole la orden volvió a hacerla estremecer, pero sin dudarlo ni un momento comenzó a descubrir su cuerpo. Deslizó los tirantes de su vestido por sus hombros y lo dejó caer al suelo, dejando a la deseosa vista de Ángel su precioso cuerpo de treintañera maciza. Llevaba un minúsculo tanga rojo y se quedó con los zapatos puestos. Sin que él se lo ordenara, ella levanto los brazos entrelazando las manos tras la nuca y abrió ligeramente las piernas, de forma que su mano pudiese examinar su intimidad. Ángel se acercó a ella y depositó un suave beso en sus labios recorriendo con su lengua el contorno de su cuello, besando de nuevo el lóbulo de la oreja mientras con las yemas de los dedos de la mano derecha empezó a acariciar sus pezones, primero con suavidad, pasando después a lamerlos, chuparlos, pellizcarlos. Carlota emitió un pequeño suspiro mientras él repetía la operación alternativamente en cada uno de sus pechos. Después deslizó su mano hasta llevar al pubis.
- Así me gusta, -dijo él-, bien depilado y muy mojadito.
Metió la mano entre las piernas de ella explorando su sexo, desde el clítoris hasta la vagina pasando los dedos por los labios, sin dejar un solo rincón sin examinar. Ella volvió a gemir.
-
Vaya, veo que ya estás húmeda. Ven... -dijo sacando los mano de su coño, tras lo cual la cogió del brazo y le dijo que la acompañara. Ella no sabía a dónde iban, pero se mostraba sumisa y se dejaba guiar. La echó sobre lo que parecía a priori una cama o colchón. La cogió de la cadera y la acercó hacia él. Ángel me miro y me pregunto que como es que no le había presentado antes a mi mujer, ya que el estaba buscando a una zorra como la mía desde hacia mucho tiempo y nunca la había encontrado.
-
Y ahora ya es mía, soy su nuevo marido, su nuevo amo.-A lo que yo asentí.
Se dirigió a Carlota y le dijo:
-
-Túmbate boca a bajo, en mis rodillas.
Ella al instante supo qué era lo que iba a pasar. La iba a dar unos azotes en su trasero por haber gemido, por empezar a disfrutar sin su permiso. La simple idea le hizo estremecer. Siempre había sentido el deseo de probarlo, pero ahora que la fantasía se iba a hacer realidad, pensó que no podría resistirlo. A pesar de ello y aunque las piernas le temblaban de forma incontrolada, consiguió tumbarse sobre él. Entonces notó que él estaba completamente desnudo, pues sintió su piel directamente contra la suya y notó su pene erecto contra su vientre. Cuando estuvo recostada, el posó su mano sobre las nalgas y las acarició y pellizcó suavemente. Después ayudándose de la otra mano, separó las nalgas dejando toda su intimidad al descubierto...
-Sepárate bien...
Ella lo hizo como por impulso, sin dudar. Durante un rato estuvo jugando con su culo, pellizcándolo y masajeándolo, como si quisiera calentarlo, hasta que por fin se detuvo. El tanga rojo se le había metido totalmente entre los labios de su sexo y de su culo.Y durante unos segundos, no ocurrió absolutamente nada. De repente, cuando menos lo esperaba, sintió la primera palmada. Los primeros le parecieron suaves. Los siguientes eran algo más fuertes, pero él no quería hacerle daño. Todo era un juego de morbo y complicidad. Y ambos lo sabían. Ella empezó a gritar más por ese morbo, por la humillación se verse sometida que por los azotes en sí, que no le producían ningún dolor. Aún así, acabó con sus nalgas de un llamativo y vivo color rojo.
Desde luego, nada de lo que había hecho hasta entonces la había hecho sentirse así, pero sobre todo se sentía excitada. Completamente excitada de una forma muy intensa y morbosa. Le oyó moverse por la habitación. Se alejaba y se acercaba. No sabía bien qué hacía, pero se sentía segura. Era una sensación extraña que nunca había experimentado, pero confiaba plenamente en él.
Notó cómo una sabana maniataba sus muñecas. La arrodilló frente a un espejo y le dijo que abriera la boca. Ella parecía resistirse. Él le dijo: "Eres mi putita y debes complacerme". Ella asintió y empezó a lamer su verga. Notaba cómo aumentaba entre sus labios. La mamaba con tanto deseo que Ángel tuvo que hacer esfuerzos para no correrse. Le ordenó que se alzara y se pusiera a cuatro patas sobre la cama. Así, ofrecida, él empezó a acariciar de nuevo su vulva hasta notarla otra vez mojada. De pronto, notó que algo la penetraba. Pero no era su polla. Era un consolador de un tamaño considerable, desde luego más grande que mi polla. Con movimientos rítmicos muy seguidos la condujo al borde del orgasmo, aunque no permitió que llegara a él. Cuando estaba a punto de hacerlo, él se detuvo y dejó el vibrador dentro de ella. Con él en su interior, notó cómo su macho se colocaba ahora frente a ella y sin más preámbulos, le introdujo de nuevo su miembro en la boca. Mientras sentía sus labios llenos de la virilidad de su amo, notaba la incesante vibración del aparato que ocupaba su vagina. Sintió como aquél falo crecía en su garganta. Chupó y lamió hasta provocarle una tremenda erección. Ángel me ordeno que me pusiese detrás de mi mujer y siguiese con lo que el había empezado, mover y mover ese pedazo de verga de látex dentro del coño de mi mujer, que estaba disfrutando al máximo. El mientras me decía que mirase y aprendiese de dos machos verdaderos, él y su verga de látex.
Ángel salió de su boca, me quito de en medio de un empujón y le sacó el vibrador de golpe. Cogió el tanga de Carlota y se lo arrancó de un tirón para pasar a ocupar el lugar del vibrador.
Le gustaba verla así, apoyada en los antebrazos, con la frente tocando el colchón y las piernas muy abiertas, para que de esa forma tuviese el culo muy en pompa y todas sus partes accesibles. Él se puso de pie tras de ella y, muy lentamente, metió su polla en el coño. Lo hizo apenas sin dificultad debido a lo mojada que estaba Carlota. Mi mujer me miraba con los ojos muy abiertos y respirando entrecortadamente; enseguida supe que nada de ese calibre le había entrado antes por su coño.
La cogió por el pelo y la obligo a acompasarse a sus movimientos. Ella pensaba que no iba a tardar en correrse, pero cuando pensó que estaba al límite, Ángel salió de repente dejándola vacía e insatisfecha. Notó su decepción y se acercó hasta el oído de ella para susurrarle:
-No pensarías que iba a dejar que te corrieras ya, ¿verdad...?
-Sí, por favor...- contestó ella. Él se limitó a responder con dos cachetes, uno en cada nalga.
- Te correrás cuando yo desee, ¿entendido...?
Volvió a violarla con el vibrador en su vagina y se dispuso a penetrar su culo en una especie de doble penetración. Le excitaba terriblemente la idea de desvirgarlo. Se puso de pie delante de ella de manera que la tremenda verga de Ángel quedaba a la altura de la cara de mi mujer. No me explico como pero sin haberle visto por llevar los ojos vendados, Carlota supo que ese ardiente objeto de deseo estaba a solo unos centímetros de su cara. Tal era el deseo mutuo y la atracción magnética entre ambos.
-Si, cógela. Es tu nueva polla, la que llenara tu vida de ahora en adelante. La que llevas años esperando y anhelando. - dijo Ángel.
Ella la cogió con las dos manos voluptuosamente. La acariciaba, la sobaba, la apretaba, la masturbaba.....la deseaba. Adoraba a su nuevo dios y a su espectacular falo.
Yo me encontraba sobreexcitado y de ver como Angel hacia gozar a mi esposo sentía envidia a la vez que muy humillado, es decir, me sentía y consideraba un verdadero cornudo.
Ángel le susurro algo al oído a Carlota quien sonrió de oreja a oreja de una manera tremendamente lasciva. Aun con el pañuelo en los ojos, podía adivinar que su mirada de desden y burla era para mi.
Le dio la vuelta y se puso sobre ella. La penetró de nuevo, ahora cara a cara. Después de varios empujones, ella volvía a estar a punto y él la follaba como un poseso. Ambos gritaban como bestias, totalmente poseídos por la lujuria. Ángel le dijo que ya podía correrse. Carlota no tardo ni 10 segundos. Y luego vino otro orgasmo, y otro, y otro....Estuvieron así mas de 30 minutos. Mi mujer estaba preciosa, ahora ella se sentaba encima. Yo la veía disfrutar como nunca antes, se movía de una manera frenética. Se contorneaba de mil maneras sentada encima de la tranca de Ángel, sacudiendo sus tremendos pechos que saltaban sin control, golpeando en la cara de su amo quien apenas atinaba a besarlos, a chuparlos, a cogerlos con sus manos.
Ya llevábamos más de 3 horas de sexo ininterrumpido, pero los dos amantes se comportaban como si hubiesen empezado hace 5 minutos. Sus cuerpos eran solo uno, sudorosos y acalorados.
Ángel se detuvo y le susurro a Carlota que le iba a follar por el culo. Mi mujer esta acostumbrada a hacerlo conmigo y le apasiona. Pero una cosa es mi humilde polla y otra es meterse en el culo una verga descomunal como la de Ángel.
-Uf, no se si entrara- le dijo ella un poco temerosa.
Ángel por toda respuesta soltó una gran carcajada.
Le dio la vuelta a Carlota, la apoyo a cuatro patas en la cama y me llamó.
-Pon vaselina en el culo de mi mujer ¡Ahora! -me espetó.
Procedí a hacerlo lo más rápido que pude. Ángel me aparto bruscamente, cogió con sus grandes manos el culazo de mi mujer y sin mediar palabra, le ensarto su tranca en el culo brutalmente. Mi mujer aulló como una loba. Dos grandes lágrimas caían por sus mejillas pero no hacia falta mucho para darse cuenta que ya desde la primera embestida, se había acomodado y acompasado al ritmo frenético de Ángel. Carlota estaba casi en trance, gritando y gimiendo como una autentica zorra. Ángel, a la par que la sacudía como a una muñeca, se acerco a la cara de mi mujer. Mi esposa buscaba con frenesí la boca de Ángel totalmente fuera de si, se besaban como dos novios apasionados, se mordían las bocas como un león y una leona apareándose. Carlota se corrió varias veces y finalmente Ángel se corrió también en el culo de mi mujer. El latigazo que dio fue brutal, llegando a levantar de la cama a Carlota.
Yo me acerque con una toalla para cada uno, dando gracias de que la sesión ya se hubiese terminado. Ángel me miro de soslayo y me dijo.
-Quita cornudo, acabo de empezar a disfrutar de mi nueva esclava. Carlota, ponte de rodillas y chupame la, polla. La quiero erguida de nuevo en menos de un minuto.-
Mi mujer se arrodillo y con una sonrisa que me hizo desearla como nunca, empezó a trabajarse la verga de Ángel. Joder, que manera de chupar pollas la de mi mujer. Eso es verdadero arte. El cipote de Ángel ya estaba como un mástil y a mi mujercita le habían sobrado 45 segundos, la muy zorra.......
Ángel estaba disfrutando con la tremenda mamada que le hacia mi mujer. Creo que antes tenía otro plan inmediato, pero fuese cual fuese, lo dejo ir. Estaba totalmente entregado a la boca y las manos de Carlota. La felación duró más de 10 minutos, Carlota estaba entregada como una profesional a su labor; chupaba y chupaba sin dejar ni un centímetro de la polla y los huevos de Ángel. Arrodillada ante su nuevo amo sacudiendo su melena de leona mientras se comía ese enorme miembro.......
De repente Ángel grito y se sacudió con grandes espamos. Se corrió en su pecho, en su cara y en su boca. Por último, la obligó a limpiar su polla ahora flácida lamiendo hasta la última gota.
-Bueno, ahora quitate la venda...........
Carlota se quito la venda y sus ojos se clavaron en los de Ángel. Se miraban y deseaban empezar otra vez, yo podía sentirlo.
-Oid, ya son las 12 de la noche, tal vez podríamos pensar en terminar ¿no?-dije
No me oyeron. Creo que mi mujer ni siquiera se acordaba de que yo estaba allí. Estaban de pie. Ángel la abrazo por detrás. Se besaron otra vez, con las manos cogidas.
Mierda, el falo de Ángel volvía a reclamar su ofrenda. Solo con pegarse al culazo de mi mujer, cogerle sus dos enormes y preciosos pechos y devorarle la boca, ya estaba listo para el combate.
Le dió la vuelta a mi mujer, ahora estaban cara a cara. La levanto a horcajadas y la llevo a la cama de nuevo. La tumbo y se giro hacia mí:
- Querido cornudo,
lo que vas a ver no te va a gustar pero te vas a joder porque tu mujer es de mi posesión y haré con ella lo que le salga de la polla. ¿algo que objetar? no, dije, con un movimiento de mi cabeza.
Ángel subió a la cama y se acercaba lentamente a Carlota caminando a gatas. Sonreía como un lobo acechando a su presa. Carlota intuyo lo que iba a pasar y se echo hacia atrás, cerrando las piernas.
-Oye....-le dije- ¿no pretenderás....?
-¡Cállate! -me dijo Ángel.- ¿Es que te he preguntado?-
Abrio las piernas de Carlota de un solo tirón. Carlota no quería pero no podía hacer nada ante la fuerza de su macho. Se posiciono entre sus piernas abriéndolas con las suyas. Le agarro las dos muñecas y le abrió los brazos. Su verga entro como una alimaña en la madriguera, sacudiéndose, gritando, vociferando. Estaba loco de placer. Para mi desazón final, el rictus de Carlota cambio en breves instantes. Ya no se oponía a él, le dejaba entrar, le cogía del culo muy fuerte con las dos manos, se movía debajo del cuerpo de él como una posesa. Y de hecho, estaba siendo brutalmente poseída. Pero a diferencia de roda la tarde y noche, no se corría.
-Siiiii, soy tuya.....hazme sentir por fin como una hembra en mi vida.........te deseo para siempre, te quiero siempre conmigo.........dámelo.....dámelo! Haz que mi esposo sea un autentico cornudo¡¡¡
Yo estaba atónito por las inusuales frases que profería la zorra de mi esposa pero me gustaba, si, me gustaba y mucho, yo también estaba mojado….
Estuvieron así más de una hora Finalmente, llego una explosión final que retumbo en toda la habitación. Con unos gemidos de placer desbordado, ambos se corrieron a la vez. Ángel escupía su semen una y otra vez en el sexo de mi mujer, con unas descargas tales que pensé que se iba a romper la espalda. Carlota se retorcía de placer debajo, recibiendo y guardando ese tesoro que Ángel había depositado en su interior. Tal era el placer que recibía que estaba arañando y haciendo sangrar la espalda de Ángel.
-Dios, ha sido el mejor orgasmo de mi vida-dijo Carlota. Ángel sonreía complacido.
Tardaron unos minutos en recobrar el aliento. Permanecieron abrazados, exhaustos pero felices por todo lo ocurrido. Sabían que, a partir de ese momento, les iba a resultar muy difícil esperar a una nueva ocasión para verse. Se besaban ya de una manera suave y apasionada tumbados ambos en la cama.
-Felipe, vistete y vete, tu labor ya ha terminado.-me dijo él.
Joder, eran mas de las 3 de la mañana. Mire suplicante a mi mujer. Ella me miro como si mirase a un adorno de la habitación y se dio media vuelta abrazando a su hombre, comenzando a mordisquearle el lóbulo de la oreja.
Me vestí y me fui hacia la puerta. Antes de cerrar volví a echar una última mirada. Ambos yacían abrazados y parecían quedarse dormidos en la quietud de la noche. Maldije entre dientes el intercambio de fotos que hicimos una noche de febrero y que inicio el hecho de que para Ángel solo hubiese ya un fin en esta vida. Despojarme de mi mujer y convertirla en su muñeca de juegos para siempre.
Continuará…..