De como empezó mi vida de amo 13 -FIN
Final de como empezó la vida de amo de Victor.
Madrugamos mucho la mañana siguiente pues teníamos que coger el primer vuelo hasta La Coruña, ciudad donde vivía la hermana de Irene con sus tíos. El viaje fue agradable, pese a que estuvimos esperando una hora por un retraso. Cuando llegamos al aeropuerto de La Coruña eran las once de la mañana.
—¿Llegaremos a tiempo para darle la sorpresa a tu hermana?
Irene miró el reloj.
—Sí. Es una dormilona, antes de las doce no se levantará.
Nos dimos un pico y nos pusimos en marcha al dirección al hotel que había reservado cuando planifiqué el viaje. Llegamos al hotel en apenas media hora, estaba en un punto intermedio entre el aeropuerto y la casa de los tíos de Irene.
La habitación no era gran cosa, pese a que podía haberme permitido algo mejor: una cama de matrimonio, dos mesitas de noche, un armario y una televisión. También disponíamos de un baño común con una ducha.
Ambos fuímos directamente a la ducha, pero por turnos, pues si entrabamos a la vez no saldríamos en una hora. Tras las duchas y cambiarnos fuímos a la casa de los tíos de Irene. En la puerta me encontré el coche que había alquilado y tras quince minutos de camino y otros cinco buscando donde aparcar conseguimos llegar a la casa y llamamos al telefonillo. Su tía nos abrió rápidamente.
Entramos en el edificio de apartamentos y cogimos el ascensor, pues vivían en una cuarta planta.
—¿Como te presento? —Preguntó Irene mientras me daba un besito en el cuello.
—Como tú quieras. Tu jefe o un amigo.
Ella sonrió.
—Como mi novio.
Nos dimos otro beso, pero este más pasional. Nuestras lenguas jugaron mientras sus brazos rodearon mi cuello y mis manos acariciaban su culo. Cuando llegamos a la planta nos separamos y nos recolocamos la ropa. Su tía nos abrió la puerta en pocos segundos.
Era una MILF de categoría, parece que todas las mujeres de esta familía estan hechas especificamente para follar y el placer.
—¡Tía! —Dijo Irene ahogando un gritillo—¡Cuanto tiempo!
—¡Cariño! —Dijo ella abrazándola fuertemente—¡Que guapa estas!
—Tú también, tía —Después de abrazarse Irene me presentó— Este es Victor, mi novio. Victor, esta es Soledad, mi tía.
Ella se acercó abriendo los brazos en clara seña de un abrazo. Como no era plan hacerle un feo a la tía de Irene acepté el abrazo. Me sorprendió muchisimo notar la mano de Soledad en mi culo, pellizcandolo brevemente. Pero no dije nada, mantuve la compostura anotando mentalmente devolverle la "caricia".
Tras ello nos invitó a entrar. Entramos directamente hasta el salón donde tía y sobrina se pusieron al día durante casi diez minutos. Prácticamente no entré en la conversación, principalmente porque estaba sorprendido de la cantidad de mentiras improvisadas que iba soltando Irene a cada pregunta personal de su tía, tanto de nuestra relación como de su trabajo. La única medio verdad que dijo fue que yo era su jefe, pero tampoco dió detalles sobre que tipo de trabajo teníamos y Soledad tampoco preguntó.
—¿Por qué no vas a despertar a tu hermana, corazon? —Dijo Soledad señalando el pasillo con la cabeza— Yo voy preparando café para que acompañeis a tu hermana mientras desayuna.
Irene se levantó y salió casi a la carrera del salón, dos segundos despues se levantó Soledad y, sin pensar bien en lo que hacía y porque, me abalancé sobre ella por detras. Rodeando su cuello con mi brazo, apretando mi incipiente polla contra su culito y mi otra mano apretaba fuertemente uno de sus pechos.
—Parece que la tía es tan putita como la sobrina —Dije mordisqueándola el lobulo de la oreja— Cuando Irene vuelva vas a ofrecer que nos quedemos aquí, tras un poco de teatro aceptaré e iré a por las maletas, tu te ofrecerás a acompañarme y, después, te follaré en el hotel hasta que revientes. ¿Entendido?
No se si fue por el tono que utilicé o por lo repentino de la situación pero Soledad solo pudo aceptar asintiendo mientras tragaba saliva. La giré sobre si misma y la di un pico en los labios, la volví a girar, dándome la espalda y la dije al oido mientras la daba un azote en el culo:
—A preparar el cafe, perra.
Restregó un poco el culo contra mi polla antes de salir disparada hacia la cocina. Yo me senté en el sofá y, en ese momento, escuche un grito de mujer, grito que supuse que era de Lorena al reconocer a su hermana.
Tras unos minutos ambas llegaron al salón. Lorena resultó ser una versión más joven y con aire más inocente y virginal de Irene. Salvo por eso eran practicamente idénticas. La chica casí salto sobre mi en el sofa:
—¡Graciaaaaaaaaaaaas! —Dijo Lorena mientras me abrazaba bien fuerte—¡Gracias por traerme a mi hermana para mi cumpleaños!
—Se lo ha ganado, chica. Y es un placer hacerla feliz.
Lorena me obsequió con un inocente besito en la mejilla cuando se separó nuestros ojos se encontraron y ella enrojeció levemente. "Tengo que hacerla mía" fue lo primero que pense "Mía para siempre, como su hermana"
—Levanta, pesada. Es mi novio, no el tuyo —Dijo Irene entre risas.
Tras hablar un rato llegó Soledad con el desayuno de Lorena y los cafés para el resto. Estuvimos hablando un rato.
—Corazon —Dijo la tía hacia Irene— ¿Por qué no os quedaís a dormir aquí? Tenemos sitio de sobra en la habitación de invitados y la cama es lo bastante grande para los dos.
Irene rápidamente entró en un bucle de no, no, no y no. Claramente se había hecho a la idea de tenerme para ella sola todas las noches durante los días que estuviese aquí. Sin embargo, como mi plan para follarme a Soledad implicaba dormir aquí pues apoyé la idea.
—Es buena idea, cariño —Dije poniendo mi mano en la pierna de Irene— Así podrás pasar más tiempo con tu hermana.
Irene no parecía muy convencida, pero ante la insistencia de su tía y mía acabo cediendo.
—Perfecto. Ponte al día con tu hermana que yo voy a por las maletas y nuestras cosas al hotel.
—Te acompaño —Dijo Soledad al instante— Tengo que hacer unas compras al lado de casa y será más facil subir las maletas y vuestras cosas si somos dos.
Nos despedimos de ambas hermanas y entramos en el ascensor. Al momento me abalancé sobre la boca de Soledad, que me correspondió con auténtica desesperación. Sus manos recorrieron mi cuerpo por encima de la ropa, parando un ratito en mi paquete.
Cuando el ascensor llegó a abajo nos separamos y nos colocamos bien la ropa y ella el pelo. Fuímos casi corriendo hasta el coche. Tras ponerlo en marcha una de mis manos se colocó en la entrepierna de Soledad y, tras maniobrar un poquillo, empecé a acariciar directamente su coñito con mis dedos, que estaba increiblemente mojado y pocos segundos despues dos de mis dedos entraban y salían freneticamente de su coño mientras ibamos hacia el hotel.
Cuando llegamos subimos a la carrera hasta la habitación. Nos desnudamos en apenas unos segundos y nos dejamos caer sobre la cama. Rápidamente me coloqué en posición y la penetré con fuerza al mismo tiempo que retorcía sus pezones con saña. Unos minutos despues ambos nos corríamos a la vez, ella pegó un pequeño saltito al notar mi semen en su interior.
—¡No te has puesto condon!
—Nunca me lo pongo. Yo follo al natural, acostumbrate porque en tu casa también pienso follarte. Cuando me vaya en tu utero tendrás un deposito de mi semen.
Tras decir esto me levanté de la cama y fuí al armario donde saqué una bolsa de deporte con varías cosas que Irene se empeñó en traer, pero solo cogí las pinzas de los pezones, una mordaza de bola y un vibrador.
Soledad miró las cosas alucinada.
—¿Pero que le haces a mi sobrina?
—Tu sobrina es mi esclava sexual, como lo serás tú estos días, ahora callate y chúpame la polla.
Soledad se incorporó como un resorte y en pocos segundos me estaba haciendo una profunda mamada. Sin embargo no la dejé llegar hasta el final con ella, pues en un rápido movimiento la puse la mordaza y las pinzas. Ella se revolvió al notar el dolor pero la impedí que se las quitase. Despues la penetré por el culo con el vibrador, sin lubricar ni dilatar, provocando un profundo quejido. Tras esto la volví a penetrar con fuerza y velocidad, llevándola a un intenso orgasmo pocos minutos después, sin embargo no deje de follarmela y encadenó un segundo orgasmo.
La quité las pinzas, el vibrador y la mordaza y la ayudé a ir a la ducha. Tras ducharnos en tiempo record cogimos las maletas y recogimos las cosas y volvimos a casa de Soledad donde nos esperaban Irene y Lorena, esta última se había duchado y vestido.
Tras esto hicimos algo de turismo, fuímos a comer fuera y al cine. Aprovechando que Soledad y yo fuímos al baño a la vez me la volví a follar en los "cagaderos". El polvo duró unos minutos, pero fue intenso y, cuando salí había cuatro hombres con los ojos brillantes y las pollas bien duras por el espectaculo que habían escuchado.
—Menuda zorra de campeonato tienes hay dentro, chaval —Dijo uno de ellos.
—¿Os gusta? —Dije mientras se me ocurría una idea perversa— Pues toda vuestra. Follad hasta despacharos a gusto.
Soledad intentó decir algo pero un gesto mío fue suficiente para que abriese las piernas y se acomodase en el retrete en claro gesto de bienvenida. El chico que había hablado la sacó del retrete y la empotró contra la pared, en un rápido movimiento la penetró con fuerza. Otro de los chicos se colocó por delante, llevando su polla hasta la boca de Soledad quien sin protestar empezó a comerle la polla con avidez mientras masturbaba a los otros dos.
Cuando saí del baño encontré cerca el típico cartelito de "mojado" y lo coloqué en la entrada del baño para que no molestasen y parasen la orgía. Volví con Irene y Lorena, cuarenta y cinco minutos después llegó Soledad, quien rápidamente se disculpó y se fué a casa, alegando que se encontraba mal.
Horas después llegamos a casa de la tía, tras ir también de compras, Soledad estaba en el sofá, nos saludó con dos besos a todos pero estaba distraida. Ambas hermanas se fueron a la habitación de Lorena mientras yo me acerqué a Soledad.
—¿Que tal la fiestecita?
Ella no respondió al momento. Tuve que insistir. Finalmente respondió:
—He tenido sexo con cuatro desconocidos, que me han penetrado sin protección y se han corrido dentro... ¡En los baños de un cine! —Dijo histerica, pero en bajito—¿Que haré si me han contagiado algo?¿O si me quedo embarazada?
—Convertirte en una puta, que parece tu vocación.
Ella no dijo nada. Se quedó pensativa en el sofá.
Yo me uní a Irene y Lorena, que estaban probándose unos modelitos que habían comprado, casi me echan a patadas cuando entré, pues justo entré cuando Lorena tenía sus pechitos al aire. No pasó nada interesante hasta despues de cenar, cuando Irene y yo nos fuimos a la cama. Irene se puso en plan juguetona y no tardó mucho en conseguir empalarse con mi polla y cabalgarme lentamente, intentando no hace ruido.
Tras unos minutos noté un ligero "click" y ví como la puerta de nuestra habitación se abría lentamente unos centimetros. En seguida supuse que era Lorena la que nos espiaba pues Soledad estaba completamente impactada por la escena de los baños.
Eso me puso como una moto y cambié la posición con Irene. Nos pusimos en un misionero mientras la follaba fuertemente, Irene ya no pudo contener los gemidos y cada vez hacia más escándalo. Poco antes de llegar a un arrollador orgasmo noté un pequeño golpe en el pasillo, supuse que Lorena se había corrido y las piernas la habían fallado. Irene pareció no darse cuenta, concentrada como estaba en su propio placer. Unos segundos después ambos nos corríamos. Esperé unos minutos, tanto para recuperar las fuerzas como permitir a Lorena que se fuese a su habitación. Entonces me levanté para asearme mientras Irene estaba profundamente dormida.
Me llevé una gran sorpresa a encontrarme a Lorena medio desnuda desmadejada en el pasillo. Al verse descubierta intentó taparse mientras balbuceaba unas excusas estudipas. En un rápido movimiento la levanté y la llevé al baño.
—¿Que haces? —Dijo ella susurrando, intentando zafarse de mí.
—Castigar a una chiquilla que no sabe que espiar es de mala educación.
En una habil maniobra coloqué mi mano entre sus piernas con acceso total a su coñito, que empecé a acariciar mientras unas debiles protestas salían de su boca.
—Para... no... podemos.... eres el... novio de mi hermana... por... favor... —Pero en seguida sus defensas cayeron del todo— Ohh... joder... si...
Estaba claro que todas las mujeres de esta familia eran unas putas de campeonato.
La penetré con un dedito y me llevé la sorpresa del siglo: su coñito era muy estrecho y, tras un par de centimetros, algo me impidió seguir: su himen.
—¿Eres virgen, putita? —Ella asintió mientras restregaba su coñito contra mi mano—Pues mi segundo regalo de cumpleaños será convertirte en mujer.
Eso pareció hacerla recuperar la cordura y rápidamente se separó e intento marcharse. Pero se lo impedí.
—No se como lo harás pero mañana conseguirás que nos quedemos a solas y te desvirgare. ¿Entiendes?
Ella asintió palida y salió corriendo hasta su habitación. Unos minutos después, ya aseado, salí yo y me metí en la cama con Irene. Rápidamente nos dormimos hasta la mañana siguiente.
El día siguiente no pasó mucho, Lorena evitó por todos los medios que nos quedasemos a solas, pero tampoco dijo nada de nuestro encuentro en el baño. Al siguiente día los astros se alinearon y Soledad e Irene se pusieron de acuerdo para ir ha hacer unas compras para preparar algo especial para comer ese día y las dió pena levantar a Lorena, que seguía durmiendo placidamente.
Ambas se fueron y a los pocos minutos yo empecé ha hacer ruído en la casa, con intención de que Lorena se levantase, algo que conseguí a penas unos minutos después. Una Lorena completamente adormilada se levantó y, tras no encontrar a su tía ni a su hermana me preguntó:
—¿Donde estan Irene y mi tía?
Yo sonreí como una hiena.
—Se han ido de compras hace nada. Me han dicho que estarán varias horas fuera. ¿Recuerdas lo que te dije en el baño?
Ella se despertó de golpe y retrocedió:
—No podemos... eres el novio de mi hermana... no puedo hacerla eso.
—No somos pareja —Dije mientras eliminaba el espacio entre nosotros— Ella solo es mi esclava sexual.
—¿Qué...? —La corté mientras la besaba con pasión.
Todas sus defensas se desmoronaron en cuanto mi lengua empezó a jugar con la suya. La llevé hasta la habitación mientras nos desnudamos por el camino y ella se dejó caer en la cama. Metí mi cabeza entre sus piernas y me empleé a fondo en su primera comida de coño.
Sus gemidos rápidamente inundaron la habitación. Decidido a que ella misma se entragase a mí, la llevé media docena de veces hasta casi alcanzar el orgasmo, volviendola loca. Finalmente preguntó:
—¿Porque... no haces... que me... corra? —Dijo visiblemente molesta y desesperada.
—Porqué solo te correras con mi polla dentro —Dije con una sonrisa angelical.
—Pues... follame... de una... vez.
—Pideme por favor que te desvirgue.
—Por... favor... desvirgame.
Al escuchar sus palabras me levanté y la empecé a besar. Ella no hizo ascos a sus jugos y se entregó con todo al beso. Tras esto guié mi polla hasta su coñito y ella se tensó, pero no dijo nada.
Poco a poco la fuí penetrando, ella me rodeó con las piernas y clavó sus uñas en mis brazos. Tensandonse del todo. Sin embargo, eso no me detuvo, ni siquiera unos ligeros quejido de Lorena. Solamente me detuve cuando conseguí vencer la resistencia de su himen y mi polla entró completamente en su interior.
—Por... favor —Dijo ella— Para un seg...
No la deje terminar pues empecé un violento mete-saca que la hizo boquear y revolverse de dolor e incomodidad. Poco a poco empezó a acostumbrarse a mi polla, consiguiendo mayor placer acompañándolo de gemidos y palabras obscenas. En esa guisa ella se corrió por primera vez, un intenso orgasmo que la dejo agotada, pero no la deje descansar.
Giré sobre mi mismo y ella se quedó encima, cabalgandome cual amazona. Su inexperiencia era patente y, pese a las ganas que ponía, sus movimientos torpes impidieron que yo disfrutase de la postura, asi que la volví a cambiar poniendola a cuatro patas.
Empecé otra vez a follarla con toda mi fuerza y violencia, mientras la azotaba y la decía que era tan puta como su hermana y que me la iba a llevar a Madrid para tener dos esclavas a mi disposición.
Ambos llegamos a un violento orgasmo que nos dejó completamente agotados. Media hora despues, cuando tuvimos fuerzas suficientes, fuímos a la ducha. Antes de entrar en la duche, la puse de rodillas y la hice comerse mi polla. No fue una mamada, pues su inexperiencia me volvió a pasar factura. Simplemente la cogí por la cabeza y me la follé violentamente entre sus arcadas y lagrimas.
Tras unos minutos de descanso entramos en la ducha y la enjabone dulcemente, ella se apoyó sobre mi pecho y no hizo nada durante unos minutos. Tras ello nos separamos y nos secamos y cada uno a su habitación.
No volvimos ha hablar ni ha hacer nada guarro hasta que llegaron Irene y Soledad. Lorena no hizó ningún comentario que delatase lo que había pasado. Durante los tres días siguientes ignoré los claros avances de Lorena para repetir. A lo que la dije:
—Si quieres repetir entra a mi habitación cuando me este follando a tu hermana.
Los tres días siguientes Lorena no hizó lo que la dije, en la cuarta y última noche, mientras follaba profunda pero lentamente a Irene la puerta de la habitación se abrió de par en par y entro una Lorena visiblemente cachonda, desnuda y desesperada.
—¿¡Pero que coño haces!? —Gritó Irene intentando levantarse y taparse. Pero se lo impedí.
—Por fín te decides, putita —Dije a Lorena mientras Irene se debatía para librarse de mí visiblemente enfadada— Venga Lorena, tenemos que calmar a tu hermana, cómela el coño.
Irene se revolvió con furía intentando impedirlo pero Lorena, desesperada por volver a sentir los placeres del sexo, consiguió inmobilizarla las piernas y empezar a comerla el coño desesperadamente.
Como imaginé las protestas de Irene terminaron en cuanto notó la lengua de su hermana en el coño.
—Todas las mujeres de esta familia sois igual de putas —Dije mientras presionaba con mi polla los labios de Irene, que finalmente decidió entregarse al trío y abrió la boca.
La mamada fue apoteósica y yo me corrí casi al mismo tiempo en que Irene llegaba al orgasmo por las atenciones de su hemana. Tras unos segundos me puse detrás de Irene, a la que penetre con potencía mientras Lorena, que se sentó a escasos centímetros de Irene la enseñó su húmedo y brillante coñito mientras con urgencia en la voz la pedía que la devolviese el favor.
Irene no se hizo de rogar y en un segundo su lengua recorría cada milimetro del coñito de su hermana. En este momento noté los contrastes entre ambas: Irene, mucho más experimentada que su hermana, consiguió llevar a Lorena tres veces al orgasmo antes de que yo pudiese hacer que se corriese. Ambas cayeron desmadejadas en la cama.
Tras unos minutos me coloqué encima de Lorena, a la que penetre en la posición del misionero. Unos segundos despues, cuando Irene fue consciente de la follada que le estaba propinando a su hermana, se acerco a su cara y la propinó un morreo de escandalo. Morreo en el que Lorena participó activamente hasta que Irene decidió sentarse sobre la cara de Lorena. Mientras me follaba a Lorena, Irene me besaba y a su vez recibia una comida de coño de su hermana. Fue el punto más excitante de la noche. Cuando los tres llegamos al orgasmo, nos quedamos dormidos en mi cama.
A la mañana siguiente me desperté recibiendo el mayor de los honores: ambas hermanas me hacian una mamada de escándalo y, cuando sus bocas se juntaba, se comían la boca desesperadamente. Finalmente me corrí entre las bocas de ambas.
Tras ello decidí que era un buen momento para hablar:
—No ha sido el despertar que esperaba. Imaginé gritos y reproches, no esto.
Irene sonrió.
—Mi primera idea fue cortarte la polla —Admitió Irene— Pero luego ví a Lorena durmiendo placidamente en tu pecho y pense que mejor con nosotros que con algún gilipollas que la haga daño.
Yo sonreí.
—Poco después me desperté yo —Dijo Lorena— Y aunque estaba avergonzada ayer fue la mejor noche de mi vida. Y no pienso renunciar a estos sentimientos.
Tras dejar claro la situación Lorena se fue a su habitación para asearse y nosotros hicimos lo propio.
El último día en La Coruña fue lacrimógeno y sentimental. Ni Irene quería irse ni Lorena que nos fuesemos. Pero al final la razón se impuso y nos despedimos. Sin embargo, antes de irme me acerqué a Lorena:
—Sí alguna vez tienes ganas de repetir, tu tía es una putita sumisa. Si te impones hará lo que tu quieras. Y como se que el incesto no es un problema para ti, te lo puedes pasar muy bien.
Tras ello nos despedimos e Irene y yo nos fuímos al aeropuerto. El viaje fue tranquilo.
Las próximas semanas fueron de ajetreo constante para conseguir traer a Lorena a la casa de la sierra. Después de ponerla al tanto de la verdadera situación de Irene ella aceptó venir y ser, según sus propias palabras "la segunda esclava oficial del amo Victor"
Desde ese momento las conversaciones entre ambas hermanas por videoconferencia fueron diarías, en las que Irene intentaba ponerla sobre aviso de lo que tenía que saber para ser una esclava a la altura. Pues Lorena se empeñó en se mi esclava y, por tanto, tener castigos si fallaba en su cometido.
Por otro lado hizó caso a mi consejo y, en una de las videollamadas nos sorprendimos encontrar a Soledad lamiendo y succionando el coño de Lorena, quien a duras penas se podía concentrar en la conversación con su hermana.
Finalmente, mes y medio despues de la visita a La Coruña, Lorena llegaba a la casa de la sierra como mi nueva y flamante esclava. Nos besamos apasionadamente según entró en la casa y, después tras pedirme permiso, hizó lo mismo con su hermana.
—Ahora deja tus cosas aquí y sigueme —La dije mientras iba al salón. Que había decorado para la ocasión: el sofá y los muebles habían desaparecido para dar paso a dos camas de matrimonio.
Una de las camas estaba vacía, mientras en la otra estaban arrodilladas todas las alumnas y tanía, cada una portaba un cinturon vibratorio de 20 centimetros de largo.
—Desnudate y túmbate en la cama de las alumnas y Tania. Van a follarte hasta que pierdas el sentido.
No se hizo de rogar, prácticamente saltó sobre la cama mientras se desnudaba. Unos segundos despues tenia su boca y su coño ocupados con sendos vibradores mientras la pellizcaban y lamían los pezones y, unos minutos despues tras prepararla debidamente, un vibrador entraba en su culito, siendo perforado por primera vez.
Mientras Lorena se volvía loca con las atenciones Irene y yo empezamos a follar como posesos, ambos estabamos íncreiblemente excitados al ver como poco a poco Lorena iba perdiendo la cordura ante el inmenso placer que recibía.
Dos horas después, tras incontables y demoledores orgasmos, Lorena yacía inmovil en la cama, completamente empapada de fluídos suyos del resto de chicas. La mirada desenfocada y las mejillas enrojecidas y el cuerpo sudoroso reflejaban lo intensa que había sido para ella la experiencia.
Sin embargo, aun no habíamos terminado: Irene consiguió que se despejase brevemente. Lo justo para notar como mi polla se rozaba contra su coñito, sin siquiera quejarse o pedir clemencia, se acomodó sobre su hermana y se abrió de piernas para facilitarme el acceso.
Cuando la penetré soltó el gemido más profundo y satisfactorio de cuantos había soltado ese día. La follé con dulzura y cariño tal y como follaba con Irene y, poco despues, entre besos, ambos nos corrimos.
Esta es la historia de como empezó mi vida de amo. Como pasé de ser un chico normal a ser un entrenador de esclavas, con dos hermanas completamente adictas a mí para satisfacerme 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año.