De como empezó mi vida de amo -10
Empiezan las clases de las alumnas-esclavas. Nuestro protagonista cata a la primera de ellas.
A la mañana siguiente me levanté motivado, empezaba mi verdadero trabajo como adiestrador jefe. Aunque por lo que me habia estado explicando Tania mi trabajo realmente se limita a supervisar, castigar y disfrutar.
Siendo el primer día, decidí asistir a todas las clases que las alumnas tenían preparadas para hoy. Así que a las siete menos cuarto estaba levantado, disfrutando de la generosa mamada con la que Irene me estaba obsequiando. Con una mano la obligué a mirarme, mientras mi polla seguía en su boca.
—Quiero que hoy no te separes de mí.
Ella asintió antes de seguir con su devoto trabajo. Lamía con verdadera dulzura mi pene desde la base hasta la punta. Despues, con delicadeza lo engullía para empezar a subir y bajar la cabeza llevándome al cielo. Tras unos minutos de intenso placer me vacié en su boca, ella no preguntó y se lo tragó directamente.
Después reptó sobre mi con sonrisa pícara y mirada seductora. Pese a la abundante corrida mi pene no había perdido su vigor y ella empezó a rozar su más que húmedo coño con mi pene, embadurnandolo con sus fluidos.
Se estiró un poco, para que la entrada a su cueva quedase justo encima de mi pene y, cuando iba a presionar hacia bajo para empalarse, hablé:
—No.
Ella me miró sorprendida y me beso con dulzura.
—¿Seguro? —Dijo entre besos, mientras hacia el amago de empalarse.
—Completamente. Levanta y vamos a la ducha, quiero estar presentable para la sesión de gimnasia.
Ella me miró contrariada e hizo un mohin. Pero no protestó, se quitó de encima y se dirigió al baño. Probablemente pensando en encontrar algún momento para hacerse un dedo para intentar contener el desborde fluidos.
—Te prohibo autosatisfacerte —La dije aún tirado en la cama. Su respuesta afirmativa no se hizo esperar desde el baño.
—Ya esta el agua como le gusta, Señor —Dijo ella segundos despues desde el baño.
Me levanté de la cama y me desnudé, al entrar en la ducha la dí un pico y la impedí entrar. Señalando la ducha de la otra habitación. Ella asintió y se fue a la otra habitacion a ducharse.
Tras cinco minutos salí de la ducha y, tras secarme, me vestí y salí al pasillo. Un par de minutos después salía Irene, ya duchada y vestida. La empuje contra la pared y la comí la boca como un animal.
Jadeando nos separamos y bajamos la zona de deporte. Donde ya estaba Tania con las alumnas.
—Señor —Dijo la madurita al verme. Las alumnas la imitaron al unísono— Como os iba diciendo. Cada mes haremos un examen de aptitud física: resistencia, velocidad y abdominales. Aquella que no llegué a las marcas previstas será castigada. Cada mes las marcas serán un poco más exigentes que las anteriores.
Las alumnas asintieron y Tania continuó.
—Podéis usar vuestro tiempo de descanso para hacer ejercicio. Cosa que os recomiendo sinceramente, pues la media hora diaria obligatoria no es suficiente para preparar las pruebas cuando las marcas sean exigentes. Solo podréis faltar a estas sesiones obligadas de ejércicio por recomendación médica. Si no, seréis castigadas.
Las alumnas volvieron a asentir.
—Como hoy es el primer día simplemente estiraréis e intentaréis correr al ritmo que yo marque. Si aguantáis la media hora, no tendréis problemas para pasar la primera prueba mensual. ¿Entendido?
Las chicas asintieron por tercera vez y se reunieron entorno a Tania, quien durante diez minutos guió un calentamiento general. Despues Tania empezó a correr a un ritmo poco exigente y las chicas la siguieron.
Todas las chicas, salvo Alba aguantaron bien el ritmo. La susodicha quedó bastante retrasada con respecto al resto de las chicas y Tania. Era evidente que no había hecho ejercicio en su vida.
Cuando acabó el entrenamiento Tania se dirigió a las chicas.
—Todas, salvo tú Alba, no deberíais tener mayores problemas. Alba, te recomiendo que en tus ratos libres salgas a correr y hagas otros tipos de ejercicios. En tú mesita de noche, al igual que en la de todas las demás, encontraréis una serie de ejercicios muy fáciles de hacer que os ayudarán a mejorar si os lo proponéis. Ahora, a la ducha.
Las chicas se dirigieron dentro de la casa para ir a ducharse y, despues, desayunar.
—Alba, quedate un momento —La chica se paró en seco, me miró con incertidumbre— Irene, acompaña a Tania y ayudalá en lo que puedas. Yo quiero hablar a solas con Alba.
Irene asintió y se fue con Tania. En menos de un minuto estaba a solas con la impresionante tetona bañada en sudor. Con un gesto la indiqué que me siguiera y nos alejamos un poco de la casa. Gracias a Dios la parcela era bastante grande y tenía varios escondrijos en los cuales podía hacer todas las perversiones que se me ocurriesen sin tener que lidiar con la mirada enfadada de Irene. Tras andar unos cinco minutos decidí parar a la sombra de un arbol.
—Sientate —Ella se sentó, con la espalda apoyada en el tronco del árbol y me miró con curiosidad— No estas acostumbrada ha hacer ejercicio, ¿verdad?
—No, Señor —Ella entrelazó sus dedos y miró al suelo— Siempre me he guiado por la ley del mínimo esfuerzo.
Yo sonreí.
—Pues aquí te recomiendo que olvides de eso. Si no te esfuerzas lo pasarás mal.
—Tendré el cuenta el consejo, Señor.
Yo volví a sonreir y estiré una mano, acariciándola una mejilla.
—¿Te incomodo? —Pregunté con voz inocente.
—No, Señor.
Bajé la mano acariciando sus labios, su cuello y la posé encima de una de sus tetas. Acariciando con cuidado uno de sus pezones.
—¿Y ahora?
Ella asintinó.
—¿Por?
—No estoy acostumbrada a que me toquen así, Señor. Solo he tenido una pareja, y de eso hace ya casi un año.
—¿Y rollos?¿Rollos has tenido? Te habrás liado con otras personas, ¿no?
Ella negó con la cabeza.
—No, Señor. Solo he mantendido relaciones con mi ex pareja.
—¿Solo te has besado y follado con un único chico?
—Sí.
—¿Y como has acabado aquí? —Pregunté sorprendido ante la clara falta de experiencia de la chica— ¿Tanto te gustaba follar?
Ella negó con la cabeza.
—Curiosidad, supongo. El sexo con mi ex no era bueno, Señor. Con el no alcancé el orgasmo ni una sola vez ya que él duraba dos minutos.
Yo solte una carcajada.
—Que diamante me ha tocado —Y, tras decir eso, acerqué mi cabeza a la suya lentamente, uniendo nuestros labios en un timido beso— Te voy a follar ahora mismo.
Ella asintió, jadeando. El siguiente beso fue más sucio, más primitivo. La mordí un labio para obligarla a abrir la boca, despues mi lengua se coló entre sus labios y empezó a jugar con la suya. Mis manos apretaban sus tetas descaradamente, masajeando sus imponentes ubres como si intentase ordeñarlas.
Sus gemidos empezaron a escaparse entre nuestros besos. La quité la camisa, pudiendo admirar los mayores pechos que había visto frente a mí. La obligué a levantarse y la besé y mordí el cuello, mientras sus manos, timidamente me acariciaban la espalda. Mi boca bajó hasta sus tetas, que lamí, bese y mordí. Finalmente llegué hasta uno de sus pezones.
Cuando Alba notó como mis dientes mordisqueaban su pezón lanzó un largo y profundo gemido. Tras separar mi boca de su pezón, la cogí una mano y mirándola a los ojos la hice masajearme el pene por encima del pantalon.
Ella puso una mirada turbía, de impaciencia y deseo. Mientras su mano, ya con más confianza acariciaba mi pene por encima del pantalón, me quité la camisa mientras nos besamos.
La apreté contra mí, para notar sus tetas en mi pecho. Cuando nos separamos su mano se coló entre mis pantalones, palpando mi pene.
—¿Me quito los pantalones? —Pregunté con guasa— Pareces interesada en lo que guardan.
Ella asintió con una sonrisa y yo me acabé de desnudar mientras ella hacia lo propio. Vi como en su coño había una abundante mata de pelo. Pase un dedo por su raja, que estaba soltando fluidos a niveles industriales.
—Si que tenías ganas de follar.
—Es la situación, Señor —Dijo besándome— Estar aquí, desnuda y esperando que me folle una persona que conocí ayer me esta poniendo mala.
Yo sonreí. La hice girarse, quedando de espaldas a mí y la obligué a apoyar las manos en el árbol. Empecé a jugar restregando el pene con su coño, para embadurnarlo. Provocando largos y profundos gemidos de mi alumna.
—¿Tienes un preservativo? —Dijo ella.
—No —Contesté apretándola un pezon— Yo follo a pelo. ¿Tu ex te folló alguna vez sin condon?
—No. Nunca lo he hecho sin protección.
—Me gusta saber que mi polla será la primera que te entré al natural.
Y tras esto, empecé a metersela lentamente. Alba miró primero al frente y despues al suelo, jadeando. Una vez que mi polla estaba completamente dentro empecé a sacarla, igual de despacio que cuando la metí.
Repetí este proceso varias veces, llevando a mi alumna al borde del ataque de nervios.
—¡Dame fuerte! —Pidió— ¡Por favor!¡Lo necesito!
Tras escuchar sus palabras, aumente la velocidad y fuerza de mis embestidas. Provocando unos escandalosos gemidos de Alba, cuando me cansé de la posición, me tiré sobre la hierba, indicando a Alba que siguiese ella empalandose.
No se hizo esperar y, en apenas unos segundos, estaba botando encima mía. Se la notaba la inexperiencia, pues sus movimientos eran erraticos y sin continuidad. Pero la pasión y la fuerza que le ponía lo compensaba. Tras unos minutos me incorporé y cambiamos al misionero. Aumenté la velocidad hasta que me corrí en su interior.
Tras unos minutos besandonos la pregunté:
—¿Qué tal?
—Joder, ha sido brutal, Señor —Dijo sonriendo— Me he corrido varias veces. Me ha encantado sentir su semen dentro de mí.
—Pues si quieres repetirlo tendrás que aprobar el examen físico del mes que viene. Ahora, vistete y a la ducha.
Ella asintió, se vistió y se fue a la ducha. Al poco de que echase andar escuche como decía "Señora" y yo me levanté y busqué con la mirada a Tania o a Irene. No me sorprendió encontrar a Irene.
—Es de mala educación espiar, cariño —Dije con sorna.
—¡Lo sabía! —Dijo ella— Sabía que no podrías tener la polla guardadita tras los pantalones.
—¿Entonces porque pareces tan enfadada?
—Pues porque se supone que tu y yo tenemos algo. Más alla de nuestra relación amo-esclava. Nos dijimos que nos amabamos.
—Lo recuerdo perfectamente. Pero eso no te da derecho a opinar y menos con esa mirada de odio, sobre mi forma de disciplinar a las alumnas.
—¿Disciplinar? —Dijo Irene siseando— ¡Sí solo te la has follado!
—Es una esclava sexual, pues claro que la tengo que disciplinar en lides amorosas. Tiene que estar dispuesta a follar en cualquier lugar que su amo quiera.
—Eso no es una excusa para que te deshicieras de mí para follar a tus anchas.
—¿Y qué querías? —Dije levantando la voz— ¿Qué te invitase?
—¡Pues sí! —Dijo ella levantando la voz— Habría estado bien.
—Lo tendré en cuenta. La próxima vez que me folle a una de ellas te tendré mirando. Y, hasta ese momento, te tendré sin sexo. Vas a estar a dos velas hasta que a mi me salga de los cojones.
—¡Como si me importase no follar!
—Espero que recuerdes esas palabras, cariño.
Y, obviando su respuesta, volví dentro de la casa.