De como dejé de ser viudo

Un mécanico de ojos verdes, caliente, solitario y sin suerte. Un encuentro inesperado, y el descubrimiento de un mundo nuevo en los brazos de alguien especial.

Es verdad, tienen razón, tengo algo de éxito con ciertos tipos. Generalmente son mayores de cuarenta años, aunque aparenten 79 de tan gastados, muchos son casados con terror a que los descubran, u hombres que viven demasiado lejos, ó a los que no se les para siempre, tipos cargosos, desempleados o con salario mínimo, con madres mandonas “casadas” con sus hijos. Machos que me hablan todo el tiempo de su anterior pareja, o de que están “de trampa”. Sí, siempre atraigo, tipos con problemas con la ley, depresivos, bipolares, celosos, histéricos, haraganes, de higiene dudosa, impotentes, eyaculadores precoces, vividores que buscan un “sugar daddy” que los mantenga, posesivos o reprimidos, boludos y hasta frígidos. Hombres que dicen ser activos pero siempre, más temprano que tarde se “dan vuelta”.  Machos con aspecto de camioneros que de pronto son mariposones en la intimidad. Señoritas con bigotes y un par de bolas grandes como dos mandarinas bergamotas. Tipos que me engañan con cuanta pija suelta encuentran por el camino y luego me contagian ladillas como me pasó una vez...Como dicen los mexicanos, en el amor siempre me fue de la patada . Ese es mi destino, como decía una tia mía, solterona ella, que hace muchos años pasó a mejor vida “ yo he nacido “viudo ”   Condenado al celibato sin ser cura,  a ser soltero involuntario, navegante sin brújula, pintor sin lienzo, campesino sin tierra, escribiente sin tinta, mago sin galera, boxeador sin protector bucal. Torero sin capa.  Ese soy yo. Y no me hago la víctima. Y no les cuento mi vida para no hacerlos llorar.

Un día apareció por el taller mecánico “El Asturiano” donde trabajo desde hace más de 15 años, un automóvil  Audi último modelo, gris oscuro, reluciente y con vidrios polarizados. Lo trajo un hombre mayor con anteojos de sol, que parecía ser el chofer.   Escuché que tenía ciertos problemas de ignición y el dueño del taller,  o sea don Casimiro López y López más conocido como don López,  le dijo que lo dejara y lo pasara a buscar en tres días.   El señor preguntó si no podía ser antes, pero mi jefe le dijo que no. Entonces el hombre quedó en pasarlo a buscar el sábado siguiente.  No pidió presupuesto.  Hizo mal, porque don López es bastante carero: es de esos que  cobran según la cara del cliente. Casimiro te mira bien y según tu cara te carga el presupuesto.   Pero su taller “El Asturiano” es bueno, eficiente  no te engaña  y por eso siempre tiene trabajo.  Además me tiene a mí, su mecánico estrella.  Bueno el nunca lo dijo, pero yo me lo creo. Soy su mecánico estrella.  Modestia aparte y no tengo abuela.

Me tocó a mí hacer la reparación del Audi: la hice en un rato, por algo soy un experto en el encendido o ignición electrónica: mi mundo son las baterías, las bobinas, el distribuidor, el platino, los ruptores, los condensadores.   Los conozco como la palma de mi mano.  Si, mi palma de pajero….  Pero si el trabajo lo hice rápido me demoré bastante mirando el interior del auto como si quisiera memorizar todos sus detalles.  Estaba muy bueno.  Un tapizado impecable, color bordó claro y un tablero del siglo XXI, con todos los avances,  una joya. Me calentaba con solo pensar en conducir esa máquina infernal.  Claro que nunca sería mía Esa obra maestra de la industria alemana era algo inalcanzable, absolutamente imposible para mí   Me dio envidia, me dio tristeza, pero también  me dio una erección pero creo que fue por el perfume entre dulce y cítrico, seguramente caro y  francés, que todavía circulaba  por el interior lujoso de aquel vehículo de alta gama.  Ese perfume no era del viejito que trajo a reparar al Audi seguramente,  ni un desodorante de interiores de autos. No olía a coco o a vainilla.  Olía a macho sensual y sofisticado.  Eso pensé yo.

Me preguntaba de quién sería esa colonia exquisita cuyos efluvios, invadían aquel auto soñado y mis fosas nasales acostumbradas a otro tipo de olores.   Encendí la radio y me di cuenta que la pija la tenía re dura no sé si de ese perfume seductor o por mi larga abstinencia, y por un momento me sentí dueño de ese auto, dueño del mundo y comencé a pajearme, despacito.   Hasta que se ve que me adormecí por un rato y me despertó el pibe nuevo (Matías o Leandro nunca recuerdo el nombre) que me golpeó el vidrio porque me llamaba el patrón.  Disimulé como pude mi poronga todavía atenta y dura (cuando se me para se pone muy desobediente) y me dirigí al fondo para confirmarle a don López que el auto ya estaba arreglado. Le expliqué cuál era el problema que tenía y cómo lo había solucionado.  El patrón me miró de arriba a abajo y cuando vio que bajo la tela del “overall” se notaba mi pija erecta me dijo: “veo que tenés algo encendido en la bragueta…”, y me preguntó “Te pusiste así  porque estás contento de verme o porque venís con la batería encendida,vale decir  con la garcha al palo……. Me puse colorado y solo atiné a mirar al piso hasta que mi pija volvió a su estado natural. El patrón se rió de mi vergüenza y yo me arrastré hacia otro sector, rojo como un tomate. Si seré pajero…. Como vos, de que te reis?

Me llamo Gianni Marzotto, y soy el hijo de la vejez de mis padres Pascual y Assunta, que vinieron del  Molisse, Italia, a la Argentina, muy jóvenes después de la guerra.   Nunca me gustó estudiar, pero la mecánica me apasionó desde siempre y eso me permitió entrar a trabajar en ese taller donde gracias a mi conocimiento de los “fierros” fui progresando como mecánico de automóviles de primeras marcas.  Experto en baterías, era mi calificación laboral.  Experto en baterías, si no te la caliento,  se te enfría….

De mi vieja heredé el mal carácter,  la perseverancia, la ambición y las ganas de progresar, y también una forma caprichosa y hasta autoritaria de ser. Por cualquier travesura me daba una paliza. Mi vieja era brava, y tenía la mano pesada. Con una bofetada te tiraba al piso. Era medio bruta doña Assunta, pero buena…  De mi padre, heredé la gastritis, las buenas maneras, el amor por las pastas rellenas y el vino tinto, el pelo rubio, los ojos verdes y la piel color aceite de oliva extra virgen de algunos italianos del sur, (aunque él había nacido incidentalmente cerca de Roma). Aclaro que virgen ya no soy. Debuté con otro chico a los 13 años, a la salida del colegio Industrial donde los dos cursábamos el secundario.   En el industrial los chicos me cargaban con un versito: “Marzotto, chúpame el choto” (pija). Y eso hice aquella primera vez. Así fue como me convertí en adorador de la verga…..

Siempre fue muy calentón y pajero, y luego de esa experiencia con el otro chico, sentí mucha culpa: por algo había sido monaguillo de un cura español, cejijunto y preconciliar el, que siempre me palmeaba el culo.  Traté de “normalizarme”: tenía que formar una familia, darle nietos a mis viejos. Esa era la línea que me habían bajado siempre.  Un hombre consigue una mujer buena, se casa por la iglesia y por el registro civil  y tiene hijos y se hace cargo de su familia.

Tenía yo, unos quince años cuando empecé a  trabajar en el taller, a ganarme mi propio dinero y al poco tiempo a ir a bailar con unos amigos.  Éramos habituales de las matinés de una discoteca, donde iban las chicas más lindas de la zona, y ahí después de un tiempo la conocí a Silvana, también hija de italianos: no era linda pero si “fácil”.  Le gustaba mucho el chorizo… El apodo que tenía en el lugar era “bombachita veloz”.  Con ella debuté en el sexo con las mujeres, y para mi desgracia le hice un hijo, a los dieciocho años, casi diecinueve. Culpa de mi inexperiencia y  un condón roto.  Ella quería  casarse con el primero que pudiera para irse de su casa,, tenía cuatro años más que yo y con el asunto del  embarazo me enganchó. Yo era un muchacho serio, sin vicios, con unos ahorros y ganaba bien. Un buen candidato.  Mis viejos casi me obligaron a casarme.  Un Marzotto no abandona a las mujeres ni a los hijos. No trae bastardos al mundo, y mucho menos paga un aborto. Pero no la quiero mama, no la quiero papá,,  compréndanme.. Mi madre siempre decía que el amor no existe, lo que vale es el cariño. Yo nunca amé a tu padre y el tampoco a mí, pero ya ves, seguimos juntos repetía. No hubo caso. No pude evitar el matrimonio.  Así que cuando nació  Thiago nos casamos con Silvana y nos fuimos a vivir a un barrio suburbano a una casa alquilada que mi viejo arregló pero que me deprimía. Era húmeda, sombría,, angosta, triste como mi vida. La convivencia era imposible. Silvana, aumentó treinta kilos con el embarazo, se puso mandona, gritaba todo el día,  tenía una boca sucia que espantaba.  Cuando nació Thiago, me dejó de lado,, todo era para ese hijo.   Al tiempo nos separamos en malos términos: la vida se me había hecho insoportable: no aguantaba sus gritos, sus exigencias, sus celos, sus cremas grasosas, sus cigarrillos. Peleábamos mucho, ella me acusaba que yo tenía otra mujer.   Nunca supo ni sabrá que en realidad a mí sólo me gustan los hombres… Y ella de verdad, nunca me gustó.  Para coger con ella necesitaba imaginarme que lo estaba haciendo con otro hombre, con los ojos cerrados, media botella de grappa y un broche en la nariz (ella no olía bien)  Me acuerdo de ella y me parece sentir olor a besugo en mal estado….

De modo que volví muy pronto a mi condición de viudo, o sea de soltero sin nadie, y mi vida eran, mi hijo al que adoro, el trabajo, mi aficción, por dibujar historietas, coleccionar cajas de fósforos , mi gusto por los autos y las carreras de Fórmula 1.  También los hombres,  pero como ya dije, con mala suerte.   .

Pocos días después de que dejaran el Audi para reparar,  recuerdo que era un sábado cerca del mediodía y yo estaba arreglando un Toyota útimo modelo propiedad de un jugador de fútbol,  cuando vi entrar al taller  a un muchacho de mi edad,  muy bien vestido, con una apariencia de un millón de dólares,  Yo suelo codearme con gente rica, dueña de los autos de alta gama que reparo, pero generalmente son hombres mayores: ejecutivos, empresarios, productores rurales, artistas.  Algunos son màs jóvenes pero poco interesantes, sindicalistas corruptos, jugadores de fútbol ignorantes etc.  Algunas son mujeres maduras, teñidas, con cirugías. Lipo-aspiradas y con botox.  Los clientes en general no me atraen. Más de una vez me echaron los galgos o sea que intentaron tener más “intimidad” conmigo, invitándome a tomar algo o preguntándome sobre mi estado civil o situación sentimental. Un muchacho tan lindo como vos y sólo, que desperdicio,  me dijo uno un día. Pero en eso yo era estricto: donde se come no se caga….   Un viejo intentó manosearme una vez y cuando vio que era en vano, me invitó a un crucero.  Lo mandé a que se hiciera una lavativa por la popa.  Se ofendió, pero no me contestó nada… Por ahí aceptó mi consejo y se hizo  una  enema…

“Vengo a retirar el auto”, dijo el muchacho,  es el Audi aquel, señaló.   Le dije que viera al patrón,  y le señalé el escritorio del fondo.  Me sonrió y vi sus dientes blanqueados,  su ropa de marca, su reloj carísimo, el pelo limpio y  bien peinado, y cuando se fue, dejó la estela de la colonia aquella que me había atrapado en el interior del auto. No puedo negar que el tipo, me atrajo desde el primer momento: era todo lo contario a mí: fino, educado, bien vestido y yo manchado de grasa, con las uñas sucias y con un  “overall” desteñido y sucio que encima no me quedaba bien.   Había engordado un poco y mis compañeros decían que me marcaba las bolas, la chota y el culo. Y yo lo sentía algo tirante especialmente en la parte de atrás…. Dicen que tengo lindo culo  y el hecho de que me lo marcara, me daba como cierta oculta satisfacción. Un morbo. Presentía los ojos de las mujeres y de algunos hombres posados en mis nalgas y en mi raya.

Al rato, el muchacho subió a su auto y antes de salir me vio y abriendo la ventanilla,  lo detuvo justo cuando pasaba a mi lado: “parece que anda bien pero don Casimiro me recomendó que cualquier problema lo viera con vos”, me dijo mirándome de arriba a abajo y lamenté mi ropa de trabajo manchada, mis manos engrasadas, y le dije que no había problema. “Gracias, me dijo y me miró a los ojos como nadie me había mirado nunca.  En sus ojos me vi lindo, en sus pupilas casi sonrientes, me pareció ser el hombre que siempre quise ser, exitoso, triunfador, importante, sin miedo, yo mismo.  Me guiñó uno de sus ojos castaños y brillantes y me pareció morir y resucitar.   Me quedé como embobado, con la lengua afuera, sin saber qué hacer ni hacia dónde ir. Hasta que el nuevo me tocó la bocina del auto que estaba manejando hacia el fondo y entonces volví en mi, y me fui al baño para lavarme las manos y mirarme en el espejo, con la esperanza de verlo todavía reflejado en la imagen que me devolvía.  Pero él no estaba ya.  Ni sabía su nombre. Me refresqué la cara y me dije, puto no te imagines cosas.  Ese tipo no te quiso sugerir nada.  Es así con todo el mundo, especialmente con sus servidores e inferiores. Porque no lo sería, también con el mecánico de un taller de barrio.  Es pura conveniencia. Te puede necesitar…… Para que le arregles el auto.

El lunes volvió , me saludó como a un viejo amigo,  preguntó como estaba, sin sacarme los ojos de encima y me dijo que estaba todo bien, pero que el auto  hacía un poco de ruido al cambiar los cambios o algo así. Le pidió a don López si yo podía salir un rato con él, para revisar aquel problemita con el auto en marcha y Casimiro me dijo, cambiate y lavate no sea que engrases el auto .del señor……Don López a veces e hiriente y no se da cuenta.  De bruto que es. En eso me recuerda a mi vieja.

Ya limpio y en ropa de calle subí al auto y el muchacho lo primero que hizo fue preguntar mi nombre y decirme el suyo, Juan Martín.    Estiro su mano y yo se la estreché y el la retuvo mucho tiempo o eso me pareció.   Salimos a rodear el Parque de la Independencia y el manejaba despacito, lentamente y me miraba por el espejito del auto, me miraba y mi cuerpo sentía esa mirada como  golpes de calor, como un fuego que me abrazaba y me abrasaba. Como flechas que se hundían suaves pero profundas en mi piel.   De pronto estacionó justo frente a la fuente.  Una fuente muy linda que ese día funcionaba.   Llovía y el giró su cuerpo hacia mí  y me preguntó si había escuchado algún ruido cuando ponía los cambios del auto y yo le dije que eso no.  “Que es lo que oiste vos” preguntó  Oir , no oí nada, dije , pero sentí algo.  Que sentiste preguntó, y yo me callé la boca, quizás arrepentido de haber dicho eso, porque donde se come no se caga y ese chico  me gustaba a morir.  Juan Martín, era un cliente.   El esperó mi respuesta y me miró otra vez a los ojos y recorrió mi cara con barba de tres días, se detuvo en mi boca, en mi respiración entrecortada.  En su mirada había como intriga, ansiedad, simpatía no se qué.  Seguía lloviendo y yo le devolvía la mirada, y el convencido de que no habría otra respuesta:de mi parte, tragò saliva y me dijo “que lindos ojos tenés guacho”, y yo me quedé mudo y hasta me puse colorado.  No es habitual que un hombre te diga eso, salvo que….

“Ojos de tano”, respondí”.  En Argentina a los italianos les decimos tanos.” Ojos de tano lindo”, me respondió y a mí, eso se me puso la carne de gallina. Mi verga acusó el impacto y comenzó a despertarse.  Seguía lloviendo y después de un rato de silencio  le dije que me parecía que el auto estaba bien, y que yo tenía que volver al trabajo.  Me miró otra vez como decepcionado y puso su mano blanca y cuidada sobre la mía, y sentí su calor, creí oír en ese gesto, las palabras que no había pronunciado. Y ya no tuve límites ni prevenciones y no saqué la mano, y el entrecruzó sus dedos con los míos, y yo sentí frio y calor y unas ganas locas de gritar.   El corazón me traicionaba demasiado, latía desbocado, tocaba como un tambor, y mi cabeza rodaba como una ruleta enloquecida.  Y no se porqué, tuve ganas de llorar.  Y mis ojos se llenaron de lágrimas y él lo notó y frunció el ceño pero no me soltó la mano.  Acercó sus labios a mis ojos y los besó.  Uno a uno, y luego se llevó mi mano a la boca y sentí la suavidad de la suya la tersura de sus labios mojados por mis lágrimas en su beso con una ternura que no había sentido nunca..  Y pensé para mí, esto no puede ser verdad.  Me acarició el pelo y buscó mi boca para besarme. Su aliento olía a menta y su cuerpo a la colonia famosa. Apoyó su boca en mi cuello, y me lo fue besando despacito mientras con su mano buscaba mi verga para sobarla con desesperación.  No me pude contener y empecé a gemir y puse una mano en su bulto erguido y me sorprendió la dureza y el calor de aquella pija.  Me matás me dijo.  Y yo suspiraba sin contestar nada mientras nuestras manos dibujaban piruetas en nuestras pijas desbocadas.  Al final la sacò de su bragueta y se la chupè un ratito y el me apartó la cabeza diciendo si seguís, voy a acabar…. Entonces me bajo el cierre y sacando mi verga afuera, me la mamó enloquecido de tal modo que le llene la boca y la cara de leche.

Volvamos al taller dije después en un hilo de voz como si fuera una doncella virgen.  O sea actué como un  bolas tristes. .  El encendió el motor, que funcionaba muy bien y por el camino observé que seguía lloviendo, y que el perfume de su colonia entraba por mis poros…

El volvió al taller varias veces y yo que soy experto en el auto sabotaje, me escondía.   No sé porque lo hacía.  Quizás por miedo a otro desengaño o que Juan Martín buscara simplemente un polvo más con el mecánico de baterías, de overall engrasado. Que fuera un tipo que se calienta con el populacho, con los obreros manuales, con la clase obrera.  Con los que son inferiores de condición a èl.  Temor a engancharme con alguien de otro mundo que me despreciara o me abandonara.   Miedo a entregar mi corazón a quien solo quería un revolcón de vez en cuando.

Me dicen que preguntaba por mi y como me negaban se iba decepcionado y nunca más trajo el Audi a reparar.  El te busca a vos me dijo el nuevo (Leandro o Matìas nunca recuerdo su nombre). Yo me hacía el tonto.  Parece que le gustás, agregaba el comedido en todo de burla. .  Yo le decía que no fuera forro (condón)  De noche soñaba con Juan Martín y revivía aquel momento en el parque son los dedos entrelazados y su mirada Aquel instante de las pajas mutuas y mi leche bajando por sus labios.. Y besaba mi almohada mojada de sudor, imaginando su boca.  Después me volvía sobre mis espaldas y me sacudìa la pija hasta llenar de leche mi pecho y mi panza. Yo era un pobre desgraciado.  Un infeliz.  Pero me conformaba con la vida que tenía, no conocía otra.   Ni podía soñar con otra vida.

Una tarde me lo encontré en una clínica a la que llevé a mi hijo por un problema de otitis, y Juan Martín pasó vestido con guardapolvo de médico. hablando con otros dos colegas Yo estaba esperando que nos atendieran, sentado en un banco del corredor con Thiago, que estaba dolorido y asustado, y Juan Martín me vio  y me miró y yo quise desviar la vista pero él se detuvo, se despidió de sus colegas y se dirigió a mi encuentro.  Me saludó, tocó la cabeza de mi hijo y me preguntó que hacia allí  cuando le expliqué, me dijo que él era uno de los dueños de la clínica. Se quedó con nosotros hasta que atendieron al nene y  luego me dio su tarjeta para que lo llamara.   No me guardaba rencor.  Eso pensé, pero cuando dejé a mi hijo en casa de su madre, me pregunté a mi mismo si lo llamaría.

No hizo falta llamarlo, me vino a buscar al taller con su Audi de tapizado bordó claro, con su mirada, con el aura a colonia dulce y cítrica a la vez. Y ya no me escondí. Ya no me negué. Pudo más la calentura, la atracción.  La necesidad. Me dijo te vine a ver a vos….

Me esperó en el auto hasta la hora de salida.  Me lavé, me peiné, y me puse la ropa de calle.  En las uñas todavía tenía un poco de grasa, pero por ahí era eso lo que le gustaba de mi

Se había hecho de noche y rodeamos otra vez el parque y nos detuvimos con el auto justo frente a la fuente. El me miraba por el espejo del auto y yo estaba nervioso. Me tomó la mano como aquella vez, entrecruzamos los dedos, hablamos, me preguntó por Thiago, por la madre de mi hijo, por mi vida, por mis sueños  yo contesté todo pero con pocas palabras.No había mucho que decir. Después hablo de si mismo. No hice preguntas pero me di cuenta que era sincero, que no tenía vueltas.  “Me gustas loco “me dijo, “me gustàs”..  Quiso saber porque  yo lo rechazaba, lo rehuía, si estaba enojado con él. “Sé que fui un poco insistente y por ahí te causé problemas pero no podía dejar de pensarte” dijo.. Lo miré y él supo mi respuesta, y otra vez me dijo “qué lindos ojos, tenés”, y yo miré primero a la calle por si pasaba alguien y como la calle estaba desolada, le di un tremendo beso en la boca.  Fue un beso de machos, fuerte, con mucha lengua, con mucho deseo, con casi rabia, un beso para siempre. Ya no me importó la gente que pudiere pasar.  “Me hiciste sufrir man, si cómo me hiciste sufrir” dijo, y yo le tapé las palabras con otro beso apasionado y le mordí la boca, y él me abrazó por el cuello y yo le lamí el lóbulo de la oreja y él me tocó el pecho queriendo comprobar mis latidos  “ Ahora no te suelto más.” Vamos” dijo….

Su departamento queda en un piso 37 de una torre altísima, un rascacielos que casi rasguña las nubes.  Cuando subimos al ascensor de vidrio nos besamos y el abrazo y el beso duraron treinta y siete pisos. El abrió la puerta de la casa y yo le seguí en la oscuridad.  Cerré la puerta y no se veía nada y lo llamé y nadie respondía.   Estaré soñando pensé.   ¿Porque sueño que un día aparece alguien y me salva la vida? ¿Porqué siempre espero en los sueños a alguien que cure mis heridas, me salve de ahogarme , alguien que me rescate de una vida gris?  ¿Qué me hace ser tan débil e iluso? Busqué la puerta para salir, tanteando, procurando no tropezarme con nada, pero no encontré la manija. Es una pesadilla, pronto me despertaré me dije.  Hasta que sentí su mano tocándome el bulto, acariciándome los huevos, apretando mi pija pordiosera por encima del pantalón. Tomé la mano y la alejé de mi bragueta.  El no sintió el impacto.  Se paró tras mío y rodeó mi cintura con sus brazos. Y sentí su boca en la nuca y en el cuello y su aliento agitado mientras su cuerpo desnudo se apretaba a mí.” dijo muy bajito “ y ya no te vas a volver a escapar de mí” .  Me di vuelta y solo vi el brillo deslumbrante de sus ojos, e intenté despegarme de él, echarlo de mi lado, ¿No era acaso un sueño?  Lo miré a los ojos como con temor y quería articular palabras y no salían y me temblaban los labios.  Si seré boludo pensé, ponerme así por una figura que se haría humo cuando abriera los ojos de verdad y la pesadilla o el sueño terminara. Le puse la mano en la boca y él me mordió los dedos, los lamió. Los besó uno a uno.y los siguió mordiendo hasta hacerme doler. Lo empujé hacia atrás y el tomó mi cabeza con una de sus manos y la acercó a la suya y a sus labios.  Me besó: de un modo que ni en sueños podría inventar, fue un beso del conquistador que clava su espada en la tierra,  del adelantado que clava la cruz en el primer promontorio.  Del astronauta llegando a la luna y clavando su bandera en el suelo lunar.   Mis defensas flaquearon y no soporté más el deseo de tenerlo, de abrazarlo, de acariciar ese cuerpo desnudo que comencé a tocar, a recorrer con la yema de mis dedos. Era un cuerpo tibio, suave, con líneas curvas y rectas, el torso, los brazos, las axilas, el vientre, la madeja de lana de seda de su pubis, su pija dura, sus huevos húmedos, su culo suave y lampiño. Y fui luego recorriendo los mismos lugares con mi lengua, con mis labios, dejando una estela de mi saliva que bautizaba sus poros.  Lamiendo aquél cuerpo prohibido, mientras él franqueando todas mis resistencias me iba desnudando con alguna urgencia, sacando una a una, las prendas que ocultaban mi cuerpo entregado y caliente.   Tocó mi culo y dijo “sabía que tenías un orto divino p2ero nunca imaginé que fuera tan hermoso…

Tomé su pija entre mis dedos, y era enorme, gorda, caliente, dura, palpitante, y recorrí las venas que cruzaban ese tronco, y luego le acaricié los huevos grandes y suaves.

Me agaché y como pude llevé su pija a mi boca,  lamí su capullo, adorné con mi saliva su cabecita apenas asomada, y sentí el olor y el sabor de su leche, el anticipo de sus jugos. “Dame pija” grité y el eco de mi voz enloquecida volvió  y sonaba fantasmal, crispada, caliente.  Hervía. “Dame  pija” repetía yo.

Repasé una y otra vez aquella verga enorme con la lengua y con la boca, y me la metí bien adentro como queriendo contenerla toda en mi garganta, para chuparla hasta decir basta y el gimió por primera vez, como un animal en celo.  Me matás. me decía , me matás…. Era la profecía auto-cumplida   “Marzotto chúpame el choto”.

Caímos al suelo sobre una alfombra mullida, y el giró su cuerpo para chuparme la poronga en un 69 soñado.   Su boca era como una aspiradora que se iba comiendo mi garcha despacito pero constantemente como aquella primera vez..   La apretaba de un modo apasionado, como si fuera un torniquete y me daban ganas de acabarle ahí y en ese momento, y llenarle la garganta de mi leche contenida.  Pero me contuve.

El estiró su cuerpo hasta bajar a mi orto y con su lengua comenzó a mojármelo, a lamerlo, a darle besos y a amasar mis nalgas con deleite, “ que orto, tenés guacho” me dijo y comenzó a besarme el culo, a chuparme la raya y a hundir su lengua golosa en mi orto enardecido.   “Que caliente tenés el oyito” papi me dijo y comenzó a escupir mi agujero y a hundirse cada vez más en mi culo hasta hacerme gritar de deseo: “ cogeme , cogeme”

No se hizo rogar mucho y me la puso despacito, muy despacito, hundiéndose en mi agujero hasta donde era posible, dilatando mi culo para poder recibirlo todo y hasta sentir sus pelotas golpeando en mis nalgas con cada empuje con cada bombeo, con cada movimiento de entrada y salida. “Cogeme, puto cogeme” gritaba yo y el no se detenía, y me abría el culo con las manos para penetrarme mejor y para que su enorme pija me entrase toda.

Me dio vuelta y apoyó mis piernas sobre sus hombros para entrar otra vez, para invadir mi cuerpo, para entrar en mis entrañas, para convertirse en mi dueño.  Para transformarme en algo más que el campeón de las baterías  Acabé como si fuera una canilla abierta y en ese momento supe, que con su acabada monumental que me ardió como lava en el culo , que dejé de ser viudo.

galansoy

Un cuento de amor, como a algunos les gusta.  Espero que los mantenga calentitos. Recuerden que mi mail ahora es exlegal64@hotmail.com .  Abrazos.g