De cómo Damián se comió a Mirtita
Lamé ahí, me dijo en un suave murmullo. Le obedecí; me había acostado con otras chicas, pero era la primera que me invitaba a que le metiera la lengua allí.
De cómo Damián se comió a Mirtita
por Clarke.'Lamé ahí', me dijo en un suave murmullo. Le obedecí; me había acostado con otras chicas, pero era la primera que me invitaba a que le metiera la lengua allí.
A migo 'Clarke': He disfrutado leyendo de tus relatos -aunque aún no he leído muchos de ellos- desde que me encontré con el primero en la página. Hace un tiempo que tengo una historia para contar, pero no me animo a enviarla. Si te la cuento en esta carta, tal vez me contestes dándome una opinión sobre cómo escribirla mejor. Es más o menos así: "Se llamaba Mirtita. La chica a quien primero le practiqué una chupada de concha (cunnilingus, le dicen, ¿no?) se llamaba Mirta. Era una adorable rubiecita y trabajaba en la panadería. Siempre la veía por el barrio y era nomás verla y excitarme. Un amigo mío de aquellos años había salido con Mirta por un tiempo y me aseguraba que era más fría que un témpano, del tipo de chica que no quiere probar nada nuevo, ni siquiera una vez, para decidir si al menos le gusta o no. De manera que él la dejó y la chica se quedó sin pretendiente. A mí me costaba trabajo creer que esa chica tan excitante y atractiva que a mí me parecía tan ardiente, pudiera ser en realidad una barra de hielo. Tenía unos labios carnosos, rojos, una figura con buenas curvas, pechos altos y redondos que eran el punto fuerte de su anatomía. Llevaba a veces polleras mini ajustadas que cuando caminaba dejaban ver el armónico balanceo de sus caderas, lo que siempre me hacía reír. Comencé a sospechar que lo que pasaba en realidad era que mi amigo era un poco inexperto para evaluar a una mina, de esos que apenas saben tratar a las mujeres. O en todo caso me convencí que era de los que no sabían tratar a Mirtita. Ella, siempre que me la cruzaba, me sonreía y era amable conmigo, de manera que me pareció que no tomaría a mal que yo la invitase a salir. Un día hice coraje, la invité para ir al cine y ella aceptó. No me acuerdo qué película vimos, pero era una romántica, lo que sí recuerdo es que era tan conmovedora que Mirtita comenzó a llorar a la mitad de la película y no paró más. Como una verdadera mimosa se disculpó, se pasó media hora en el baño y después volvió con una enorme sonrisa en el rostro, oliendo a perfume y con el lápiz labial brillando en su boca. Esta chica tenía algo increíblemente superficial y tonto que me excitaba. Parecía dulce y sexy continuamente. "Después de la película hablamos de adonde podíamos ir a conversar un rato. Ella, no yo, sugirió su casa. Esa noche, según dijo, sus padres llegarían bien tarde, como siempre que iban a cenar con unos amigos. "Tenía la habitación decorada con animalitos de peluche, posters de niños de ojos enormes, unos que estaban de moda por entonces. Sobre la cómoda vi cuatro paquetes de caramelos, todos con lindos moños. Cuando le pregunté por esos llamativos paquetes me respondió, con una extraña sonrisa, que eran obsequios de sus admiradores. Me acuerdo que supuse que pretendía bromear un poco. Luego, Mirta se acostó en la cama y muy sugestivamente me pidió que la ayudase con las medias. "Era la ocasión que yo necesitaba. Ella se recostó y cuando miré hacia arriba vi que tenía la pollera arremangada y podía observar un buen tramo de la piel rosada de sus muslos. Llevaba un portaligas y una bombacha alta. No me puse nervioso, pero el bulto apareció inmediatamente en mis pantalones y me encontré en un problema porque no pude controlarme. ¡Llegué inmediatamente, vestido! Esto me turbó enormemente porque ignoraba en qué forma podía reaccionar ella. Obtuve la respuesta en su mirada: Mirta se bajó la bombacha mostrándome sus labios vaginales húmedos y rosados, como una dulce flor abierta. Guió mi cabeza con su mano, acerqué la boca y ella, con un dedito, me indicó dónde era más sensible. 'Lamé ahí', me dijo en un suave murmullo. "Le obedecí; me había acostado con otras chicas, pero era la primera que me invitaba a que le metiera la lengua allí. ¡Me sentía tan ansioso por complacerla que seguí todas sus instrucciones, lamiendo los lados de sus labios hinchados, metiendo la lengua en la raja y haciéndola ir hacia arriba y abajo, sobre el palpitante clítoris! Ella gemía, reía y jadeaba. Después me di cuenta de todo lo que había gozado acariciándola de esa manera. Recordé lo que decía mi amigo y llegué a la conclusión de que él nunca le había aplicado este tipo de caricias. Mi relación con Mirtita se prolongó bastante tiempo y permanentemente fui comprobando que la clave para llegar a su corazón estaba en la habilidad de mi lengua aplicada a lo más íntimo de su anatomía." Esto es lo que he escrito aunque me parece que no está lista para resultar un buen relato. ¿Que opinas? La verdad es que me gustaría mucho ver esta historia publicada. Espero que puedas orientarme. Escríbeme. Damián, un atento lector de tus cuentos. * Mi estimado Damián: Mi opinión está aquí. Tu relato se puede leer perfectamente tal como está y la historia es deliciosa, como se deja entrever que te resultó el sabor de tu amiga... Ya lo estás viendo entre las demás historias disponibles para el disfrute de los lectores. Ahora sólo resta esperar algún comentario (que a veces tardan en llegar, no te desanimes, mi amigo) y las dichosas estrellitas (éstas llegan enseguida y en promedio, después de cierto tiempo, suelen ser bastante justas, aunque el laborioso Alex, cada tanto, tenga que estar eliminando sospechosos 'terribles' de algunos que se dedican a ciertos 'truquillos'). El próximo relato, con una nueva historia, -o también puedes contarnos un poco más de tu historia con la rubia Mirtita- lo esperaremos unos cuantos lectores (tu primer admirador soy yo, ya lo sabes) cualquier día de estos entre las novedades del sitio. Escríbeme (no creas que siempre ando publicando mi correo privado a los cuatro vientos pero esta vez pensé que es el aliciente que necesitas... ¿me equivoco?). Un abrazo. Roberto (Clarke en TodoRelatos).