De ciber a primera cita (2)

La llegada al hotel. Continuación de la primera parte.

Las puertas del ascensor se cerraron demasiado lentas para gusto de los dos. Cuando desaparecieron a las miradas de la recepción, sus manos, sus bocas y sus lenguas fueron pocas. Se comieron desmesuradamente y se metieron mano todo lo que les fue posible, hasta que el ascensor llegó a su destino y abrió las puertas, indicándoles el camino hacia la locura.

Anduvieron por un largo pasillo, con las manos en los bolsillos del culo del otro, bien juntos, besándose cada pocos metros. Un pasillo eterno, en el cuál, él aprovechó para deslizar la mano dentro del pantalón de ella, justo donde empezaba su culo, y fue bajando la mano entre el tanga y sus más que apetecibles nalgas, frotando de arriba abajo con su dedo medio toda la raja, insistiendo cada vez que pasaba por su ano caliente. Ella dejaba escapar leves gemidos, mientras veía como aumentaban los números de las habitaciones hasta llegar por fin a la que ella misma había reservado para tal ocasión.

Metió la llave-tarjeta, la puerta se abrió al instante, y ella se dispuso a entrar la primera.

-Psst dónde vas? Ven aquí- Dijo él frenándola con una mano en el hombro.

-Tengo unas ganas locas de follarte y que me folles!

-Espera.

Y diciendo esto, en un abrir y cerrar de ojos la cargó en brazos para pasar la puerta, no se cayeron los dos al suelo de milagro, pues el ansia de comerse las bocas le hizo perder un poco el equilibrio.

Una vez dentro, ella empezó a mirar por toda la habitación, observando hasta el más mínimo detalle, mientras él se encargó de entrar las maletas y cerrar bien la puerta, colgando el cartelito de "no molestar".

Acto seguido, la agarró desde atrás, con las dos manos en la cintura y se la acercó para empezar a comerle el cuello con suavidad mientras la abrazaba, haciendo que sintiera la dureza de su polla en las nalgas. Ella giraba la cabeza de vez en cuando, buscándole la boca. Ya no tenían prisa como en el vestíbulo, el pasillo, o el ascensor. Ahora era todo más lento, continuado pero lento, disfrutándolo a cada segundo, a cada beso, a cada lamida.

-Es bonita la habitación

-Más bonita eres tu.

-Has visto el armario? Dijo ella con voz de sorpresa y mirada malvada

Las puertas del armario, ubicado a los pies de la cama, eran espejos, y ésta se reflejaba entera en ellos.

-Menudo festival, dijo él mordisqueándole el lóbulo de la oreja.

-Si…se me están ocurriendo mil posturas cariño.

-No te preocupes, las haremos todas!

-Voy a ver cómo está el baño.

Entró despacio, y él la siguió detrás sin dejar de sobarla. Amasándole las tetas con las dos manos y mordiéndole la clavícula acompañándola al andar. Ella empujaba hacia atrás con su precioso culo, para notar más aún la erección que él lucia. Reían como dos niños pequeños haciendo travesuras. Entraron, y pudieron ver un baño de lo más normal. Amplio, no muy moderno, y con una ducha con mampara. Reinaba silencio. Silencio que enseguida rompió Maria:

-Vaya, no hay bañera. Me hubiera gustado follar en la bañera.

-No te preocupes, follaremos en la ducha, que también da mucho juego.

Al oir esto, y presa de las ganas, fue ella la que se abalanzó sobre él, le rodeó el cuello con los brazos, y empezó a comerle la boca. Tenía razón, come la boca como nadie, pensó él, mientras las lenguas y las salivas iban y venían sin tregua ni control.

Después de unos minutos de estar de pie a los pies de la cama, ella separó sus labios de los de él, y le susurró al oído con tono más que imperativo y una voz de cachonda que quitaba el aliento: -Fóllame YA, a qué esperas? No aguanto MAS.

Los dos tenían claro que era lo que ocurriría acto seguido, él iba a realizar una de sus máximas fantasías, su máximo sueño erótico hecho realidad, ése que durante tantos meses habían hablado en ciber, y que él habia visto ya en infinidad de videos de Internet, y sobretodo a través de la webcam de María. Le regalaría el mejor cunilingus de la historia hasta hacerla eyacular en su boca.

La empujó despacio, para que se dejara caer en la cama, y le quitó los zapatos. Primero uno, luego el otro. Trepó por las sabanas hasta llegar a su boca, y la besó de nuevo despacio.

-Voy a hacerte el traje de saliva y besos que tantas veces te he prometido, por fin puedo hacértelo. Por fin puedo saber a que huele y a que sabe cada milímetro de tu piel, desde el pelo hasta las uñas de los pies. Todos tus rincones y agujeros.

-Joder! Hazlo ya! Me empieza a doler el coño, no aguanto más. FÓLLAME!

-Shhh…Despacio…no queremos un "aquí te pillo, aquí te mato", recuerdas? Dijo él guiñándole un ojo. Era lo que varias veces habían comentado. Y es que además del deseo sexual, sentían algo más el uno por el otro, amistad quizá? El caso es que se tenían un cariño muy especial, la confianza era máxima, plena y ciega, y eso hacia aún más mágico el momento. No era sexo entre desconocidos. No era un polvo rabioso de una noche.

Le desabrochó con cuidado todos y cada uno de los botones de la blusa, abriéndola lentamente y acercándose a oler su escote, mientras ella arqueaba la espalda hacia arriba buscando el contacto. Pero él se apartaba, no lo permitía aún, quería ponerla más y más cachonda, disfrutaba más con el placer de ella que con el suyo propio. Empezó a acariciarle las tetas por encima del sujetador con las yemas de los dedos, suavemente, hasta acabar cubriéndolas con ambas manos, regalándoles un espectacular masaje.

Bajó la goma con las puntas de los dedos hacia abajo, y allí apareció un par de joyas caídas del cielo.

-Me encantan tus tetas cariño, te lo había dicho? Son perfectas…Dijo besándola de nuevo.

Eran unas tetas de tamaño medio, tirando a pequeño. Con unos pezones maravillosos, pequeños también y muy bien hechos. Invitaban a jugar, manosear y chupar. Eran el tipo de tetas que a él más loco volvían.

-Cómetelas. Son tuyas. Sólo tuyas.

-Sus deseos son órdenes.

Acercó su cara, y empezó a rozar un pezón con la punta de la nariz, haciendo círculos alrededor, hasta que lo besó con suavidad. Empezó a acariciarlo con la lengua, dándole golpecitos con ésta. Al mismo tiempo las sobaba con las dos manos, cada vez más fuerte, como amasándolas, a la vez que se las metía en la boca succionando cada vez más duro, provocando los primeros gemidos pronunciados de María.

-Estoy empapadísima! Estoy chorreando cariño!

-Enseguida estoy por él, no te preocupes. Dijo él soltando las tetas de inmediato y dirigiéndose a los pies de ella.

Desabrochó los pantalones con calma, acariciándole los muslos con las dos manos por encima de éstos, antes de poner los dedos en sus caderas y tirar suavemente hacia abajo, mientras ella levantaba un poco el culo facilitándole la labor.

Apareció ante él, y entre los muslos de ella. Ese tesoro tan ansiado, recubierto por un tanga espectacular de color morado, elegido a conciencia, pues era el favorito de él. Se marcaba el bulto que hacían los labios fruto de la excitación, y la tela brillaba a causa del exceso de flujo.

María, además de eyacular en sus multiorgasmos, se mojaba exageradamente en los preliminares, y esto a él lo desquiciaba por completo. Nunca había visto nada igual en una mujer.

Acabó de quitarle los pantalones que ya tenía enrollados en los tobillos, y los tiró al suelo sin contemplaciones, mientras empezaba a mordisquearle el dedo gordo del pie, chupándolo y lamiéndolo a la vez. Luego les tocó el turno a los otros nueve, uno por uno, sin excepción.

Le lamió y besó la planta del pie, haciéndole cosquillas, y seguidamente puso su lengua en el nacimiento de sus dedos, dando una lamida lenta pero muy marcada por todo el empeine, hasta llegar mas arriba del tobillo, una y otra vez.

Comenzó a subir por la pierna, besando, lamiendo y chupando hasta llegar a la rodilla. Allí se entretuvo un rato más, mordisqueando y marcando con sus dientes, para subir más arriba sin detenerse, hasta llegar a la cintura.

-Qué cabrón que eres! Me vas a matar, en serio, no aguanto, cómemelo ya por lo que más quieras!

-Lo que más quiero ahora mismo és a él, pero quiero que se moje más aún cariño. Quiero ver ese flujo blanco y viscoso que tan enfermo me pone. Ése que tantas y tantas veces había visto en la webcam mientras se masturbaba violentamente.

Llegó al ombligo. Allí empezó a dibujar círculos con la lengua alrededor de éste, dejando caer de vez en cuando un chorro de saliva dentro, y recogiéndolo después a lametones.

Sacó su lengua entera, y empezó una larga e ininterrumpida lamida hacia arriba, pasando por el canalillo, ignorando las tetas por completo, hasta llegar a los labios, metiendo la lengua directamente dentro de su boca y comiéndola como un poseso.

-Por favor…cómemelo ya, fóllame, haz lo que sea, pero hazlo! Te lo suplico no aguanto mas

Él sonrió maliciosamente, y clavó sus dientes en el cuello de ella, apretando suavemente hasta hacerle soltar un sonido, mezcla de gemido y grito ahogado.

Después de besarla por enésima vez, bajó deslizándose por ese cuerpo escultural, acariciándolo con las manos, y acomodándose por fin delante de su tesoro. Ella tenia muy abiertas las piernas, al máximo.

Se agarró a los muslos firmemente, y se acercó a escasos centímetros contemplándolo, admirando ese regalo único. Acercó su nariz hasta casi tocar la tela del tanga, y aspiró profundamente su aroma embriagador disfrutando como un niño.

María estaba desquiciada, totalmente ida. Sólo podía emitir suspiros y gemidos encadenados, esperando ser complacida, se agarraba a las sábanas fuertemente con las dos manos, y levantaba el culo buscando a su amante con un juego de caderas de lo más erótico y sensual.

Empezó a rozar el tanga empapado con la punta de la nariz, casi sin tocarlo, acercándose a las ingles de vez en cuando, para estamparle suaves y delicados besos, o para apenas rozarlas con los labios, abajo y arriba, todo el recorrido, dejando besos a su paso.

Mientras le comía desenfrenadamente la cara interna del muslo, empezó a bajar el tanga suavemente, enrollándolo, y sin dejar de oler de cerca aquella maravilla. Cuando lo vio aparecer por fin ante sus ojos, en vivo y no en una pantalla como estaba acostumbrado, su boca reaccionó llenándose de saliva, que tuvo que tragar diciendo:

-Te lo he dicho ya mil veces, tú no tienes un coño, tu ahí tienes un tesoro.

El coño de María era también del gusto de él, como casi todo lo demás. De labios mayores finos, y los menores cortos y salidos hacia afuera. Un clítoris generoso, con un buen prepucio que escondía muy bien un glande de muy buen tamaño, y más apetecible que el más dulce de los caramelos.

Estaba siempre bien rasurado, a excepción de alguna decoración que de vez en cuando iba cambiando, según la temporada. Cuando la conoció por Internet, era un rectángulo vertical bastante ancho, que ahora había derivado en una línea de más o menos un centímetro. Nunca lo rasuraba entero, no le gustaba, y a él tampoco.

A todo esto, había que sumarle el tema humedades, que a él tan enfermo tenía. El flujo brotaba de sus labios con asombrosa facilidad. Asomaban verdaderos hilos de entre los labios menores, y cuánto más excitada estaba, más blanquecinos, llegando incluso a ser a veces tan o más blancos que el mismo semen. Él lo había presenciado mil veces en ciber, pero ahora quería verlo en vivo, quería tenerlo todo para él, tocarlo, lamerlo y saborearlo.

No esperó más. Y sin más preámbulos ni previo aviso, le incrustó la punta de la lengua en el ano, y empezó una lamida lenta y suave hacia arriba, con toda la lengua fuera de su boca, al máximo, recogiendo la máxima cantidad posible para empaparse de su sabor, hasta más arriba del clítoris. De una tacada y sin parar.

-Ooooh! Joder!. Así, así cariño, cómetelo, saboréalo bien. Éste es el más saladito, el que más sabor tiene. Decía ella entre gemidos.

Se lo había dicho ya muchas veces haciendo ciber. A ella le gustaba chuparse el dedo lleno de flujo cuando se masturbaban juntos. Para explicarle en todo momento cómo era el sabor. Al principio, el primer flujo, era el de sabor más concentrado, y de textura más espesa. Luego, se iba volviendo más insípido y menos denso. Los dos lo sabían, y él aprovechaba ahora para empezar con su festín particular.

Cuantas más lamidas le daba, más flujo brotaba. No tardó nada en llegar el primer orgasmo, pues María, como la mayoría de las mujeres multiorgásmicas, tenia el primero casi enseguida, encadenándolo sucesivamente con los siguientes, en espacios muy cortos de tiempo.

No eyaculaba en cada uno de ellos, cada cierto numero de orgasmos, soltaba mares de flujo, que él estaba ya deseoso por ver y degustar.

Los gemidos, gritos, y palabras groseras salían ya sin control de la boca de María. Ya lo hacia cuando se lo follaba por messenger, más ahora en persona.

-Fóllame cabrón! Le gritaba mientras lo agarraba fuerte del pelo con las dos manos, incrustándose la cabeza y la lengua en el coño. Él obedecía encantado, se la estaba follando con la lengua. Chupando frenéticamente, estirando los labios con la boca, metiendo la lengua hasta el fondo, mordisqueándolo todo, tragando flujo, sintiendo el sabor enganchándose en su garganta, como tantisimas veces había soñado e imaginado al masturbarse pensando en ese momento.

No tardó en darle lo que tantas veces había soñado. En uno de los orgasmos descontrolados de María, ésta se agarró a las sábanas y levantó el culo gritando y gimiendo, dando paso a un torrente de flujo delicioso a la boca de él. Le bajaba por la barbilla y el cuello, no daba a tragar más cantidad, sólo atinaba a chupar, chupar y chupar sin descanso para verla disfrutar más si era posible.

La cantidad de flujo fue tal, y le gustó tanto todo, la manera, el flujo en sí, el sabor, etc… que por poco se corre él mismo sin ni siquiera tocarse la polla, faltó muy poco.

A su vez, Maria no paraba de correrse, uno detrás de otro, en cadena. Sus gemidos, gritos y sucias palabras eran una constante.

Así siguieron por un largo rato, hasta que le hubo llenado la boca de delicioso néctar hasta tres veces.

Él no paró hasta ese momento. Y no paró de golpe, pues sabia que ella cuando se masturbaban juntos, nunca lo hacia. Decía que no podía parar de golpe, si no progresivamente. Así que dejó de comerle el coño tan salvajemente, y fue bajando la intensidad y el ritmo, hasta terminar por besarlo de vez en cuando y lamerlo con suavidad y cariño, degustando y disfrutando aún de ese delicioso jugo.

Estaba en la gloria. Subió por la cama hasta su lado, y se la comió a besos.

-Ahora me toca a mi- dijo ella. Voy a comerte la polla.

-No. Espera. Follemos directamente. Si me la comes no controlaré para poder correrme donde tu quieres la primera- dijo él con una mirada de complicidad.

Era otra de las cosas que tantas veces hablaron por ciber. Él le preguntó, que si algún día quedaban para follar en persona, dónde iba a querer que se corriera las tres primeras veces, las más abundantes. Era una de tantas cosas que habían hablado, pues habían sido muchas horas de juegos y ciber juntos. Además, se lo contaban absolutamente todo, como dos buenos amigos.

Ella había elegido como primer lugar su pubis. Le ponía enferma que se le corrieran en esa parte, y después fueran subiendo por la barriga, para acabar dándole un masaje de semen con las manos untándolo bien hasta las tetas.

Así que él pensó que para hacer realidad la fantasía, debía follársela directamente, sin más. Sacarla fuera, y correrse donde ella quería.

Se puso encima de ella, y la besó, hablándole dulce y cariñosamente. Tocándole el pelo, y acariciándole la mejilla con el reverso de los dedos. Le susurró:

-Te la meto directamente cariño, ya habrá tiempo para todo lo demás. Qué hacemos con los condones?

-Déjate de tonterías, dijo ella sonriendo, cómo dices, ya habrá tiempo para todo lo demás, métemela ya, que quiero que te corras. Que te llevo ya mucha ventaja.

Diciendo esto, se bajó los pantalones y los boxers a la vez con rapidez, al tiempo que ella tiraba de su camiseta hacia arriba, dejándolo desnudo en tres segundos. Un hilo de líquido preseminal caía del glande al muslo de ella. No hizo falta guiar nada. Había tanta humedad por parte de los dos, que entró como cuchillo caliente en mantequilla, hasta lo más profundo, arrancándoles un gemido al unísono de placer indescriptible.

Empezó a bombear suave, pues temía correrse demasiado rápido, cosa que ocurrió irremediablemente, más aún teniendo en cuenta las ganas acumuladas y toda la historia ya relatada anteriormente. Además, la sensación era indescriptible: la gran cantidad de flujo de ella, de líquido de él, y el hecho del contacto piel con piel, sin látex de por medio, hacían que cada penetración supiera a gloria.

-Me voy a correr y voy a volver a eyacular- dijo María, pues ella sabia en cada orgasmo si venia con eyaculación o no, y éste era uno de los favoritos de él.

Le clavó las uñas en los glúteos, y empezó a mojarle la polla y los huevos de manera exagerada, aún siendo la cuarta eyaculación. Pero no importaba cuantas fueran, siempre brotaban cantidades de flujo descomunales, y follando en persona más aún que en ciber, tal y como ella le había dicho siempre y él estaba comprobando por fin.

Tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no correrse al mismo tiempo, y por poco no fue así, por cuestión de segundos, en los cuales echó el culo hacia atrás, y cogiéndose la polla con la mano, empezó a regarle la línea vertical de vello subiendo a cada chorro un poco más arriba hasta casi llegar al ombligo. Una corrida brutal, muy abundante.

Se sentaron los dos en la cama, ella entre las piernas de él y con la espalda apoyada en su pecho, y empezaron a esparcir los dos con las 4 manos a la vez, hasta llegar a las tetas, untándola toda entera de semen, tal y como ella quería que fuera.

Mientras, él le besaba el cuello y le mordisqueaba la oreja susurrándole con cariño:

-Esto no ha hecho más que empezar.

Y mirándose los dos al espejo del armario que tenían enfrente, así sentados, la barbilla de él en el hombro de ella, sonrieron satisfechos por el que había sido un comienzo más que imaginado por sus dos mentes enfermas, hambrientas de sexo.

CONTINUARÁ

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