De choni discotequera

Le propongo a mi novia que se disfrace de choni discotequera para mi, pero ella se toma el papel demasiado en serio y acaba encerrada en el lavabo con unos desconocidos.

Allí estaba yo, sentado en mi coche dejando el tiempo pasar. Sofía había entrado a la discoteca y yo debía esperar entre cinco y diez minutos antes de pasar yo, pues todo formaba parte del teatrillo.

Un par de noches antes le había confesado a mi novia que siempre había tenido el morbo de follarme a una choni discotequera, y como los disfraces y juegos de roles son una constante en nuestra vida sexual, decidimos hacerlo realidad a nuestra manera. Y aquí estábamos, llevando a cabo el plan: ella se había vestido de choni, había entrado a una discoteca y después la seguiría yo y le entraría y me la ligaría como a una desconocida y después ya sabes qué.

Verdaderamente se había puesto espectacular. Esto es lo que me inspiran las chonis: van muy sexys pero a la vez tremendamente vulgares. Sofía es bajita, delgada, con unas tetas impresionantes, muy guapa de cara, ojos grandes marrones, mirada vivaracha. Se había pintado un eyeliner de fantasía y recogido el pelo en una cola alta, se había maquillado muchísimo la cara y se había vestido con unos pantalones muy ceñidos color amarillo y un top a juego que dejaba a la vista su ombligo y realzaba aún más sus maravillosas tetas.

Como digo, ella se bajó primera del coche y entró a la discoteca, y a mi me tocó esperarla en el coche. Estaba bastante excitado, pues todo esto ponía en marcha mi fantasía, además verla así vestida me había puesto cachondísimo.

Dejé pasar dos canciones en la radio y salí de mi vehículo. Pagué la entrada y me adentré en la discoteca. Sonaba un techno ensordecedor y acelerado, luces en flash recorrían la pista de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha, y todo estaba plagado de cuerpos que se agitaban más o menos al ritmo de la música. La verdad que Sofía no iba a desentonar nada en este ambiente. La mayoría de las chicas iban vestidas del mismo rollo: pantalones muy ceñidos, tops con el ombligo al aire, algún vestido muy ceñido también, coletas altas, rabillos en los ojos. Los chicos iban o muy arreglados de un modo que se notaba incómodo y ortopédico o directamente medio en chándal. Apuesto a que eran muy pocas las personas allí que no tenían tatuajes. Realmente me sentía como un pez fuera del agua. Se me nota a kilómetros que nos es mi rollo, y así me lo hicieron notar algunas miradas que se me cruzaron con expresión de ¿Pero qué haces tú aquí? .

Anduve hasta la barra y me pedí una copa. Mientras esperaba, me giré apoyado hacia la pista de baile y busqué a mi novia con la mirada. Nada de nada. No es que fuera fácil distinguir a una persona entre aquella pista reventando de gente, pero mi esfuerzo fue en vano.

Así pues, no me quedó más remedio que esperar: ya aparecería ante mis ojos. Mientras tanto, me entretuve bebiéndome mi copa y disfrutando de ver tanta chica sexy bailando. Cuando ya llevaba como diez minutos sin señal de Sofía, decidí darme una vuelta a ver si me la cruzaba. Puede que se sienta incómoda aquí sola , pensé.

Anduve de aquí para allá, mirando a todos lados. Pensé incluso llamarla al móvil, aunque eso rompería toda la magia del encuentro entre desconocidos que íbamos a fingir, así que preferí esperar. Total, por mucha gente que hubiera y grande fuera el recinto, era un espacio cerrado y cuestión de tiempo que nos cruzáramos.

Sería mi tercera vuelta cuando la vi. Estaba de pie con una copa en la mano y charlaba muy animadamente entre risas con tres chicos. Estos eran más jóvenes que nosotros, pues rondarían los 25 y nosotros tenemos 36. Eran los típicos canis de gimnasio, muy musculados, pelo muy corto, algo de mala pinta. Aunque no parecían peligrosos en este contexto, pues estaban hablando de muy buen rollo.

Me sentí aliviado al encontrarla, la verdad. Como pude, me puse en su campo de visión y le hice un gesto para ver si me detectaba. Ella me miró y guiñó un ojo, gesto que interpreté como una invitación a esperar un poco, así que me relajé simplemente bebiendo mi copa y haciendo como que bailaba.

La conversación con los tres tíos se alargaba una eternidad. Como la música estaba tan alta, se tenían que poner muy cerca para comunicarse. Parecían lobos, pegando sus bocas a la oreja de mi novia, y aprovechaban cada vez que podían para apoyarle la mano en la cintura o la espalda o las caderas, cerca de su culo. Ella estaba súper metida en el papel de choni discotequera, así que les reía las gracias, masticaba chicle con la boca abierta y de vez en cuando bailaba muy sexy. Los tíos estaban loquísimos por ella.

Había uno de ellos, grandullón, muy fornido, pelo muy corto, bronceado artificial, vestido con chaqueta de chandal blanca y pantalón vaquero muy ajustado, que era quien más conversación le daba y cada vez se le ponía más cerca, apretándose contra ella y pegándole la boca a la oreja para hablar. Cuando él le ponía las manos en la cadera, ella le rodeaba los hombros y se rozaba con él, pegándole sus voluminosos pechos. En una de éstas, pude ver claramente cómo el tío bajó la mano y le agarró el culo. Y digo agarró y no tocó, porque sin vergüenza alguna, le pegó un puñado con su manaza abarcando prácticamente un cachete entero. Ella pegó un respingo y lo miró con picardía a los ojos, y luego con calma llevó su mano hasta el brazo del tipo y lo hizo subir hasta la cintura.

¿Qué coño estaba pasando? Está bien meterse en el papel en un juego de roles, pero a lo tonto llevaba ya media hora viendo como mi novia no paraba de tontear con tres tíos que se la comían con los ojos. ¿Y esto último? ¿Cómo había reaccionado así? Hubiera esperado que ella se enfadara y diera la conversación por terminada, que se viniera conmigo y nos fuéramos a casa. Y sin embargo, en su papel de choni se dejó hacer.

Me acerqué al grupo y le di a mi novia unos toquecitos en el hombro. Los tipos me miraron. Ella se giró hacia mi y me preguntó secamente:

  • ¿Qué?

Ahí ya debía tener pensado si seguir con el juego o decirle que prefería cancelarlo. Dudé. La miré con cara de idiota. Ella me miró como si no me conociera, incluso con algo de desprecio y repitió:

  • ¿Qué?
  • Me llamo Manu -balbuceé-, quiero invitarte a algo de beber.
  • No hace falta, ya tengo quien me invite -dijo con brusquedad y me dio la espalda.
  • Pero...

El tipo más grande se adelantó hacia mi.

  • Oye, tío -me dijo, poniéndome la mano en el pecho-. Déjala en paz, que está con nosotros.
  • No lo entiendes, amigo -dije yo.
  • ¡Qué te pires! -dijo él dándome un empujón.

Di dos pasos hacia atrás pero no perdí el equilibrio. Miré a Sofía, que me miraba desafiante y le hice un gesto: esto estaba pasando el límite y ya no me gustaba. Ella agarró al grandullón del hombro y le dijo algo al oído. Luego, simplemente se dieron media vuelta y se alejaron, dejándome con cara de panoli en el sitio.

Dudé qué hacer, si enfrentarme a ellos, pero a fin de cuentas ella es una mujer adulta, libre y autónoma, y si estaba actuando así era su decisión y yo no puedo obligarla a hacer o deshacer algo. De modo que simplemente me rendí: me dirigí hacia la puerta de salida y de ahí a mi coche.

Mientras me acomodaba en mi asiento, dispuesto a conducir a casa, me llegó un mensaje de Sofía al móvil: No te vayas. Espera en el coche. Bueno, era algo: al menos se comunicaba conmigo. Me puse algo de música y dejé pasar el rato leyendo cosas por internet, esperando a que mi novia saliera y nos fuéramos a casa. El juego ya había durado demasiado.

Pero aún tardaría en salir, cuando llevaba un rato esperando, mi móvil empezó a hacer ruido: Sofía me estaba haciendo una videollamada. La acepté y en la pantalla apareció mi novia. Estaba en un sitio iluminado, se oía música pero no tan alta como en la discoteca, detrás suya había una pared. Ella me saludó muy animada y sonriente.

  • Sofía, tía, ¿a qué coño venía eso? -pregunté escenificando mi enfado.

Ella no contestó. Luego llevó su mano a la pantalla y pulsó algo y la cámara pasó de la frontal del móvil a la trasera, que enfocaba a los tres tíos que habían estado con ella en la pista de baile.

Entonces lo comprendí: estaba metida en un reservado del cuarto de baño con ellos. Los tíos sonreían con suficiencia, muy apretados en aquel espacio tan reducido.

  • Sofía, cariño, ¿qué haces ahí con esos tíos? -pregunté alarmado-. Vente al coche, por favor, y hablemos de todo esto. No hagas ninguna locura.
  • ¿No querías una choni guarrilla? -preguntó ella con sarcasmo, yo sólo veía a aquellos tres cabrones sonreír, entonces ella dijo:- ¡Toma!

Y el teléfono hizo un movimiento brusco y pasó de estar enfocándolos a ellos a estar a tenerla a ella en pantalla, de lo que deduje que le había dado el teléfono a uno de ellos.

Sabiéndose el foco de la cámara, y bastante perjudicada por el alcohol que había tomado, Sofía empezó a sonreír a la cámara y a poner morritos. De seguido, sus manos empezaron a subir con sensualidad por su cuerpo hasta llegar al top, que levantó dejando a la vista las tetas y el sujetador. Los tres tíos empezaron a alabar sus tetas maravillosas y no tardaron ni un segundo en intentar sobárselas, a lo que ella respondió con sonrisas y mordiéndose los labios.

  • Sofía, ¡vamos a hablarlo! -dije yo, pero me ignoró.

Yo esperaba que en algún momento ella les parara los pies y se viniera conmigo y me dijera que todo era una broma o lo que fuera, pero no fue así, y cuando cinco manos empezaron a magrearle las tetas primero y luego el coño y el culo por encima del pantalón, a meterle dedos en la boca mientras le decían todo tipo de obscenidades, ella reaccionó con gemidos que bien conozco y que significan que está cachonda.

Yo estaba verdaderamente inmóvil y me sentía incapaz de reaccionar. Sólo podía mirar como pasaba todo en la pantalla de mi móvil, y se me hacía tan real y tan ficticio a la vez que no sabía qué hacer.

Sofía consiguió zafarse un segundo de aquellas zarpas, lo justo para quitarse la ropa y quedar completamente desnuda, lo cual ellos aprovecharon para, ahora sí, tocarle el coño y el culo sin tela de por medio. Uno de ellos, el que quedaba a la izquierda de la cámara, le metió un dedo en la vagina, que debía estar muy lubricada, dado el calentón que llevaba mi novia, y empezó a masturbarla primero con un dedo, luego con dos y finalmente tres, yendo cada vez más rápido. Ella se ponía de puntillas y separaba las piernas para dejarse hacer, mientras el que quedaba a la derecha de la cámara le chupaba una teta. Pude intuir también como éste llevaba su mano al trasero de mi novia, y deseé saber qué hacía allí, si sólo acariciaba o también penetraba con su dedo el agujerito rosado de mi chica.

Verla en esta situación era odioso y a la vez excitante. Yo nunca había pedido esto, ni había tenido jamás un morbo por ser cornudo. Pero verla en la pantalla siendo magreada, tan sexy como es ella, por tres tíos prácticamente desconocidos empezó a remover algo en mi interior y en mi entrepierna. Se me empezó a poner dura.

Escuché la voz del que sujetaba el móvil, que habiendo visto a los otros dos en pantalla metiéndole mano a Sofía, no podía ser otro que el grandullón que se me había puesto chulo. Le hablaba a mi chica:

  • Vamos, niña -dijo-. Aquí hay tres pollas que tienes que chupar.

Sofía, que estaba en ese momento fundida en un profundo morreo con uno de los otros dos, se giró y miró directamente a la cámara, es decir, directamente a mi, y con una sonrisa pícara dijo:

  • Esta noche me como tres pollas... Si te portas bien, la tuya será la cuarta -lo cual iba claramente dirigido a mi.
  • Sofía, te lo ruego: no lo hagas -supliqué.

Pero me ignoró y después, se puso de rodillas y empezó a hurgar en la cremallera del que sujetaba el móvil mientras se podía ver cómo los de los lados se las iban sacando. El tipo estaba morcillón, pero eso no fue impedimento para que mi novia se la metiera en la boca, succionando con fuerza y deseo, poniéndosela dura poco a poco. Ella gemía y se reía a veces, se separaba y pajeaba mirando fijamente el miembro del chico, quien la instaba a no parar de comer.

  • Venga, come polla, bonita -agarrándola del pelo-. No pares. Trágatela toda.

Mientras, los otros dos se pajeaban y acariciaban a mi novia y le pegaban las pollas a la cara. Había algo morboso en ver su carita rodeada de pollas señalándola directamente. No tardó en girarse y pasar a comérsela a uno de los otros dos y luego al que quedaba.

Los tíos gemían y gruñían mientras ella se afanaba en hacer bien su labor. Se las metía lo más profundo posible y otras veces sólo lamía con lujuria los glandes mientras pajeaba el tronco con su mano. En cierto momento, incluso agarró dos de las pollas e hizo que se juntaran y se las metió las dos a la vez en la boca.

  • Ven, ven, niña, chúpamela -dijo el que sujetaba el móvil.

Sofía se fue hacia la polla del tío y se metió cuanto pudo en la boca. Él dio un respingo acompañado de un gemido y la acarició con ternura. Cuando se la chupaba a éste yo lo veía todo en primera persona, como si estuviera haciéndomelo a mi.

  • Mira, tío, lo contenta que está tu novia con tres pollas en la boca -dijo el tipo agarrándola con la mano libre por la cabeza, y empezando a metérsela lo más hondo posible, hasta provocarle un poco de falta de aire-. Y ahora nos la vamos a follar los tres para que veas hasta dónde puede llegar. ¿Quieres que te follemos, niña? -preguntó dirigiéndose a ella.
  • Si, folladme-dijo Sofía pajeándolo a él y a otro de los chicos.

El tercero, la agarró de la cabeza. Ella hizo el amago de ir a chupársela, pero él la detuvo y le indicó que abriera la boca. Cuando ella lo hizo, dejó caer lentamente un poco de saliva en su interior, que ella recibió con lujuria, saboreándola como un manjar.

De seguido, ella se levantó y dio la espalda a la cámara del teléfono móvil, se inclinó hacia adelante y echó el culo hacia atrás hasta tenerlo a la altura de la polla del cámara. Él le pasó la cámara a otro de los chicos, quien rápidamente enfocó cómo el tío le separaba los cachetes y dirigía la polla a la vagina de mi novia. El nuevo cámara fue verdaderamente hábil, porque desvió el foco del cuerpo de mi novia a su cara justo cuando su colega la estaba penetrando por primera vez. Y puedo asegurar que la cara que puso mi novia mientras la polla de un tío que no soy yo se abría paso por su vagina es una de las cosas más morbosas que he visto jamás. Algo estaba cambiando en mi, aunque no lo hubiera admitido: todo aquello me estaba dando mucho morbo.

El otro, se sentó en la taza del inodoro, quedándole la polla a pocos centímetros de la cara de Sofía, quien comprendió rápidamente lo que se requería de ella y empezó a chupársela tan bien como podía, aunque las embestidas del grandullón la obligaban de cuando en cuando a parar para gritar de placer.

  • ¿Te gusta, niña? -preguntó el que se la estaba follando mientras la penetraba con fuerza.
  • ¡Oh sí, sí! -exclamó ella-. No pares, ¡estoy a punto de correrme, joder!

Esto pareció animarlo aún más, pues aumentó la velocidad de las penetraciones, añadiendo palmadas fuertes en el culo, a lo que ella respondió con más gemidos de placer que hacían intuir que su orgasmo era inminente.

De pronto, el tío paró en seco y sacó la polla del interior de Sofía. Ésta, sobresaltada y visiblemente molesta, dejó de chupársela al amigo y se giró hacia quien hasta hacía un segundo la follaba salvajemente.

  • ¿Por qué paras, tío? -preguntó-. Estaba a punto de correrme.
  • El polvo de ha acabado -dijo él muy serio.

Ella se puso en pie y lo encaró con una sonrisa desconcertada. Los otros dos tampoco parecían entender.

  • ¿Qué? ¿Por qué?
  • Porque yo lo digo. Nadie más va a follar contigo hoy. Tíos -dijo dirigiéndose a los otros dos-, no vayáis a follárosla, hacedme el favor.

Los otros dos estaban tan sorprendidos como Sofía o como yo mismo, pero no se opusieron a lo que su amigo decía. Mi novia se puso de rodillas delante del tío e intentó comerle la polla para ganarse su aprobación, pero él la apartó de un empujón.

  • ¡He dicho que no vas a follar con nosotros!
  • Pero ¿por qué me dejáis así? -preguntó mi novia, de rodillas, desnuda, viendo como los tres chicos se subían los pantalones-. ¡Nos lo estábamos pasando bien!
  • Es verdad -respondió el grandullón-. La chupas de maravilla y tu coño es un escándalo.
  • ¿Entonces, qué os pasa? ¿Qué queréis de mi? -Sofía se acercó a otro de los chicos e intentó besarlo, pegando su cuerpo desnudo contra el de él, a quien se le notaba que le estaba costando resistirse.
  • De ti no queremos nada -dijo el grabdullón con severidad-. A mi me gusta follarte, quiero seguir haciéndolo contigo. Pero antes quiero algo...

Sofía se acercó a él y empezó a acariciarle la polla por encima del pantalón.

  • ¿Qué es lo que quieres? -preguntó ella melosa.
  • ¿Quieres que te follemos? -cuestionó él sacándosela de nuevo del pantalón y apretándola contra mi novia, que empezó a acariciársela con deseo. Ella tembló de deseo, tragó saliva y afirmó con un movimiento de cabeza. Él siguió hablando en tono muy bajo, cerca de su oído, yo casi no podía oírlo:- Es que nadie nos ha pedido que te follemos.
  • Os lo pido: por favor, folladme -dijo ella con morbo, restregándose con él y acariciando la polla del cámara, que se la había sacado también-. Quiero que me folléis toda.
  • No eres tú quien quiero que nos lo pida -dijo él con una sonrisa triunfal.

Mi novia lo miró con cara de no entender, incluso se encogió de hombros mientras lo miraba a los ojos. Torció el gesto y miró a los otros dos, a ver si ellos sabían de qué iba aquello. Los otros dos sí entendían, pues estaban sonrientes. Yo también había entendido.

  • No eres tú quien quiero que nos lo pida -repitió él-: quiero que nos lo pida tu novio. Si él no nos lo pide, nos vamos de aquí.

Me quedé helado. Sentí un vuelco al corazón y me bloqueé. Si alguien me hubiera preguntado mi nombre en ese momento, no hubiera podido contestar. Mi primera reacción incluso fue cortar la videollamada, pero no lo hice.

La cámara del teléfono apuntaba directamente a la cara de mi novia. Ella miró al objetivo y sentí cómo me miraba directamente a mi. Su rostro enrojecido de excitación reflejaba cierta premura y necesidad. Hablo dirigiéndose a mi:

  • Manu, por favor...

No abrí la boca.

  • Hazlo por mi, Manu. Te compensaré.

No contesté tampoco.

Yo no había planeado ni querido nada de esto. Todo había sido un plan más o menos elaborado por mi novia para darme una lección, o no sé bien para qué si no. Yo nunca hubiera querido esto y jamás me había imaginado que presenciaría cómo mi novia se lo montaba con tres tíos. Simplemente yo era un factor tangencial en todo ese asunto y ahora me tocaba a mi decidir.

Pero no sólo decidir , sino que para que todo aquello siguiera adelante, yo tenía que rebajarme, incluso humillarme, y pedirle a aquellos tíos que se follaran a mi novia. ¿Estábamos locos? ¿Por qué iba yo a pedir tal cosa? Yo no tenía que pedir nada, si acaso debía pedirle a mi novia que se olvidara de todo aquello y se viniera conmigo. Aquello se había ido de madre y ya se me había faltado bastante al respeto. Bien pensado, debería estar pensando en dejarla para siempre por hacerme eso.

Pero, si todo aquello era ajeno a mi persona y una humillación y no me gustaba porque no me debía gustar, ¿por qué estaba tan excitado? Estaba totalmente empalmado y caliente y en mi cerebro la imagen de mi novia siendo utilizada por aquellos tres machos me llenaba de lujuría. Si aquello estaba mal, ¿por qué sólo deseaba ver más?

  • ¿Qué dices, Manu? -preguntó uno de los tres tíos.

Guardé silencio.

  • Está bien, lo dejamos entonces -dijo el grandullón-. Vístete, nena, que te vas a enfriar.

Sofía intentó besarlo, pero él la rechazó, y se guardó la polla muy dura en el pantalón. Se giró hacia la puerta y empezó a abrirla. Cuando estaba ya saliendo, se giró hacia la cámara y se dirigió a mí:

  • Descontemos desde cinco, si cuando llegue a cero no has dicho nada, nos vamos a bailar: cinco..., cuatro..., tres..., dos..., uno...

  • Por favor, follaos a mi novia.

Yo mismo me sorprendí: aquella era mi voz, la voz de mi subconsciente que había hablado sin tenerme a mi mismo en cuenta. Mis deseos más íntimos habían tomado control de mi boca y habían pedido lo que mi orgullo no hubiera permitido que jamás yo hiciera.

El tío volvió a entrar al reservado del cuarto de baño con una sonrisa victoriosa y cerró detrás de si. La cámara lo enfocaba directamente en contrapicado: era la viva imagen del triunfo. Yo debía ser la viva imagen de la derrota en las tinieblas de mi coche, mirando en la pantalla de mi móvil lo que estaba pasando. Y lo que iba a pasar.

Cuando la cámara se desvió del líder de este grupejo, pude ver que Sofía no había perdido ni un segundo y se estaba morreando con el tercero, que la agarraba con fuerza del culo.

El grandullón le cogió el teléfono móvil al que llevaba un buen rato grabando y éste, al verse liberado, se pegó a la espalda de Sofía, apretando su polla contra el culo de ésta, besándole el cuello y cogiéndole las tetas. Ella se volvía y se morreaba con él y luego volvía con el que tenía delante. Con sus manos buscó las pollas de los chavales, que liberó de los pantalones, y empezó a masturbarlos.

No duró mucho así, porque pronto el que estaba detrás de ella flexionó un poco las rodillas y dirigió el pene a la vagina de mi novia, que se echó hacia delante, abrazándose al otro. El chico inició un movimiento dentro fuera suave, disfrutando de cada centímetro que exploraba en el interior de mi pareja.

  • Uf, chavales, este coño es crema -dijo jadeando.
  • Crema la que le vamos a dejar dentro -dijo riéndose el que sujetaba la cámara.

Aquello debió estimular la líbido de Sofía, porque soltó un gemido profundo, como un lamento. Como acto reflejo, echó su culo más para atrás, buscando que la polla de aquel desconocido entrara más y más. Él la agarraba de las caderas y empezó a darle cada vez más rápido, chocando los cuerpos. Los gritos de Sofía iban in crescendo, cada vez más cortos y agudos, tragando saliva, sufriendo y disfrutando a la vez.

  • ¡Sí, fóllame! -grito mi novia recibiendo los pollazos de aquél tío-. ¡Ah! ¡Me corro, jodeeeer!

Y empezó a convulsionar, a temblarle las piernas, clavando las uñas en el que la sujetaba, mientras el que la penetraba no paraba de darle un dentro afuera que la había llevado al éxtasis.

Cuando se relajó, Sofía se sacó la polla del chico de su interior y se volvió para besarlo con lujuria. Mientras tanto, el otro se sentó en el inodoro y esperó a que ella y su amigo teminaran el morreo. Cuando ella lo vio, entendió bien y se fue hacia él. Se puso encima de frente y bajó despacio, clavándose la polla del chico poco a poco hasta que hubo entrado del todo. Lo rodeó con los brazos y empezó a mover sus caderas en círculos mientras lo besaba.

El otro chico y el cámara se limitaron a mirar y comentar mientras mi novia tenía un momento muy íntimo con aquel cani. Ella estaba aún recuperándose del anterior orgasmo, así que al principio se movía despacio, pero no tardó mucho en sentir de nuevo el subidón del placer, lo que pude notar en cómo aceleró el movimiento circular de las caderas y empezó a gemir fuerte.

El grandullón le dio el móvil al otro que estaba de pie y se acercó a ella por detrás. Se inclinó y le acarició el culo.

  • ¿Te gusta como te folla mi amigo? -preguntó con chulería.

Ella estaba demasiado concentrada en su propio placer: no respondió.

Entonces, él, sin nadie esperarlo, le dio una sonora palmada en el culo. Ella dio un grito pero no paró de moverse, al contrario: se agitó aún más.

  • ¡Te pregunto si te gusta como te folla mi amigo, niña! -inquirió él levantando la mano en amenaza de darle una nueva palmada en el culo.
  • ¡Sí, joder, sí! ¡Me gusta como me folla!

Aún así, él le volvió a dar una nueva palmada en el culo, tan fuerte como la anterior. Ella adelantó el torso y echó el culo para atrás, como queriendo recibir aún más, pero no por ello dejó de mover sus caderas en círculos. El tío lo entendió así y volvió a darle una palmada, la tercera. Ella empezó a gritar de placer, a exclamar que se estaba corriendo, a afirmar que quería más y más. El tío que estaba debajo suya gruñó y se retorció de gusto en el interior de mi novia cuando ella apretó su interior instintivamente, alcanzando los dos el orgasmo a la vez, descargando su semen en el interior de mi novia, que lo recibió con lujuria, entornando los ojos, lamiéndose los labios y gritando:

  • ¡Sí, joder, lléname entera!

Sofía estuvo un rato agitándose sobre el tío. Ambos temblaban de puro placer, pequeños espasmos que se acompañaban como un baile primitivo.

Agradecida por su orgasmo, mi querida novia estuvo un buen rato pegada al chico, los dos fundidos en un profundo y lento morreo, abrazados, mirándose a los ojos. Al rato, él se separó y le dijo algo muy bajo al oído. Ella sonrió. Se separó de él y pude ver cómo el semen de aquel desconocido brotaba de la vagina de mi novia y caía sobre el pene del chico. Mi novia se puso entonces de rodillas entre las pierna del chaval y empezó a lamerle la polla con mucha calma y maestría, tragándose todo el semen que había caído de su interior. El chico estaba derrotado, echado hacia atrás, disfrutando de la sensación incomparable que Sofía le estaba proporcionando. Cuando ella hubo terminado, él le acarició la cara con el dorso de la mano y la besó en la frente.

  • Amiga, eres increíble -dijo el chico tratando de recuperar el aliento.
  • ¿Quién es el siguiente? -preguntó Sofía girándose hacia los otros dos.
  • Ve tú, niño -dijo el grandullón quitándole la cámara-. Quiero ser el último.

El tío se acercó a Sofía con la polla en la mano, ella estaba de rodillas, así que él se la dirigió directamente a la boca. Ella le agarró el miembro y empezó a masturbarlo con pasión mientras con labios y lengua le estimulaba el glande, que lamía como si fuera un helado.

Pasado un rato, envalentonado, el tío le agarró la cabeza con una mano, con la otra hizo a mi novia apartar su mano de la polla y empezó a follarle la boca con toda la furia posible. Mi novia empezó a ponerse muy roja mientras la polla de aquel tío le entraba hasta lo más profundo de la garganta en movimientos rápidos que ella acompañaba con gemidos de excitación.

  • Niña, tócate el coño -ordenó el grandullón detrás de la cámara-, que tu queridito novio te vea hacerte una paja mientras le comes la polla a mi amigo.

Sofía se llevó la mano a la entrepierna y empezó a acariciar su vagina con suavidad, con el conocimiento de su cuerpo que sólo ella misma tiene. Al principio sólo movía la mano y la cabeza por las embestidas del otro, pero pasado un rato el estímulo al que se estaba sometiendo, unido a la excitación por la situación, hizo que empezara a mover la cintura también, indicando que había otro orgasmo en camino.

Pero a ella todavía le faltaba tiempo, cosa que el chico parecía no tener para ofrecerle. Su cara se había puesto roja y empezaba a moverse con descontrol y a jadear con desesperación.

  • Me corro, tía, me corro -dijo con la voz entrecortada, tragando saliva-. ¿Dónde quieres la leche?

Sofía se sacó la polla de la boca, lo miró fíjamente y dijo:

  • Hazte una paja encima de mi coño, ¡por favor!

Mi novia se sentó en el inodoro adelantando lo más posible las caderas. El tipo se inclinó sobre ella masturbándose con rabia y empezó a devorarle las tetas como si no hubiera un mañana, como quien lleva días sin comer y encuentra un manjar. Ella ya estaba húmeda del sudor, pero ahora la dejó totalmente empapada de babas. El tío a veces paraba y le daba un vicioso morreo, sus lenguas se entrelazaban con lujuria. La agarraba del cuello y se miraban fíjamente a los ojos. Mientras, mi novia se acariciaba el coño cada vez más rápido.

  • Dame tu leche, échamela encima.

El tío empezó a gemir con fuerza, un gemido como un gruñido rabioso. Apretó los dientes y pegó su frente a la de mi novia, mirándose los dos con deseo. De pronto, él empezó a tener espasmos y a gritar.

  • No puedo más, joder. ¡Me corro!

Y soltó tres violentas eyaculaciones, espesas y muy cargadas sobre el poco vello íntimo de mi novia, que no paraba de frotarse a si misma mientras. El semen también cayó en su mano, por lo que ella misma lo utilizó sin planearlo para acariciarse, restregándoselo por la vagina. Entonces, cuando el tío ya estaba perdiendo fuerza y viniéndose abajo, ella agarró el pene del chico y lo dirigió a su interior, penetrándola él en el final de su orgasmo. Dio un par de embestidas que a los dos les supieron a gloria, y la sacó. Alejándose un par de pasos, miró a mi novia con expresión de cansancio. Intercambiaron sonrisas.

Pero ella aún tenía ganas de más. En esta misma postura abrió las pierna todo lo que pudo, elevando los pies del suelo y miró al grandullón que sujetaba el teléfono móvil y lo invitó a penetrarla:

  • Te toca.

El tío enfoco hacia abajo, directamente a su polla, que estaba muy dura y con un goterón de líquido preseminal en la punta. Volvió a enfocarla a ella, que seguía abierta de piernas, acariciándose.

  • Niña, mira cómo me tienes.
  • Mira cómo me tenéis vosotros -dijo ella señalándose el coño del que goteaba lentamente esperma de los otros dos chicos.
  • Ponte a cuatro patas.

Ella puso las rodillas en el suelo y apoyó los codos en el inodoro. Él se acercó lentamente, clavó también sus rodillas en el suelo, la polla apuntando hacia el culo de mi novia. Con la mano que tenía libre, le separó los cachetes y le pegó un sonoro escupitajo en la raja. Después, sin apenas dejar pasar medio segundo, deslizó su dedo pulgar por ésta hasta llegar al ano de Sofía e intentó metérselo dentro. Ella inmediatamente se echó hacia adelante y se giró:

  • No, no. Por el culo no me va.
  • Sh... tranquila, niña, te va a gustar.
  • He dicho que no -insistió ella-. No me va por el culo.

El chaval se inclinó sobre ella, la agarró de la barbilla y le dio un profundo morreo al que ella respondió con pasión. Después expuso su punto de vista:

  • Mira, niña, tienes el coño lleno de lefa de dos tíos. Yo simplemente no la voy a meter ahí. Si quieres lo dejamos aquí y ya me buscaré un coño limpio en el que meterla. Tú decides.

Sofía dudó un poco.

  • Está bien, dejémoslo aquí. Yo ya he tenido suficiente -dijo mi novia. Se puso en pie y cogió su ropa, que estaba hecha un bulto en el suelo.

El tío se acercó a ella y le devolvió su teléfono. Después le plantó dos besos y le dijo que estaba encantado de conocerla. Ella se los devolvió, pero se la notaba verdaderamente molesta con todo aquello. Cambió la cámara del móvil a la frontal y pude ver su cara y ella me vio a mi.

  • Espérame en el coche, voy para allá. ¿Vale?
  • Sí, claro. Aquí estoy.

Los otros dos chicos se acercaron a ella y le dieron dos besos cada uno. Uno de ellos le dijo que no se había portado bien dejando a su colega a medias. Ella respondió que no sentía ningún interés por el sexo anal y que eso no era negociable. Luego añadió:

  • Si tu colega quiere follarme por el coño, aún tengo ganas. Si no, nada.

El tío la abrazó, aún estaba desnuda.

  • Manu, ¿tú que opinas? -preguntó el chaval para que yo lo oyera-. ¿Es o no es una putada que te dejen así a medias?

Sofía me miró con expresión severa esperando mi respuesta. Supe que me la jugaba con lo que dijera, intenté no mentir pero no llevarle la contraria a mi novia:

  • Ella no está obligada a hacer nada que no quiera.
  • Ya, ya -dijo él-. Pero yo no he preguntado si ella está obligada, eso está claro. Sólo he preguntado si es o no una putada que te dejen a medias.

Guardé silencio. Ella me miraba con expresión al borde de la ira.

  • Responde -ordenó ella muy seria.

Aún tardé unos segundos en contestar:

  • Sí, es una putada muy gorda -dije con tono solemne, he intenté añadir algo más:-. Pero ella no tiene porqué...

Mi novia me interrumpió:

  • Joder, Manu. ¿Estas diciendo que debería dejar que este tío me folle el culo aunque sabes que es algo que no me va sólo para no dejarlo a medias?
  • No, yo no...
  • ¿Tan poco te importa que me duela o qué?

Esa pregunta me molestó e intenté devolvérsela a lo grande:

  • No me hables de dolor, que a ti no te importó si me iba a doler o no cuando te metiste en el cuarto de baño a follarte a estos tres.
  • ¿Cómo? -gritó ella-. ¿Acaso no te has puesto cachondo? Porque que yo sepa tú pudiste hacer que todo esto acabara y les pediste que me follaran, así que no te habrá dolido tanto...

No supe qué contestar.

  • A mi me parece que lo que te pasa es que quieres ver cómo me follan el culo y estás intentando hacerme sentir mal, Manu -dijo ella.
  • No es eso, Sofía. Yo sólo he respondido la verdad a lo que me han preguntado. Yo no quiero nada, yo no he planeado esto y creo que se nos ha ido de las manos.
  • ¡No! Hasta ahora tú estabas disfrutando viéndolo y yo estaba disfrutando haciéndolo -dijo señalándome con el dedo a través del teléfono móvil-. Ahora tú quieres seguir disfrutando viéndolo y te da igual que yo no lo disfrute o que me duela -añadió ella muy enfadada-. Eso sí es irse de las manos.
  • Pero yo no q...
  • Mira, se acabó -me interrumpió ella-. Eso es lo que quieres. Pues lo vas a tener. Tú -dijo volviéndose hacia alguien que yo no podía ver, pues la cámara frontal sólo la enfocaba a ella-, venga, fóllame el culo.
  • Sofía, yo en ningún momento he dicho eso -intenté conciliar.
  • Que te calles, Manu, se ha acabado la conversación. Esto es lo que quieres y lo vas a tener. Pero créeme que te vas a arrepentir.

Sofía se giró y echó hacia delante sujetando el móvil que apuntaba su cara. Vi al grandullón acercarse muy sonriente por detrás. El tipo miró hacia abajo, hizo algo con sus manos, ella se acomodó. Entonces él dejó caer un escupitajo que cayó muy lento y pesado, entiendo que en el culo de mi amada. Luego, manipuló muy despacio algo allí abajo. Ella tragó saliva mientras él se inclinaba muy despacio sobre ella. Con su manaza derecha la agarró del hombro y tiró de ella hacia sí.

Yo sólo podía ver la cara de mi novia y no la penetración. Vi cómo su enfado se convertía primero en miedo y después en dolor. Sus cejas se elevaron, sus ojos se cerraron, apretó los dientes y tragó saliva. Mientras, el tipo detrás seguía apretándose contra ella.

  • Joder, joder, como me duele, joder.
  • Tranquila, niña -dijo el grandullón-. Ya ha entrado la punta, que es lo peor. Dentro de un rato te va a empezar a gustar.
  • ¡Y una polla! -dijo ella muy molesta-. Venga, sigue, córrete ya.

El tío sonrió a su espalda.

Pude ver cómo él empezó a moverse como balanceándose, muy despacio. Sus cuerpo se echaba atrás y adelante mientras se iba abriendo camino por las entrañas de mi novia. Ella no hacía más que apretar los dientes y poner expresión de dolor. Cuando llevaba ya un rato con el mete saca tranquilo. El tipo se inclinó hacia adelante y le dijo al oído que se la iba a meter hasta el fondo.

  • Despacio, por favor -dijo ella dándole la espalda.
  • Claro, niña, claro. ¡Manu, con tu permiso! -rió el tío.

No contesté, pero eso no le impidió seguir. Adelantó la cintura provocando un indescriptible dolor a mi novia, que soltó un gemido agudo. Cuando ya estaba entera, el tío se detuvo, respiró hondo y disfrutó de su victoria. Después empezó a metérsela y sacársela a un ritmo mediano. Dentro afuera. El móvil se agitaba a cada embestida y yo veía la cara de mi novia muy movida, pero pude percibir cómo fue cambiando la manera en que lo vivía. Su respiración se fue haciendo cada vez más rítmica, inhalaciones cortas, los labios separados que se mordía de vez en cuando. El tío entraba y salía con ganas y en él se iba dibujando una expresión de gozo.

  • ¿Te gusta, niña? -preguntó él.
  • Cállate -dijo ella echándose para atrás.
  • Te está gustando.
  • ¡No!
  • No tiene nada de malo, disfruta, niña.

Yo estaba flipando. Todos lo habíamos notado: Sofía estaba aprendiendo a disfrutar de ser sodomizada. En su cara se intuía un placer incipiente, y la manera en que su cuerpo respondía y buscaba las penetraciones no dejaba lugar a dudas.

De pronto, el tipo paró dejándosela clavada hasta el fondo:

  • Si quieres, paro. Si no te gusta, paro -dijo mirándola.

Sofía me miró directamente a mi. Había desesperación en su rostro. Le habló a él, pero me miraba a mi:

  • No, no pares, sigue.
  • Si no te gusta, no quiero seguir. ¿Quieres que la saque y te la meta en el coño?

Sofía dejó caer la cabeza hacia el suelo. Luego la levantó y estando medio girada para ver a su amante de reojo le dijo:

  • Sigue dándome por el culo. No pares. Creo que me voy a correr.

El tío dejó ver una enorme sonrisa. Hizo un gesto a sus amigos, que estaban fuera de cámara, y después se puso a follar a mi novia con un mete saca intenso. Podía escuchar sus cadera chocando con los glúteos de mi novia. Ella bajó la mano con que no sujetaba el móvil e intuyo que empezó a acariciarse el clítoris.

  • Manu, me corro. Manu, me está partiendo el culo y me estoy corriendo. ¡Sí, joder, reviéntame toda! ¡Manu, me estoy corriendo!
  • ¡Joder, sí, joder! -gritó él. Me había concentrado tanto en mirar la morbosísima cara de mi novia que no me había dado cuenta que igual que ella, él también estaba al borde del orgasmo.

Sofía se echó hacia atrás y levantando el brazo le rodeo la cabeza y se fundieron en un besazo. Sus respiraciones se sincronizaron y empezaron a gemir los dos a la vez, y al mismo tiempo que las embestidas: cada vez más intensamente, cada vez más rápido. De pronto, él empezó a gritar como si lo estuvieran matando.

  • Si, niña, me estoy corriendo.
  • Córrete dentro de mi culo, por favor -gritó mi novia-. ¡Lléname!

Los dos se retorcieron de gusto durante dos, tres, diez segundos. Pude ver en sus caras y el movimiento de sus cuerpos cómo las distintas oleadas de placer iban recorriéndolos mientas él llenaba las entrañas de mi novia de esperma, hasta que se detuvieron así abrazados, cubiertos de sudor.

Como despertando de un sueño, volvieron en si. Despacio, él sacó la polla del culo de mi novia. Ella me miró directamente, no dijo nada, pero su expresión me comunicaban mucho: se sentía saciada.

  • Cariño -dijo mirándome al rato-. Voy a cortar esto y en cinco minutos te veo en el coche.

Mi móvil se puso en negro.

Estuve todo ese rato de espera agitado, pensando en todo lo que había presenciado y vivido. Desde luego iba a marcar un antes y un después para nuestra historia como pareja. Decidí que no había marcha atrás y que era mejor convivir con aquello y disfrutarlo que hacer como que esos sentimientos y deseos no existían e ignorarlos. Lo que estaba claro es que no tenía derecho a mostrar enfado: yo había disfrutado de todo.

Al rato, llegó Sofía.

Su ropa de choni estaba arrugada y ella estaba muy despeinada. Tenía cara de agotamiento, pero a la vez de sentirse muy completa. Entró en el coche y como si nada me soltó un pico en la boca. Miré su entrepierna: los pantalones eran muy ceñidos y se había filtrado cierta humedad a la tela. Subí y miré sus tetas. Luego miré su cara. ¿Cómo podía estar tan buena?

Puse en marcha el motor del coche y salimos del parking de la discoteca. Fuimos un buen rato en silencio. La radio llenaba el vacío. De pronto, ella se adelantó y la apagó.

  • Manu...
  • Sí, dime.
  • Hay algo que quiero decirte.
  • Adelante.
  • Verás -dijo-, los chicos me han dado sus números de teléfono. Si tú quieres los borro o si tú quieres los conservo.

Me quedé callado un rato. Pensativo. Luego hablé:

  • Será mejor que los conserves. Por si acaso.

Nos incorporamos a una autovía. Las luces de las farolas entraban amarillentas por las ventanas. Respiré hondo. Miré a mi derecha y vi que Sofía se había quedado dormida. Estaba preciosa.