De casada a viuda feliz

Él no decía nada, solo la follaba y ella se dejaba follar, sus nalgas se movían al ritmo de las envestidas, el pene, entraba y salía jugozo de ese delicioso hueco.

DE CASADA A VIUDA FELIZ

Él no decía nada, solo la follaba y ella se dejaba follar, sus nalgas se movían al ritmo de las envestidas, el pene, entraba y salía jugozo de ese delicioso hueco,,

ISABEL, estaba tan descuidada de su persona, que ya había olvidado que era bella para cualquier hombre. Con sus 29 años de edad, aún podía provocar que alguien voltee a verla, sin necesidad de vestir bien, tenía demasiados atributos, que cualquier chica de buena familia desearía tener, unas caderas que resaltaba a simple vista, buenas pantorrillas que resaltaban con las faldas de casa que solía usar, con las sandalias que sin ser de taco alto, a ella la hacías verse tan femenina, y un cuerpo divino, de cintura delgada, de enormes pechos, vaya, pensar que era una gran hembra metida en el pellejo de una mujer casada e infeliz.

Mauro, acostumbrado a la buena vida, a los años pasados que podía tener a la mujer que quiera, pudo conquistarla hace 7 años, fruto de ese amor, tuvieron sus tres hijos, que ahora, ambos no pueden mantener, llega a su casa, por la madrugada, en más de una oportunidad, solo dejaba tan poco el dinero que para la tarde, Isabel ya no tenía para la cena, igual llegaba Mauro, y recriminaba de la cena, luego entendía que las buenas épocas habían quedado atrás.

Ya Mauro no estaba en aquellos tiempos en que gastar era lo menos, ahora, cada centavo, era importante, los trabajos y contratos que solía tener ya no eran los de antes, ya la gente no recurría a su taller de reparación de artefactos, debido a que la tecnología se le había adelantado, y él ya no podía reparar muchos de los nuevos artefactos, que requerían un especial conocimiento. En fin se daba cuenta que el tiempo, se le pasó sin percatarse de los cambios de la vida, lo mejor que consiguió fue a su bella esposa, a quien estaba descuidando y tratando mal, por su propia forma de ser.

Isabel, luego que Mauro se fue a trabajar, fue a casa de una vecina, que tenía algunas ropas para lavarlo. Los niños se habían ido a la escuela, ella estaba sola, así que fue a ganarse unos centavos que no caerían mal a la precaría economía del hogar. Al llegar a la casa de Sofía, la vecina, se percató que estaba entrando a una casa de ensueño, era muy bello aquel hogar, la hizo olvidar el motivo de su visita, solo reaccionó cuando Sofía le dijo, por donde estaba la lavandería. Al entrar a la lavandería vio a un señor de unos 40 años, que estaba dando baño a un perro, era el hijo mayor de Sofía, era veterinario. La saludó y no pudo evitar concentrarse en esas curvas, en esa belleza natural, que no necesitaba más, era bella, por donde se la mire, un enorme trasero, vaya hembra, suerte de Mauro, de haberla conocido tan joven cuando recién llegó ella a la ciudad en busca de un buen trabajo. Ahí ella, pasó con encargo de su antigua patrona para llevarle una radio. Así conoció al hombre que en un inicio la lleno de cosas que una chica de su clase no había tenido.

Héctor continuó con su trabajo, como disimulando su torpeza luego de verla, algo nervioso, se volteó, mientras Sofía, le indicaba la ropa que tenía que lavar. Isabel, le dijo:

Señora linda, con el respeto que Ud., se merece, no creo poder acabar con toda esta ropa hoy, será mejor que tome consideración eso, antes de empezar con el trabajo.

Sofía sonrió y le dijo:

Calma hija, no soy tu esposo para pegarte si no lavas todo hoy, solo lava lo que puedas y yo te pagaré de acuerdo al número de prendas que laves, te retiras y vuelves cuando puedas, recuerda que el trabajo que te doy, es por querer apoyarte, no me gusta ver a tus pequeños de hambre ni a ti, mal vestida, siendo tan linda como eres, deberías de cambiarte, y estar mejor vestida

Aquella, primera tarde, Isabel lavó casi la mitad de toda la ropa que había, se fue muy contenta porque Sofía le pagó muy bien, con eso llevó víveres para la casa, y llegó contenta a casa, preparó algo para el almuerzo, a sus niños los recogió de la casa de Asunción, una vecina igual de pobre como ella, solo los tuvo en su casa hasta que llegue su madre, pero no les dio de comer, los niños al llegar a casa, estaban que se morían de hambre, Isabel raudamente preparó un guiso, los niños comieron muy contentos. Isabel por la tarde se dio un baño, quería ir a continuar lavando la ropa de la señora Sofía, pero algo le impidió. En eso que estaba en su cuartucho, alguien tocó la puerta, cuando salió era Sebastián el joven ayudante de su esposo

Señora Isabel, pronto tiene que ir al hospital, su esposo esta muy mal,

Noooooo, no puede ser, dios, que sucedió dímelo, dímelo.

Tranquila seño, su esposo sufrió un accidente en el taller, tiene que ir al hospital pronto.

Al llegar al hospital, se enteró que un coche invistió a su esposo, se dio a la fuga y nadie vio quien fue ni como fue. Ahí estaba Mauro, tirado en la cama, inconsciente, ella lloraba, la doctora le dijo que fue un accidente muy grave, que su esposo perdió las dos piernas y que era posible que se quede paralítico, si no respondía a los tratamientos.

De antemano le dijeron que si quería que se le intervenga a su esposo necesitaba dinero, para los gastos de medicina. Aquella noche fue tan infeliz, y no paraba de comprender su desdicha, justo ahora que algo bueno le empezaba a suceder.

Al día siguiente fue donde Sofía y le contó lo ocurrido, la señora llamó a su hijo, Héctor, le contó todo lo pasado, y éste se ofreció acompañarla aquella tarde, para ver que tan delicada era la situación de su esposo. Al llegar los médicos le explicaron de la situación, a lo que Héctor, solo le quedó recomendar a Isabel, que saque a su marido en la situación en que se encuentra y lo lleve a casa, caso contrario no podrá pagar la deuda que se vendrá.

Entre algunos vecinos llevaron a Mauro de retorno a su casa, Isabel estaba muy sola y necesitada, no sabía ahora que hacer, para colmo Mauro no respondió a los estímulos, y exámenes realizados para descartar una posible parálisis corporal. En fin era un día muy negro.

Por la noche llegó Sofía con Héctor, le trajeron comida y galletas para ella y los niños, los amigos y familiares se retiraron dejándola sola toda la tarde, fue aquella visita tan reconfortante que hecho a llorar a mares en los brazos de Sofía. Héctor, puso la voz fuerte e invitó a los niños para que coman, comieron todos, y no sabían que hacer con Mauro, Héctor trajo un suero, lo puso y salió a platicar junto a Isabel y su madre, los niños se fueron a dormir y quedaron los tres, ahí Héctor le explicó la delicada situación de su esposo y las pocas probabilidades que le quedaban de vida.

Isabel, no pudo dormir durante la noche, no sabía que hacer, era muy tímida para trabajar en otras cosas, no sabía tratar con la gente, el único que supo hacerla soltar fue Mauro, el único que la conocía bien era él, ahora que estaba inmóvil. Llamaron a la puerta muy temprano. Era Héctor que traía botellas de leche y panes, para su desayuno, saludo brevemente y se retiró, antes de eso, le dijo:

Isabel, Ud., debe de preocuparse ahora de sus niños que tienen hambre, deje descansar a su esposo que no podrá quejarse al igual que sus niños..

Ella entendió su pedido y se despidió, hecho a llorar y cerró la puerta. Atendió a sus hijos, y luego de eso, no sabía que hacer, fue muy difícil el día. No recibió más visita de nadie por tres días. El hambre y la vergüenza de salir por pan, le vencían, pudo comprar algunos sueros orales para su esposo, y algo de comida para los niños, pero el dinero se le acababa; Isabel no tenía a quien recurrir, ni que hacer.

Por la noche, muy de noche, alguien tocó su puerta, ella estaba medio dormida, el calor era fuerte, y no se percató de la poca ropa que traía puesta. Atendió la puerta y era Héctor, con una bolsa de víveres que se lo dio. También le trajo un vestido enterizo color rojo. Isabel le agradeció, y este le dijo que no estaría más agradecido si ella se prueba el vestido, a lo que ella con mucha confianza se probó.

Los niños dormían, y ella estaba sola. Al salir vestida con el traje rojo, Héctor no pudo evitar elogiarla, a lo que ella agradeció pero se puso triste, diciéndole que no era el momento para vestirse bien. Héctor le dijo que sí, ya que le había conseguido un trabajo por horas, ella sonrió y le dijo donde, él le dijo que en su veterinaria, con las mascotas, ella agradeció y fue así, empezó a trabajar por horas.

Todo estaba bien, los niños tenían sus alimentos a la hora, Mauro era atendido de hora en hora, y ella estaba muy cerca para ver las necesidades del hogar, casi siempre todo estaba en orden.

El día jueves 21 de diciembre, a las diez de la mañana muere Mauro, al parecer un paro cardiaco fue lo determinante, pese a que casi todos los medicamentos que requería se consiguieron, pese a que era atendido a su hora, y pese al enorme cariño de su esposa, se dejó morir.

Lo enterraron el 22 de diciembre, no fue mucha gente, ya que nadie quería comprometerse con los gastos ni con el apoyo a la viuda. Prácticamente solo tuvo el apoyo de Héctor y de la madre de este, el resto estuvo y se fueron luego del entierro. Héctor se fue con su madre muy tarde, dejando dormidos a los niños, al momento de despedirse.

A la media hora de la partida de Héctor, éste regresó, tocó la puerta y salió Isabel, toda llorosa, no pudo evitarlo y lo abrazó tan fuerte como pudo, este no pudo evitarlo y correspondió al cariño de Isabel. Ambos se unieron en un beso tan apasionado que sus lenguas se trenzaban. Héctor no pudo evitar, por fin tomó en sus manos aquellas nalgas que desde que vio a Isabel le enloquecieron, era delicioso sentir esas nalgazas entre sus dedos, Isabel, no sabía pero esto le encantaba, su cuerpo respondía como hembra, no sabía por qué, pero era como si eso necesitara, como si eso ella también lo desease.

Héctor la arrinconó hasta el cuarto de Isabel, ahí la desnudo por completo, en verdad era una gran hembra, y ahora ésta hembra estaba en celo, era inconsciente de lo que estaba sucediendo era víctima del momento y se entregaba quizá para olvidar tantas cosas y tristezas que había pasado, Isabel tenía la perfección de una hembra hecha para el sexo, sus senos redondos, blancos y su pezón rozado la hacían verse como una verdadera puta, ningún hombre normal, viéndola desnuda podría evitar tratarla como una perra.

Héctor se inclino y separó las piernas de Isabel, ahí le empezó a realizar un delicioso sexo oral, ella no aguantó más y se sentó al borde de su cama, ahí se tumbo dejando al invasor de su intimidad a su libre disfrute. Héctor introdujo su lengua dentro de esa deliciosa vagina, sintió ese sabor medio dulce de su panocha, era deliciosa, era rico, sentir esos jugos. Se estremecía en cada lengüetazo que daba Héctor. Gemía y no sabía si quería llorar o reír solo disfrutaba del momento.

Vaya piernas de esta hembra, Héctor no perdía ni una oportunidad para tocarla por todo lado, gozaba de esas pantorrillas perfectas, de sus senos, de sus piernas, mmm de sus nalgas, era delicioso tener que follársela ahí en ese momento, mmm.

Héctor la puso bocabajo a Isabel, ahí vio ese culo delicioso, sin ser muy enorme era redondo y perfecto, vaya culo que disfrutaría, pero para eso, tenía que sentirlo, tenía que pasarle su lengua, y ahí, separó las nalgas de Isabel, e introdujo su cara para oler ese delicioso trasero,, mmmm vaya olor de puta que desprendía esta perra, estaba en celo,, mmmm vaya.

La lengua se la puso a la entrada de su ano, y empezó a follársela con la lengua, la metía y sacaba de su ano, abría cada vez más sus nalgas para dilatar su ano, ella se estremecía y no se reconocía en medio de tanto morbo, se mordía el brazo, se aferraba al cubrecamas, sus dedos peñiscaban la almohada, se derretía con ese trato, se sentía tan puta, que quería sentir de una vez la verga de su invasor.

En esa posición Héctor la acomodó para penetrarla en su rica vagina, su conchita, su panocha jugosa, su sexo delicioso, que rico,, aaaaaaaaaaah que calientito,, vaya dios que jugosa estaba esta perra, que ricooooo que rico , no había nada más rico que tirársela a esta hembra, cogió sus enormes senos, y mordió sus hombros,, era delicioso indescriptible sentir a esta hembra, a esta puta, a esta perra,, vaya,, lo siento como si lo viviera, es deliciosa esta hembra,,

El sexo, transcurría en silencio, él no decía nada, solo la follaba y ella se dejaba follar, sus nalgas se movían al ritmo de las envestidas, el pene, entraba y salía jugozo de ese delicioso hueco,, de esa panochita rica,, salía y entraba y la perra gemía como si nunca la hubieran cogido así,, ,,, vaya que delicioso, y la olor de la puta era delicioso con todo este sexo,,

Ella volteaba el rostro buscando la boca de Héctor, este le introducía la lengua, apachurraba sus senos, tomaba sus pezones entre sus dedos para estrujarlo, era una súper teta, era deliciosa y muy arrecha esta perra, hace mucho que deseaba ser una puta, una hembra, sabía que con ese culo más de uno quería follársela, sabía que su cuerpo le jugaba malas pasadas, ya que en más de una oportunidad se había mojado con un piropo soez.

Ahora en era una perra, una puta, y eso lo disfrutaba, no supo como, pero de repente un dolor y un placer invadió su cuerpo, mmmm vaya dios, vaya,, el pene de Héctor estaba incrustado en el ano de Isabel estaba dentro, y eso no se lo esperaba, mientras que éste, ya sabía que ese culo sería suyo en algún momento, después de todo, no había invertido tanto para no tener ese culo para él solo.

Isabel cerró los ojos, y mordió el cubrecama, gimió se quejo, pero disfrutaba, lloraba de tener tremendo rabo dentro, éste prácticamente se lo reventaba ella nunca había tenido un trancazo así en medio de sus nalgas, pero en verdad era delicioso para un culo como el de ella, tener eso dentro, su lado de perra disfrutaba como nunca, se corría a montones, humedecía la cama, de tanto correrse, su sexo estaba tan sensible que al estar en posición de perrita, rozaba con la cama y parecía que la follaban por ambos lados, se mojaba y aullaba de placer.. mientras Héctor empujaba con tanta fuerza que destrozaba el esfínter virginal de su víctima. Se saciaba a montones con esta hembra, era el inicio de tener una perra para su disfrute, sabía que de hoy en adelante, el destino de su leche tenía un hueco donde llenarlo.

Luego de culearla por largo rato, por fin se corrió dentro del ano de Isabel, el semen chorreaba por entre las piernas de la puta, ella estaba tiesa no podía moverse, estaba ebria de tanto placer, era una perra completamente satisfecha, su cuerpo por fin fue tratado como ella tanto deseó, era el inicio de su emputecimiento, era el inicio de dejar de ser tan mojigata para convertirse en toda una puta, una perra, un ser sexual listo para ser disfrutada para quien sepa llegar a ella, ya no era Isabel la mojigata, ahora era, Isabel, la disfruta pingas. La disfruta pollas.

Por la mañana amanecieron los dos en la misma cama, los niños salieron y los encontraron, Isabel les dijo, que de hoy en adelante, el tío Héctor cuidara de la familia, ya que mamá tuvo mucho miedo anoche, pidió a tío que venga para cuidarla.

Los niños ya entendían todo, no eran tan pequeños, pero algo les hacía creer que era cierto lo que mamá les decía, en fin no era vieja la madre para morirse luego de la muerte de Mauro. Ella ahora empezaba a vivir, después de todo, había que darle al cuerpo lo que pide. Si eres culona tetona, y tu cuerpo pide verga, verga hay que darle, si tu cuerpo te pide sexo, al sexo te debes, después de todo no es pecado dar al cuerpo lo que desea. No es algo carnal, el placer no se siente en la carne, se siente más allá de la carne, en la carne queda el dolor de la rotura del ano, no queda el placer, el placer esta en la mente, no en el cuerpo.

Si te gustó califica mi historia, prometo continuar si te gustó. LEOTODO1@HOTMAIL.COM