De carro en carro a los 16.
Las chicas jóvenes a veces se emboban con los hombres mayores y terminan como mis amigas y yo en esta historia, completamente real, como siempre.
Cuando tenía 16 años, y me faltaba sólo uno para terminar el colegio, la mayoría de mis amigas no eran compañeras de curso, sino que iban en otros coles. Normal, ya que mi situación en el mío no era de lo más cómoda, como ya mencioné en otros relatos. Todas teníamos más o menos la misma edad, y la verdad es que todas, más que menos, estábamos bastante buenas y bien desarrolladitas.
Helena, una de las chicas, comenzó a salir con un chico bastante mayor, tenía 27 años. Y al poco tiempo nos comenzó a invitar a salir con los amigos de este supuesto novio, que en realidad, como supimos tiempo después, tenía una novia de su edad y sólo tenía a Helena para cogérsela.
Los chicos se manejaban bastante bien, la verdad. Aprovechaban su mayor experiencia y seguridad para hacernos creer que "lo más cool" era ser despreocupada, liberal y bueno, derechamente bien puta. Nosotras, con algo de ingenuidad y mucho de ganas de sentirnos mayores y desenvueltas, nos tragábamos su versión con mucha facilidad. Además eran todos mayores, andaban alrededor de los 30, tenían (al menos para nosotras) mucho mundo, todos manejaban sus carros y siempre tenían dinero, y ese tipo de cosas suele impresionar a las chicas más jóvenes, que nos sentíamos lo máximo saliendo con ellos.
La primera vez que nos fuimos de fiesta la pasamos genial, fuimos a varios bares, bailamos y bebimos muchísimo, y no pasó gran cosa, salvo que cada uno de estos chicos nos analizó cuidadosamente a cada una de nosotras y luego se nos fueron acercando uno a uno, señal de las preferencias de cada cual, y el que se nos acercaba ya era luego el que nos invitaba los tragos, bailaba con nosotras, y así. Hicieron su elección esa noche, y prepararon el terreno para las futuras fiestas.
El man que se me acercó a mí no era del todo atractivo pero tenía un cuerpo buenísimo, llevaba argolla de matrimonio, pero cuando le pregunté por ello me dijo que se había divorciado recientemente y que no se lo había sacado aún, por costumbre, y en ese mismo instante se la sacó riendo y la guardó, dándome las gracias por "recordárselo". Me dijo que tenía 28 años, y al final resultó que tenía 32, y bueno, claro que estaba casado. Todo esto lo supimos un tiempo después, alcanzamos a salir con estos chicos tres o cuatro veces
En nuestra segunda salida, una de las chicas no pudo ir, así que éramos cuatro de nosotras, pero a los chicos no les avisaron, así que llegaron los 5, y el que ya había "reservado" a mi amiga faltante se notaba algo molesto, pero se quedó con nosotros.
En fin, nos fuimos de fiesta por ahí, pasamos por dos bares, bebimos cantidad, y luego nos dirigimos a un lugar algo alejado de la ciudad, unas lomas donde la gente va en sus carros a hacer fiesta y a coger, básicamente. En un carro iban dos amigas con don chicos, en otro iba una pareja sola y en un tercer carro iba yo con dos chicos, mi "pareja" y el que había quedado solo esa noche.
Por todo el camino me daban guaro e insistían mucho en que siguiera bebiendo. Luego el chico que iba en el asiento de atrás sacó marihuana y me hizo fumar. Yo sólo fumaba cigarrillos y esa fue la primera vez que la probé, y realmente me puso a volar.
Cuando llegamos, los otros dos carros se estacionaron bastante lejos de nosotros y entre sí, no me llamó mucho la atención porque era evidente que ya se quisieran coger a mis amigas. Lo que sí me llamaba la atención, dentro de mi estado etílico y alucinógeno, es que en el carro que se estacionó al medio de los tres, como a 100 o 120 metros de donde estaba yo, iban dos parejas, y pues no se me ocurría mucho como lo iban a hacer. Ya luego pensé en mi propia situación, también me había llegado la hora de abrir las piernas, pero estaba el otro man en el asiento de atrás, lo que realmente no me preocupaba mucho, pero no creí que Roberto se me tirara encima con su amigo ahí en el carro.
Al cabo de unos minutos tras unas señas y algunas frases, este otro man se bajó del carro y partió, con la botella de güero, a caminar por ahí, y ya supe que me había llegado la hora. El chico se me vino encima de inmediato, me besó un par de veces en la boca y ya luego se fue a mi cuello y empezó el manoseo por mis piernas y tetas. Yo sabía perfectamente que me iban a coger, pero claro que no me molestaba precisamente la idea, y además sentía una completa indiferencia por todo. Nada parecía importarme, me dejaba estar, sin complicarme por nada. El chico tomó mi mano y la puso directamente sobre su bulto, que se notaba ya bastante duro, y a los pocos minutos se desabrochó el pantalón y me hizo agarrarle la verga mientras seguía con sus manos, ya en mi concha, pero por sobre mis jeans, y la otra trabajando mis pezones con algo de sadismo que me provocaba cierto dolor, pero que se sentía rico.
A unos metros del carro veía al otro chico, con su botella, una mano en el bolsillo y mirando la nada. Tampoco me importaba que anduviese tan cerca, cuando Roberto me empujó la cabeza hacia él simplemente abrí la boca y me puse a mamar. No me sujetaba del pelo ni me empujaba la cabeza como muchos otros chicos, solamente me tocaba el culo, que ahora sí le era accesible porque me tuve que inclinar hacia un costado. Parecía querer meterme los dedos, pero con ropa y todo. Dos o tres veces me nalgueó muy suavemente. Yo lancé de inmediato mi pequeño gemido de putita, para animarlo, porque eso me encanta, pero no me hizo mucho caso.
Había bebido muchísimo, así que sentía algo de asco. Un par de veces al sentir su verga demasiado al fondo de mi boca, me dieron arcadas y me la saqué de la boca, esas fueron las únicas ocasiones en que Roberto me hizo comérmela de nuevo con su mano. Al cabo de un buen rato ya me empezaron a doler las mandíbulas (muchas chicas sabrán a lo que me refiero), y aceleré la mamada a ver si acababa luego. Entonces si que usó sus manos, ya que cuando la sentí crecer aún más y escuché un gemido, avisando que se corría (con sus gestos, porque no dijo nada), traté de evitar la leche en mi boca. No es que no estuviera acostumbrada y menos que no me gustara, pero la mezcla de guaro, marihuana y leche me producía algo de asco en ese momento. Bueno, no me dejaron sacármela y me acabaron en la boca, afortunadamente no fueron tantos chorros, y como no quería tragar sólo me dejé la leche en la boca hasta que el tipo terminó de estrujarse su verga en ella y me dejó incorporarme, entonces abrí la puerta del carro y escupí al suelo.
Me quedó un sabor algo desagradable en la boca, Roberto sólo se abrochó los pantalones y jugaba con la radio del carro, sin fijarse para nada en mí (también las chicas al menos saben muy bien de qué hablo), así que me bajé del carro y caminé hasta el otro man, para pedirle un trago de guaro, a ver si me quitaba el sabor a verga y leche.
Luego en mi borrachera, y dado que ya había hecho "mi trabajo", me fui caminando hacia el otro carro, donde iban dos parejas, con mucha curiosidad por saber en que andaban.
Me acercé cuidadosamente, presintiendo que algo pasaba, aunque tampoco había que ser adivina.. No por nada se habían ido tan lejos. Los vidrios estaban muy empañados y el carro se movía hacia adelante y atrás de esa forma tan distintiva "A alguien se la estaán cogiendo", pensaba . me reía sin hacer ruido, y me acerqué otro poco sin importarme mucho que me vieran.
Que visión más excitante, pude ver las piernas de una de mis amiga levantadas y muy abiertas, al menos una de ellas, que estaba pegada a la ventana. El carro se movía mucho, señal de que se la estaban cogiendo durísimo. A mí ya me habían cogido varias veces así, en carros, y sentía una envidia sana por lo que le estaban enterrando a la nena en su conchita. Además sólo me había tocado tragar verga, y mi concha ya estaba pidiendo lo suyo, me sentía los calzones muy mojados, y con tanto manoseo se me habían hundido más aún en el culo y concha.
Una de las ventanas trasera estaba ligeramente abierta, pero del carro no salía ruido alguno. Ese man debe haber estado muy concentrado perforando la conchita de nena de mi amiga, que rico. De la otra pareja, ni rastros. Estaba claro que habían bajado del carro, pero no se les veía por ahí.
En eso estaba, bastante embobada mirando lo que se alcanzaba a ver a o adivinar de ese polvo y tratando de determinar cuál de las dos chicas que venían en ese carro era la perrita que se estaban echando (por sus medias, o la forma de sus piernas), cuando sentí ruido detrás de mí, y me volteé a mirar, con toda la tranquilidad del mundo, ya que como dije, entre el trago y la marihuana, sentía una indiferencia total. Era Francisco, el chico que había venido con nosotros en el carro, que se acercaba con una sonrisa enorme en la boca y su botella de guaro directamente hacia mí.
Recuerdo haber mirado hacia atrás, pensando que también venía Roberto con él, pero no había nadie más. Me alcanzó y me preguntó "¿que haces?" muy despacio y mirando también el espectáculo del carro, sin dirigirme la mirada en ningún momento. Le dije que miraba, pues eso, pero que obviamente no podía acercarme. Siguiendo su estrategia de convencimiento, me dijo que estaba todo muy bien, que era de lo más normal y que lo estaban pasando genial, que mi amiga ya era toda una mujer y esas bobadas para hacernos sentir a todas que abrir las piernas era lo máximo.
Seguramente Roberto ya le había alcanzado a comentar a este chico que le había mamado la verga, pero tampoco me importaba. Me dijo con mucha serenidad que nos acercáramos más al carro, y yo por no quedar de niñita tonta le seguí, llegamos al lado de las ventanilla, pero no nos vieron ni estaban en condiciones de hacerlo. El man perforaba furiosamente a mi amiga, con embestidas profundas y fuertes, y luego parecía sacarla entera, porque se movía mucho hacia atrás. Debe haber tenido una buena verga. El tipo era mucho mas grande que la nena, así que la cara de ella estaba cubierta por el pecho y cuello de él. Supuse quien era porque distinguí al chico, así que a menor que hubiesen cambiado de pareja, debía ser Mónica la que se culeaban así de duro. No nos veían, pero ya se escuchaba algo de ruido, eran solo sus respiraciones entrecortadas, y un quejido ahogado de mi amiga cuando el tipo la perforaba.
Ese me terminó de calentar, y a este chico también, me tomó por la cintura y me llevó a la parte delantera del carro, donde había menos posibilidades incluso de que nos vieran, porque quedábamos a las espaldas del que se cogía a mi amiga. Yo pensé que sólo me guiaba para retirarnos de allí y dejarlos tranquilos a ellos, pero me acercó a su cuerpo con su brazo, mientras que con su otra mano me hizo unas caricias en el pelo. Entendí la idea, y me importaba muy poco que Roberto se pudiera molestar conmigo, era niña pero no tan estúpida como para pensar que querían algo serio con nosotras, así que me dejé llevar por la calentura de la situación y la de mi concha, y me acerqué de inmediato a su cara para besarlo.
Confirmé entonces que si que Roberto le había contado que se lo mamé, porque me corrió la cara y me besó en cambio en la cabeza. Bueno, que importaba. Con eso ya supo que me tenía, y sin besarme, comenzó el manoseo por culo y tetas. Me hizo girar rápidamente y me tomó por la cintura desde atrás, empujándome la espalda hasta dejarme inclinada sobre el carro. Así tuve la visión deli de las piernas abiertas de mi amiga y el carro seguía moviéndose . Como le iban a dejar la concha a esa pobre
El chico que me agarraba a mí se dio cuenta de que le faltó algo, me hizo incorporarme y rápidamente desabrochó mis jeans y me volvió a inclinar sobre el carro. Ahora sí, me bajó torpemente los pantalones, hasta el suelo pero sin sacarlos. Luego hizo lo mismo con mis calzones, pero bajándolos algo menos, y mientras me mantenía sobre el carro con una mano empujando mi espalda, como para que no me fuera a escapar, con la otra se desabrochaba sus pantalones para liberar la verga.
Me imagino que debe haber escupido en su mano, porque sentí como me pasaba los dedos mojadísimos por la concha, dejándome aún más abierta y preparada para que me la hundieran. Con 16 años ya me habían enterrado muchas vergas, pero nunca una excepcionalmente grande, de 25 centímetros o más, nunca. No podría decir que ésta lo fuera, ni siquiera la pude ver, pero cuando sentí como me empezó a culear realmente me dolió muchísimo, recuerdo perfectamente que mi cara de relajo cambió por una de sorpresa, con los ojos y boca muy abiertos, no esperaba tanto. Sentí que me metían una tranca especialmente gruesa, que me dilataba a la fuerza los labios de la concha, luego muy rápidamente me la empezó a hundir sin detenerse, y sentía que no paraba nunca de meterse en mí.
Un poco más despierta y sobria, por el dolor y la sorpresa, sentí casi aliviada cuando sentí que esa vergota tocaba fondo, si no lo hacía yo pensaba que me iba a salir por la boca. Era curioso, la sentía hundida en el estómago, por la posición en que me tenía seguramente. Me estuvo dando unos minutos, me la hundía hasta el fondo, tomándome de las caderas, pero luego no me la sacaba entera, sino solo un poco, y, sabiendo que tenía una vergota grande, cuando me la hundía entera se movía en círculos, haciéndola sentir, y provocándome bastante dolor. Nunca sentí, como esa vez, como literalmente me habrían la concha, y ya luego de eso no volvería nunca más a sentirse apretadita, era lógico.
De pronto el man que se estaba cogiendo a mi amiga debe haberse corrido, porque le salió de encima y volvió a su asiento, quedando exactamente frente a mí, con mi cara a unos centímetros de la suya, el culo levantado y su amigo, que no era aquel con el que supuestamente yo andaba, rompiéndome la concha. Debe haberle impresionado mucho, en ningún momento antes de eso se había dado cuenta de que estábamos allí. Mi amiga no aparecía todavía, debe haberse quedado arreglándose un poco imagino. Mi actitud indiferente se esfumó de una sola vez, y con mucha vergüenza le evité la mirada al man del carro y traté de incorporarme, pero no me dejaron. Mientras me seguía culeando, sentí como el man se reía y gritaba, como aullando, el tipo del carro se reía a carcajadas como celebrándolo y movía los brazos animándolo. Claro que con todo ese escándalo, mi amiga se incorporó en su asiento para encontrarse con este espectáculo. Nunca supe que expresión habrá puesto ni que habrá hecho o dicho, sentí demasiado vergüenza como para mirarla a los ojos y sólo ví, de reojo, que miraba como me tenían.
Trataba de que me sacara su verga para poder irme de ahí me movía y le decía que se estuviera quieto, que parara, pero esto al man debe haberle calentado más todavía, y me imagino que también el hecho de tener espectadores, así que por fin se descargó completamente en mi concha y me la sacó. Rápidamente me subí pantalones y calzones, y partí caminando hacia el otro carro sin mirar hacia atrás, sintiendo la concha adolorida y la leche que bajaba desde mi útero hasta mis calzones.
El man me alcanzó a los pocos segundos diciéndome que no pasaba nada, que todo estaba bien, que no tenía por qué ponerme mal y todo eso. Y en realidad no me preocupaba mayormente que el otro chico hubiese mirado como me cogía su amigo, pero me avergonzaba un poco que lo viera mi amiga, aunque suene extraño. Pero bueno, ya estaba, y en realidad no me sentía mal ya estando vestida nuevamente, no era para tanto, sólo quería evitar a estos chicos que me habían visto por un rato. Llegamos al carro y Roberto estaba algo molesto, me pareció. Dijo que nos fuéramos, y por el camino a la ciudad, se hacían señas por el espejo retrovisor, y se hablaban con monosílabos. Roberto fue a dejar al otro chico primero, y luego me llevó a casa. Casi no me hablaba, se veía algo tenso.
A algunas calles de casa estacionó el carro en un lugar relativamente oscuro, se me acercó, reclinó mi asiento y me desabrochó y bajó los pantalones, sin decirme nada, como si fuese lo más normal del mundo. Bueno, no es que no lo fuera, era normal que luego de la mamada no quisiera ir a dejarme sin darme verga. Lo que yo no sabía, aunque lo suponía, es si su amigo le había contado que me había cogido.
Cuando Roberto se desabrochó sus pantalones, sin todavía tocarme, y sacó de su billetera un condón, que se puso con toda calma, supe la respuesta.
Sólo se me subió, le abrí las piernas, me cogió con toda calma por un buen rato, y se corrió dentro mío, pero con su condón puesto. Arrancó el carro sin esperar que yo me vistiera ni que solviera el asiento a su posición original. Alcancé a subirme pantalones y calzones en los pocos metros que quedaban hasta mi casa, se despidió muy normalmente, me bajé y se fue.
Dos vergas en una noche a los 16 años y me acosté con la sola preocupación de lo que me dirían mis amigas al saber el espectáculo que le había dado a una de ellas. Mi concha? bueno, muy abierta, pero insatisfecha, no me había corrido pese a toda la verga que me habían dado, y sin importarme el dolor que sentía, me hice una buena paja antes de dormir.
En fin, al día siguiente supe que a la otra chica que iba en el carro sobre el que me cogieron a mí, se la habían llevado entre unos árboles y la habían perforado entera, y a Helena, que era la que nos había presentado a estos chicos y que ya se la estaban cogiendo hacía un tiempo, esa noche le rompieron el culo.
No tenían por qué decirme gran cosa, salvo la nena que esa noche no había querido salir, las otras cuatro éramos más o menos igual de putas.