De Carlos a Carla

Los treinta días que cambiaron mi vida

Un saludo estimados lectores. Los personajes de esta historia son totalmente ficticios.

Me llamo Carlos, 24 años, 1,87 de altura, peso 73 kilos, moreno de ojos negros. Soy de complexión delgada y musculosa con espalda ancha ya que voy con asiduidad al gimnasio. Tengo novia desde hace 5 años.

Finalizados mis estudios de ingeniería decidí que era el momento de perfeccionar mi inglés. Encontré en Internet un trabajo en Escocia, Edinburgo, de friega platos en un restaurante y una habitación compartida en una modesta pensión, en régimen de desayuno y cena, lo cual, me venía estupendamente ya que podía comer en mi trabajo. El 31 de Julio volé a Escocia, rápidamente encontré la pensión y me registré. Subí a la habitación, y al entrar una voz en perfecto español me saludó.

-Hola, soy Richard, tu compañero de habitación dijo tendiendo su enorme manaza.

Richard era un hombre de raza negra, de unos 30 años, -luego me enteraría que tenía 28-, bajo ya que apenas llegaba al 1,70, calvo y muy gordo rozando la obesidad.

-Hola, soy Carlos contesté dejando mi maleta en el suelo.

-Detrás de ti tienes el baño por si quieres asearte, he dejado medio armario libre para que pongas tus cosas.

Entré en el aseo, era muy pequeño, un lavabo con un armario debajo, otro armario que hacía las veces de toallero, la taza y un minúsculo plato de ducha. Tras remojarme la cara inspeccioné el resto de la habitación, no había mucho que ver, una mesita con una silla, la televisión colgando de la pared y un armario empotrado. Me quedé sorprendido sólo había una cama de matrimonio. Richard pareció leer mi pensamiento.

-¿Sólo hay una cama?, esto no es lo que contraté, exclamé.

-Pues es la única que hay, contestó el chico.

-Richard espero no te ofendas  -continué-, no quiero parecer un remilgado, no me importa en absoluto compartir habitación con una persona, pero no quiero tener que dormir con otro hombre.

Richard me sugirió que hablase con la dueña. Bajé a recepción y protesté indignadamente, la propietaria no me hizo ningún caso ofreciéndome la posibilidad de irme y devolver el dinero, pero que aún así no encontraría ningún sitio donde alojarme ya que estaban en plena campaña turística. Resignado volví al cuarto sin más opciones.

Tras el primer momento, Richard y yo congeniamos rápidamente, era un chaval muy alegre y simpático. Originario de una antigua colonia española en Africa. Su padre era el dueño de varias empresas en su país y en un cercano futuro él sería su sucesor. Richard madrugaba algo más que yo para ir a su trabajo, coincidíamos a partir las seis de la tarde. Solíamos hacer turismo por la capital y tomarnos unas cervezas en cualquier pub.

Una noche de madrugada estando acostados oí un pequeño ruido que me despertó. El sonido se repetía rítmicamente, era un ruidito que conocía de sobra, era el roce de unas manos con la sábana, era el mismo ruido que hacía yo en mi cama en casa de mis padres cuando me pajeaba.

Richard se estaba masturbando a escasos centímetros míos. Que degenerado pensé para mis adentros. Desde mi llegada a Escocia yo también me había masturbado en varias ocasiones pensando en mi novia, pero siempre en la soledad de la ducha cuando mi compañero de habitación ya se había ido a trabajar.

Richard estuvo masturbándose durante casi media hora hasta que escuché un pequeño gemido, se giró y quedó profundamente dormido.

A la mañana siguiente me desnudé y fui a darme una ducha antes de ir a trabajar. Abrí el cesto de la ropa sucia para echar mi slip. El oscuro boxer de Richard estaba en el cesto, un enorme pegote blanquecino y seco manchaba la parte delantera de su ropa interior. Asqueado me duché y salí a mi trabajo.

Durante las siguientes noches noté que Richard se masturbaba en nuestra cama, pero pasé de sentir asco a cierta asombro. Mi compañero de cuarto tardaba más de media hora en correrse, cuando yo en apenas cinco minutos había alcanzado mi orgasmo.

La madrugada del jueves al viernes Richard volvió a masturbarse. Me dormí y al rato sentí una fuerte opresión en mi estómago. Richard en su profundo sueño me había abrazado, al momento noté su enorme barriga contra mi espalda. Con mucho cuidado intenté retirar el brazo de mi compañero, lo cual, me resultó imposible por su sobrepeso.

Richard se movió y su verga quedó apoyada contra mis nalgas. Lo sentí, su bulto era tremendo, intenté apartarme pero no pude. Al instante noté una enorme humedad en mi culo, el semen de Richard estaba manchando la parte trasera de mi pijama traspasándolo hasta llegar a mi slip.

Un cúmulo de sensaciones desconocidas por mí hasta ese momento me invadieron, incomprensiblemente me excité, mi polla empezó a palpitar notando como mis fluidos manchaban mi ropa interior. Mi respiración se hizo más entrecortada, sin entender muy bien porqué, mi mano se introdujo dentro del slip, mi verga estaba durísima y pegajosa por mi líquido precoital, con dos de mis de dedos comencé a masturbarme.

Un débil gemido se escapó de mi garganta, Richard volvió a moverse incrustando aún más su enorme paquete en mi culo. Paré por un instante temiendo que se hubiese despertado, pero seguía durmiendo profundamente.

Sin ningún control de mi cuerpo moví de forma circular mis nalgas buscando a propósito un mayor contacto con su enorme miembro. Sentí un breve espasmo y en ese mismo instante me corrí, cuatro descargas de mi leche caliente mancharon mi slip.

Me quedé aturdido y triste, me entraron ganas de llorar al acordarme de mi novia.

Al día siguiente Richard se levantó como sino hubiese pasado nada y se fue a su trabajo. Por mi parte decidí no comentarle lo ocurrido, ha sido el calentón del momento y la falta de sexo con mi novia pensé para mis adentros intentando justificarme.

El viernes a la noche, y teniendo ambos el fin de semana libre por delante, salimos a un pub cercano. El calor del mes de agosto era bochornoso, tomamos viarias pintas de cervezas y unos cuantos chupitos de licor y regresamos a nuestro cuarto.

-Voy a darme una ducha -comentó Richard-, este calor y las escalera van acabar conmigo.

-¿Te has planteado alguna vez bajar de peso?, sugerí a mi compañero.

-Es cuestión de genética, en mi familia todos somos así dijo Richard estallando en una gran carcajada.

-Lo cierto es que el calor es asfixiante -continué-, ¿te importa sin duermo sin pijama?, pregunté con timidez.

-Tu mismo, replicó.

Richard fue a la ducha, la persiana estaba echada y la ventana abierta. Me desnudé quedándome con mi slip puesto, baje el edredón hasta los pies de la cama y me metí debajo de la sábana tapado hasta la cintura, con las manos por detrás de mi cabeza.

Richard salió del baño cubierto por una toalla alrededor de la cintura, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Con disimulo me fijé en él, estaba totalmente depilado, sus tetas eran enormes y flácidas, su barriga tremenda pero lo que más me sorprendió fue el enorme bulto que se marcaba debajo de la toalla.

-Veo que has decidido dormir sin pijama, mejor, mucho mejor, dijo Richard en un tono de voz de llamó mi atención.

-Es que hace un bochorno terrible intenté justificarme.

-Pues sino te importa, dormiré desnudo, en mi país es costumbre hacerlo.

Sus petición me dejó descolocado, por mi mente pasó las pajas que se hacía mi compañero a escasos centímetros mío, temblé.

-Yo, ….., yo, ………, hace tanto calor, ….., creo que sino te molesta, …., también, …….también dormiré desnudo, balbuceé tímidamente.

-Sin problema, tranquilo me miró sorprendido.

Introduje mis manos por debajo de la sábana y asiendo los laterales de mi slip tiré hacia abajo sacándolo por mis tobillos. Girándome los deje en el suelo en el lado de mi cama.

Al darme la vuelta Richard estaba de espaldas, la toalla estaba en el suelo. Su culo era gordo, enorme, sus nalgas eran flácidas.

Richard se volteó, mi boca y mis ojos se abrieron como platos. Su zona genital estaba totalmente depilada, su verga en reposo era enorme mucho más de quince centímetros, de un color negro muy oscuro parecido al ébano, pero lo que más me impactó fue lo gorda que era y los tremendos testículos que colgaban.

-¿Qué te ocurre nunca habías visto la polla de otro hombre?, interrogó Richard.

-Bueno yo, ……, yo ….., contesté de forma estúpida sin poder retirar la mirada.

Richard agarrando su enorme paquete y con una sonrisa cínica me preguntó:

-¿Sabes que es un BBC?.

-No, ….., no lo se, contesté en un tono muy bajo.

-BBC –continuó Richard-, es la abreviatura de Big Black Cock, gran polla negra. En mi país hay muchos y puedo decirte que cuando las mujeres y también los hombres blancos las prueban se vuelven adictos a ellas.

-No digas tonterías, contesté intentando controlar mi asombro.

-Enséñame tu polla dijo el negro mientras se acariciaba su enorme bulto.

-¿Qué?, -exclamé-, vamos a dormir que es muy tarde.

En ese instante, Richard agarró la sábana y sin darme tiempo a reaccionar la bajó. Quedé desnudo ante él, por pudor oculté mis genitales con mis manos. Richard se abalanzó sobre mí, sus grandes manos asieron mis muñecas intentando separarlas y empezamos a forcejear.

-¿Qué haces Richard?, ……, ¿qué haces?, protesté.

Forcejeamos varios segundos. Finalmente, mi compañero consiguió su propósito, separó mis manos y mi polla de unos diez centímetros y mis testículos quedaron a su entera vista.

-Ves Carlos, no ha sido tan difícil, tienes una polla muy bonita, dijo Richard sonriendo.

-Vete a la mierda imbécil, insulté a mi compañero.

-Venga no te pongas así, era una broma intentó disculparse mi compañero.

Indignado me dí la vuelta dándole la espalda. Richard apagó la luz y a los pocos segundos roncaba. No podía dormir, pese a mi aparente enfado volvía a estar excitado, cada vez que cerraba los ojos intentando pensar en mi novia venía a mi mente el enorme pollón de mi obeso compañero de cama. Mi polla estaba durísima, notaba como mi líquido preseminal manchaba la bajera de la cama. Hice el propósito de no masturbarme y finalmente me dormí.

No se cuanto tiempo transcurrió, un leve roce me puso en alerta. Noté un dedo sobre mi pierna izquierda, luego ….., la palma de una mano empezó a subir lentamente por mi muslo izquierdo, acariciándolo y sobándolo. Richard me estaba metiendo mano, mi respiración se volvió entrecortada, sentí como mi polla daba golpecitos hacia arriba fruto de la excitación.

Su mano siguió sobando mi muslo hasta llegar a la cintura. Muy lentamente la mano bajó hasta magrear con total descaro mi nalga izquierda. Estuvo durante varios minutos metiéndome mano mientras sentía como Richard se masturbaba con su mano libre.

Un cúmulo de sensaciones desconocidas me invadieron mientras me dejaba meter mano por mi compañero.

Estaba muy incómodo y lentamente me giré hasta ponerme boca arriba. Richard retiró su mano, maldije en mi interior: pensé que lo había asustado.

Pasaron interminables segundos, mi excitación iba en aumento. De nuevo sentí su mano en mi muslo izquierdo subiendo poco a poco. Mordí mis labios para no gemir de placer. La palma de la mano de Richard se posó en la parte interna de mi muslo subiendo muy despacio hacia mi zona genital. Mi polla estaba tiesa y dura como nunca lo había estado antes, ni siquiera con mi novia. Líquido preseminal manchaban el tronco de mi verga.

La mano de Richard rozó mis testículos. Como pude controlé un gemido de lujuria y placer, lentamente abrí mis piernas para ofrecerme a él. Mi compañero acarició mis testículos, cogió cada uno de ellos con sus manos como si los estuviese examinando. Su enorme mano agarró mi polla.

Puse mi mano sobre su manaza, Richard intentó retirar la suya pero se lo impedí.

-Sigue por favor, ….., no pares, ….., susurré en voz muy baja.

Su enorme mano subió por el tronco de mi pegajosa polla, sus dedos bajaron el capuchón de mi prepucio acariciando el frenillo.

-¿Te gusta verdad?, susurró Richard a mi oído.

-Si, …, siiii, ……, sigue no pares por favor, jadeé débilmente.

-No sabes como deseaba tenerte así, desde el primer momento en que entraste por la puerta supe ibas a ser mío, se jactó mi compañero.

La enorme mano de Richard tiró de mi muslo colocándolo por encima del suyo. Quedé todo abierto para él. Su mano acariciaba mi rabo y mis testículos manchándolos con mi líquido preseminal, la mano siguió bajando hasta que la note acariciando la raja de mi culo. Uno de sus dedazos la recorrió hasta la entrada de mi ano haciendo presión sobre él, intentando profanarlo. Mi jadeo de placer se escuchó en toda la habitación.

Richard me volteó nuevamente, nuestros cuerpo quedaron paralelos. Richard se estiró y encendió la luz. Su cara estaba desencajada por la lujuria. Me abrazó fuertemente, sentí su enorme barriga contra mi estómago, sus labios se fueron acercando lentamente a los míos. Me dio varios piquitos hasta que me morreó intensamente. Noté su lenga contra mis labios haciendo fuerza, por instinto abrí mi boca. Su lengua entro en contacto con la mía mientras sus manos bajaban hasta mis nalgas. Las apretó con mucha fuerza, tomando posesión de ellas mientras yo me dejaba hacer.

Richard se movió, su enorme pollón rozó mi verga, una descarga sacudió mi cuerpo al notar los fluidos de mi compañero. La mano de Richard bajo por torso hasta mis tetillas, las acarició y sobó, tirando de mis pezones provocándome nuevamente un jadeo audible en todo el cuarto.

Su mano continuó muy lentamente bajando por mi estómago hasta llegar a mi zona genital. Acarició mis testículos, me sentí sin fuerzas y me abracé a él besándolo nuevamente. Su enorme mano asió mi rabo, Richard se movió y nuevamente su enorme pollón entro en contacto con mi verga.

La manaza de Richard cogió las dos pollas y con suaves movimiento comenzó a frotarlas.

Mi respiración era entrecortada, jadeaba de placer sintiendo el roce de su enorme mástil contra mi polla, la cual, a su lado era diminuta. Abrí los ojos y miré a Richard, el morbo y la lujuria me invadió de nuevo al ver como un hombre de color, en absoluto agraciado, sino todo lo contrario bajo y obeso me estaba dando el mayor placer de mi vida, mucho más que mi novia.

Richard movía su enorme manaza frotando nuestras pollas, unas veces con una lentitud exasperante y otras con movimientos más rápidos. Tan pronto nuestros glandes se rozaban como que con un golpe de cadera su enorme verga resbalaba hasta puntear mis duros testículos provocándome espasmos de placer.

-Te propongo una apuesta, un juego susurró Richard a mi oído lamiendo el lóbulo de mi oreja.

Mis jadeos impidieron cualquier respuesta.

-Te propongo un juego, volvió a repetir en tono bajo mordiendo y metiendo su lengua en mi oído.

-Si, ….., siiiiii, ….., continua no pares por favor, balbuceé débilmente.

-El primero que se corra será esclavo del otro durante todas las noches del resto del mes.

La lujuria, el placer y el morbo me dominaban. Por un momento recordé las pajas que durante los días anteriores mi compañero se había hecho en nuestra cama y el tiempo que le costaba correrse. Una nueva sacudida mas fuerte de nuestras pollas me atormentó de placer.

-Va ….. va …., vale jadeé entre gemido y gemido.

-Vale que, insistió Richard frotando lentamente nuestros empapados glandes.

-El …. , el ……, el que pierda será esclavo.

Richard continuó frotando nuestras vergas durante varios minutos, a veces de forma muy lenta, rozando nuestros glandes y otras con fuertes golpes de cadera llegando su enorme miembro a tocar mis testículos provocándome espasmos de placer. Notaba mis huevos muy duros, llenos de mi semilla, sentía como mi semen se acumulaba en la base de mi polla queriendo salir.

Un nuevo pollazo de Richard en mis genitales me hizo exhalar un gemido de placer.

-Ahhhhhhhh, ………, síiii, ……., sigue por favor no pares aullé de placer.

-Córrete cabrón, ….., córrete se que lo estás deseando….., jadeaba Richard a mi oído.

Richard incrementó el roce de nuestra masturbación, frotando nuestras pollas con mucha fuerza.

-Estás deseando correrte, ….., córrete cabrón, ….., córrete y serás la perra blanca de un hombre negro insistió a mi oído Richard.

Su enorme rabo rozó otra vez mis testículos, mi espalda se arqueó y mi cuerpo comenzó a convulsionar, sentí mi semilla subiendo por el tronco de mi polla. No pude contenerme, pasé mi muslo por encima de su cintura abrazándolo, mientras Richard profanaba con su lengua mi boca. Me corrí como nunca lo había hecho en mi vida, borbotones de mi leche caliente mancharon la obesa tripa de mi compañero mientras mis gritos de placer resonaban en toda la pensión.

Quedé exhausto, jadeante y derrotado abrazado a mi compañero. Pasados unos instantes me tumbé boca arriba normalizando mi respiración. Richard se giró hacia mí, su fofa barriga descansaba sobre nuestra cama.

-En mi país los hombres cumplen sus promesas, espero que cumplas la tuya, dijo Richard.

Tímidamente asentí y en ese momento me dí cuenta de mi situación. Llevado por la falta de sexo con mi novia -pero sobre todo por el morbo de que un negro, nada agraciado y obeso, me hubiese metido mano y masturbado- había aceptado ser su esclavo sabiendo que iba a perder la apuesta.

-Las perras blancas como tú lo primero que hacen es limpiar lo que han mnchado, dijo Richard señalando con la mano.

Su enorme barriga estaba llena de pegotes resecos del semen de mi corrida. Alcancé unos pañuelos de papel.

-Que haces zorra, límpialo ….., límpialo con tu lengua, ….., pero primero cómete mis tetas, ordenó mi compañero.

Sus insultos no me ofendieron, al contrario me excitaron. Mis manos asieron las enormes y fofas tetas de Richard, mi lengua con movimientos circulares acarició sus oscuros pezones duros como piedras, les dí varios mordisquitos mientras mi compañero de cama no ocultaba la satisfacción por tenerme dominado.

-Muy bien perrita ….., eso es chupa mis tetas, ….., sigue así zorra ……., susurraba Richard humillándome.

Su enorme manaza asió mi cabeza empujándola hacia su enorme tripa. Mi cara quedó a escasos centímetros de un pegote de semen, con asco cerré los ojos.

-Límpiame zorra, ….., hazlo ….., ordenó el negro.

Mi lengua lamió mi corrida, nunca había probado el semen, su sabor no era desagradable, fuerte y algo dulzón. Mi lengua limpió los restos de las lefadas descendiendo hasta su zona genita. Su enorme pollón quedó a escasos centímetros de cara, tan cerca parecía aún más grande. Había restos de mi semen en uno de sus tremendos testículos, mi mano asió el enorme miembro del negro, recordé que todavía no se había corrido, y comencé a masturbarlo lentamente. Introduje su testículo en mi boca mientras incrementaba el ritmo de mi mano masturbando a Richard.

-Eso es perra, ……, así, …., sigue blanquito de mierda, bufó el negro.

Chupé y lamí con devoción los enormes cojones del macho negro llenándolos de saliva mientras su gruesa y negra verga rozaba mi mejilla.

-Ahora mi polla zorra blanca, ….., cómela grito exasperado Richard.

Había visto mucho porno en Internet, mujeres mamando las vergas de grandes sementales, nunca imaginé que acabaría haciéndolo una felación a otro hombre. Incrementando el ritmo de mi mano mi lengua subió por el tronco de aquella enorme verga  recreándome en su glande, abrí la boca y Richard dándome dos pollazos en mi cara empujó con fuerza mi cabeza me penetró con mucha fuerza. Su pollón llegó hasta mi garganta ahogándome y haciéndome toser.

-Cómela cerda, …… así entera cabrón blanquito, ,,,,,,, cómete la polla de tu BBC, ….., gira tu cabeza para que entre hasta el fondo, …..,  ordenó mi compañero de cama entre gemidos entrecortados de placer.

Volví a introducir su pedazo de carne en mi boca girando la cabeza, por fin la enorme y negra polla de Richard invadió mi boca llegando hasta la garganta. En esa posición estuve comiéndole la polla durante más de diez minutos. El aguante y potencia del negro era tremendo, en ese momento rercordé que todavía no se había corrido.

Con un fuerte tirón de pelo Richard sacó su mástil de mi boca, y girándome como a un pelele me puso a cuatro patas sobre la cama.

-¿Qué ….. que haces ……?, protesté débilmente.

Richard tiró de mis brazos hacia abajo, apoyado con los codos en nuestra cama de matrimonio mis nalgas quedaron a su entera disposición. Las manazas de Richard se posaron en mi espalda bajando hasta mi cintura.

-Que cuerpazo tienes blanquito de mierda y ahora es mío, …… de un negro gordo y fofo…, se jactó mi compañero.

Mi cuerpo se estremeció al escuchar sus palabras, sus manazas se apoderaron de mi expuesto culo, magreándolo y sobándolo a su antojo, tan pronto lo acariciaba como apretaba mis glúteos con inusitada fuerza provocándome pequeños dolores. Noté como las enormes manos del negro separaron mis nalgas, mi ano quedó expuesto.

-Que coñito tan cerrado y rosadito tienes zorra, exclamó Richard con satisfacción.

Me sentí totalmente humillado por su comentario. Un hombre como yo que siempre había tenido éxito con las mujeres estaba sometido a las bajezas de un degenerado, comencé a mover mi culo en forma de círculos. Un fuerte azote en mi nalga izquierda me hizo convulsionar de dolor,

-Me has hecho daño exclamé dolorido.

Richard no se dignó a contestarme, empezó a darme fuertes nalgadas que retumbaban en la habitación.

-Te gusta perra, ….., se que te gusta, ……, tu pollita se está poniendo dura otra vez, me humilló Richard.

Me hice daño en mis labios de tanto morderme para no gritar, el dolor de los fuertes azotes del negro fueron sustituidos por oleadas de placer. Asombrosamente, mi verga vez estaba tiesa otra vez como un hierro, yo que había sido incapaz de tener dos erecciones durante el acto sexual disfrutaba al ser sometido por aquel macho degenerado. En ese momento descubrí mi alma de sumiso.

Richard ceso en sus nalgadas, sus manazas separaron nuevamente mis glúteos. Al instante, noté su lengua bajando por la raja de mi culo llegando hasta la entrada de mi parte íntima. Lo chupó y lamió durante interminables segundos, humedeciéndolo causándome espasmos de placer.

Richard tiró de mi cabeza alzándola, e introdujo dos de sus dedazos en mi boca. Me obligó a ensalibarlos. Me empujó con desprecio contra la cama quedando mi culo otra vez expuesto. Sus dedazos bajaron con lentitud pasmosa por la raja de mi culo hasta llegar a la entrada de mi hoyito. Presionó uno de sus dedos con fuerzas intentando penetrarlo.

-Agggg ……. grité de dolor.

El ruido de otra tremenda nalgada resonó en la habitación. Richard escupió de nuevo en mi ano y presionó uno de sus dedazos con fuerza. Mordí la almohada para amortiguar mis gritos, mi esfínter se fue abriendo poco a poco, su dedo índice entró hasta media falange comenzando un movimiento circular para dilatarlo. Un segundo dedo me penetró dilatándome un poquito más.

Richard retiró sus dedos y note su enorme y cabezón glande presionando la entrada de mi ano.

-Que ….. que …. que vas hacer, Richard me vas a destrozar, supliqué al negro.

-Voy a tomar lo que es mío putita blanca, …., será mejor que relajes tu culito de blanco de mierda , se rió Richard.

Antes de poder evitarlo sentí una enorme presión sobre mi ano. Pese a su enorme fuerza física el tremendo pollón de mi amante era incapaz de abrir mi intimidad. Richard se incorporó y abrió un cajón de la mesilla sacando un neceser blanco. Lo abrió.

-Que …., que …., que es eso, pregunté atemorizo.

Richard me propinó un durísimo azote en mis ya doloridas y enrojecidas nalgas.

-Habla cuando se te pregunte zorra, -ordeno-, es un gel que fabricamos en mi país con unas plantas, tiene un anestésico muy potente, no te dolerá.

Richard agitó el tarro vertiendo una enorme cantidad en mi raja. Estaba frío muy frío, sentí como resbalaba hasta la entrada de mi hoyito. Me giré y ví como el negro se embadurnaba su tremendo pollón. Richard apoyó su enorme miembro en la raja de mi culo y lo deslizó con lentitud exasperante hasta la entrada del ano, hizo fuerza, sentí que mi relajado esfínter se abría muy lentamente, el glande de Richard penetro mi intimidad.

Un gritó de placer que debió oírse en todo la pensión escapó de mi boca. Mordí la almohada notando como el pollón de mi macho, centímetro a centímetro, se abría paso a paso y profanaba mi intimidad sin causarme ningún dolor. La enorme verga entró por completo, los tremendos testículos de Richard hicieron tope con mi culo. Los dos sudábamos copiosamente, la enorme barriga de mi compañero aplastaba mi espalda, me sentí lleno y empalado por aquel hombre de raza negra.

-Ya la tienes dentro cabrón, ….., eres mío blanquito de mierda, …… se jactó Richard.

Mordiendo las sábanas me sentía humillado, entregado, sumiso de un hombre de otra raza, pero sobre todo me sentía una hembra poseída por su macho.

-A partir de ahora eres un adicto a los BBC, a las pollas negras continuó humillándome mi hombre.

Richard comenzó a moverse lentamente, sacó su vergón hasta la mitad y me empaló con muchísima fuerza golpeando sus tremendos cojones mi culo. Me agarré a los barrotes de la cama mientras un tremendo gemido de placer se escapó de mi boca.

-Ya no eres Carlos a partir de ahora eres Carla, …..mi puta, ….., mi puta blanca, ……, susurró en mi oído Richard.

-¿Cómo te llamas?, insistió.

Mi polla estaba más dura de lo que había estado en toda mi vida, las humillaciones de mi compañero me excitaban más y más a cada instante, otro tremendo pollazo hizo que el cabecero de la cama sonase ruidosamente.

-Soy Carla, ……., Carla, ……, tu puta, ….., la puta de un macho negro, aullé entre espasmos de placer.

Richard se rió con deprecio. Durante más de un cuarto de hora estuvo empalándome como una perra, sacaba su enorme verga dejando el glande dentro de mi ano para empujar de nuevo con una fuerza fuera de lo común. El vigor de Richard era inagotable, había pasado casi una hora desde que mi compañero frotase nuestras pollas y todavía no se había corrido. Nuestros cuerpos sudaban copiosamente, la habitación olía a sexo y orín mientras se oía en todo el cuarto el CHOF CHOF CHOF CHOF de los testículos de Richard golpeando mi culo.

Richard me desmontó y se tumbó en la cama.

-Clávatela zorra, ……, métetela hasta dentro puta blanca de mierda, ….., ordenó mi amo.

Me puse a horcajadas sobre él, mirándole a la cara con mis dos manos agarré su enorme miembro. Poco a poco fui bajando mi cintura sintiendo como mi macho volvía a tomar posesión de mí penetrándome sin compasión. Volví a sentir mi ano lleno de la tremenda virilidad del negro.

-Te la voy a sacar por la boca cabrón me gritó Richard.

Mi compañero moviendo la cintura volvió a bombear mi interior, sus pollazos eran durísimos sintiendo su enorme verga en la entrada de mis intestinos. Moví mi cintura en haciendo círculos para facilitar su penetración. Mi compañero empezó a darme tremendas nalgadas marcando mi dolorido culo nuevamente.

Richard estuvo follando mi culo en esa posición durante más de diez minutos sin dar muestras de cansancio alguno. Mis huevos estaban llenos de mi semilla caliente, mi polla diminuta al lado de la del semental tiesa como nunca lo había estado. Richard como si fuese un pelele me empujó y se salió de mi sintiendo un gran vacío.

-De espaldas cabrón, quiero ver como se mueve tu culo mientras te folló, ordenó mi hombre.

Me senté sobre su verga empalándome de nuevo. Richard tiró de mis hombros, mi espalda se apoyó en su tremenda barriga mientras Richard bombeando con fuerza agarraba mis tetillas tirando con fuerza de los pezones.

El CHOF CHOF CHOF CHOF de los cojones de Richard marcando mi culo y mis jadeos resonaban en nuestra habitación. Mi macho llevó su mano derecha a mi polla, la sacudió un par de veces y me corrí. Mi leche salió disparada manchando mi torso y zona genital. Al alcanzar mi deseado orgasmo, mi culo apretó la verga del negro ordeñándola, sentí como el enorme miembro de Richard se ensanchaba aún más mientras su semilla subía a lo largo de su enorme tronco.

-DIOSSSSSSSS, ….., ME CORROOO, …… , grito el negro.

El semen de mi hombre salió a borbotones de su verga preñándome, sentí mucho calor en lo más profundo de mi culo mientras Richard se vaciaba dentro de mí.

Quedamos exhaustos durante varios minutos, yo encima de la enorme barriga de mi compañero aún empalado por su virilidad, notando como poco a poco perdía su dureza.

Finalmente, lo descabalgué, noté como su semilla salía por mi ano, como pude fui al baño y con papel fui limpiando su semen. Me ví en el espejo, mi aspecto era un desastre, mi cuerpo estaba lleno de semen reseco, tanto mío como de Richard, me giré y en el espejo ví el reflejo de mis enrojecidas nalgas consecuencia de los azotes proporcionados por mi compañero. Accioné el agua caliente y entré en el diminuto plato de ducha.

Enjaboné y aclaré mi cuerpo a conciencia, dedicando especial atención a mi ano. Lo palpé con mucho cuidado, estaba muy abierto.

En ese instante, la mampara se abrió entrando Richard. Me abrazó y sentí su enorme verga apoyada en mi cintura. No podía ser cierto, hacía apenas diez minutos que se había corrido y su pollón estaba duro y tieso como una barra de hierro. Richard me mordió en los hombros, en el cuello, en las orejas, lamiendo mis mejillas.

Intenté separarme de él pero me abrazó con más fuerza.

-Richard, ….., Richard, ….., por favor estoy agotado supliqué.

Sin ningún miramiento Richard me giro e hizo que apoyase mis manos contra la pared quedando mi cuerpo en posición de L.

-Richard,…, por, …..por …., por favor no ……, imploré.

Sin ningún miramiento mi compañero de un solo golpe me penetró.

-No …., no…., no me violés supliqué.

Richard sacó su verga de mi culo dejándome totalmente vació. Giré mi cabeza echando mi culo hacia atrás buscando su tremenda virilidad, Richard se apartó dándome un pollazo en mis glúteos.

-Suplica perra, …., estas deseando que te folle, ….. pídemelo cabrón se rió mi hombre.

Volví a mover mi culo buscando su verga.

-Suplica puta blanca, ….., suplica y te lo daré susurró Richard.

Y perdiendo la poca dignidad que me quedaba grité y supliqué a mi macho negro: viólame cabrón, ……., folla el culo de tu perra blanca, ……., preña a tu puta.

De un solo golpe de cadera Richard me penetró empalándome con mucha fuerza. El PLOF PLOF PLOF PLOF de los cojones de mi macho chocnado contra mi culo resonó en todo el cuarto de baño. Durante más de diez minutos Richard estuvo dándome por el culo en esa posición. Su mano bajó hasta mi polla, la sacudió un par de veces y me corrí en su mano entre gritos de placer.

Intenté separarme de Richard pero no me dejó, mientras me empalaba sus manos restregaron mi semen en mi cara manchándola. Mi compañero se salió de mí, me dio la vuelta, su mano derecha cogió mi cabeza mientras su mano izquierda tiraba de mi barbilla obligándome a abrir la boca. Los labios de Richard se acercaron a mi boca, pensé que iba a besarme pero me escupió obligándome a tragar su saliba.

Mi macho apoyó sus fuertes manos en mis hombros tirando de ello hacia abajo con mucha fuerza.

-Los esclavos siempre han de estar a los pies de sus amos, dijo mientras me humillaba por enésima vez.

Mi cara quedó a la altura de su tremenda virilidad. Richard empezó a masturbarse con muchísima rapidez, muchos trallazos de su semen caliente impactaron en mi pelo, en mis ojos, en mi boca y en mi barbilla. Abrí la boca asombrado y con un golpe de cintura Richard me penetró, dos últimos trallazos de leche llegaron hasta mi estómago.

Quedé de rodilla ante mi amo mientras miraba la verga flácida de Richard, un chorro de orina salió disparado contra mi cara y mi torso, y en un último gesto de sometimiento y sumisión con mi macho negro me giré para que mease también sobre mis nalgas.

Al día siguiente me levanté temprano, Richard se quedó en la cama. Al entrar en el comedor noté que varias miradas se giraron hacia mí. Escuché a la gente hablar por lo bajo: mira el españolito tan macho que parecía, vaya enculada le han dado al cachitas, menuda puta está hecha. Totalmente humillado fui al baño a pajearme.

El resto del mes pasó rápidamente. Richard me folló todos los días como el verdadero BBC que es, me comentó que su mayor fetiche era la ropa interior femenina. Me ordenó comprar varios juegos de medias a medio muslo y tangas de color lila, rojo y negro para preñar mi culo con ello puesto.

No volví a España, acepté una oferta de trabajo que me hizo Richard. Con gran dolor de nuestras familias rompí con mi novia de toda la vida y me fui a vivir con él a su país. Por el día soy Carlos su fiel mano derecha, por la noche soy Carla, su putita.

Por cierto los culos blanquitos como el mío son muy apreciados en su país, de hecho Richard me ha entregado a otros BBC para cerrar importantes negocios.

FIN