De cara nos encontramos

me dirigía a casa. De pronto, veo aun chico que venía de cara, enseguida me fije en él, ya en ese instante me gusto, por lo que no podía evitar fijarme en él...

De cara nos encontramos

Iba andando por mi calle, me dirigía a casa. De pronto, veo aun chico que venía de cara, enseguida me fije en él, aunque al principio de verlo estaba como a unos 30 metros de distancia, ya en ese instante me gusto, por lo que no podía evitar fijarme en él. Me gustaba como vestía, como andaba, y sobre todo su tipo, mediría 1’75 de altura, pesaría sobre los 60 kg. o poco más, por lo cual era más bien algo delgado. La cual cosa a mí me encanta, ya que no me van los chicos con tendencia a estar gordos, como tampoco los chicos con musculatura exagerada, me gustan que marquen algo de músculo, pero sin pasarse, antes que masa muscular, prefiero delgados, e incluso aunque sean muy delgado.

Enseguida vi que era guapote, tenía atractivo, y sin duda era joven, diría que sobre los 19 años, cosa que me va cantidad. Me fascinan jovencitos, y si están dispuestos a pasarlo bien, no me importa que les falte un poco para la mayoría de edad, lo único que me interesa es que les vaya el rollo de tener sexo entre tíos, que tenga un cuerpo mínimamente desarrollado, y/o la suficiente madurez para que no les suponga un problema lo del sexo entre tíos.

Naturalmente, estaba claro que este chico se ajustaba a los parámetros, ya que como he mencionado, rodaría los 19 años, era guapo, y un cuerpo como me gusta. Así que mientras se acercaba a mí, decidí entrarle, con la esperanza de que él me diera opción a algo. Ya me imaginaba revolcándonos, disfrutando apasionadamente de nuestros desnudos cuerpos, saciando nuestras ganas de sexo salvaje. Solo de pensar en esa situación, me estaba excitando, notando como me polla comenzaba a tener vida propia.

En cuanto estábamos a medio metro, me dirigí a él pidiéndole un cigarro, fue lo primero que se me ocurrió en ese momento para entrarle. Por suerte, tenía tabaco, y lo que es mejor, accedió a pasarme un cigarro. Cuando estábamos tan cerca, me fije en el colgante que llevaba, eso me dio pie a interesarme por dicho colgante, que me gustaba, pero sobre todo me permitía seguir hablando con él, que era lo que más me interesaba.

Me contó que lo adquirió en una tienda de tipo alternativo, y a continuación me dijo que se dirigía a una tienda de ese tipo, que le habían dicho que estaba por esa zona, pero que no tenía claro por donde ir para llegar hasta la tienda. Esta era otra oportunidad para seguir hablando con él, ya que sabía a que tienda se refería, puesto que en alguna ocasión había ido.

Le comente que ciertamente estaba cerca, que la conocía, ya que al ser del barrio, la frecuento, aunque era un poco complicado de orientarle, ya que el camino más corto, era haciendo zigazagas, pero para eso se tenía que conocer bien la zona, la cual cosa en mi caso se daba, pero no en su caso. Por lo que le dije, que explicándole por donde tenía que ir, podría llegar, pero que al más mínimo despiste, o que no nos entendiéramos en el momento de guiarle, supondría que pudiese tardar más que yo que sí conozco la zona. Así que me ofrecí a acompañarle, a lo cual accedió rápidamente. El poderle acompañar hasta la tienda, me proporcionaba el seguir hablando con él, lo cual me gustaba mucho, y además, así disponía de más tiempo para ir viendo las posibilidades que tenía de llegar a tener algo íntimamente agradable con él.

Al llegar a la tienda, con la excusa de que aprovecharía para ver que había de nuevo, entré con él a la tienda, y así seguir disfrutando de su compañía. La verdad es que la tienda tenía cosas nuevas, así que a parte de seguir con él, podía ver lo que había de nuevo, además, al haber bastante que mirar, eso prolongaría la estancia en la tienda, que es precisamente lo que quería.

Al rato de estar mirando cosas, él se cogió un par de pantalones, fue al probador para ponérselos, y una vez ya tenía puestos uno de los que cogió, salió para enseñármelo y preguntarme que opinaba. En cuanto lo vi, le dije que le quedaban bien, acto seguido se volvió a meter al probador para probarse el otro pantalón, y esta vez, al dejar algo abierta la cortina del probador, pude verle en ropa interior, la cual cosa me fascino, y incluso me excito un poco. La imagen ante mi, era maravillosa, por lo que quedé extasiado, perdiendo completamente la conciencia de la situación en la que me encontraba.

Sin duda quedé exhorto, deleitándome con la visión que tenía ante mis ojos, por lo que cuando él me habló, tuve que volver a la conciencia, aunque no sé si se percató de algo, ya que no fui consciente de si en algún instante me pilló abstraído por su belleza anatómica.

En el momento que me habló se había quitado el pantalón que ya se probó, y se disponía a ponerse el otro pantalón, por lo que en ese momento, se encontraba en boxer, marcado un buen paquete, que denotaba estar bien servido, por lo que claramente la madre naturaleza había sido generosa con él.

Al yo responderle, nuestras miradas se encontraron, por lo que él fue consciente que le estaba viendo por la parte que dejó sin correr la cortina. Fue entonces, cuando tras haberse puesto el pantalón, de forma fugaz se toco el paquete mientras nos mirábamos, ese gesto, hizo que me incomodase por si notaba algo de que me excitaba verle ahí, así que procuré controlar la situación, intentando disimular en lo posible.

Una vez ya tenía puesto el otro pantalón, abrió la cortina y me volvió a pedir la opinión, la cual se la di, y tal como el otro pantalón, este también le quedaba bien, por lo que decidió quedarse con los dos pantalones. Cuando se volvió a meter en el probador, dejó más espacio sin correr la cortina, y una vez ya se había quitado el segundo pantalón que se había probado, quedando de nuevo en boxer, me miro y me guiñó un ojo, eso me sorprendió, y me hizo pensar si se habría dado cuenta de algo, parecía como si se estuviese exhibiendo para mí.

Permaneciendo en boxer, de nuevo se toco el paquete, aunque en esta ocasión, lo hizo con cierta pasimonia, y mirándome, lo cual podía indicar que a lo mejor él era consciente de mí admiración por sus atributos viriles, la cual cosa por un lado no me importaba, pero por otro temía que pudiera molestarle. Y Fue entonces cuando me hizo señas de que me acercase hasta donde estaba él, cosa que hice algo inquieto.

Una vez ya me acerqué, de pronto metió la mano en el interior de su boxer, y se sobo el paquete durante unos segundos mientras me decía que me probase yo los pantalones. Le dije que no era necesario, ya que no necesitaba comprarme pantalones, aunque me costó un poco articular palabras, ya que me inquietaba tenerlo tan cerca, en boxer y sobándose el paquete metiéndose la mano dentro. Al verle así, mi excitación fue en aumento, permaneciendo mis ojos fijados en esa maravilla tan preciosa que delataba tener entre las piernas.

De pronto, con una media sonrisa en su cara, él me dijo:

  • Parece que te gusta como me quedan los boxers!

Por suerte, estuve arduo en reflejos, y sin mostrar inquietud alguna, le dije:

  • Sí te quedan bien, y son chulos.

Tras decirle eso, él nuevamente me sorprendió, cuando me dijo:

  • Quieres probártelos? a ver que tal te quedan, tranquilo que no es para vendértelos, te los puedes probar sin que los tengas que comprar.

Y acto seguido emitió una leve carcajada.

Entonces, sonriendo de forma algo forzada, por la situación que se estaba produciendo, le dije:

  • No tranquilo, no es necesario.

Y seguidamente, tras una mínima pausa, le dije:

  • Seguro que a ti te quedan mejor que a mí.

Ante mí comentario, sonrió mientras se disponía a ponerse los pantalones que llevaba al conocernos en la calle, y una vez ya adecentado, salió del probador con dirección al mostrador, para pagar los pantalones que se quedaba.

Al salir de la tienda, me propuso ir a tomar algo, y yo no dude ni un instante en acceder a la propuesta. De esta forma, aun íbamos a estar más rato juntos, y eso me gustaba cantidad, ya que podía seguir teniendo la posibilidad de ir viendo como se podría dar el caso de acabar teniendo algo íntimo con él.

Durante el trayecto hacia donde nos dirigíamos, charlábamos comentando cosas que habíamos visto en la tienda, así como sobre los pantalones que se había comprado. Por suerte no salió a relucir el tema del boxer, ni tampoco hubo referencia a que le hubiese visto mientras se cambiaba en el probador. Eso hizo que la conversación no se viese salpicada de momentos que pudiesen hacerme sentir cierta inquietud, y/o cierta excitación por él.

Como yo conocía bien la zona, puesto que era mí barrio. Decidí que fuéramos a un bar tranquilo que quedaba muy cerca de mí casa, a un par de callejuelas, en una pequeña calle, poco frecuentada. El lugar elegido, era propicio para estar tranquilos, y así disfrutar a tope de su compañía, no es que fuera un local propio para intimar, pero sí mínimamente discreto, tanto por la ubicación del establecimiento en si, como por la distribución del local, ya que constaba de una pequeña barra al entrar, a continuación el wc que era unisex, y ya hacia dentro habían unas mesas con asientos alargados, los cuales estaban en perpendicular a la pared, y dichos asientos, eran de forma que el respaldo alcanzaba una altura aproximada de algo más de metro y medio, así que al quedar sentados, prácticamente quedas a salvo de ser observado por indiscretos, por lo que seguramente, si la cosa iba bien, allí mismo podríamos sobarnos un poco si así nos apeteciera.

En cuanto llegamos al bareto, vi que tal como imaginaba, solamente habían tres o cuatro personas en la barra, así que todo indicaba que habría poco movimiento. Pedimos un par de birras, y le sugerí que nos sentásemos en alguna mesa, a lo que accedió de inmediato, dirigiéndose hasta la mesa que quedaba al fondo. Una vez allí, me senté de espaldas a la entrada del local, situándome en la parte más central del asiento, aunque ligeramente algo cerca de la pared, y así aun tener mayor discreción ante fugaces miradas que pudieran darse. Para mí sorpresa, él, en vez de sentarse en frente mío, como suele ser lo más habitual cando van dos personas, se sentó a mí lado, la cual cosa no me esperaba, pero por supuesto, me pareció genial, así estaríamos más cerca, y podríamos hablar sin que nadie supiera que comentábamos, o que podríamos estar haciendo en el caso de que algo hiciéramos. Además, el estar así, podría facilitar las cosas para ir explorando las posibilidades de acabar en mí casa con él.

Mientras tomábamos las birras, charlamos un poco de todo, ropa, música, aficiones, etc, en todo momento de forma muy cordial, y con gran confianza, de ahí que cada dos por tres nos tocásemos uno a otro. Al principio, era en el brazo o cabeza, pero al rato ya nos tacábamos también la pierna, aunque eso si, en las primeras veces lo hacíamos de forma fugaz, como un gesto sin más, pero a medida que transcurría el rato, la mano reposaba unos segundos sobre la pierna del otro mientras continuaban fluyendo palabras de nuestras bocas, dándose así una fluida conversación entre ambos.

No recuerdo bien, quien fue el primero que puso la mano sobre el otro, pero sí recuerdo, que él fue quien primero dejo su mano sobre mí pierna durante varios segundos, lo cual en un principio me provocó algo de inquietud. No es que me molestase, si no al contrario, me sentía muy bien, pero no quería que ese hecho delatase lo que sentía en mí interior, y que para él pudiese suponer un problema. Pero viendo que la conversación proseguía con toda naturalidad mientras continuábamos tocándonos, me hizo pensar que posiblemente no se había quedado con el tema, o que de haberse quedado, parecía que no le representaba problema alguno para él, o incluso, que mis inquietudes no eran muy distintas a las que él podía estar teniendo.

Así que continuábamos hablando y dándonos toques en la pierna de forma recíproca, toques que cada vez eran más de dejar un rato la mano sobre la pierna del otro, e incluso en algunos instantes, tiendo la mano sobre la pierna, los dedos ejercían cierta presión, como produciendo un leve amasamiento en la zona, parecido a los que suele hacer en las nalgas de culo, como los que también se hace cuando se estruja los huevos, o la parte de los pezones. El hacernos eso, me encantaba, y parecía como que era algo sin intenciones de algo más, pero un cosa es lo que puede dar la impresión sobre algo, y otra lo que es. Al menos para mí, era una gozada que podía ser el prelimar de lo que podría venir, y eso me excitaba mogollón, tanto, que en ocasiones, cuando él me estrujaba la pierna, me costaba un poco articular palabras sin que se notasen entrecortadas.

Además la conversación derivo hacia aspectos excitantes, ya que estábamos empezando hablar del tema de ligar, de si éramos apasionados, románticos, o si simplemente era cosa de divertirse sin más. Lógicamente lo del ligar, fue dirigiéndose claramente a connotaciones puramente sexuales, la cual cosa era propicia para ir viendo por donde podían ir las cosas. Por supuesto, el hablar de sexo me excitaba, y parecía que a él también le molaba lo que hablábamos.

Eso sí, el inicio del tema de ligar, fue muy superficial, sin entrar en profundidad, pero visto que ambos teníamos ganas de charlar del tema sin problemas, la cosa fue avanzando en terrenos que originaban cierta excitación, y el posar la mano y estrujar levemente la pierna del otro, cada vez se convertía más en ligeros sobos. Así que viendo como transcurrían las cosas, mí estado de excitación iba en progresivo aumento a medida que la conversación alcanzaba mayores cotas de excitación, por lo cual el interés de la conversación se acrecentaba por momentos.

La conversación estaba siendo excitante, lo cual me molaba, pero no quería precipitarme, por lo cual, le comentaba cosas sobre ligar y sexo de forma neutra, sin desvelar mí consumada tendencia homosexual, con algunas esporádicas experiencias con tías, la cuales me gustan, pero no son lo que verdaderamente me va. Por su parte, él hablaba mucho sobre tías, aunque percibí cierta indefinición en algunos momentos, por lo que no descartaba la posibilidad, de que él tuviese ya alguna experiencia impropia de un heterosexual, y/o la actitud que mostraba conmigo, que bien no a la fuerza, significase que pudiese estar abierto a experimentar sensaciones íntimas con un chico, y que tan solo era afectuoso, mostrando su afecto con sobos, bromas, y comentarios subidos de grados, para tener un ambiente caliente.

Además, en determinados instantes, de forma esporádica, nos susurrábamos al oído, con un tono de voz que denotaba como se iban desarrollando los hechos. Más cuando en el preciso momento de susurrarnos al oído, coincidía con el instante en el que la mano que teníamos en la pierna del otro, más cerca estaba del paquete. Esa circunstancia, para mí significaba que parecía que ambos teníamos ganas de pasar un buen rato juntos. Cosa que yo tenía muchas ganas, tanto por su físico, que me fascinaba, y me ponía a tope, como por su forma de ser.

Visto como iban las cosas, decidí ver como podían continuar, así que con cierta guasa le dije:

  • No crees, que pensarán que hacemos aquí?

  • No creo que ni se acuerden, somos buenos, jajaja

  • Sí, muy buenos, y mejor que estemos aquí tranquilos, a nuestra bola.

  • Parece que no llevamos bien, verdad?

  • Y tanto, congeniamos mogollón, se nota que hay filing entre nosotros.

  • Me habría gustado verte con mis boxers puestos.

  • Vaya, aun estás pensando en eso! No querrás que me los ponga aquí! jajaja

  • A mí no me molestaría, jajaja

Tras decirme eso, llevo su mano a mi paquete, estrujándolo durante unos segundos. Lo cual inmediatamente provocó en mí una especie de convulsión, aumentando al máximo mí excitación. Esa reacción que tuve al él tacarme el paquete, me delato completamente, ya que la convulsión, no parecía producto de contrariedad por lo que había hecho, si no lo contrario, ya que no le censuré su actitud. Y además, tras él tocarme el paquete, seguro que si tenía alguna duda sobre mí, estás debieron disiparse en el momento, ya que pudo notar claramente mí excitación

Cada vez, veía más posibilidades de conseguir pasarlo en grande con él, y eso me hacía sentir de maravilla, deseaba que disfrutásemos el uno con el otro, quería estar gozando con él sin límites.

Cuando llegué a reaccionar por lo que acababa de suceder, con cierto cachondeo, no sé si más propio del nerviosismo que en ese momento tenía, o con cierta risa de malicia, seguramente un poco tanto de nerviosismo como de malicia, y de nuevo tacándole a él la pierna, me dio por decirle:

  • Pero como me los tendría que poner? Y no me digas que por los pies, que eso, ya lo sé, jajaja.

  • Nen, para que se pueda ver bien, tendrías que despelotarte! jajaja

  • jajaja, lo tienes claro, yo aquí no me despeloto.

  • Tú me has visto a mí, y yo quiero también verte a ti.

Y acto seguido, antes de que dijese algo, volvió a sobarme el paquete mientras al oído me susurraba:

  • Venga, seguro que marcas paquete, y te quedarán bien!

  • Ehí! Que tú no estabas en bolas.

  • Vale, si te despelotas para probarte los boxer, yo también me despelotaré. Conforme?

  • jajaja, pero quieres que nos despelotemos aquí? Jajaja, nos echarían!

  • Tranquilo, no es necesario hacerlo aquí, Eres del barrio, no?

  • Quieres que vayamos a mí casa?

En ese momento, mientras proseguía sobándome con su mano mí paquete, me susurró:

  • A juzgar por lo que toco, diría que no te molestaría que fuéramos a tu casa.

Antes de que dijese yo algo, prosiguió diciendo:

  • Hay vía libre para estar tranquilos en tu casa?

  • Sí, no hay nadie más, vivo solo.

  • Pues así no hay problema para que vea como te quedan mís boxers.

Ya que él me había provocado tanto con lo que me decía, y no paraba de sobarme el paquete, yo quise también entrar en el juego, así que le dije:

  • Así que quieres ver como me quedan tus boxers, pues te tendrás que esforzar para convencerme de que lo haga.

  • Estoy seguro que en cuanto estemos en tú casa, no será necesario que te convezca.

Después de decirme eso, de pronto me introdujo su mano dentro de mí pantalón y del slip que llevaba, lo cual le fue fácil, puesto que eran tan solo de goma. Que hiciese eso, me dejó flipando, no esperaba que fuera hacerlo allí mismo, en el local, con gente cerca. Sin duda, estaba claro que él también tenía ganas de que no lo pasásemos bien, y ni siquiera espero a que estuviéramos en mí casa.

Lógicamente, me encanto que me metiera la mano. Era estupendo sentir su mano estrujándome la polla y huevos, y entre tanto, bien cerca del oído, me dijo:

  • Que! Aun crees que no te convenceré?

Quise retarle, así que le dije:

  • Te tendrás que esforzar más para lograr tu propósito.

  • Tranquilo, ya sé que he de hacer para convencerte.

Hasta el momento, él prácticamente siempre llevaba la iniciativa en la situación, por lo que quise demostrarle que yo también podía ser atrevido, y rodeando mí brazo sobre su cuello, acerqué mí boca hasta la suya, la mantuve bien cerca unos instantes, y seguidamente, le morreé con todas mis ganas. Y mientras nos morreábamos, yo también metí mi mano dentro de sus pantalones y boxers, para así sobarle como él me sobaba a mí.

Estuvimos un rato morreándonos mientras seguíamos sobándonos el paquete el uno al otro. En ese momento, era pura pasión, sin pensar en nada más, nos estábamos comiendo la boca de forma desenfrenada, jugando con nuestras lenguas, las cuales se entrelazaban, pugnando por llegar a explorar toda la boca, así como chupándonos los labios recíprocamente. Ese momento era fascinante, estábamos disfrutando al máximo.

En esos instantes, nuestras pollas dejaron de estar morcillonas, las cuales estaban algo mojadas por el líquido preseminal, para adquirir un estado que evidenciaba como nos sentíamos, ya que cada vez las teníamos más duras, irguiéndose progresivamente, al igual que nuestros huevos, que se endurecieron por momentos.

Tras un rato de absoluta locura apasionada, nuestras bocas se separaron lo suficiente como para hablarnos, por lo que entonces nos limitamos simplemente a continuar sobándonos el paquete mutuamente. Antes de decirnos nada, permanecimos con nuestros labios a escasos centímetros, mirándonos fijamente, con cara de satisfacción por como nos encontrábamos, pero además, se percibía una expresión de vicio en nuestras caras, lo cual presagiaba que deseábamos disfrutar a tope.

Después del silencio que produjo por unos segundos mientras nos mirábamos, me dijo:

  • Me parece que sí te voy a ver desnudo.

  • Así aun quieres que me pruebe tus boxers?

  • Y tanto que aun quiero, pero no solo por eso te veré denudo.

  • Si yo me desnudo, tú también te tendrás que desnudar.

  • Me parece bien que los dos nos desnudemos.

  • Y eso de que no solo me verás desnudo?

Acto seguido, sin responderme, acercó sus labios a los míos, dándome un pico, con afecto, como si se tratase de que así selláramos el acuerdo íntimo de desnudarnos ambos. Acuerdo que iba más allá de limitarnos a vernos desnudos, puesto que en el mismo momento de besarnos en los labios, él ejerció algo de presión al sobarme el paquete, cosa que yo correspondí de igual forma, estrujándole el paquete a él.

Inmediatamente después, tras guiñarme el ojo mientras sonreía maliciosamente con cara de vicio, se levantó, y cogiéndome del brazo, me hizo levantarme. Nos encaminamos a la barra, donde pagamos lo consumido, para seguidamente, salir del garito y dirigirnos a mí casa, la cual estaba muy cerca. Así que no tardaríamos mucho en estar en la absoluta intimidad, y eso era una sensación maravillosa. Ya estaba claro, que lo íbamos a pasar bien.

Andamos unos metros hasta girar a la callejuela que era perpendicular a mi casa, era estrecha, muy poco frecuentada, puesto que es donde se encuentra la zona de almacenamiento de las tiendas diversas, y a esas horas no solían haber camiones descargando mercancías en los almacenes, y no era una zona donde pasasen transeúntes, y menos a esas horas siendo sábado. Así que sabiendo donde nos encontrábamos, sin decirle nada, aunque seguro que se imagino alguna cosa, le llevé hasta la entrada de un almacén, que hacía algo de pendiente, y se adentraba en lo que es el edificio en si. Algo similar a la entrada de un parking.

Nos metimos algo dentro de la entrada del almacén al que nos dirigimos, y sin más, lo acorralé contra la pared de cara a mí, pegando mí cuerpo al suyo, flotando paquete con paquete, sobándole con ganas el culo, lamiéndole el cuello, chupeteando y mordiéndole ligeramente el ovulo de la oreja. Y él mientras, estaba dejándose hacer lo que quisiera, emitiendo leves suspiros, que denotaban su estado.

Tras esos primeros instantes, en que le sorprendí con tal fogosidad por mí parte, reaccionó llevando sus manos a mí culo, momento en que comenzó a estrujarme las nalga con gran afán, y acercando su boca a la mía, nos morreamos apasionadamente, entrelazando nuestras lenguas. Y a la comida de boca que nos dábamos, lo acompañamos con un intenso sobeteo del uno al otro, llegando a palpar con las manos todo aquello que alcanzábamos, paquete, culo, espalda, tórax, abdomen, la zona púbica, introduciendo algo la mano por allí, brazos, cabeza, cara, e incluso, en ocasiones, cogiéndonos la mano hasta entrelazar los dedos. En aquel momento tan intenso, era como si se hubiera desatado un desenfrenado estado de gran excitación.

Transcurrido un rato, cuando bajó la intensidad del morreo que nos estábamos dando, separábamos nuestras bocas momentáneamente, para darnos picos, chupetones en los labios, besándonos en las mejillas, pequeños mordiscos en las mejillas y orejas, o simplemente, tan solo permanecíamos mirándonos a los ojos. Todo eso, sin cesar de sobarnos uno a otro, aunque ahora de forma algo calmada, para así disminuir levemente la excitación, solo con una mano en el culo del otro, y la otra de igual manera en el paquete del otro.

El periodo de cierta calma, se fue prolongando. Ya nos encontrábamos en el momento menos intenso de pasión sin límites, recuperando fuerzas tras el fogoso morreo. En esos instantes, tan solo nos estábamos dosificando entre picos y besos en la mejilla, así como un sobeteo que entonces eran más bien caricias, las cuales era ahora por distintas partes de nuestros cuerpos, aunque aún priorizábamos en acariciarnos el paquete y culo. Naturalmente, la excitación seguía, prueba de ello, es que nuestras pollas continuaban duras, por lo que estaba claro, que había que poner remedio, la cual cosa no sería nada difícil, y sí muy gratificante para ambos.

La momentánea calma en la que nos encontrábamos, nos iba bien para recuperarnos de la intensa fogosidad pasional, y además nos permitía prolongar la excitación más rato, lo cual era fabuloso, puesto que me sentía de maravilla con él, por lo que cuanto más tiempo, mayor sería el placer, tanto por alargar esa gratificante experiencia de sexo, como por cuando se produciese el momento de absoluto placer en el instante en que llegásemos al orgasmo

Solo de pensar en que me lo iba hacer con él, mí excitación se agudizaba por momentos, me sentía mojado, e incluso, notaba cierto dolorcillo en la polla, así como los huevos endurecidos, y los pezones entonados por la situación, la boca se me hacía agua pensando en lo que podríamos hacer, la cual cosa ya iba bien, así tendría la boca ensalivada para lubricar lo que hiciese falta, y seguramente, mí saliva no sería lo único que sirviese para lubricar lo que fuese necesario, ya que él estaba tan mojado como yo, extrayendo liquido preseminal. Estaba consiguiendo mí propósito, nos sentíamos bien el uno con el otro, así que lo mejor era dar rienda suelta, disfrutar a tope los dos.

En determinado momento, cuando nos mirábamos a los ojos, con cara satisfacción y sonrisa viciosa, que denotaba claramente lo bien que estábamos disfrutándonos los dos. Yo coloqué mis manos sobre sus hombros, pegando mí cuerpo al de él, flotando paquete con paquete, y le dije:

  • Tío como me pones!

  • Me alegro que te ponga caliente.

  • No soy el único que está caliente, eh! Que tú también lo estás.

  • Ya te digo! Y mogollón.

  • En cuanto te vi, me molaste.

Entonces, de pronto, sin pronunciar palabra alguna, pegó sus labios a los míos, y comenzamos a morrearnos, aunque ahora de forma algo sosegada, acariciándonos mutuamente por la cabeza, cuello, y cara, así como seguíamos flotándonos paquete con paquete, los cuales continuaban bien entonados, evidenciándo el estado en que lo teníamos tanto él como yo. Sin duda, los dos queríamos conocernos a fondo, y es lo que estábamos haciendo gustosamente, saboreando la situación lo máximo posible, apasionadamente, y sin prisas, como si nuestro encuentro íntimo fuese lo único que nos pudiera importar, solo pensando en nosotros dos juntos, gozando del mejor placer existente.

Después de permanecer un rato gozándonos en el interior de la entrada del almacén, salimos para ir a mí casa, que era el lugar idóneo para disfrutar a tope de nuestros cuerpos. Eso sí, en mí casa, no tendríamos el morbo de que casualmente pasase alguien cerca de la entrada al almacén, y nos pudiese ver, pero ese morbo ya lo habíamos experimentado suficientemente allí. Ahora era cuestión, de ir a casa, y tener morbo de otra forma, que podrás ser igual o incluso mejor, simplemente dejándonos llevar sin más.

En cuanto salimos de donde habíamos gozado placenteramente, llamó con el móvil, diciendo que no iría a comer a casa, que se había encontrado con uno de la uni, que comerían en algún sitio, y después iría por ahí a dar un rulo. Y yo, mientras él hablaba por el móvil, llevé mí mano a su culo, estrujándole bien las nalgas, a la vez que al oído que tenía libre, que quedaba al lado donde yo estaba, me acerqué y susurrándole al oído, le dije:

  • Que bueno estás! Me pones a mil! Te voy a comer todo! Si tienes hambre, me puedes comer lo que quieras.

Ante mis comprometidas palabras, que reflejaban la situación que se daba, y que no era precisamente aquello que estaba dando a entender a la persona con quien hablaba, él empezó hablar más alto, para así evitar que se me pudiera oír lo que yo le decía mientras hablaba por el móvil. En determinado momento de la conversación, mientras yo no cesaba de tocarle el culo, y susurrarle al oído, volvió a reiterar lo que iba hacer cuando dijo:

  • Ya sé donde me apetece comer, y que comeré. Me pondré las botas.

Aunque hablaba por el móvil, aquello no solo se lo decía a la persona con la que conversaba por el móvil, de hecho al ser con segundas, esas palabras eran sobre todo destinadas a mí. Y le respondí intensificando el toqueteo que le propiciaba en su culo, así como fugazmente, le di un cariñoso beso en la cara. Por supuesto, esas palabras me excitaron más de lo que ya estaba, no es que por si mismas fuesen palabras para ponerse cachondo, pero en el contexto que estábamos, reflejaban puro vicio, presagiando el fantástico rato que pasaríamos juntos.

En seguida llegamos a mí casa, el trayecto entre le entrada al almacén y mí casa, duró un plis plas, lo justo para él llamar por el móvil, y decir que no iba a comer a casa, prácticamente sin entrar en detalles, una conversación corta, que bien podría equivaler a un sms, puesto que fue concisa. Estábamos tan cerca de mí casa, que le sorprendió que hubiésemos hecho la parada en la entrada al almacén, el cual se encontraba a menos de dos minutos de distancia hasta mí casa. Así que ante su sorpresa, le dije:

  • Lo de la entrada del almacén era un precalentamiento, los futbolistas calientan antes de entrar al terreno de juego, no!

  • Vaya! Así era para evitar lesiones!

  • Bueno, el precalentamiento es más bien excusa. Pero acaso negarás, que antes de una comida, apetece el aperitivo?

  • Sí, cierto, mola hacer el aperitivo antes de comer.

  • Y el aperitivo que hemos hecho, ha estado bien, verdad?

  • No ha estado mal. A ver que tal la comida, jajaja.

Una vez ya habíamos llegado a nuestra anhelada destinación, y nada más cerrar la puerta de acceso al edificio de mí casa, volvimos a juntar nuestros cuerpos, abrazándonos con ganas, quedando nuestros paquetes pegados, por lo que nos flotamos paquete cono paquete, notando ambos el estado en que los teníamos, que claramente era de gran excitación, y entre tanto, estábamos acariciándonos y sobándonos allá donde alcanzasen las manos. Además, nos morreábamos con gran fogosidad, entrelazando nuestras lenguas, saboreándonos la boca uno a otro, con total deleite, explorando todo el entorno de la boca, así como los labios.

Durante un rato permanecimos inmersos en una vorágine de extrema pasión, sobándonos mientras nos morreábamos, un morreo maravilloso, que disfrutábamos a tope, que plasmaba la agradable sensación que sentíamos los dos. En aquel instante, fue tan frenético el como nos estábamos comiéndonos la boca, que hasta sentía algo de molestia en la mandíbula, incluso algo de dificultad para respirar con cierta normalidad.

Al rato, separamos nuestras bocas, nos miramos fijamente en silencio, con una mirada que hablaba por si misma, delatando claramente los deseos teníamos de disfrutar al máximo de aquello. Aquel silencio, solo era roto, en los momentos en que alguno resoplaba, producto del sobeteo que nos estábamos dando en todo momento, acariciándonos y estrujándonos allá a donde llegaban las manos.

En cierto momento, él llevó una mano hasta introducirla por debajo de mí camiseta, sobándome ya directamente la piel de mí cuerpo, primero la parte abdominal, para a continuación ir subiéndola hasta alcanzar el tórax, y especialmente, la zona de las tetas, deleitándose sobre todo en los pezones, los cuales pudo notar lo endurecidos que los tenía. Al notar como tenía los pezones, no tardó en pellizcármelos levemente, momento en que me sugirió que yo le hiciese lo mismo para que viera que él también los tenía a tono. Por supuesto, no me hice de rogar, e inmediatamente metí las manos bajo su camiseta, en mí caso las dos a la vez, le palpé las abdominales, que las tenía bien marcadas, seguidamente la zona toráfica, la cual sobé bien, y poco después, ya me dedique en concreto a explorar sus pezones, que al igual que yo, los tenía erguidos y duros.

Mientras mutuamente nos pechizcábamos los pezones y sobábamos otras partes del tronco del cuerpo. Con la boca comenzamos a darnos chupetones en el cuello, cosa que me encanta hacer y que me hagan. Inicialmente, los chupetones eran en el cuello, para pasado un rato, también darnos uno que otro chupetón en la zona del tórax, sobre todo en los pezones, a los cuales también con la lengua nos dábamos lametones, e incluso, pasábamos la punta de la legua sobre el endurecido pezón.

Al rato volvimos a darnos un morréo, entrelazando las lenguas apasionadamente. Entre tanto los dos proseguíamos sobándonos y pellizcándonos los pezones mutuamente, aunque en ese momento, una de mis manos la lleve a su culo, para estrujárselo como él en todo momento había estado haciendo sobre mí culo. Al principio nos estrujábamos el culo sobre el pantalón, pero poco después, introduciendo la mano bajo el pantalón, ya nos estrujábamos las nalgas del culo tocando directamente la piel. A su vez, juntamos nuestros paquetes, flotándolos uno con otro, notando lo duras que teníamos las pollas.

El placentero morreo que nos dábamos, se prolongó un buen rato, aunque no estaba siendo tan fogoso como el anterior, puesto que en ocasiones separábamos nuestras bocas, para darnos chupetones en los labios, así como sacando las lenguas para lamérnoslas recíprocamente. Aunque el morreo no fuese tan fogoso como el anterior, no por ello bajo la pasión en la que estábamos, puesto que continuábamos estrujándonos con una mano las nalgas del culo del otro, e incluso ya pasábamos los dedos sobre la zona anal, llegando a introducirnos algún dedo en el interior del recto, la cual cosa estaba siendo fascinante, de ahí que emitiéramos ligeros jadeos, evindenciándo el gran placer que nos estábamos dando los dos.

Mientras una mano ya la teníamos en contacto directo a la nalga del culo del otro, la otra mano la fuimos deslizando desde la zona del tórax hasta llegar al pubis, y una vez allí, la introdujimos bajo el pantalón, para de igual forma que ya hacíamos sobre las nalgas del culo, ahora hacerlo sobre nuestras pollas y huevos. Y al rato, el morreo cesó de pronto, mientras seguíamos sobándonos culo y paquete el uno a otro de forma directa, sintiendo el calor de nuestra piel. Al cesar el morreo, nos sonreímos con cara de vicio, y acto seguido él me dijo:

  • Así que te pongo eh!

  • Sí mogollón! Estoy bien cachondo.

  • Tienes algún límite?

  • En lo que a sexo se refiere, casi no tengo límites, y digo casi, porque no me va ni lo escatológico, ni animales.

  • Vale, me parece bien ese límite. Así al resto estás abierto?

  • Sí, tan abierto como mi culo.

  • Bien, eso mola, lo pasaremos bien.

Y tras decirme eso, volvió con su boca en busca de mí boca, la cual encontró bien dispuesta para él, a la vez que intensificamos el sobeteo mutuo, el cual ahora era mucho más lanzado, ya que nos introducíamos con más ganas los dedos dentro del culo del otro, manteniéndolo en el interior del culo, incluso en algunos instantes, iniciando un mete saca de forma constante, lo cual provocaba leves suspiros y pequeños jadeos. Así mismo, la otra mano ya no se limitaba a sobar y/o estrujar polla y huevos, puesto que en ese instante, ya nos las estábamos menando uno a otro. Esa situación era maravillosa, morreándonos, metiéndonos el dedo en el culo el uno al otro de forma rítmica, a la vez que mutuamente nos pelábamos la polla pausadamente. Lo estábamos pasando en grande, de eso no hay duda, y más que estábamos dispuestos a disfrutar, gozando de nuestros cuerpos a tope.

Montárnoslo allí mismo, en la escalera, tenía su morbo, ya que siempre podría darse que nos pillasen en plena faena, lo cual no es que quisiese que pasase, ya que prefiero la discreción, y más con los vecinos, pero el hecho es que en un principio, no pensaba ir más allá de sobos y besos, pero nos fuimos poniendo a tono, sin pensar en el lugar que estábamos. Por otra parte, en un momento que se me pasó por la cabeza el recordar donde nos encontrábamos, concluí, que la situación no era extremadamente comprometida, ya que dos casas estaban desabitadas, una era de una mujer mayor, que no suele bajar mucho a la calle, otra de un chico de mediana edad, que estaría durmiendo tras trabajar por la noche, también había una familia, que los fines de semana se iban fuera, en otra casa estaban una multitud de inmigrantes asiáticos, los cueles eran muy ruidosos al salir de casa, y en las dos viviendas restantes, vivían chicos jóvenes, que seguramente estarían recuperándose de la marcha nocturna. Ah! Y mí casa no era compartida, ni tenía ningún invitado esporádico, con lo que de allí tampoco saldría alguien que pudiese encontrarnos disfrutando en la escalera, y por supuesto no vendría nadie, puesto que para ese día no había quedado.

Que allí mismo, en la escalera, nos morreásemos apasionadamente mientras nos dábamos gusto pajeándonos e introduciéndonos dedos en el culo, fue algo genial. Pero lógicamente, evitamos dejarnos llevar sin más, y así evitar que nos corriéramos entonces, de esta forma, así cuando nos corriésemos, sería la hostia, puesto que al retardar el momento del clímax, este mayor sería.

Además, el postergar a más tarde el instante de alcanzar el orgasmo, nos permitía estar más tiempo gozando el uno del otro, la cual cosa era muy agradable, y es que agradable es sentir los suspiros, sentir los jadeos, notar la voz algo entrecortada, explorar los músculos tensionados, los pezones endurecidos, los labios carnosos, las nalgas del culo, así como el ojete preciado, y como no, palpar huevos y polla. Todo ello era sensacional, más teniendo en cuenta su atractiva cara, y por supuesto, sus ganas de que lo pasásemos a lo grande.

En determinado momento, mientras proseguíamos teniendo nuestras manos bien entretenidas, cesé en el gustoso morreo en el que nos encontrábamos, para en un principio recuperar un poco el aliento, y una vez ya había cogido aire con cierta clama, con cara de vicio, le dije:

  • No creo que ahora aparezca alguien de pronto, pero si así fuera, como mínimo fliparía mogollón.

  • Bueno, nosotros también fliparíamos! No crees? Jajaja.

  • Si fuera el vecino que me pone, no me importaría que se apuntase, aunque mejor preferiría en otro momento.

  • Así tienes un vecino que te la pone dura?

  • Sí, esta buenísimo, siempre lo inspecciono de arriba a bajo.

  • Está más bueno que yo? Jajaja.

  • Para saber eso, antes tendría que conoceros a fondo a los dos, jajaja.

  • Has dicho que no te importaría que se apuntase, te van los tríos?

  • Sí me molan tríos, en alguna ocasión he hecho, pero ahora prefiero solo contigo, y quien sabe si se dará el trío! Jajaja.

  • Así, si hoy no lo pasamos bien, podría haber trío en otro momento?

  • Sí, por que no! Quien sabe! Jajaja.

  • Canto hace de eso, de tu últimos trío?

  • Ya hace tiempo, y no lo he hecho tanto como quisiera. Y tú, has hecho algún tipo de trío?

  • No aun! Jajaja.

En aquel momento, pensé que no podría saber si verdaderamente se daría el trío con él y mí vecino, la cual cosa me gustaría, pero sí al menos, se habría la posibilidad de que sí hiciera un trío con mí nuevo amante, y eso ya me ilusionaba. Pero por ahora estaba a solas con él, y en ese instante, era lo que más quería. Así que saqué mis manos de donde las tenía metidas, le di un beso en la boca, para a continuación, cogerle de la mano, y ya subir los escalones de la escalera hasta llegar a mí casa.

Una vez habíamos llegado, en cuanto cerré la puerta de casa, volvimos a abrazarnos y comernos la boca. Así permanecimos durante un rato, comiéndonos la boca mientras estábamos abrazados, y tras esos primeros momentos, el abrazo inicial, pasó a convertirse en caricias mientras nos despojábamos de nuestras camisetas, para ya estar desnudos de cintura arriba.

Morreándonos como estábamos, mientras con una mano nos acariciábamos el pecho, la otra la teníamos tocando la cabeza, con el brazo sobre los hombros del otro. Y así, tal como nos encontrábamos, lo dirigí hasta donde estaba el sofá, en el cual nos sentamos de inmediato, sin cesar en ningún momento de besarnos y sobarnos.

En cuanto nos sentamos en el sofá, me recliné sobre él, metiendo una mano dentro de su pantalón y boxer, y así estrujarle el paquete con toda mí dedicación, y a la vez, mientras le comía sus erectos pezones, pase el otro brazo sobre sus hombros, y con la mano acariciaba su cabeza. Por su parte, él llevó una mano hasta meterla dentro de mí pantalón, para así sobarme las nalgas del culo, e incluso al poco rato, empezó ha darme palmaditas en el culo, aunque no era muy fuerte, ya que al tener el pantalón puesto, la mano no tenía suficiente espacio para darme buenos cachetes, por lo que las palmaditas eran casi más una forma de sobar que cachete en si.

Que pretendiera darme cachetes en el culo, me molo cantidad, solo esperaba que supiera saber hasta donde llegar, por lo que le comente que no se le fuera la bola, a lo que respondió que podía estar tranquilo, no haríamos nada que no fuera de buen rollo para los dos. Y seguidamente, comenzó a decir cosas como:

  • Puta! Estás caliente eh? Se nota que tienes ganas de macho! Eres una guarra viciosa! Me gusta como me comes los pezones, sigue así furcia!

Esas palabras aun me pusieron más caliente, y para demostrarle que me ponía lo que me decía, intensifique gustosamente lo que le hacia, estrujándole con más ganas la polla y huevos, así como esmerándome al máximo en la comida de pezones que le estaba dando. Solo interrumpía mis chupetones, lametones, y pequeños mordiscos en sus pezones, cuando le decía:

  • Sí, soy puta! Y toda tuya! Usame como quieras. Estoy tan caliente, que estoy mojada. Me va el vicio, te comeré entero. Pégame cuanto quieras, cariño!

Al oír mis palabras, supo que me iba eso, así que enseguida comenzó a darme algún que otro pequeño pellizco, pero sobre todo, a darme cachetes con más frecuencia que al principio. Momento en el que yo inicie a menearle la polla de forma pausada, y la otra mano la introduje bajo mi pantalón para meneármela al mismo ritmo que se la pelaba a él.

Poco después, baje mi cabeza dándole chupetones desde la zona pectoral hasta el pubis, y una vez allí, saque la mano con la que le meneaba la polla dentro de su pantalón, y comencé a flotar mi cara sobre su paquete, así como con los dientes, empecé a bajarle el pantalón, ayudándome con las manos para bajárselos por detrás.

Una vez los tenía algo bajados, buena parte de su polla quedó a la vista, y entonces la empecé a lamer, mordisquear ligeramente, y a darle chupetones. Y le pasaba la punta de mí lengua sobre el glande, en especial, por la zona del orificio del glande.

Mientras me entretenía con su magnifica polla, él no cesaba de dedicarme todo tipo de frases bien viciosas, así como emitir ligeros suspiros de tanto en tanto. Además ya me había bajado el pantalón lo suficiente para tenerlo al aire, y así estrujarme las nalgas del culo sin la incomodidad de tener puesto los pantalones, así como ahora podía darme cachetes con más agilidad para mover la mano, puesto que tenía todo el espacio libre de limitaciones.

Tras un rato de degustar la parte de polla que le asomaba de sus boxer, con las manos terminé de bajarle el pantalón y boxers lo suficiente para que ya quedará a la vista toda su polla y huevos, y que huevos, eran preciosos, dignos de él, ciertamente voluminosos, pero sobre todo, me molaban por su capacidad de balanceo, lo cual me fascina mogollón.

En cuanto sus huevos quedaron a mi plana disposición, no tarde en llevar mí lengua hasta ellos, lamiéndolos con toda devoción, y para hacerlo a conciencia, con la mano aguantaba su pollón, de esta forma podía lamerle todo el entorno de los huevos.

Cuando ya llevaba un rato deleitándome con sus magníficos huevos a base de lametones, comence a intercalar lametones con chupetones y pequeños mordiscos, como también a introducírmelos dentro de mí boca. En el instante de tenerlos dentro de mí boca, me encantaba, por lo que los tenía dentro durante algunos segundos antes de dejar que saliesen de allí.

Según iba pasando el rato en que me ponía las botas con sus huevos, lamiéndolos, dándole chupetones, mordisquitos, e introduciéndomelos en la boca, la mano con la que le aguanta su polla, la fui empezando a mover, primero como si le amasase la polla, para después, iniciar un leve movimiento de sube y baja.

Entre tanto él acariciaba allá donde le llegasen sus manos, sobre todo cabeza y brazos, a la vez que resoplaba de tanto en tanto, o emitía ligeros jadeos, y eso para mí suponía que le estaba gustando lo que le hacia, lo cual me llenaba de satisfacción, y por supuesto me predisponía a que no lo pasásemos a lo grande.

En ocasiones, cuando no jadeaba ni suspiraba, me decía:

  • Vaya maricona estás echa, como te gusta comer huevos. Sigue puta, chúpamelos bien chupados. Eres una zorra viciosa. Se nota que tenías ganas de comerme los huevos, pues son todo para ti marica, me mola que te vaya tanto comerme los huevos.

Esas palabras, hacían que aun disfrutase más con lo que estaba haciendo, me ponían cantidad, me sentía en la gloria, por lo que intensifique la comida de huevos, y también aceleré algo el ritmo en le meneaba la polla, aunque no quería que se corriera pronto, por lo que paraba en seco cuando llevaba un rato pajeándole, haciendo una pequeña pausa, para después seguir moviéndosela a buen ritmo.

Una vez que con la boca ya me había entretenido a gusto con sus huevos, entonces la llevé hasta la misma polla, dándole lametones desde los huevos hasta la punta del glande. Y una vez ya tenía mí boca dispuesta para degustar su pollazo, comencé a darle pequeños mordiscos en el glande, incando los dientes, aunque sin llegar a clavárselos, como si solo marcase la zona de mi deseo.

Tras dedicarme un rato en exclusiva a su glande, mientras con una mano estrujaba levemente el tronco de su polla, fue cuando volví a darle lametones y chupetones por toda la polla, de arriba a abajo, y de abajo a arriba, mientras ahora las dos manos las tenía tocándole placidamente los huevos, lo cual me gustaba muchísimo, y como era posible la movilidad de sus huevos, se los balanceaba ligeramente.

Lo estaba disfrutando a tope, cada vez estaba mejor, así que ya di el paso de meterme la polla dentro de mi boca. Al principio, solo el glande y una pequeña parte del tallo, despacio, notando las venas, que las tenía algo marcadas, así como su glande bien candente, con algo de liquido preseminal, lo que le daba cierto brillo a su color morado.

Una vez ya parte de su polla entró y salio de mí boca varias veces, de las cuales, alguna era sacarla del todo, pero la mayoría, era manteniendo el glande dentro de mí boca, fue entonces el momento de metérmela hasta el fondo, lo cual me costaba un poco al principio, pero pasada las primeras veces, ya habitue mi boca a su polla, llengándomela a introducir entera, tocando con mí nariz la zona púbica.

Sentir toda su polla dentro de mí boca, jugando con mi lengua alrededor de su tallo, sintiendo el glande tocando el paladar, todo eso era estupendo, lo estaba pasando muy bien, y a juzgar por como él me cogía la cabeza, intentando marcar un poco el ritmo, parecía que le estaba gustando tanto como a mi, la cual cosa era precisamente lo que pretendía, ya que si los dos disfrutábamos del momento, el placer aun sería mucho mayor, y eso haría que deseásemos estar el mayor tiempo posible gozando de nuestros cuerpo, que en aquel instante era lo único que nos podía importar a ambos. Simplemente era cuestión de estar a gusto, y así desfruta al máximo de nuestro afortunado encuentro, que no daba la oportunidad de conocernos en lo más íntimo.

(continuará)