De camino a clase
Un día iba a clase, como de costumbre. Lo que pasó en el autobús aún lo estoy asimilando.
Subí al autobús, como cada mañana, para ir a la universidad. Siempre está lleno de gente y me toca ir de pie, aproximadamente media hora hay desde mi parada, a clase. Odio ir de pie, porque va todo el mundo apretado y no con mucha estabilidad.
Suelo ir cómoda a clase, unas mallas y algo suelto por arriba para que me tape un poco el culo. Solo llevo mi bolso con el portátil y poco más.
Ese día, pasé mi tarjeta como de costumbre y me puse en el centro del autobús, agarrándome a los asideros que hay en el techo. El bolso me lo pongo por delante, por precaución. Así que llevo una mano controlando el bolso, y la otra sujetándome con fuerza para no caerme. Mientras el autobús hacía su recorrido, se iba llenando cada vez más. Tenía pasajeros a mi alrededor, cada vez más cerca. Personas que iban a trabajar, a estudiar y ancianos.
Notaba que tenía uno de esos pasajeros detrás de mí, casi sentía su respiración en mi nuca. Así que imaginaba que también era más alto que yo. Con el movimiento del autobús notaba como me rozaba algo en el culo, pero no sabía con qué exactamente. Estaba incómoda y a la vez me excitaba un poco notar ese roce. En uno de los movimientos al pasar un badén, todo el mundo se tambaleó, y esa persona que estaba tras de mí, quedó más pegada aún de lo que estaba antes. Un escalofrío invadió mi cuerpo y las manos me empezaron a sudar. Era incapaz de mirar atrás, ni de decirle a esa persona que se apartase. Pensé que con lo que me estaba rozando era con su paquete. Me apetecía girarme y abofetear a ese depravado. Pero me confundía esa sensación morbosa que invadió mi cuerpo. No estaba segura, pero pensaba que lo que tenía pegado a mi culo, era su polla. Una polla empalmada, de un depravado que utilizaba el autobús para rozarse, estaba totalmente pegada a mi culo.
La impotencia se apoderó de mí, no quería seguir ahí pero también me estaba excitando la situación. No sabía qué hacer, ni que estaría pensando ese salido.
Otro badén más, otro empujón desde atrás que me hizo pensar, que si no hubiese llevado pantalón me la habría metido.
Miré a mí alrededor, todo el mundo miraba hacia adelante, a sus teléfonos, como zombis. En el reflejo del cristal de la ventanilla podía verme a mí misma y a esa persona que estaba a mi espalda. No diferenciaba rasgos, solo pude confirmar lo que ya sabía, era un hombre más alto que yo.
Otro badén, que el depravado aprovechaba para presionar su miembro con mi culo. No estaba muy convencida de lo que iba a hacer, pero me dejé llevar. Solté mi mano derecha del bolso, y la llevé a mi espalda. Tuve que pasar mi mano pegada a mi cuerpo, la cantidad de gente que allí había apenas dejaba espacio para moverme. Creo que ese salido que se aprovechaba, no se dio cuenta de que mi mano estaba en mi espalda. La fui bajando hasta mi culo y noté el resalto que dio ese señor cuando mi mano llegó a mi culo y tocaba su miembro. Sentí la erección de su pene a través de su pantalón. El muy salido ni si quiera se dignó a retirarse. Pude notar por la textura, que era un pantalón de chándal.
No se cómo me atreví a hacerlo, pero lo hice. Acaricié esa polla tan dura, a través del pantalón. Y el pervertido puso una de sus manos en mi cintura. El morbo invadía mi cuerpo, sabía que eso no estaba bien, pero era evidente la excitación que esa situación me estaba provocando.
Deslice mi mano hacia la cintura del pantalón, era elástico, así que pude meter mi mano en el interior. Hay que ser guarro para no llevar ropa interior, no llevaba nada, supongo que para sentir más al rozarse en el autobús. Noté una exhalación en la nuca cuando agarré su miembro. Estaba caliente, duro y sin un bello que notase. Estaba bien dotado ese cerdo, eso era evidente. Acaricié sus huevos con la yema de mis dedos. El movía su mano en mi cintura y notaba su presión al agarrarme. Seguro que no se lo esperaba, y está claro que yo tampoco. No me reconocía a mí misma, pero estaba cada vez más caliente. La situación me excitaba, la gente, el autobús, el desconocido, todo sumaba a esa escena tan surrealista.
Rodee esa polla con mis dedos, podía notar las venas por su superficie. Comencé a mover mi mano despacio, tenía poco espacio, pero suficiente para masturbar a ese desconocido. Comencé a mover mi mano entre badenes, acelerones y frenazos. No era fácil, pero estaba funcionando, la respiración acelerada que sentía en mi cuello me iba guiando. Aceleré el ritmo de mis movimientos, a la vez que su respiración se hacía más intensa, pero no tanto como para alertar a los demás pasajeros.
El abría y cerraba su mano en mi cintura mientras yo lo masturbaba, cada vez aceleraba más su respiración. Hasta que oí una exhalación con la que entendí que acababa de eyacular. Mis pensamientos se confirmaron cuando noté ese cálido líquido que estaba sintiendo. El cabrón se había corrido y su semen bañaba mi mano y chorreaba desde su polla, entre mis dedos.
Me limpié la mano como pude en el interior de su pantalón, antes de sacarla. Quitó la mano de mi cintura y yo aproveche para bajar en esa parada. Aún estaba algo lejos de la universidad, pero quería caminar, ya no podía seguir en ese autobús, con ese señor que ni siquiera miré al bajar. Él se quedó ahí, con sus pantalones manchados de semen y yo continué mi camino hasta los baños de la universidad. Mi mano olía aún a sus fluidos, así que tenía que lavármelas bien. Ya no volví a coger ese autobús, prefería irme más temprano o más tarde, antes que coincidir con ese salido.
Esto no se lo he contado a nadie, me avergüenza lo que hice y a la vez me excita cada vez que lo recuerdo. A veces me pregunto, quién sería ese señor tan bien dotado.