De Brasil a Tarragona - inicio de Raquel (Parte 6)
Raquel, brasileña virgen y deseada, descubre el mundo de darse placer y está apunto de descubrir también como darlo. Matías está más cerca de alcanzar uno de sus sueños...
Después de ver a su hermana mayor masturbándose el culo, imaginando que Matías la estaría observando, y ella misma empezando a hacer lo mismo, nunca más los desfiles coquetos en la habitación de Matías, hijo de los dueños de la casa, iban a ser iguales. La inocencia se transformó en deseo y curiosidad, su virginidad vulnerable estaba en peligro, así como la de su hermana mayor, Eva. Matías, enclenque y feo, sin novias conocidas, ni siquiera un beso que no fuera de su madre, tenía todos los números para ganar el billete vencedor. Cosas de la vida...
Cómo Raquel podía ganar más puntos de Matías para ganarse los 50 euros prometidos? No era sólo cuestión de usar ropas provocativas al desfilar para él, era el modo de usarlas, qué será que quería decir con eso? Tienes de tener una actitud para provocar a los hombres, decía Matías.
Hasta su despertar, se ponía ropas ajustadas, transparentes, muy pequeñas pues Mónica era bien menor de tamaño y casi no tenía tetas ni culo, sin conciencia de lo que todo eso siginificava. Matías, aunque virgen, apunto de entrar en la universidad y por lo tanto más maduro, tenía plena conciencia de lo que hacía cuando le pedía que se sentara en sus rodillas mientras veián desfiles de modelos de Victoria Secrets o las fotos medio indecentes que le acaba de tirar. En una de las últimas ocasiones, cuando Eva observó atónita a su hermana menor desfilar casi desnuda y después sentarse sobre las rodillas de Matías, Matías llegó a ir al baño para sacarse los calzoncillos y sentir mejor el contato de su polla aplastada con el coño y culo calientes de Raquel, cuando estaba con un pequeño tanga que le hizo sentir algo duro frotandose contra su culito; en dicha ocasión no le dió importancia y continua balanceándose como si nada.
Ahora era todo diferente, el mundo del deseo le había abierto las puertas de la perdición, la inocencia se había ido por la puerta del fondo sin avisar, era una flor en esplendor que iba a ser descubierta por el primer hombre, la inocencia se convirtió en vulnerabilidad y la diversión se iba a convertir en placer, algo nunca antes sentido y tal vez algo que nunca más iría a sentir con tanta intensidad y huella.
Se acordó de algunos de los videos más picantes que Matías en algún momento le había mostrado, se acordó de su hermana metiéndose tres dedos en el culo mientras jadeaba tocándose el coño con la otra mano, se acordó del miembro duro en su culito virgen y de la mirada de Matías clavada en sus pechos y partes más íntimas. Era un camino sin vuelta, el corazón parecía que le iba a salir del pecho, la respiración pesada y muchas dudas...
Se puso el batín rosa transparente, de tan pequeño que le iba, levantando los brazos mostraríaa buena parte del culo y su chochito inocente, si estuviera sin braguitas. Buscó la ropa íntima más indecente que encontrara en la habitación de al lado de Mónica, y la encontró. Debián ser piezas nuevas pues nunca las había visto, las braguitas eran totalmente transparentes y tenían una abertura dejando a muestra su linda y depilada rajita, el ojete también quedaba totalmente expuesto y sin protección. Los sostenes matenían las tetas erguidas, sin cubrirlas, o sea que todo el pezón y su aureolada quedaban visibles, y como sus pechos eran bien mayores que los de Mónica, es casi como si estuviera sin sostenes en realidad.
Entró en la habitación, Matías, como de costumbre, sentado con el móbil en la mano y de bermudas y con camiseta de manga corta. Me miraba como lobo hambriento, sin ningún pudor ni disimilo devoraba mis dulces y ahora duros pezones e introducía su mirada en cualquier agujero que pudiera descubrir. Caminé lentamente, me torneé, me di la vuelta, levanté los brazos para que se levantara la ropita y luego me agaché un poco para que pudiera admirar mi precioso culo adolescente, nunca jamás tocado por las manos de un hombre. Matías estaba en éxtasi, no podía creerse la suerte que tenía de tener una diosa de la belleza y la sensualidad desfilando sólo para él, su cabeza se imaginaba un sinfín de desenlaces placerosos...