De bombilla a bombazo

Un calentón rápido da para un breve pero buen rato

LOS EVENTOS QUE APARECEN EN ESTE RELATO SON TOTALMENTE FICTICIOS

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA


Mentiría si dijera que me lo vi venir. Aunque también mentiría si afirmase que no lo disfrute.

David se había mudado a nuestro piso de estudiantes haría una semana. Se notaba a la legua que era homosexual. Tenía un aspecto muy cuidado, le gustaba vestir bien conjuntado y elegante y llevar un perfume de alguna flor que no sabría reconocer. Por si fuera poco, en su muñeca lucía una pulsera de tela con los colores del arcoíris y un anillo de plata con dos símbolos masculinos entrecruzados. Ignoro de dónde obtuvo esta joya pero había que reconocer que tenía buen gusto para la moda. Yo también era homosexual pero no se me notaba tanto. Además, no se lo había dicho a David cuando se mudó porque no quería que me viera como un desesperado.

Bueno, por eso y porque recientemente había pasado por una ruptura que me estaba costando superar. Mi novio me había dejado por otro chico y no tenía intenciones de empezar otra en un futuro próximo. Estaba muy enojado con mi ex por la manera en que me dejó y por la razón. Decía que no le hacía caso y otras tantas cosas, pero yo sabía que había cortado conmigo porque el otro estaba más bueno que yo. Y lo sé porque le había visto. Yo no estaba musculado, no me mataba en el gimnasio, así que era un chaval de complexión delgada. Pero aun así estaba de buen ver, bien dotado y era cariñoso. Supongo que no fue suficiente para él… Para cuando David llegó al piso, habían pasado tres semanas de aquello, pero todavía estaba muy irritado.

En resumidas cuentas, que estaba fuera de una relación y con ganas de estar solo, libre de cualquier tipo de amorío. Me centraba en mí mismo y en mis estudios. También organicé bastantes cosas en el piso que mis compañeros apreciaron. Un día me di cuenta de que la luz del pasillo se había fundido, así que esa tarde bajé a comprar una nueva y, cuando volví, me puse a cambiarla. Me subí a una silla y me puse a la labor. Sin embargo, la boquilla estaba más dura de lo que esperaba y me costó un buen trabajo afanarme con la bombilla vieja. Estaba enfrascado en esa pelea cuando David llegó.

-Hola-dijo.

-Hola-respondí-. Espera, ahora te dejo pasar. Solo un momento…

El pasillo era muy pequeño y yo lo obstruía con la silla, pero la bombilla se estaba aflojando y no iba a dejar que se saliera con la suya. Sospecho que le pareció tentador verme en esa coyuntura. Al fin de cuentas, tenía la entrepierna a la altura de su cabeza y el jersey se me estiraba hacia arriba, dejando al aire mi ombligo y la goma de mis calzoncillos. Yo no le había hablado de mi condición similar a la suya y por eso me sorprendí bastante cuando, sin previo aviso, me cogió por la cintura del pantalón.

Enseguida detuve lo que estaba haciendo y me quedé mirándole, estupefacto. Me desabrochó el botón de los vaqueros, descendió la cremallera, apartó la tela de mis calzoncillos y me sacó el pene. Ni siquiera había pedido permiso ni nada, solo había actuado. Por un momento lo sentí extraño, tantos días que llevaba sin que nadie me buscase la hombría. Y, sin mediar palabra, se lo introdujo en la boca. Qué gustazo fue que me la volviesen a comer. Me quedé ahí parado, con las manos todavía en la bombilla, viendo y sintiendo cómo jugueteaba conmigo. Y se sentía tan bien, tras tanto tiempo sin que me la chupasen… La humedad y el calor me envolvían mientras la consiguiente erección iba llenándole la boca. Avancé las caderas como por puro instinto, para llegar hasta lo más profundo. Él pareció no notar y prosiguió. Parecía una degustación.

Cuando toda mi extensión estuvo en firme, me soltó y sustituyó la boca por la mano. Me sacudió un poco, con ligereza, como comprobando la extensión y la potencial resistencia que pudiera tener. Como por providencia miró luego hacia arriba y nuestras miradas se cruzaron.

-No pares-le dije.

Y eso hizo. Con una mirada de lujuria volvió a engullir mi pene, esta vez unos pocos centímetros mientras sujetaba la base para que no me escapara. Noté sus labios y su lengua jugar con mi glande y con toda la zona de alrededor y fue sublime. Tenía mi virilidad bien dura y todavía quería crecer más. Me estaba haciendo experimentar un placer sensacional como no lo había tenido en varios días. Qué rico me estaba sabiendo. Qué gustazo que me estaba dando. Y que nunca me la hubieran comido en una coyuntura similar…

Estaba muy cachondo. Así que terminé de quitar la bombilla y me bajé de la silla. Le corté la felación, pero todavía tenía un condón en el bolsillo y lo saqué con aire juguetón, dándole a entender lo que quería. Así que mientras yo me ponía el látex, él se bajaba los pantalones y los calzoncillos y se ponía de cara a la pared, con el culo en pompa. Una imagen muy bonita, ofreciéndome todo lo que tenía para darme. En cuanto estuve listo le busqué el agujero de la felicidad y empecé a penetrarle. Debía de haber estado jugando en su cuarto con algún juguetito, puesto que fue una entrada bastante sencilla. A la tercera acometida ya estaba dentro del todo.

Le cogí por las caderas y empecé a embestirle, una y otra vez, adentro y afuera. Estaba calentito y con el espacio suficiente. Era todo para mí. El calor corporal empezó a invadir mi cuerpo al mismo tiempo que el placer a mi miembro. Mi latido se aceleró al tiempo que mis embestidas se hacían más y más potentes. Yo solté algún gemido, pero David era más prolífico en ese sentido y más escandaloso. Se notaba que lo estaba gozando. Solo esperaba que no nos oyesen demasiado los vecinos y que, sobre todo, no viniese Alberto, nuestro otro compañero de piso. No sé qué cara habría puesto si nos hubiese encontrado follando en medio del pasillo. Y tampoco sé qué cara hubiera puesto yo. Hubiera sido una situación muy incómoda, de eso no habría duda. Por suerte, no hizo acto de presencia.

Mi potencia era demasiado para él. A base de acometerle, su culo en pompa se fue aplanando y le fui aplastando contra la pared. Mis rodillas flexionadas también hicieron contacto con el muro y le aprisioné con mi cuerpo mientras seguía abriéndole. Nuestras prendas eran o único que impedía que nuestras carnes hicieran contacto, más allá de las que generaban fricción ahí abajo. Dios, cómo lo estaba disfrutando. Y David también, a juzgar por su cara de gozo. Tenía la boca más abierta que yo para exhalar todo el aire cargado de placer que soltaban nuestros pulmones para reclamar aún más aire. Pude decirle algo al oído, algo que le pusiese aún más cachondo de lo que ya estaba, pero preferí no romper ese momento de deleite. En su lugar, le mordisqueé el lóbulo, arrancándole aún más gemidos, si acaso se podía. Era tan genial.

La tensión era cada vez mayor en mi pene. Cuando no pude aguantarlo más, corté la follada, me quité el condón arrugado y sacudí lo poco que me quedaba, mirando para otro lado para no manchar la ropa. Él también hizo lo mismo, de cara a la pared, y sobre la pintura cayó. Para limpiarlo luego. Cuando ya estuvimos satisfechos, David se dio la vuelta y me dijo, entre jadeos:

-Ha sido una follada estupenda.

-Lo sé-respondí en la misma índole.

-.Hay que repetir otro día.

-Vale.

Me rozó ligeramente el pene, ya flácido pero todavía fuera de la ropa, y se marchó a la cocina, a donde quería ir en primer lugar. Antes de que se marchase le pregunté:

-Oye, David. ¿Cómo sabías que era gay?

Él se giró y me miró con aire distraído.

-No lo sabía-respondió, encogiéndose de hombros.

Su respuesta me dejó perplejo. Pero había que reconocer que había sido un polvo espectacular.