De becaria a violada
Chica de Parla usa su cuerpo y encantos para subir de clase social.
¿Por que negarlo? Desde pequeña mi madre me educó para utilizar tanto mi cuerpo como mi mente. Me dejó claro desde muy pequeña lo mucho que podía sacar de los hombres si sabía usar mis cartas.
Saqué la carrera con la ley del mínimo esfuerzo. Copié lo que pude y lo que no pude, logre que me lo aprobase el chapón del curso a cambio de pequeñas prebendas, no grandes cosas, pero que a ellos les compensaba. Más de uno mataba por que yo, la más guapa de la clase, les mirase siquiera.
Conseguí mi primer trabajo, bueno más que trabajo, beca, muy pronto Nada más salí de la facultad logré entrar a trabajar en el departamento de marketing de una gran empresa de automóviles.
Mi jefe, Matías, era el típico ejecutivo agresivo enamorado de si mismo. El tío posó sus ojos en mi desde el día en que me vio. Me sentí alagada pero la cosa no dejé que pasase de ahí. Logré, la verdad, unas atribuciones que en la vida en condiciones normales hubiese logrado una becaria. Matías me encargaba cosas muy por encima de mi preparación lo cual venían bien para mi curriculum, pero no se si demasiado bien para la empresa.
Faltaban cuatro semanas para que mi contrato se acábese, estaba un poco desesperada porque la empresa no estaba contratando becarios una vez acabada la beca. Empecé a hacer un poco más de caso a mi jefe, él era la clave de poder seguir allí indefinidamente. Bueno, en realidad le hacía la pelota.
Mi oportunidad llegó un fin de semana de Julio. Estaba preparando un informe para la presidencia de la empresa y me quedé todo el viernes trabajando hasta las cinco de la mañana. En teoría tenía que estar en la oficina a las 9 a pesar de ser sábado, para ver el trabajo realizado con mi jefe. Cuando me levanté un sms en mi móvil me indicaba que Matías había salido la noche anterior y me pedía que subiese a su casa en la sierra para tratar con él lo realizado.
Ni lo pensé mucho, cogí mi Opel kadett de séptima mano y me dirigí con el gps hacía la dirección indicada.
Matías tardó en abrirme, iba en bañador con pinta de no haber pasado por la ducha y que la noche anterior había sido alga. Me pidió que me acomodase y se metió en su habitación.
Salió después de media hora, como nuevo. Perfectamente arreglado, perfumado y sonriente.
Me explicó que su mujer estaba en su apartamento en Ibiza y estaba solo en casa pues el trabajo como sabía se le acumulaba.
Trabajamos hasta la hora de comer, pidió unas pizzas y me ofreció ir un rato a la piscina. Yo no tenía bañador y me ofreció uno de su mujer. La verdad es que me quedaba horrible. La tía debía de ser una vaca, me parecía increíble que Matías estuviese casado con una tía tan gorda. La braga me quedaba horrible, el sujetador era tan grande que se me veían la mitad de las tetas. Nos reímos un montón, por un momento nos olvidamos que éramos jefe y becaria y acabé quitándome el sujetador, al fin de cuentas ya me había visto las tetas enteras. Mentiría si dijese que Matías no le dio importancia, se quedo como bobo mirándolas.
Nos bañamos juntos y como era de esperar acabamos en la cama, creo que jamás se la chuparon a Matías como yo hice esa noche.
A un hombre se le gana por la boca, y cuando subía y bajaba mis labios por aquella polla dura, sabía que haría con él lo que quisiese.
Matías y yo follamos todo el fin de semana. Le dediqué una gran variedad de posturas y gemidos. Me tocaba las tetas mientras cabalgaba encima de él o le apretaba sus peludos huevos mientras en la postura del misionero él me tomaba con fuerza. No se las veces que hice que se corriese. Matías no era nada del otro mundo en la cama.
Salí de su casa el lunes a primerísima hora para ir a la mía, cambiarme y llegar a la reunión donde él presentaba lo realizado por mí la semana anterior.
La exposición fue un éxito y lo festejando comiendo en un restaurante de moda en Castellana y reventando después el cabecero de mi cama en mi piso de soltera.
Matías y yo follamos durante más de seis meses, no es que el tío fuese una maquina en la cama como ya dije, para maquina ya tenía a mi exnovio Blas que me jodía duramente cada vez que quería una buena sesión. Matías era más bien torpe, pero no solo me había hecho un contrato indefinido sino que me daba con él una vida que jamás me hubiese podido permitir con mi sueldo de mierda.
Cuando una noche Matías me follaba a cuatro patas mientras torpemente tocaba mi clítoris con su mano, se le ocurrió decirme entre gemidos que quería abandonar a su mujer y irse a vivir conmigo. Desde ese momento hasta que se corrió no deje darle vueltas y vueltas al coco sobre las ventajas y desventajas. Podía disfrutar de aquel piso en Diego de León, la casa de la sierra y el apartamento de Ibiza. No tenían hijos y tenían separación de vienes, y todo era de él. Cuando Matías recobró la respiración mi respuesta fue:
- de acuerdo, pero me quiero casar.
Y me casé.
Desde ese momento me volví la señora de la casa, dejé de trabajar y mi vida se limitó a fundir dinero y a cuidarme.
A Matías le echaba unos polvos que no se podía quejar y aunque reconozco que tenía mis fijos discontinuos que me daban lo que mi marido no podía, a sus ojos era una maquina sexual deseosa de ser tomada por su “portentosa” polla..
Todo empezó a venirse abajo la noche en la que mi marido me pidió un poco de mesura en los gastos, ósea en mis gastos. Básicamente no solo su sueldo no daba para mi nivel de vida sino que estaba a punto de fundirse todos su ahorros. Esa noche no se la chupe, ni la siguiente y no volví a chupar una polla hasta que un mes después no invitaron a una fiesta a casa del presidente de una empresa del Ibex 35. Estábamos allí casi de rebote, pues Matías ni de lejos se codeaba con esa clase de gente, pero había fallado el presidente de su empresa y nos mandaron a nosotros como quien manda a un esclavo a pedir excusas. AL principio fui indignada, pero viendo que debido a mi belleza era el centro de atención, me fui sintiendo más y más cómoda de estar allí.
No se como lo hice pero al lunes siguiente estaba comiendo con nuestro anfitrión en un restaurante de moda. La excusa era mi interés sobre el hambre del mundo y la suya es la ONG que presidia. La realidad mi culo y mi cadera eran lo que atraían a ese hombre.
Acabamos en una suit del Palace donde poseyó mi cuerpo de una manera hábil y brutal, la verdad es que el tío a sus 55 años no podía decir que lo hiciese nada mal.
Me seguí viendo con Alfonso los siguientes nueve meses, siempre en el Palace, o el Hilton o el Villamagna. La verdad es que disfrutaba más en la cama con Alfonso que con el mediocre de Matías. Me encantaba ser follada mientras apoyaba mi cuerpo en la vidriera de la habitación viendo a mis desnudos pies la Castellana moverse. Pasaba mi lengua por el impoluto cristal, algo que a mi amante le ponía a cien, mientras la polla de Alfonso se clavaba en mi interior.
Salir en las paginas centrales de interviú nos obligó a replantearnos nuestras tardes de placer. En realidad a mi me obligó a abandonar a Matías y Alfonso a su mujer. Fue un escandalo que el presidente de una de las empresas más importantes de España tuviese una amante a la que se montaba en los hoteles más caros de España.
El primer día que entre en la mansión de La Moraleja como la señora de Villarobledo sentí mi vida completada. No me hizo falta mucho trabajo hacer que mi amante me convirtiese en su segunda mujer, de nuevo mi toqué de boca en su dura polla obró el milagro.
Con Alfonso no iba a tener los problemas económicos que ofrecía mi ex y encima era mejor en la cama. En los siguientes meses empecé a disfrutar lo que me ofrecía. La finca de caza, la casa de Marbella, el apartamento de NYC o la casa en Baqueira. Aquello era vida, una vida mejor viajando siempre en primera.
Alfonso no me llenaba al 100%, pero he de reconocer que a pesar de su edad me hacía ver las estrellas con más facilidad de lo que nunca lo hizo Matías. Mi nuevo marido era imaginativo en la cama y lo que no podía cumplir con su polla lo arreglaba con montones de juguetes sexuales que poco a poco me iba comprando. Alfonso disfrutaba como nadie masturbándose en el sillón del salón de casa mientras yo desnuda era follada por un Sybian corriéndome una y otra vez hasta que mi marido eyaculaba en mi cara. Por supuesto que yo seguía con mis pequeñas correrías privadas en las que antiguos amantes de la universidad me follaban sin cesar, pero limitaba muchos esos encuentros pues me jugaba mucho.
Disfrutaba siendo la señora de. Me encantaban aquellas cenas con hombres poderosos en las que todos me miraban con deseo y sus mujeres con envidia. Jodiamos como animales al acabar esas veladas siempre comentando como se pondrían tal o cual ocupando aquella noche el lugar de mi marido. Me los imaginaba follándose a las vacas de sus mujeres mientras alcanzaba un tremendo orgasmo con la polla de mi hombre en mi coño y la punta de un vibrador sobre mi clítoris.
Fueron un par de años de lujo y más lujo, me acostumbre a lo mejor y no tenía ni 30 años.
Alfonso había sido sustituido como presidente de su empresa, realmente no tenía problemas de dinero ni nunca los iba a tener, pero el glamour de presidente se acabo y con ello ciertas invitaciones, ciertos contactos y ciertos privilegios.
Llevábamos más de 3 meses si ningún acontecimiento social destacable cuando Alfonso me comunicó que íbamos a ir a cenar a Marbella con un cliente suyo al que le estaba haciendo consultoría sobre algo relacionado con NYC. Me dio un poco de pereza pensar en coger el AVE hasta Málaga y un taxi hasta Marbella y casi más cuando vi que nos dirigíamos al aeropuerto. Si lo del AVE es un tostón lo del avión con sus controles y esperas de maletas era tremendo, no dije nada. Me sorprendió que pasásemos la terminal de pasajeros y llegásemos a la de vuelos privados, que solo había visitado tres veces antes.
El cliente de Alfonso había puesto a nuestra disposición su avión privado, y me encantaba. El vuelo fue corto y regado de champan. Para mi sorpresa en la pista de aeropuerto de Málaga nos esperaba un helicóptero que bordeando la costa andaluza nos llevo hasta el puerto de Marbella, pero en vez de aterrizar en su helipuerto lo hizo en el mayor barco de recreo que jamás yo haya visto. Estaba boquiabierta.
Un árabe con una pinta de impresionar nos esperaba a pocos metros, mi marido me lo presentó como el Sultan Ala Burjan, luego supe que era el decimo hombre más rico del mundo.
La velada fue increíble.
El sultán me dedicó mucho tiempo y me habló de sus negocios, de su vida privada, de cómo se acababa de divorciar y entre risas que buscaba nueva esposa.
Pasamos tres días en el barco a todo trapo y disfrutando de un lujo que ni Alfonso podía darme.
Volvimos a Madrid por el mismo medio. No me imaginaba yo que aquel avión privado iba a llevarme a muchos sitios.
Pasaron un par de días cuando recibí un sms en mi móvil.
“he mandado a tu marido de viaje una semana a Chicago, me imagino que estarás sola en Madrid, ven a pasar unos días a mi humilde barco en su ausencia”.
Sonreí para mis adentros.
La misma mañana que Alfonso se despedía con un beso en los labios, un mercedes ultimo modelo me esperaba en la puerta de nuestra casa. Volví a coger el avión y el helicóptero, y a las 13 horas estaba tomándome un coctel en la cubierta principal del barco mientras charlaba animadamente con el dueño de todo aquello.
Después de cenar propuso tomarnos una copa en el jacuzzi. El hombre tenía un cuerpo esplendido, incluso sin su dinero me hubiese apetecido follármelo allí mismo. Tres copas después y mientras taladraba mi afeitado coño con su morena polla pude comprobar con mis manos que tenía un cuerpo de escandalo al tacto y no solo a la vista.
Aquella noche follamos como bestias. Ali me hizo ver las mil y una noches una y otra vez. Como él decía, le encantaba que su Alibaba entrase una y otra vez en la cueva prohibida mientras chupaba mis duros pezones.
Jodimos toda la semana, la mejor semana de mi vida. No solo tenía entre las piernas a un perfecto semental que cubría todos mis más bajos instintos, sino que tenía ante mi un autentico galán que me llevaba de compras a Paris, me hacía regalos impresionantes y me atendía como a una reina.
Ni volví a ver a Alfonso, sencillamente le mandé un sms diciéndole que no me volvería a ver y que mis abogados se pondrían de acuerdo con él. Ali suspendió sus relaciones empresariales con mi ya ex y yo inicié una nueva vida.
Alí resulto ser un hombre realmente maravilloso que me colmaba de caprichos, de sexo y de atenciones.
Disfrute como una loca esos meses. Volar en jet privado, ser tratada literalmente como una reina y largas sesiones de sexo en las que Ali me mostraba todas sus perversiones me encantaba.
Me chocó mucho la primera vez que metió a una de las camareras en nuestra cama, una Eslovaca que según me contó después había salido en la portada de Play Boy. Nunca había disfrutado de una mujer y me encantó sentir mi coño lamido a la vez que tenía la oscura polla negra de mi amante en la boca. Recibí más de una doble penetración de la mano de alguno de los marineros de la nave. Chicos vigorosos con cuerpazos y que se compenetraban con mi moro para darme placer. Notar como dos pollas chocaban en mi interior era algo que jamás había imaginado pero que me encantaba.
Creo que en el barco se acostumbraron a oír mis gritos de placer al correrme.
Cogí la costumbre de pasearme desnuda por las cubiertas del barco, Ali me lo pidió en una noche loca y desde entonces siempre lo hacía. Me gustaba ver la cara de deseo de la marinería y demás empleados, algunos de ellos me habían visto abierta de piernas y sudando la gota gorda mientras me la metían, pero ellos y yo sabíamos que no se iba a repetir, al menos mucho.
Acababa de eyacular Ali en mi boca, llenando toda mi cara y pelo de blanca esperma cuando me dijo que debíamos viajar a Dubái de vuelta por temas de trabajo e instalarnos allí una temporada. Me quedé un poco pálida.
Alí me explicó que podía quedarme en Europa como su querida y que me daría propiedades y dinero o bien acompañarle en sus nuevos compromisos.
Me volví a meter su polla en la boca y chupe hasta que volvió a crecer. Lamí aquello hasta que volvió a correrse y utilizando la misma técnica que había utilizado con Matías y Alfonso, le dije que quería casarme.
Alí aceptó.
Aconsejada por un amigo abogado le engatuse para que nos casásemos en Londres, por eso de las compensaciones británicas en los divorcios.
Volamos a Dubái como marido y mujer. Me folló en el avión mientras cruzábamos el mediterráneo, ya lo había hecho antes, pero nunca como su esposa. Me corrí tremendamente
Hacía un calor del carajo, pero la ciudad estado era impresionante. Una escolta nos llevó hasta el palacio real donde Ali saludó a su primo el Emir y me presentó. No me dijo la razón, pero esa noche dormimos en palacio después de cenar con el monarca.
Yo una chica de Parla siendo parte de la nobleza dubaití, no me lo creía.
A pesar de la prohibición de tomar alcohol de los musulmanes, llegué a nuestros aposentos con una ciego importante, ya se sabe, las reglas del profeta son para los pobres. Alí me aprisionó contra una de las paredes y metió su mano en mi coño, coño que se encharcó al instante. Estaba cachonda después de todo lo vivido y necesitaba un poco de consuelo a modo de polla. Alí destrozó mi vestido de Channel y mi ropa interior de La Perla. Me dejó desnuda en un plis plas. Me hizo agacharse y lamer su polla un buen rato hasta que me apartó y subiendo en la cama con su rabo mirando al infinito me hizo gestos para que me subiese a ella.
Entró como cuchillo caliente en mantequilla. Me encantaba aquella polla y aquél cuerpo. Apoyé mi pecho sobre el suyo y poco a poco empecé a mover mi cadera sintiendo como entraba y como salía de mi ser. Estaba en la gloria, disfrutaba una barbaridad cuando sentí algo empujando mi esfínter. Fui a mirar pero Alí no me dejó. Una polla entró con un poco de esfuerzo en mi cerrado culo y sin ningún tipo de contemplación empezó a mover para delante y para detrás su apéndice taladrándome de lo lindo. No tenía puta idea quien era pero me estaba dando placer y eso es lo que importa. Ali hacía su trabajo a la perfección y machaba mi coño y rozaba mi clítoris con su pelvis mientras el extraño me reventaba el culo.
Fue rápido, pero muy intenso
Nos corrimos como los tres, ellos inundando mis agujero, yo llenándoles de flujo. Mis tetas ardían, mi coño ardía y mi culo no le iba a la zaga.
- chúpasela a mi primo querida – fue lo único que acertó a decir un jadeante Ali. Me di la vuelta y vi al propio rey sonriendo y sudado con la polla flácida que le caía a un lado.
Me di la vuelta y me metí aquel nabo flácido y con olor a mi orto en la boca. Al igual que su primo el chico no tardó en revivir. Cuando su polla estuvo de nuevo preparada, me tumbó en la cama y me la metió en el coño de un solo golpe.
El rey me folló el conejo durante más de una hora mientras mi recién estrenado marido miraba y reía.
Quede en la cama llena de esperma mientras los dos primos salían riendo de la habitación. Alí no volvió hasta ya amanecido.
La verdad es que aunque viviendo como una reina, la vida en Dubai era un poco aburrida, aunque he de decir que Ali me compensaba cada noche con una gran follada. Sinceramente me encantaba ser tomada por él. Por primera vez en mi vida un marido me hacía sentir mujer, y eso no era poco para una mujer como yo.
Me empotraba contra la pared, me ataba a la cama, se corría en mi boca, me sodomizaba el culo, me tomaba con violencia, me tomaba con cariño, jugaba con mi cuerpo mis juguetes, en fin todo lo que una mujer puede desear.
A veces Ali me compartía con su primo el rey. A veces participaba y otras simplemente se masturbaba mientras el gobernante descargaba toda su fuerza sexual en mi cuerpo. El chico como su primo no lo hacía mal del todo. Aunque no era de los que se preocupaba lo más mínimo del placer ajeno, lo compensaba con una potencia fuera de serie que dejaba a cualquier mujer más que satisfecha. Al acabar siempre Ali me ponía mirando a la Meca y me dejaba claro quien mandaba allí. Eran noches en las que tocaba el cielo.
Por un lado me sentía utilizada pero por otro distinguida por que el rey del país se hubiese encaprichado de mi y me deslomase con su dura polla ante la atenta mirada de mi marido.
Aunque la intensidad con la que Ali me follába no cesaba, el rey cada vez nos visitaba menos. Disfrutaba de mi marido y en mi interior quería que el Rey nos visitase y sentirme tomada por su real polla.
Las cosas cambiaban poco a poco. Al principio Ali invitaba a disfrutar de su esposa a amigos poderosos, pero con el paso del tiempo cualquiera que tuviese cierta relación con mi marido me la endiñaba. Descubrí en mi marido una parte de mirón que no conocía y de alguna manera me ponía.
Al principio disfrutaba de sentirme deseada por la jet local. Hombre bien educados se sentían agasajados por poder follárse al infiel bombón de uno de los prohombre de país, que Ali no tenía limite.
Realmente aunque me daban de lo lindo y no podía decir que sexualmente fuese una mujer mal atendida, pero con el paso del tiempo y que el listón de mis amantes bajase, estaba hasta el coño de tener que chupar pollas de viejos, a jovencuelos o comerle incluso el coño a más de una gorda entrada en años.
Estaba en la gloria por una parte pero por otra estaba cansada del país, de sus gentes y de mi marido y sus peculiares diversiones.
La gota se colmó cuando una noche Alí me ató a la cama abierta de piernas y brazos y en vez de tomarme salvajemente como esperaba, sencillamente me vendó los ojos y se dirigió a la puerta de la habitación para hacer pasar a una cantidad indeterminada de hombres que me hicieron chupar sus pollas, después me follaron por todos los agujeros y por ultimo mearon sobre mi cuerpo de infiel.
Por lo visto el capullo de Ali había perdido una apuesta por culpa mía en la que decía que yo era tan zorra que me correría ante los orines en mi cuerpo. Evidentemente yo me cague en todo lo que se meneaba mientras veía mi cuerpo inundado de asqueroso pis de moros de mierda.
Había decidido divorciarme de mi marido, le iba a proponer ir a Londres y allí sencillamente ponerle la demanda de divorcio. Estaba hasta el gorro de él y de sus excentricidades sexuales e iba a poner fin a aquello.
Follé con Alí como si nada hubiera pasado durante unas semanas. Con la excusa de que llevábamos tiempo sin viajar le propuse un fin de semana en Londres. El aceptó, pero me pidió que viajásemos a un oasis el fin de semana anterior haciendo un viaje puramente tuareg.
La verdad es que me fastidió un poco que me hiciese cambiar mis planes, pero al fin de cuentas en una semana más seria libre y rica. Además, quien no quería vivir un viaje a todo tren por el desierto disfrutando de lo mejor y atendida como la misma Cleopatra.
Salimos en helicóptero hasta una destacamento militar en medio de la nada. Allí nos esperaban un par de lujosos camiones, dos 4x4 y para mi sorpresa un rebaño de 200 camellos con sus camelleros. Ali me explico que aunque no fuésemos en camellos, ese tipo de viaje necesitaban llevar camellos, chorradas de la tradición.
El paisaje era perfecto y después de un día largo pero bonito, cenamos todos a la luz de una fogata. Nos comimos uno de los camellos.
Era el ultimo sábado que iba a pasar con Ali, la verdad ese hombre me ponían, estaba claro que con mi dinero iba a poder tener a mi alcance a cualquier hombre, pero Ali me puso desde la primera noche y me seguía erizando los pezones cuando se me acercaba. Ali lo sabía.
Me hizo desnudar en la tienda sin cerrar la “puerta”. La hoguera interior la caldeaba y a su vez iluminaba lo de dentro dejando a la vista de todos lo que pasaba dentro.
Ali me dio un vibrador, sabía bien lo que quería que hiciese con el. Metérmelo en el culo.
Me puse de rodillas en medio del suelo y poco a poco lo fui introduciendo en mi recto. Al principio Ali no hacía mucho caso y me miraba de reojo, después se puso una copa y sacando su polla de su pantalón caqui empezó a meneársela suavemente. Yo ya gemía de placer.
Me corrí y caí rendida. Desde fuera todo el que quiso vio mi coño meter con todas mis fuerzas aquella pieza de plástico en mi dilatado ano. Me hubiese ofendido que aquellos guardias o los camelleros no se hubiesen excitado ante mi cuerpo desnudo y tembloroso.
Alí me cogió con suavidad y me llevó a la cama, me hizo desnudarle, chuparle y ensartarme su dura polla en mi abierto coño. Estaba agotada por el día y el juego con el vibrador en el culo, pero deseaba un nuevo orgasmo. Apoyé mi cuerpo sobre el suyo y empecé a mover mi cadera. Me encantaba aquella polla. Estaba a punto de éxtasis cuando una nueva polla reventó mi ano y empezó a moverse con fuerza dentro de mis intestinos.
Olía asquerosamente mal, miré para atrás justo cuando mi marido se retiraba de mi coño para ver que era el camellero jefe quien me daba duro con su asquerosa polla. Sentí ganas de vomitar pero no lo hice pues cogí la polla de Ali y empecé a chuparla para que no me dejase sola con aquel elemento.
El camellero no paraba, el olor incrementaba debido a su sudor y Alí se corrió en mi boca tensando su cuerpo ya apretando con sus manos mi cabeza. Pensé que mandaría marcharse al tuareg, pero todo lo contrario cogió unas esposas, agarró mis muñecas y me ató mis manos a la espalda. Me jodía el jueguecito, sobre todo porque no estaba disfrutando nada el polvo. Alí salió de la tienda mientras el asqueroso seguía follandome sin pausa. Oí los motores de los 4x4 arrancar. Mi cuerpo se erizó de terror.
Esa noche todos los camelleros me follaron de todas las maneras y formas. Debía limpiar con mis fluidos anales, vaginales y bucales kilos de polvo del desierto proveniente de sus pollas
Nunca más volví a ver a Ali, en todo caso a una chica rubia noruega que también había sido la señora de Ali y que llevaba dos años esclavizada por los camelleros en aquel entonces.
Llevó aquí más de dos años siendo folláda a diario por estos miserables y sin ninguna posibilidad de volver a la civilización cruzando los 2000 kilómetros que me separan del teléfono más cercano.
Se ve que Ali, no quería pagar el divorcio.