De Aventuras Con Mi Suegro

Alguna vez fue una fantasía, ahora lo hemos consumado.

Existen personas que muchas veces sueñan con tener una vida alterna, para disfrutar de su sexualidad, pero no se atreven a experimentar con la que ya tienen. Mi nombre es María Sofía, tengo 35 años; soy psicóloga, madre, esposa, y amante a la vez. Soy una mujer alta, cabello castaño, abdomen plano, piernas largas, tetas grandes, poco culo, aunque con caderas anchas, una cintura muy marcada, y mi monte de Venus siempre adornado con una ligera línea de bello. La historia que estoy a punto de relatar, es una fantasía que jamás imaginé concretar, pero que más de alguna vez utilice para llegar al orgasmo mientras era follada por mi esposo; y ahora mientras me quitó unas cuántas prendas para ponerme cómoda, quiero oficializar también mi tercer embarazo.

Después de una semana tan agobiante como la que había tenido sólo esperaba la hora de salida; y mientras apagaba el ordenador de mi oficina, entró la llamada de mi esposo para pedirme que fuera por su padre a la terminal de buses; mi marido jamás tuvo una buena relación con su padre, y su padre hacía todo por recompensar a su hijo, como viajar sin decir nada solo para poder llegar de visita, y excusar con la cita de un doctor. Yo sabía que a mis hijos les agradaría la sorpresa, así que sin esperar fui por mi auto al parqueadero, me quité las zapatillas, acomode mi vestido levantado un poco la tela, y conduje hasta la terminal de buses, donde ya me esperaba Alberto con una maletilla en mano.

Abrí el portaequipajes, y bajé a saludarlo, de inmediato su rostro se llenó de una hermosa sonrisa al ver mi vientre inflado por mi preñez de 7 meses, lo que fue para el, una gran sorpresa, aunque sus ojos pronto se posaron en mi escote, que provocaba el relieve de mis grandes senos; sin tomarle gran importancia lo abracé y el me apretó muy fuerte con sus grandes brazos fornidos a pesar de sus 59 años. Alberto es un general condecorado, es tan alto como mi marido, es calvo, y es adicto al ejercicio, su físico es impresionante a pesar de su entrada edad; aunque mi marido no opina lo mismo que su padre desde que los abandonó con su madre, para irse con otras amantes.

Sin darnos prisa nos pusimos en marcha, y mi suegro comenzó a preguntar por los niños al mismo tiempo que no le quitaba un ojo a mis piernas. Después de unos minutos de tráfico por fin llegamos a casa, mis hijos salieron a abrazarme y les dije que les traía una sorpresa. Cuando vieron al abuelo corrieron a saludarlo, y el los cargó a ambos. Mientras tanto yo despedí a la niñera, y mientras los niños se ponían al tanto con su abuelo lleno de entusiasmo, yo aproveché para darme una ducha. Deje caer mi vestido, me quité el sostén, me bajé la tanga, coloqué mis manos en mi vientre y esperé que el agua relajara mi cuerpo.

Cuando terminé mi bañó me coloqué un yoga pants y una blusa holgada de gran escote, y como era de costumbre, sin sostén, mis hijos estaban muy contentos jugando con su abuelo, y cuando mi suegro me vio, sus ojos bajaron de inmediato hacia mis tetas, así que sin disimular, levanté mi blusa, y sus ojos volvieron a mí aunque mis pezones se marcaban fácilmente. Mientras tanto, yo cocine y terminé la cena de mis hijos, y mientras terminaban, arreglé la habitación dónde Alberto iba a dormir. Como acto seguido le coloqué pijama a mis hijos y les leí un cuento, y mientras se quedaban dormidos, recibí el mensaje de mi marido diciendo que llegaría tarde y que no lo esperemos para la cena; yo sabía que era por no ver a su padre. Baje a preparar la cena, llame a mi suegro para cenar conmigo, y no tardó en preguntarme por su hijo, yo tuve que excusarlo, a lo que Alberto reprobó, pronto la plática se posó en mi embarazo, y se cambió de lugar para tratar de hablar de cerca a mi vientre, mientras colocaba una mano sobre mi muslo, y muy cerca de mi entrepierna.

Yo confieso que aunque me sentía incómoda, comenzó a gustarme, pronto me levanté para ofrecerle una rebanada de pie, a lo que no despreció, y mientras el terminaba su comida, yo comencé a lavar los platos de la cena. Pronto mi vientre comenzó a mover de un lado a otro, Alberto se dio cuenta y se acercó para hablarle, y sin esperar levanto mi blusa hasta la altura de mi vientre y comenzó saludar a su nieto, que pronto se puso más inquieto, mientras yo reía, sin darme cuenta sentí sus labios en la piel desnuda de mi vientre, y cuando reaccioné, Alberto ya le daba besos a mi panza con mucho amor, lo que comenzó a provocar en mi ese deseo reprimido que quería sentir, mi entrepierna estaba acalorada y ya había comenzado a lubricar, giré media vuelta y vi hacia abajo su cabeza calva besando mi preñez, mientras levantaba su mirada para observar mis movimientos; poco a poco sus besos fueron subiendo y yo levanté un poco más mi blusa, dejando descubierto el borde de mis oscuras aureolas, que no tardaron en llenarse de besos.

Entonces fue él quien se levantó lentamente, me vio de cerca a los ojos y sin decir una sola palabra comenzó a besarme muy agitado, mientras su mano izquierda apretaba mis tetas y mi culo se pegaba al lavatrastos, mis besos iban con mucha pasión que pronto transformamos en lujuria, cuando nuestras lenguas se entrelazaron; mi suegro bajó su mano derecha y la introdujo en mi pants, tocándome sobre el cachetero que llevaba puesto; sin dejar de besarnos, abrí mis piernas y con mi mano coloqué la mano de Alberto en mi vuelva, para que sintiera lo jugosa que ya estaba, no tardó un segundo cuando sentí sus dedos en la entrada de mi vagina, lo que me sacó un suspiro; sabía que no había marcha atrás y la verdad quería dejarme llevar. Baje mi yoga pants, y corrí hasta mi habitación y cuando Alberto me alcanzó me dio una gran nalgada que pronto me puso muy caliente, y mientras apretaba mi culo yo me saqué mi blusa para que devorará mis tetas; cada lengüetazo en mis pezones era un escalofríos que provocaba la necesidad de frotar mi vulva.

Así que con mis manos en su calva cabeza bajé su cuerpo, hasta que lo llevé a mi vagina, la cual fue olfateando un par de veces y sin previo aviso su lengua saboreo mi vulva, lo que me hizo estremecer mi cuerpo y antes de reponerme volvió a repetir el movimiento, haciendo a un lado mi cachetero, y con su lengua una y otra vez rozándome el clítoris, los labios y mi Vagina hasta que mis ojos se cerraron por una gran presión donde dejé salir un fuerte alarido de gozo al sentir mi sexo devorado por el padre de mi esposo.

Rápidamente lo llevé hasta a mi, le quité su camisa, y besé sus pectorales, me vio a los ojos con su boca empapada en fluidos y mientras se quitaba el pantalón me levanté a besarlo tan solo para sentir mi sabor, le bajé su bóxer y contemple su empalme, y note su gran tamaño, tan parecido al de mi esposo; y fue cuando decidí introducirlo hasta mi garganta, al punto de casi hacerme vomitar, pero no me importó seguir chupando su gran verga madura, la primera para ser exacta; bajé hasta sus testículos e intenté introducirlos en mi boca, pero eran tan grandes que no pude. Mi suegro se agacho y volvió a besarme con gran lujuria.

Yo me separé de Alberto por unos minutos, me bajé el cachetero y me senté en la cama, abrí mis piernas y con una mano abrí mi vulva y con la otra introduje dos dedos en mi vagina, mostrándole a mi suegro cómo me masturbaba al ver su cuerpo desnudo. Eso excitó por completo a Alberto, me tomo de los pies, y me arrastró hasta la orilla de la cama, agacho un poco su cuerpo y acercó su miembro viril a mi sexo, su glande rozó mi clítoris y yo suplicaba que metiera su verga en mi vagina que ya estaba muy hinchada, y al tercer intento sentí su pene en la entrada y con su fuerza y la ayuda de mis piernas, se fue deslizando muy dentro de mi, haciendo soltar un único gemido al tiempo que mis ojos se cerraban como reflejo de la incomparable delicia que sentía cada vez que las paredes de mi vagina se frotaban con su gran verga madura, sentía morir y en las mismas renacida, estaba tan caliente que en cada embestida me retorcía en mi cama, mientras me llevaba una de mis tetas a la boca para saborear mi pezón; su musculoso brazo detenía su cuerpo y con su otra mano amasaba mis tetas, mi panza embarazada se movía en cada embestida, hasta que mi cerebro se enfrió, y yo suplicaba porque no se detuviera, mis músculos se tensaron, y el éxtasis me cerró los ojos y dejé que mi cuerpo disfrutara la energía que me hizo temblar hasta que mi cuerpo desnudo se desmayó en la cama de mi matrimonio.

Poco a poco me fui reponiendo, y fui recobrando la energía, me coloqué en cuatro patas, a pesar que mis piernas temblaban, agaché mi dorso y levanté mi culo, y sin esperarlo sentí una espeso y cálido líquido cayendo entre mis nalgas y resbalando hasta mi vagina. Mi suegro me había escupido y era una sensación tan deliciosa que sin pensarlo me pellizque los pezones. Alberto colocó su pene en mi vagina y comenzó a penetrar me, mientras mi barriga y mis grandes tetas se abalanzan mientras colgaban, sus manos estaban al alrededor de mi cintura y me hacía sentir una verdadera hembra en celo al sentir sus testículos chocar con mis nalgas, esa sensación que me hacía sentir como perra me excito más cuando mi suegro me haló el cabello en cada embestida; no tardé tanto cuando comencé a sentir el movimiento en mi vientre por mi bebé y toda esa situación me llenó de lujuria, y mientras Alberto me penetraba con mi mano frotaba mi clítoris hasta que mis fluidos se derramaron en mi entrepierna y mi electricidad subió hasta mi cabeza y disfruté de un nuevo orgasmo.

Aún no me sentía completa, así que empuje a mi suegro acostándolo en la cama, me acerqué a su verga y solté una escupida y vi como se derramaba a lo largo de su falo, luego con mi mano lo masturbe por unos segundos, me subí a la cama , doble mis piernas frente a él y las separé, encerrando sus piernas debajo de las mías, y me senté dejando caer deslizado todo mi sexo sobre su deliciosa verga hasta que mis nalgas tocaron sus piernas mi suspiro se convirtió en gemido, mientras mi cuerpo se retorcía en gocé; así que comencé a botar una y otra vez, y apretando mis entrañas para sentir mejor la verga de mi suegro apreté con fuerza las sábanas de mi cama, mientras mis senos rebotaban en cada movimiento. Mis gemidos fueron cada vez más audibles y dejé que mi cuerpo se rebalsara en gocé, mientras veía las venas de la cabeza de Alberto marcarse con mucha facilidad, la electricidad se apoderó de mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza, mis pupilas se dilataron y la presión en mi vagina fue incontrolable que sentí muchas ganas de orinar, pero estaba tan excitada que no me importo, mi lujuria se apoderó de mi cuerpo y con muchos gemidos dejé expulsar mis fluidos, y al mismo tiempo sentí la verga de mi suegro expulsar todo su semen dentro de mis entrañas, lo que prolongo mi orgasmo gracias a cada golpe de leche caliente en las paredes de mi vagina.

Nuestros cuerpos sudorosos cayeron desbordados, uno a la par del otro, mi vagina aún palpitaba, y en cada latido, mi vagina expulsaba el esperma cálido de mi suegro, y yo disfrutaba como se resbalaba por la entrepierna hasta que vi la hora y volví a la realidad, y con mi estado de preñez a flor de piel, baje corriendo a traer mi pants en la cocina, me limpie el esperma que goteaba con mi tanga, y antes de ponerme la blusa escuché el garaje abrirse; mi suegro se metió a la ducha, y yo con mucha astucia dejé caer jugó en la cama, para disimular mis fluidos. Cuando mi esposo entró no sospechó nada, pero el fin de semana fue muy incómodo pues con la presencia de mi marido, solo nos dábamos besos y nos tocábamos muy sutilmente, porque aunque me ponía cerda, no podíamos copular. Así que el día lunes antes que mí suegro se marchará, pasamos a un hotel para despedirnos como nos merecíamos; ahora solo esperamos la navidad para volvernos a ver y volver a sentir una verdadera verga de macho maduro dentro de mi preñado cuerpo en celo.