De Aventura en Acapulco
Me recoste en el camastro y encendí un cigarro mientras tomaba en mi mano mi verga y comenzaba a masturbarme, mi erección estaba en su totalidad, cuando escuche una voz femenina con acento español europeo... -Tío eso que haces se ve apetitoso.
1: Un viaje a solas que terminó siendo acompañado.
Tantos problemas que hay en el día a día que a veces necesitamos un break, y yo después de una decepción amorosa y muchas broncas que me habían causado hasta malestares de salud, decidí entonces que tenía suficiente y saqué lo que tenía ahorrado y lo invertí en un viaje en solitario al hermoso puerto de Acapulco, así que tomé mis maletas y me preparé para una semana de merecido descanso.
Primero me presento me llamo Ariel, tengo 35 años, soy alto 178 de cuerpo atlético, cabello largo por debajo de los hombros, de cuerpo lampiño pero marcado, he tenido muchas novias, aunque soy bisexual, razón por la cual creo que han dejado todas mis novias, el colmo fue que mi exnovia me dejó por el chico que me gustaba, pues bien dejemos eso atrás y continuemos.
Llegue por la noche al hotel, era un hotel con dos torres gemelas en el área turística del área hotelera, me tocó una buena vista hacia el mar, era tarde para bajar a la playa, así que decidí pedir un par de cervezas a mi habitación, y me puse cómodo, me desnudé y me puse una bata de baño para esperar las bebidas, una vez entregadas por una camarera que me hizo un barrido visual, cerré la puerta y luego dejé las bebidas en el balcón de la habitación, para después quitarme la bata y tomar mi cajetilla de cigarros, me recoste en el camastro y encendí un cigarro mientras tomaba en mi mano mi verga y comenzaba a masturbarme, mi erección estaba en su totalidad, cuando escuche una voz femenina con acento español europeo...
-Tío eso que haces se ve apetitoso.
Mi mirada se centro en una rubia de piel blanca que estaba en el balcón contiguo, cabello ondulado, se veía de unos 50 o 55 años, uñas largas, pechos firmes, enfundada en un bikini rojo, y fumando un cigarro igual que yo a lo cual yo continué con lo mío pues a ella le gustaba...
-¿Quieres algo de ayuda?
-Con gusto preciosa la puerta está abierta. -dije.
-Pues espera ahí que ya voy a por ti.
Volvió a entrar y corrí a la puerta a quitar el seguro y en dos brincos regresé al camastro, unos dos minutos después la puerta se abrió y entro la rubia, pero no venía en bikini, sino totalmente desnuda, su entrepierna estaba totalmente depilada, y sus pezones eran oscuros como la noche, de aureola pequeña, delgada, caderas anchas, alta 170 aproximadamente, ojos azules, y un tatuaje de un gato en la nalga derecha...
-A ver pues dame acá.
Sin decir otra cosa se puso de rodillas y metió mi verga entera dentro de su boca, y comenzó a mamar de manera deliciosa, metiendo la hasta la garganta, y sobando mis testículos, su cabeza subía y bajaba y mi verga casi no salía de su boca, era una experta en el arte del felatio, pero después de diez minutos en aquello y viendo que estaba cerca mi orgasmo, decidió detenerse, y entonces levantó su pierna derecha y la paso del otro lado del camastro, tomó mi verga, la apuntó a su concha y se ensartó de golpe...
-Vamos tío follame que soy tuya. -me dijo.
La tome por la cintura y comencé a bombearla, haciéndola gemir casi de inmediato, sus pechos brincaban y su placer era enorme pero el camastro no soportaría aquellos movimientos así que nos pusimos de pie y ella subió una pierna al barandal del balcón y yo metí mi verga en su concha, lo cual pareció gustarle aún más por que gimió con más fuerza, nos besabamos apasionadamente, sin importarnos si alguien nos veía, mi cuerpo y el suyo compenetrados, mis manos estrujando sus pechos, y dándole nalgadas muy fuertes, que dejaban mis manos marcadas; entonces en un momento ella se dio la vuelta y me llevo a la cama de la habitación donde se recostó y abrió las piernas, volví a penetrarla y me pidió hacerlo con fuerza, ella estaba en el límite entre el dolor y el placer pero lo disfrutaba, dejándome hacer y causándole placer a través de bofetadas que me pedía, mis manos sin embargo preferían aplastar sus pechos, llevándonos cada vez más cerca del orgasmo, me atrajo hacia ella y me pedía que le diera más duro...
-Estoy por venirme. -le dije.
- No saques tu polla, déjame ir todo adentro papá.
Mi orgasmo y el de ella llegaron juntos, ella me atrapó con sus piernas y sus uñas se clavaban en mi espalda, mi leche quedó en lo más profundo de su cuerpo, y nos fundimos en un beso que duro al menos cinco minutos.
Luego me levanté y ella me dijo...
-¿Cuando llegasteis?
-Llegue hoy.
-Y cuando os irás.
-Planeo quedarme una semana.
-Veo que vinisteis Sólo, o ¿Esperas a alguien?
No para nada, vengo sólo.
Pues si no os importa yo tambien estaré por aquí una semana, podríamos quedarnos juntos.
-Preciosa si haces eso que hiciste hace un momento claro que si.
-Vale Papá mi nombre es Gabriela.
Le Di mi nombre y luego decidimos bajar a tomar algo, así que ella volvió a salir de la habitación aún desnuda y luego nos reunimos diez minutos después frente al ascensor, yo iba vestido con una bermuda y una playera sin mangas y sin calzado. Ella traía la parte de arriba de su bikini y abajo un pareo, pero en el ascensor me mostró que abajo no traía nada, estuvimos unas dos horas en el bar, y ahí me contó que ella si venía acompañada de su sobrina que tenía 18 años cumplidos, ambas vivían juntas en Valencia, España y estaban en el puerto para despejarse por una decepción amorosa, Gabriela de su exesposo, y Vanesa su sobrina de su exnovio, por lo que los tres estábamos en la misma situación, luego de un par de tragos volvimos a subir a mi habitación, donde apenas cerramos la puerta nos besamos y nos desnudarnos...
-Vamos tío que quiero que me folles por el culo y me lo rompas. -dijo.
Fuimos desnudos al balcón y ella subió la pierna derecha al barandal, y me dijo...
-Venga tío, méteme la polla ya.
- Pero te dolerá preciosa.
-No importa, métela.
Y al cliente lo que pida, me puse un poco de saliva en la verga y se la deje ir de golpe y ella ahogó un grito, pero apenas estuve dentro me dijo que me moviera, así que lo hice, bombeaba con fuerza y luego de aquello y sin sacarsela caminamos a un sillón, y seguimos, mis manos ya ardían con las nalgadas que le daba pero ella pedía más, por lo que aceleré mis movimientos y me vine nuevamente pero esta vez dentro de su culo, ella me beso y me dijo...
-Haré lo que me pidas, soy tuya.
Nos metimos a bañar entre besos, caricias y arrumacos, para luego acostarnos a dormir desnudos y abrazados, esa sería una semana muy interesante.