De Andrés a Andrea: Mi proceso de feminización (4)

Andrés empieza a degustar...

Compré todo y seguí sus instrucciones al pie de la letra. Me depilé con la cuchilla de afeitar todo, le dije a mi mujer que me venía mejor para el gimnasio y me entrené a fondo. Fue como una rutina a partir de ese día. Incluso compré además un plug inflable, y es que la situación me empezaba a gustar, me sentía excitado todo el día.

“Andrea, bonita, hoy tengo una amiga conmigo”.

Había llegado con la ropa, con mi blusa rosa y con bordados, un poco avergonzado en la calle por el tema de las nuevas tetas (procuraba aparcar cerca del apartamento), pero a la vez excitado con el plug que llevaba metido, y la noticia me pilló desprevenido.

“Ven, enséñanos lo puta que eres”. La amiga, con una melenaza castaña, estaba espectacular. Las dos se reían mientras yo paseaba ante ellas y se hacían comentarios. “¿Un poco sosa, no? ¿Tendrá ganas de rabo?” procacidades que me ponían a cien y se me notaba.

“Desnúdate, putita, y enséñale a Karen lo que llevas puesto. Como un striptease”. Comencé a desnudarme imitando lo que conocía, con movimientos más o menos insinuantes. Karen me miraba interesada y compartía comentarios con Carla en voz baja. Finalmente, cuando les enseñé el plug, se levantaron ambas y me acompañaron a la habitación. Allí me maquillaron, me depilaron las cejas, me pusieron una peluca rubia de media melena, me vistieron con un vestido de volantes corto, me calzaron y me tuvieron casi media hora paseando como una puta, imitando sus movimientos, etc.

Bien, cariño, Karen es experta en orgasmos arruinados y eso es lo que vas a aprender hoy. A correrte sin disfrutar de tu pene, quedándote igual de excitada”

Me tumbaron en la cama, me inmovilizaron,  Karen comenzó  a jugar con mi culo y con el plug excitándome, tan pronto lo sacaba como metía sus dedos y volvía después a introducir el plug. De vez en cuando utilizaba el Hitachi pero cuando vio que estaba muy excitado y a punto de correrme paró de repente dejó el plug dentro y:

“Andrea, puta, tengo tres tipos esperando fuera para follarte por la boca  por el culo, para que les masturbes mientras te machacan, para eso y más. Vas a chupar todo lo que te metan, vas a lamer, vas a tragar semen hasta que les dejes el sable vacío y limpio como una patena.”

No pude evitarlo; me puse como una moto  me corrí como una bestia, pero curiosamente sin erección casi. Ellas dos sonrieron y cogieron con los dedos mi semen recién expulsado:

Karen: “Andrea, tu obligación como puta es tragar semen. Te lo vamos a ir dando con nuestros dedos. Chúpalo poco a poco, saboréalo en tu boca y después lo tragas”. Les dije que no pensaba hacerlo, pero entonces Carla me amenazó con ponerme un aparato que tenía allí, que mantiene la boca abierta.

“O te lo tomas como quieras, despacito, o te lo vamos a meter todo a la fuerza, ¿entiendes, puta?”

Carla, al verme reacio a hacerlo, se apiadó de mí, cogió una piruleta y la mojó en mi semen. “Por ser tu primera vez, lo vas  a probar así” y me la metió en la boca. La chupé con precaución pero solo notaba el sabor dulce, a caramelo, y una crema fluida. Siguió mojando la piruleta cada vez con más cantidad y yo seguí chupando y empezando a notar algo salado entre el dulce. Finalmente, cuando le pareció bien, se mojó los dedos en el semen y me los metió en la boca. Noté un sabor algo salado, una crema suave y me la tragué al momento. Karen, que se dio cuenta, cogió una buena cantidad, me la metió en la boca y me ordenó chuparla y degustarla sin tragarla, enseñándosela de vez en cuando. Aunque me daba cierto asco, no me quedo más remedio que hacerlo y así estuve, saboreándolo, hasta que me autorizaron a tragarlo.

Me desataron y me enviaron a arreglarme. Me lavé, me duché y me vestí (siempre llevaba mi ropa en el maletín). Después de pagar:

“Andrea, tus tareas para este mes. Seguirás con tu entrenamiento con el plug pero lo llevarás puesto todo el día, sólo te lo quitarás para dormir. Te comprarás más ropa interior y la utilizarás diariamente. Este mes aprenderás a maquillarte como una puta. Irás a esta peluquería, contactarás con Inés y le dirás que vas de mi parte.”

Hice lo que me ordenaba. El tema del plug me excitaba cada día más, tomé como norma hacerme una limpieza anal profunda cada día en la ducha y a continuación meterme el plug y mantenerlo durante todo el día. Me pasaba el tiempo excitado pero, curiosamente, cada vez me empalmaba menos.

Dos días más tarde fui a la peluquería. Estaba llena de clientas, y con cierta vergüenza pregunte por Inés. Cuando le dije que iba de parte de Carla sonrió y me dijo: “No te preocupes, Andrea, te voy a enseñar y te vas a sentir muy bien.” Dicho esto me sentó en uno de los pocos huecos libres, entre dos chicas jóvenes y dijo en voz alta: “Andrea quiere aprender a maquillarse. Se siente mujer y quiere llegar a serlo, chicas. Vamos a ayudarla entre todas”. Los murmullos fueron generalizados pero todas ellas me saludaron, se acercaban a mí y me decían que iba a quedar muy guapa, que Inés era muy buena en lo suyo y que yo tenía ya unos rasgos muy femeninos. Rojo como un tomate les di las gracias a todas e Inés comenzó su trabajo. Me fue poniendo todo tipo de bases y maquillajes, de pintura y sombras de ojos, de pintalabios, etc. explicándome cada paso.  Las clientas colaboraban, que si ese tono te queda ideal, que ese rojo para los labios es perfecto, etc. Cuando terminó me limpié a pesar de que ella pretendía que saliese así. Me dijo que volviese un par de veces más para aprender todo bien.  Eso hice, y aprendí todo lo que debía saber sobre maquillaje. Una cuarta vez fui y me maquillé yo mismo con resultados aceptables. Ese mismo día, Inés me preparó un juego completo de maquillaje.

Fui a la siguiente cita como a la anterior, con la misma ropa. Cuando me abrió Carla se sintió decepcionada: “Pensaba que vendrías maquillada…” Le recordé que no me lo había ordenado y entonces me envió a su cuarto a maquillarme.

Comenzó la sesión como en una ocasión anterior, atándome a la cama, atravesado en ella. Me imaginé que vendría otra vez su amigo. Ella sonrió, no dijo nada, me inmovilizó y me vendó los ojos. Me quitó el plug y noté que había otra persona en la habitación. “No te preocupes, Andrea, hoy ha llegado el momento de que conozcas varón. Abre la boca y lame”.  Una polla flácida me rozó los labios. Yo empecé a chupar y lamer y poco a poco fue engordando hasta que se puso enorme y rígida. Me llegaba hasta el fondo de la garganta hasta darme arcadas y salivar como una perra pero yo chupaba y chupaba, hasta que finalmente la sacó.

“Relájate, Andrea, y disfruta” dijo Carla. Riéndose me lubricó el ano. Empecé a notar que algo me rozaba el año, se restregaba contra él y empezaba a introducirse. Era muy gorda pero a la vez flexible y yo tenía el ano dilatado por lo que no me dolía apenas. Me excitaba conforme iba metiéndomela y cuando llegó al fondo no pude aguantar más. “Dale fuerte, cabrón”. El tipo empezó a sacarla y meterla brutalmente pero yo disfrutaba como una perra en celo y le pedía a gritos más y más. Cuando ambos estábamos a punto de corrernos, Andrea lo frenó: “Sácasela, que vamos a terminar de otra forma”.

Me imaginaba lo que pretendía. Estaba tan salido que ni siquiera protesté pero me daba miedo recibir aquello y así se lo dije a Carla. “No te preocupes, putita, eyaculará en tu cara pero puedes cerrar la boquita cuando lo haga. Ahora, ábrela bien. Ah, y está limpio de ETS” La noté en mi boca, caliente y húmeda, sin preservativo, y empecé a lamerla como si no hubiera un mañana. Carla me animaba “sigue, zorra” y yo cada vez tragaba más, chupaba más, salivaba más.

El tipo, cuando notó que se iba a correr, la sacó, cogió mi mano y me obligó a masturbarle frente a mi cara hasta que eyaculó. Varios chorros calientes impactaron contra mi cara, mis ojos, mi nariz y mi boca. Yo me sentía excitadísimo  por haber sido capaz de conseguir aquello y solté algún gritito, como una putita. Carla se dio cuenta: ”Estás caliente ¿eh, zorra? Quieras chuparla, ¿verdad?” Incrédulo, me oí contestar que sí. El tipo me acercó su polla, ya flácida y yo se la lamí entera chupando y degustando el semen que todavía tenía. Cuando le deje la polla limpia se retiró. Carla entonces volvió a mi lado, me quitó la venda y me dijo. “Que puta te sientes, Andrea, ¿a que sí?” Yo asentí, y entonces Carla introdujo en mi culo el plug más grande que tenía y, delicadamente, fue tomando los restos de semen que había sobre mi cara e introduciéndolos en mi boca. Los chupé con cuidado, los degusté por toda mi boca y finalmente los tragué todos. Cuando acabé me masturbó con el hitachi y cuando estaba a punto dejó de utilizarlo y jugó con el plug en mi culo hasta que solté toda la carga en el preservativo que me había puesto. Otro orgasmo arruinado, y esta vez la excitación desapareció de golpe. Me quedé flácido, exhausto, agotado,  pero Carla todavía tenía una sorpresa. Cogió el preservativo, me abrió la boca y a pesar de mis protestas y mi falta de ganas y de deseo, me lo volcó entero en la boca, obligándome también a degustarlo y tragarlo. “Una zorrita debe acabar siempre la faena”.

Así terminó esta sesión. Para la próxima Carla me dijo: “Vendrás como los últimos días, pero maquillada. Seguirás con tu entrenamiento, con tu plug, y vistiendo ropa interior de mujer- Ah, y vete a ver a Inés, que tiene algo nuevo que enseñarte”