De amante a suegro

Como pueden cambiar las cosas, pasó de ser mi amante a mi suegro, pero han pasado muchas cosas más

Tenía por entonces no más de 19 años que en una fiesta de la empresa que trabajaba como becarias conocí a Miguel, era un hombre maduro, de 45 años, alto y muy fuerte, enseguida se fijó en mí, era uno de los principales clientes de la empresa así que lo traté con mucha amabilidad, lo cierto es que su conversación y su aspecto me cautivó al momento y acabamos follando en el cuarto donde la mujer de la limpieza guardaba sus cosas.

Miguel fue con diferencia el autor de mi mayor orgasmo, sabía perfectamente cómo hacer gozar a una mujer, sus dedos acariciaban mi coño como si supieran en cada momento lo que necesitaba para poderme hacer gozar al máximo. Al despedirse me pidió el teléfono y se lo di sin pensarlo, tenía novio pero nadie me había hecho correr así.

Dos días después me llamó, a pesar de haber quedado con mi novio le di una excusa y me dirigí al hotel que me había dicho, estuvimos follando como tres horas, al salir me temblaban las piernas, casi no podía andar.

Miguel estaba casado, lo supe desde el primer momento, igual que él sabía que tenía novio así que continuamos viéndonos como amantes, yo le decía que nadie me hacía gozar como él y su respuesta siempre era que yo era la mejor mujer que se había acostado, a su lado aprendí muchas cosas nuevas y tenía la exclusiva de mi culo y él tampoco se follaba a su mujer por este agujero, era una especie de vínculo que manteníamos.

Lo nuestro era solo sexo, nada más, pero ambos estábamos totalmente enganchados, con el tiempo rompí con el novio pero para nada dejé de follarme dos veces por semana a Miguel, compró un pisito que solo usábamos para estar juntos y allí nos veíamos cada lunes y jueves.

Tuve dos novios más, evidentemente nunca supieron que les ponía los cuernos con el mejor follador del mundo, solo sabían que los lunes y los jueves no podía quedar con ellos y si Miguel me llamaba en otros momentos, no me importaba ni que estuviera a medio follar con mi novio, lo dejaba y me iba con él.

Cuando tenía 28 años, ya llevaba follándome a Miguel más de 9, conocí a Juan, un chico encantador del que me enamoré inmediatamente, a su lado era feliz, en la cama no era nada malo, claro que mi referencia siempre era Miguel y eso no podía ni tan solo igualarse, pero Miguel y yo seguíamos enganchados como siempre.

Con Juan las cosas empezaron a ir en serio, le invité a conocer a mi familia y encantó a todos, evidentemente él, en justa compensación me invitó a cenar con la suya, recuerdo perfectamente aquella noche, estaba muy nerviosa, mi deseo era caerles bien a mis suegros, Juan me había hablado algo de ellos y me decía que nada debía temer ya que eran muy normales.

A las 9 en punto llegamos a su casa, abrió la puerta mi suegra, María, se mostró muy simpática, vi a alguien acercarse por el pasillo, no lo veía muy bien hasta que lo tuve delante de mí, ERA MIGUEL, MI GRAN AMANTE!!!!!, me quedé blanca, no sabía cómo reaccionar, por suerte supo actuar como si no me conociera y todos achacaron mi comportamiento a los nervios, se me hacía difícil andar sabiendo que el padre de mi novio era mi amante, alguien que sabía tanto de mí, no hacía ni dos semanas que había abandonado a su hijo cuando estaba a punto de clavarme la polla para irme con él y Miguel lo sabía perfectamente, lo único que no sabía en aquel momento es que a quien había dejado con dolores en los huevos era precisamente su hijo.

Aquella cena me sentó fatal, no podía decir dos palabras coherentes, creo que mi suegra se pensó que era tonta, se me cayeron varias veces los cubiertos e incluso tumbé una copa.

A la mañana siguiente recibí la llamada de Miguel, quiso saber como estaba, le dije que deberíamos vernos, quedamos por la noche en el piso.

Al llegar estaba destrozada y sin rodeos le dije que debíamos dejarlo, lo entendió, ambos lloramos abrazados pero sin saber cómo acabamos en la cama follando, quizás buscábamos un polvo de despedida.

Pasó el tiempo, aprendí a comportarme ante Miguel como si fuera simplemente mi suegro, de vez en cuando me llamaba, siempre me decía que recordaba lo bien que nos lo pasábamos en la cama, pero lo hacía con un tono muy cariñoso, algunas veces me preguntaba si seguía sin dejar mi agujero del culo a Juan y siempre le respondía que aquel agujero lo había estrenado él y nadie más lo usaría, respondiéndome que tampoco lo hacía con nadie por allí.

A los dos meses Juan y yo tuvimos una fuerte pelea, casi lo dejamos, inmediatamente llamé a Miguel, no sé exactamente por qué, si quería a alguien para explicarle lo que había pasado o simplemente buscaba una venganza para mi novio, aceptó el encuentro y tras llorar un buen rato acabamos en la cama, sentí aquellos placeres que ya tenía olvidados, sus deditos en mi clítoris, su polla en mi coño haciéndome correr como una loca y la penetración en el culo…..

Con Juan al día siguiente nos reconciliamos pero había vuelto a descubrir que Miguel me daba cosas que Juan no sabía darme por lo que volvimos a ser amantes pero los remordimientos me comían así que volvimos a dejarlo al cabo de unos meses.

Llegó el momento en que Juan y yo decidimos casarnos, mis suegros nos ayudaron mucho, Miguel estaba especialmente encantado, un par de días antes de la boda, en pleno momento de nervios me llamó por teléfono, quería darme un regalo especial y decidimos vernos, el regalo fue bonito, un conjunto precioso de ropa interior que debería llevar el día de mi boda,  pero no solo fue esto, acabamos follando, era como un recuerdo de tiempos maravillosos.

La boda fue perfecta, Juan y yo radiábamos felicidad y amor, el viaje de novios duró tres semanas en las que gozamos de buenos ratos en la cama, cuando entramos en la rutina diaria empecé a sentir deseos de Miguel así que tras proponérselo cada cierto tiempo nos veíamos con mi suegro amante, sería cada tres o cuatro semanas al principio pero poco a poco este tiempo se fue acortando acabando viéndonos más de una vez por semana.

A los tres años de casarnos quisimos ser padres, dejé de tomar la píldora pero no tuvimos éxito, fue un año bastante duro ya que ambos queríamos un hijo, las veces que lo hice con Miguel nos limitamos a enculadas para evitar que fuera él quien me dejara embarazada.

Tras unas visitas al médico el diagnosis fue claro, Juan era incapaz de dejarme embarazada.

Barajamos distintas posibilidades, adopción, inseminación… Juan siempre me decía que le hubiese gustado que fuera suyo, o, por lo menos, llevara su misma sangre así que le planteé que la única solución era su padre.

Lejos de extrañarse algo me hizo pensar que ya se le había ocurrido la idea pero me planteó la dificultad de pedírselo, armándome de valor le dije:

  • Si quieres lo haré yo, pero quiero que estemos todos, incluida tu madre

Aceptó, sabía que no sería nada sencillo, los invitamos a cenar, no sospechaban nada ya que no le conté nada a Miguel, estaba muy nerviosa pero cuando acabamos los postres hice un resumen de nuestro problema, cosa que tampoco sabían y al final dije:

  • Hemos pensado que Miguel puede ayudarnos.

Se hizo un silencio total, María y Miguel se miraban como no sabiendo que responder hasta que mi suegra dijo:

  • Y eso como se haría?
  • Hay varios métodos, ir a una clínica, hacer una donación y luego la implantación es la más usada
  • Pero será caro, dijo mi suegra
  • Claro, en este mundo de la fertilización todo lo es, dije
  • Nos permitís que lo pensemos?, dijo de nuevo María
  • Claro, dijimos Juan y yo a la vez.

Tal como esperaba, al día siguiente me llamó Miguel, quiso quedar para hablarlo, sabía que aparte querría algo más y a mí también me apetecía, me dijo que él podría haberme dejado embarazada si quería sin tener que contárselo a nadie pero le respondí que una cosa era ponerle los cuernos a su hijo y la otra es que le diera un hijo que no era suyo, tras entenderlo aprovechamos el rato para gozar de nuestros cuerpos.

A la semana siguiente fueron ellos quienes nos invitaron a su casa, parecía que nadie se atrevía a sacar el tema hasta que mi suegra dijo:

  • Hemos estado pensando en vuestro problema y como no podía ser de otra manera, Miguel será el donante.

Juan y yo nos alegramos mucho, nos abrazamos de contentos, mi suegra continuó.

  • Además hay otra cosa, Miguel y yo hemos pensado que si queréis, no tenéis que ir a una clínica y hacer el proceso, se trata de dejarte embarazada y es absurdo gastar dinero para hacer el proceso cuando se puede hacer natural y gratis

Me quedé de piedra y sin saber que responder, por suerte Juan supo reaccionar y dijo que por él no había problema si se trataba solo de eso y claro, yo lo aceptaba, ¡ cómo iba a decir que no !, ¡ si me había follado más veces que mi marido !, pero por otra parte quería que la concepción de mi hijo, ya que no sería con mi marido, fuera fruto de un polvo salvaje, cuestión de principios, jajaja, así que dije:

  • Por mí no hay problema, ahórranos este dinero nos vendrá muy bien, pero quiero que los dos (señalando a mi suegra y mi marido) estéis presentes.

Les extrañó mucho esta petición pero lo aceptaron, pretendía que fuera lo más parecido a una inseminación y quería que mi marido estuviera a mi lado y también me pareció muy feo que Marta no pudiera estar al lado de su marido, buscamos las fechas de ovulación, faltaba una semana, el plan era que vendrían a nuestra casa, sería un jueves.

Al día siguiente, tal como esperaba, me llamó Miguel, estaba extrañado por lo que había pedido, le di mis razones que entendió, también quiso quedar el martes y así fue pero no le dejé que se corriera en mi coño.

El jueves estuve todo el día muy nerviosa, no caliente, para mí aquello era solo una inseminación y nada tendría que ver con un polvo y menos de los que me daba Miguel, lo preparé todo para que fuera en nuestra habitación, me puse un vestido blanco amplio, quería que pudiera subírmelo fácilmente ya que no me desnudaría por completo, busqué unas braguitas nada sexys, blancas tipo bikini y un sujetador del mismo tipo, mis suegros llegaron puntuales, María vio lo nerviosa que estaba y llevándome aparte me dijo;

  • No te preocupes, todo irá bien, es solo dejarte introducir lo de Miguel y que se corra dentro de ti, así me haréis abuela, dijo muy contenta.

Me hablaba como si tener la polla de su marido fuera para mí toda una novedad, la pobre si supiera….

No quería que pasara mucho tiempo así que nos fuimos a la habitación, Juna estaba a mi derecha y María a mi izquierda, me senté en la cama quedándome las piernas colgando, puse las manos bajo el vestido y me saqué las bragas, Miguel se puso delante de mí y tendiéndome recogí la falda de manara que me tapara justo el coño pero pudiera entrar allí la polla, mi coño estaba completamente seco, para nada me excitaba la situación, tenía a mi marido a un lado dándome la mano y al otro mi suegra, Miguel se puso entre mis piernas, se abrió los pantalones y se los bajó junto con los calzoncillos, no lo miraba, tenía los ojos con mi marido, se acercó y apuntó la polla a mi coño, noté el roce pero algo más, aquello no estaba para nada duro, unido a mi vagina seca, los intentos fueron inútiles, incluso separé con mi mano la vagina pero no podía entrar, mi suegra dijo:

  • Si no conseguimos que se excite no podremos hacerlo.

Era una evidencia, me incorporé, vi la polla de mi suegro que estaba completamente flácida, como se la dejo después de follar, pensé, mi suegra lo hizo sentar a mi lado, se arrodilló entre sus piernas y se la puso en la boca!!!!!!!, se la estaba chupando ante su hijo y su nuera!!!!!, y por cierto que no lo hacía nada mal, miraba descaradamente, poco a poco aquello empezaba a reaccionar, pero realmente poco a poco, mi suegro parecía muy cortado con tanta expectación, de repente Maria deja de chupar y me dice:

  • Creo que todas tenemos que colaborar, ¿puedes sacarte el vestido?

Me quedé de piedra pero tenía razón, si no colaboraba Miguel no se empalmaría, puse los dedos en los botones del vestido y fui abriéndolo, cuando estuvo todo desabrochado me lo saqué, Miguel se quedó mirando mi cuerpo tapado solo por el sujetador, cuerpo con el que había disfrutado infinidad de veces pero todo era distinto, me saqué el sujetador, la polla de Miguel empezaba a estar dura, mi suegra me indicó que me volviera a poner como antes, lo hice. Acompañó a su marido hasta colocarse entre mis piernas, le cogía la polla que apuntó a mi coño, noté el contacto pero mi coño seguía seco y sin excitación, entonces ella decidió que tenía que hacer algo, dejó de apuntar a mi coño y empezó a pasar suavemente la polla por encima el clítoris, consiguió lo que quería, empezaba a gustarme aquello, quizás demasiado, sin querer lancé un gemido, al oírlo mi suegra dijo:

  • Muy bien cariño, esto empieza a funcionar.

Mi coño empezó a mojarse, de repente noto que la polla de Miguel baja hasta encontrar el agujero de follar, todo acompañado por las manos de mi suegra, despacito Miguel me va penetrando pero yo ye estaba en marcha y gozaba con la penetración, intentaba ocultarlo pero era difícil y cualquiera lo hubiese notado, mi suegro empezó a entrar y sacar la polla, mi marido me daba la mano y al otro lado mi suegra me miraba con una sonrisa, estaba a punto de correrme, creo que los tres lo sabía, no pude resistir más y lancé un fuerte gemido que acompañado de una gran convulsión no era otra cosa que una corrida genial!!!!!!

Mi suegro seguía bombeando y yo sintiendo placer, miré a mi marido primero y a mi suegra después, ninguno de los dos parecía enfadado por lo que había pasado así que decidí no reprimirme más y volví a correrme, y así dos veces más antes de que Miguel descargara su leche en mi coño, momento en el que tuve el mayor de todos aquellos orgasmos.

Me quedé en la cama tendida, mi suegro se vistió y se marcharon, era lo que habíamos acordado, Juan se quedó a mi lado, le dije:

  • Lo siento, no he podido evitarlo, intentando justificarme.
  • No pasa nada, lo importante es que quedes embarazada.

Me tranquilicé sabiendo que no le importaba, al reto me levanté y cenamos.

El viernes me tocaba otra “sesión de inseminación”, que es como habíamos decidido llamarlo, durante el día estuve muy caliente, nada que ver con el día anterior, al prepararme decidí ponerme algo más sexy, sabía que acabaría desnuda y por tanto quería alegrarle la vista.

Llegaron también puntuales y nos fuimos a la habitación, me senté en la cama y sin que nadie me lo pidiera me saqué el vestido quedando en tanga y sujetador, los tres me miraban atentamente, me desabroché le sujetador y dejé las tetas libres, tras lo cual me bajé el tanga quedando en pelotas y dije:

  • Empezamos?

Miguel se sacó la camisa, el día anterior se limitó a bajarse los pantalones con los calzoncillos y dejarlos en las rodillas, parecía que tenía otras intenciones y no me equivoqué cuando vi que se bajaba los pantalones y esta vez se los acabó de bajar, quedó en calzoncillos que también se bajó, su polla distaba bastante de estar erecta así que María lo hizo sentar a mi lado y le puso la polla en la boca, Miguel no estaba pasivo como el día anterior, empezó a pasarle las manos por encima el vestido y a continuación las introdujo dentro, noté como le subía el sujetador a su mujer y le agarraba las tetas, cuando su polla estuvo dura, lejos de dejarlo mi suegra continuó chupándole le polla, me estaba recalentando con el espectáculo, Juan miraba con extrañeza como su madre le chupaba la polla a su padre pero ya para placer, Miguel gemía, de repente se separó y apuntó la polla a mi coño, María la manejaba, ambos estábamos excitados pero ella quiso que también tuviera placer así que la utilizó para acariciarme el clítoris, yo no disimulaba el placer, no buscaba calentarme por qué todos sabíamos que estaba a tope, con las caricias logró que me corriera a fuertes gritos, mientras estaba en pleno orgasmo me clavó la polla y se puso a bombearla, mi orgasmo continuó, me retorcía de placer, mi suegra se acercó a su hijo y le puso una mano sobre mi teta, aquello era excepcional, estaba gozando con mi amor y mi amante a la vez, Juan me cogía las tetas con fuerza, mi suegro miraba todo lo que su hijo me hacía, sudaba de excitación, María seguía con el vestido medio abierto y el sujetador bajo el cuello, se sentó a mi lado, se bajó las braguitas y con las piernas separadas cogiendo una mano de su marido y la puso bajo la falda, no veíamos lo que le hacía pero empezó a gritar, le dije a Juan que se denudara, lo hizo muy rápido, le agarré con fuerza la polla y la hice acercar a mi boca, me estaban matando de placer, miré a mi suegra, se había abierto el vestido y sacado el sujetador, tenía las tetas fuera y veíamos como Miguel le introducía unos dedos en el coño e imitándome se corrió como lo estaba haciendo yo.

Tras unos buenos orgasmos Juan no pudo más, me tragué su leche mientras continuaban las embestidas en mi coño y María se corría sin parar como yo, tras unos minutos el que no aguantó fue Miguel proporcionándome el último gran placer de la noche.

Sin decir nada, como avergonzados por lo sucedido, se vistieron y se fueron, a mi me había parecido maravilloso y a mi marido no le había disgustado nada así que quedaba preparar la última de las “sesiones de inseminación” de aquel mes, Juan no decía nada pero lo vi todo el día empalmado.

Para aquella noche quise que las cosas fueran distintas, me puse un vestido muy sexy, con un gran escote, sin sujetador y con una falda mini, al verlos me di cuenta que María también se había preparado de manera distinta, llevaba un vestido negro de una sola pieza corto que se le marcaba el tanga, nos sonreímos señal de complicidad, pasamos al salón donde tomamos unas copas y hablamos de muchas cosas excepto lo que planeábamos hacer, cuando el hielo se hubo roto les propuse ir a la habitación, al entrar cuando me disponía a desabrocharme el vestido María le dijo a su marido;

  • Creo que te gustaría desnudarnos a las dos.

Sonreí en señal de aprobación, miré a Juna que no parecía que le importara así que dejé que Miguel empezara, tenía que desabotonar la parte de arriba, puso los dedos en ellos que estaban entre mis tetas, era curioso como temblaba, me había desnudado cientos de veces pero la situación era distinta, al abrirse salieron libres mis tetas que tenían los pezones apuntando hacia delante, a continuación puso los dedos en la cremallera de la falda y se cayó quedando en tanga.

A continuación puso las manos bajo el vestido de Marta y lentamente se lo fue subiendo, para la ocasión llevaba un tanga negro y al acabar de sacar el vestido vi que el sujetador era a juego, le puso las manos en los corchetes y se lo sacó, nos quedamos las dos solo con tanga, María me cogió por la cintura y le dijo:

  • Ves que guapas estamos las dos
  • Preciosas, dijo
  • Quítanos los tangas, le dijo

Puso los dedos en el mío y lo fue bajando, lo sacó por las piernas y tras el miso sacó el de su mujer que me dijo:

  • Es nuestro momento, tenemos que desnudarlo.

Las dos nos pusimos a la labor, mientras ella le sacaba la camisa me puse a desabrocharle los pantalones, al bajar la cremallera ya tenía la polla dura, se los bajé, María ya le había sacado la camisa, se quedó en calzoncillos y le hice una señal a María para que me ayudara, entre las dos tiramos y su polla salió disparada apuntando al techo, nos reímos, inmediatamente María lo hizo sentar en la cama se arrodilló y se la puso en la boca, me señaló que me pusiera a su lado, lo hice mirando de primera fila como se la mamaba, Juan estaba observándolo todo sin decir nada, de repente saca la polla de la boca y apuntándola hacia mí me dice:

  • ¿Quieres?

No me lo pensé abrí la boca y me la puse dentro, inmediatamente miré a mi marido pero este nada objetaba así que le hice una de mis maravillosas mamadas de las que había disfrutado tantas veces pero que nadie de allí lo sabía, María le cogió las manos y las puso sobre mis tetas, y de repente noto una mano en mi coño, me medio giré sin dejar de chupar, era mi marido que me tocaba el clítoris y lo hacía muy bien, María nos observaba con una mano apretándose el pubis, la hice sentar al lado de Miguel y saqué una mano de mis tetas para que acariciara a su mujer, se la puse en el coño, ella lo abrió inmediatamente, la teta que abandonó mi suegro la abarcó inmediatamente mi marido y así, con una polla en la boca y dos manos de distintos hombres tocándome me corrí.

Saqué la polla de la boca e hice que Miguel se pusiera arrodillado entre las piernas de su mujer y le incliné la cabeza para que le chupara el coño, esta lo recibió con gemidos de agradecimiento y placer, me senté a su lado y pedí a Juan que me hiciera lo mismo, así las dos nos corrimos simultáneamente, cuando acabaron los dos orgasmos Miguel se separó y María le hizo una señal a su marido para que se dedicara a mi coño, Juan se apartó dejando sitio a su padre, inmediatamente fue otra lengua la que me lamía el coño, estaba tan sensible que me corrí en un par de minutos.

Ya era hora de follar y sabía perfectamente cual era su posición favorita, por cierto la que yo consigo mis mejores orgasmos, me puse encima de la cama de rodillas e inclinada hacia delante indicando a mi marido que se pusiera a mi lado, Miguel se subió a la cama y apuntó desde atrás la polla a mi coño, Juan ya tenía las tetas cogidas, notaba como entraba la polla, indiqué también a Maria que se pusiera a mi otro lado y a Miguel que una mano fuera para las tetas y el coño de su mujer, una vez todo organizado y notando mucho placer empecé a disfrutar de orgasmos, alguno de ellos intercalados con los de mi suegra hasta que noté como la polla de Miguel se ponía a lanzarme la leche en mi coño.

Cuando la sacó sabía que el único que no se había corrido era mi marido así que sin moverme puse la polla en mi boca y dejé que liberara en mi garganta la leche.

Ya solo quedaba esperar si estaba embarazada, evidentemente hablamos de lo pasado tanto con mi marido como con Miguel, a ambos les pareció muy excitante e inesperado lo sucedido, claro que para mi marido era la primera vez que tenía sexo con su padre mientras que para él era una especie de trío, hay que ver como son las cosas!

Quedarme embarazada era mi prioridad así que cuando no me vino la regla no supuso un desengaño, seguramente querríamos tener más hijos….