De actor a actriz

Paty es una niña que no sabe que es niña hasta que decide entrar al mundo de la actuación y empieza su bella transformación al mundo de mujer.

Yo era un niño muy tímido, serio y con pocos amigos. Creo que en ese entonces pesaba a penas unos 40 kilos, era extremadamente delgado, mi pelo era muy lacio y un poco rubio, y mi piel blanca, muy blanca. Me sentía intimidado por otros niños que se burlaban de mí, pero gracias a que tenía una familia muy sólida, no me afectaba mucho. Cuando yo tenía 13 años, y mientras  cursaba el primer año de secundaria se abrió un taller de actuación. La maestra de actuación comenzó a invitar a todos los estudiantes para unirse al club los sábados por la mañana. Al principio, yo no estaba muy convencido, sin embargo, algo que dijo la maestra durante su invitación cautivó mi atención: "aquí pueden aprender a expresarse mejor... a ser menos tímidos..." lo cual después de pensarlo mucho terminó por convencerme.

Así fue que comencé a ir todos los sábados por las mañanas al taller de actuación y teatro. El arte terminó por apasionarme y quizé aprender lo más posible de la actuación. Aprendí a proyectar la voz, las técnicas de respiración, movimientos teatrales, memorización de libretos, en fin, un sinnúmero de técnicas y habilidades que a lo largo de mis tres años de secundaria adquirí.

Mi pasión por la actuación no se quedó ahí pues al entrar a la preparatoria descubrí que existía también un club de actuación. Asi que desde mi primer semestre ingresé y comencé a actuar en obras de mi escuela. Todo iba bien, disfrutaba mucho la escuela y la actuación, tenía pocos amigos y muchas amigas, pero me sentía muy agusto. No obstante, en mi segundo semestre pasó algo que cambiaría mi vida para siempre.

Así que a mis 16 años, en mi segundo semestre de preparatoria, el director de actuación quizó hacer una obra cómica con la ayuda de sus mejores actores, entre los cuales estaba yo, la obra se llamaba "Solo son ellos..." Se trataba de dos amigos que estan enamorados de dos chicas respectivamente, quienes estan en un campamento de verano exclusivo para mujeres, los amigos se disfrazan de mujer para entrar y poder estar con estas chicas. En total se necesitaban solo 10 personajes, de cuales, los dos amigos eran los principales. El concepto me interesó mucho y me pareció un gran reto para mí. El maestro director me pidió que yo interpretara a uno de los amigos que se visten de chica para entrar al campamento. Acepté junto con otro amigo actor, Ernesto, quién era un año mayor que yo y con mucha más experiencia. Comenzamos a ensayar inmediatamente.

Después de algunos días, el maestro director habló conmigo seriamente: "siento que no vas a poder dar el papel..." Lo cual me decepcionó mucho. El aclaro que todas las escenas de hombre las hacía a la perfección, pero que en las cuales tenía que pretender ser mujer simplemente no me salían, él me dijo que era "demasiado varonil" y que ni por ser comedia quedaría bien en el papel. Ernesto también batallaba un poco, pero con sus habilidades actorales lograba sacar el papel decentemente. Le pedí al director algunos consejos de actuación, pero él sólo me dijo que tenía que adentrarme más en el papel, y que es algo que solo sale con talento y dedicación. Tomé muy enserio lo que me sugirió.

Ese fin de semana, empecé a investigar por internet lo más que pude acerca del arte de actuación femenino, de cómo los hombres pueden actuar como mujeres, hablar, caminar y parecer tal cual. Descubrí que los japoneses tenían muchos siglos de experiencia en eso, en un arte teatral llamado Onnagata, después de horas y horas de leer esos documentos, seguí investigando y descubrí que en la actualidad hay muchos hombres japoneses que se visten de mujer por diversión, además de que escuché por primera vez el término "newhalf" que refiere a chicas transexuales japonesas. Todo el fin de semana aprendí miles de cosas sobre actuación, más sobre todo, vi con mis propios ojos el arte de la transformación de hombre a mujer, el trasvestismo y la transexualidad, cuales hasta ese entonces no sabía ni siquiera que existían.

Al regresar a la escuela le pedí al maestro director otra oportunidad, que me diera solo una semana, y que si para la próxima no daba los resultados deseados para la actuación, podría conseguir a otro. Él me dijo que ya había conseguido a otro actor para el papel, pero que me tendría en cuenta de todas formas por si el actor fallara o por si hubiese otro papel vacante. De todas formas yo le dije que repasaría el guión y los movimientos teatrales que él ya había designado para estar listo por si me hablaba.

Mi reto entonces subió de nivel, ahora tenía que quitarle el papel el nuevo actor que ya estaba ensayando la obra, la ventaja que tenía yo es que ya me sabía el libreto y los trazos, así que solo tenía que trabajar en mi participación femenina. Esa semana dejé de ir al ensayo, pero continué estudiando el arte teatral ahora en la modalidad de trasvestismo. Llegué a la conclusión que la mejor forma de poder actuar como mujer era siendo una. Así que sin pensarlo dos veces hable con una de mis amigas, Sandra, para ver si me ayudaba a actuar más como mujer. Sandra, quien era vecina mía, no estaba muy convencida por el proyecto, pero aún así me ayudó un poco. Después de platicar por muchas horas en su casa y de tomar muchos apuntes del comportamiento de las mujeres, forma de ser, vestir, etc., Sandra no vio ninguna salida viable para mi problema de actuación más que tener que haber nacido mujer para actuar como mujer. Según ella, no habría otra forma de entenderlas y ser como una, sino el solo experimentar ser una mujer. En ese momento conecté todos mis pensamientos, mi investigación, mi reto actoral, y todo lo que Sandra me dijo, y se me ocurrió una brillante idea: "Y que tal si vivo como chica por unos días..." le sugerí a Sandra, quien después de calmar un poco su sorpresa, me comentó que sería algo muy difícil, era buena idea, pero algo sumamente complicado. Finalmente, no resolvimos nada y se quedo así.

Al día siguiente, de la nada, me armé de valor, me levanté como 5 horas antes de mi hora acostumbrada, tomé ropa de mi hermana mayor, maquillaje y todo lo que pude. Me vesti de mujer y me fui a la escuela así tal cual. Sin más complicación ni problema. Al llevarme mi mamá a la escuela, obviamente se dio cuenta de mi transformación. Le comenté que era un proyecto para la escuela. A lo cual, ella extrañada y algo molesta, aceptó de todas formas y me llevó así. Yo me sentía super segura de mí misma, aquel muchacho de secundaria tímido y de pocos amigos, se había transformado en una hermosa joven adolescente de 16 años, segura de ser muy mujer.

Al principio, vi que algunos notaron que era nueva, alguna que otra mirada, pero nadie se imaginó quién era yo en realidad. No me vestí vulgar ni provocativamente, solo unos jeans, una blusa, una chaqueta y zapatos tennis. Maquillaje natural, sin nada de extravagancias, pelo largo y suelto. Nada fuera del otro mundo. En este entonces media 1.63, pesaba cuando mucho 55 kilos, por lo cual tenía un cuerpo muy delgado, y notaba que casi cualquier cosa se me veía bien. Para rellenar las cadera y los pechos utilice unas esponjas, pero nada exhuberante.

Entré a mi salón de clases como si nada, la maestra me vio y preguntó si era nueva. Pensé en decir la verdad y confesarle mi nombre, pero simplemente le dije que me llamaba Paty y que era nueva y así se quedo. Poco tiempo después, todo el mundo me conocía como Paty, en otros salones y años inclusive. Parece ser que la chica nueva era muy popular con los chicos.

Decidí continuar con mi "trabajo actoral" en las clases de la mañana y finalmente en la tarde ya decir quién era yo. Realmente, me sorprendió mucho que nadie sospechara de quién era, pero agradecí todo eso a mi preparación como actor, puesto que había entrenado mi mente y cuerpo muy duro para este momento. Al llegar la tarde, fui al club de teatro para hablar con el maestro director, pero no estaba nadie. Alguien me dijo que se habían ido a representar la escena en otra escuela preparatoria, los habían invitado hacía unos días y se fueron para allá. Sin pensarle mucho, decidí ir a ver a mis compañeros actuar así que asistí a la presentación.

Llegué un poco más temprano, y entré tras vestidores para saludar a mis compañeros. Todos estaban alterados y muy nerviosos. Luego el maestro director gritó furioso que faltaba la actriz principal, aquella que debía de ser la novia de Ernesto según la obra de teatro. Yo entré como si nada, y ya que no me reconocían, el director me corrió de los camerinos. Yo le dije que me sabía la obra y que podía ayudarle. Me preguntó el cómo es que conocía la obra, a lo que simplemente dije que ya la había hecho en mi escuela y que me sabía todos los papeles.

Pensé que era mi oportunidad para brillar como actor, casi profesional, nunca imaginé en un reto así, claro es, que al momento de hablar, me di cuenta que realmente ya no era "yo" hablando, era como si "otra persona" hubiera nacido en mí aquella mañana. Como si el hombre en mí hubiera muerto, y en su lugar, estaba ahora Paty, una joven hermosa, segura de sí misma, líder, ambiciosa y sin pena del mundo y de nadie. Esto era algo difícil de explicar, lo único que razoné es que esto era debido a mi gran trabajo actoral, pero simplemente fue algo más que eso, es algo que salió de mi control, y la mujer que había creado se apoderó de mi vida.

Bien, tal cual, el maestro tomó el riesgo, me pusó como actriz principal, hicimos la obra perfectamente. Yo salí en escena como mujer el 100% de la obra, nada que ver con el papel de hombre que se vestía de chica, ahora era yo la mujer, la estelar de la obra. El vestuario fue casual en algunas escenas, pero en la final, cuando la estelar se hace novia del personaje que hacía Ernesto, se suponía que lucía un vestido corto, con zapatos altos, y algo de escote, super arreglada. Lo que las otras chicas habían conseguido fue un precioso vestido rojo, ceñido al cuerpo, zapatos super altos negros, y con accesorios muy hermosos.

Tuve que inventar mil excusas para decir que me iba arreglar sola en los pocos minutos que tenía para hacerlo antes de la escena final. Arreglé el escote lo mejor que pude, escondí todo lo que estaba de más, y resalté todas las curvas femeninas. Maquillaje de noche, glamuroso y el pelo con un arreglo sencillo pero elegante. Salí del camerino a obscuras, solo se escuchan mis tacones en el chocas del piso. Llegó el tiempo de mi escena: salí en el centro del escenario, todas las luces y reflexiones en mí, escuché un mil chiflidos y asombro de mi impactante belleza, inclusive a Ernesto le tomó un tiempo recordar sus líneas y volver al personaje.

Hicimos los diálogos, en la escena bailamos un poco, y al final nos besamos frente a todos. Todo el mundo aplaudió euforicamente, hicimos caravana y antes de cualquier cosa, me esfume y desaparecí en medio de todos. Así como la cenicienta, deje la ropa prestada y me escabullí. Ahora no quería que nadie supiera quién en verdad era yo, solo quería que conocieran a Paty y era todo lo que me importaba.

Regresé a casa, guardé toda evidencia de mis acciones. Mi mamá me preguntó cómo me había ido, solo respondí que bien, y al día siguiente quisé pretender como si nada hubiera pasado. Estaba aterrada de mi descubrimiento y realmente no sabía que hacer.

Me encontré a Ernesto en los pasillos, lo vi algo ofuscado, como quería evitar cualquier contacto solamente le iba a sacar la vuelta e irme, pero me vio y se acercó a mí.

-Hey, no fuiste a la obra ayer, ¿dónde habías estado?- me dijo saldando Ernesto.

-Anduve ocupado- contesté secamente sin buscar contacto visual.

-¡Lo que te perdiste!- continuó en forma de reclamo y lamento.

-Así ¿qué pasó?- imaginando que mencionaría el éxito de la obra.

-Ayer conocí a la mujer de mi vida, pero parece que es de otra escuela.- agregó Ernesto.

-¿Quién es?- sin que por la mente me pasara lo que diría a continuación.

-Se llama Paty, la conocí ayer en la obra, es super buena actriz y muy hermosa- aseguró y adicionó -pero no se si la vuelva a ver- terminó con cierto tono de decepción.

Aún en sorpresa, no sé de dónde salió lo que dije a continuación:

-Lo más seguro es que la vuelvas a ver- tan pronto y pronuncié las palabras, me despedí y me fui.

"Esto no es bueno" pensaba para mí mientras me retiraba. Creo que ahora me gusta Ernesto, creo algo pasó cuando nos besamos, creo que soy gay... a mil por hora ocurrieron flujos de información de pensamiento en todo lo que era o pensaba que era... finalmente, concluí... no, no soy gay... realmente soy... soy una mujer y... no sé que hacer ahora.

Escrita con ayuda y colaboración de:

supercaroayala@gmail.com