De a tres

Un trio homo que se las trae...

DE A TRES

Por Chichonero

Dado que trabajo de lunes a viernes sólo matutino, a la noche hago mis salidas a un music-pub donde se reúne el ambiente gay, taxi boys, "chongos", maduros en busca de levante, y por supuesto, maricas y "plumas" a granel pues saben que pijas no les faltará. Como soy bisexual, tampoco negaré que suelo levantarme alguno para buenas sesiones Express, pero ese viernes estaba decidido a probar un trío y hacer las famosas doble penetraciones. El caso es que debería seleccionar con cuidado pues no fuera que me tocaran algunos pijudos y terminara con el culo abollado.

El ambiente se puso lindo a la medianoche y así discretamente fui "campaneando" la carne que iba llegando. Me encantaron dos muchachitos medio tiernitos y a los que cuando me fue factible abordé. Se trataba de dos universitarios de unos 22 años y como agregado no eran de la ciudad, lo que facilitaría el acoso. Trabamos charla, diciendo ellos que era la tercera vez que asistían y que el ambiente era realmente de su agrado. ¡Era justo lo que precisaba!

Agregaron que la primera vez no les fue tan mal pues cada cual había levantado y todo fue estupendo. Estaban esa noche necesitando sexo homo, pero no habían elegido nada hasta el momento.

¿Y qué desean? –fue mi pregunta directa-

¡Encamarnos tres a la vez! –Respondieron casi a dúo-

¡No fue casualidad que los eligiera! ¡Eran de mi palo!

Unos tragos de por medio, charla va, charla viene, hasta que llanamente me invitaron a su departamento que no quedaba muy distante.

Ya por el camino parecía que nos conocíamos desde mucho tiempo. Al llegar, -era un edificio en torre- me aclararon que no habría problemas pues en su piso eran los únicos habitantes y en el de abajo habitaban un matrimonio que había viajado. Es decir ¡tendríamos el mundo a los pies!

No bien entramos, cerraron cortinas, dejaron media luz y tras otros tragos, en este caso whiskey, comenzamos a toquetearnos y una a una las prendas fueron desapareciendo de nuestros cuerpos quedando solo en slip. Lamía las tetillas de uno y sobaba la pija al otro, mientras ellos me acariciaban la cola y nos besábamos de lengua. La excitación fue creciendo hasta que uno se quitó el slip dejando a la vista una fenomenal pija de no menos 18 de largo por 3 ó 4 de ancho. Me la acercó libidinosamente a la boca y comencé a degustarla, mientras masturbaba al otro por encima del fino slip. La que tenía en la boca era de piel blanca, suave, y exhalaba un delicioso aroma a macho en celo. Tenía la particularidad de estar totalmente rasurado, lo que le daba un aspecto más primoroso. Se la lamía por los costados dejando hilo de saliva, los que recogía con la punta de la lengua y los depositaba sobre el gran y rojizo glande al que brindaba fuertes y sonoras chupadas. El tercero no sobrellevó más la excitación que el espectáculo brindaba y como rayo se quitó su única prenda. De reojo mientras no dejaba de chupar a su compañero, admiré su soberana pija ya rígida. Era tan proporcionada como la que tragaba. Se acomodó a mi lado y tomándome de la barbilla giró mi cabeza hacia su verga, a la cual inicié la mamada. Ambas se fueron alternando en mi boca. Brillaban con mi saliva y cada vez estaban más rígidas.

Luego de una larga atención oral, ambos me pidieron me pusiera parado y con las piernas bien separadas. Se arrodillaron y mientras uno me chupaba la pija y los huevos, el otro lamía detenidamente mi ojete. Yo no hacía más que gemir del gusto y me temblaban las piernas. No podía corresponderles sino acariciando sus cabellos y nada más.

Cambiaron de posición pero la faena fue la misma. Después optaron por acostarnos sobre la alfombra y cada uno mamaba la pija del otro. Agotados pero no contentos con ello, uno se sentó al borde del sillón y me pidió lo cabalgara.

Untaron suficientemente mi ano con lubricante y me tocó colocar el condón a quien iba a cogerme. Lentamente y muy excitado me le senté apoyando mi orto sobre la punta de su pija la que suavemente fui introduciendo. Me cogía lentamente como retardando el placer. Me tomaba de los cachetes del culo y me la enterraba, y así por un rato cuando percibí que el otro apoyaba su pija sobre mi ya surtido culo.

"Te vas a comer las dos juntitas" –dijo-, y empujó.

Me quejé de que no entrarían ambas.

"No tengas miedo que te va a gustar" y volvió a intentar. Ni que les digo que mi culo acostumbrado a algunas bien gruesas, cedió al segundo intruso e instantes después me estaban culeando como dos bellos machos.

Ambas pijas entraban y salían de mi culo y el gozo que experimentaba era literalmente asombroso.

No sé cuanto me cogieron. Sí decirles que hasta hoy lo recuerdo como la mejor doble que me ha hecho. Cuando les venía la acabada aumentaron la velocidad del mete y saca y derramaron al unísono en medio de chillidos de gozo. No obstante se siguieron moviendo hasta que loco de lujuria y borracho del deseo bañé el vientre de quien tenía de frente y debajo. Me saltaba la leche a chorros y gozábamos juntos, pues ellos todavía estaban en mi interior.

Perezosamente quitaron sus pijas de mi culo. Los condones estaban con mucha leche ambos y los chicos –al parecer- satisfechos.

Luego del obligado descanso, retomamos el ardor y esta vez me tocó coger a uno por detrás, mientras el otro lograba metérsela en medio de gimoteos de dolor y placer a un mismo tiempo. Obvio que también fue el turno del otro y cuando todo hubo acabado resultó que los tres habíamos sido doblemente penetrados.

Me narraron que cogían entre ellos las veces que lo deseaban, pero esta oportunidad de un trío les había resultado más que espléndida y quedamos en futuros encuentros, sea de dos o de a tres.

Cuando me regresaba a casa experimentaba una bella sensación en mi trajinado culo. Presa de una nueva excitación apresuré el paso y tan pronto estuve en casa corría al dormitorio, me quedé en bola, saqué el grueso consolador con vibro de 4 velocidades, lo enfundé en un condón y previo lubricarme un tanto el culo, me lo fui introduciendo hasta que los 20 cm. se alojaron totalmente en mi recto. La pija parecía un mástil por lo parada y dura y comencé a masturbarme con vibro en velocidad lenta. A medida que me estaba viniendo el gusto, aumenté la velocidad y cuando llegué al 4 las revoluciones del aparato me provocaban tal disfrute que me saltaron fuertes chorros que se desparramaron sobre mi estómago.

Cuando desperté el sábado por la mañana, eran las 10. Tenía el vibrador adentro y me superó nuevamente el deseo. Mete y saca constante con aumento en la velocidad hasta deslecharme totalmente. Tras haber acabado, dejé funcionando el vibrador a velocidad 2. Sentía cosquilleos tan, pero tan intensos que me quedé adormilado hasta pasado el mediodía. Cuando volví a despertar, el vibro continuaba funcionando. ¡Qué manera de gozar!

Estoy ansioso que llegue el viernes a la noche para otra encamada. ¡Me hice adicto a la doble penetración!