[David/Diana] (Parte 4) Una tarde en el cine.
Mis amigos querían repetir la experiencia de aquel día. Aun que yo lo negara, también lo deseaba. Sin darme cuenta, he hecho mas de lo que esperaba.
Los días se sucedían y ya habían pasado un par de semanas desde lo ocurrido con mis amigos y días después con Carla. Carla y yo nos habíamos vuelto amigas “intimas”, aunque no había ocurrido nada entre nosotros. Y este cambio en mi relación con Carla, no había pasado desapercibido para mis amigos, a los cuales los notaba con muchas ganas de repetir lo de que aquella vez, y parecía molestarles que le hiciese más caso a Carla que a ellos. Por ello siempre trataban de quedar conmigo y el próximo viernes habían decidido invitarme a ir al cine.
Me preparé para aquella ocasión como si fuese a hacer cualquier otra cosa, y me vestí con unos pantalones ceñidos de color azul, una camiseta de color amarillo apagado, de un tirante, que me dejaba un hombro desnudo, un conjunto, de sujetador y braguita, naranja por debajo y unos tacones de media altura negros. Por encima llevaba un fino jersey de color marrón claro.
Como casi siempre, mis amigos me piropearon al verme y yo me hice la tímida. Al ser viernes había una enorme cola en el cine y había mucha gente. Todavía no habíamos decidido que película ver, por lo que mientras la cola avanzaba muy lentamente, mirábamos la cartelera.
-A mi me han dicho que la de “Los caballeros muertos” es buena.- Comentó Miguel.
-Tú lo que quieres es que me haga la asustada y te abrace.- Le vacilé, haciendo reír a los otros dos.
-A mi me han dicho lo mismo.- Respondió Javi.
-Y a mi.- Añadió Alejandro.
-Vale, vale. A mí me da igual.- Les dije como si trataran de convencerme.
Cuando estábamos por la mitad de la cola, ya dentro del cine, y pegados a una pared por culpa de la cantidad de gente que había, una mano empezó tocó mi pierna derecha muy cerca de mi trasero. Pensé que habría sido sin querer, ya que la gente empujaba de un lado a otro, pero poco a poco esa mano empezó a ganar en confianza, y ya no solo tocaba mi pierna sino que la acariciaba.
Giré la cabeza intentando ver de quien era esa mano, pero me fe imposible, no solo porque quien fuese el dueño de aquella mano había apartado la mano rápidamente, sino porque estábamos todos tan pegados los unos a los otros, que me era imposible ver algo de la cintura para abajo.
“Como no se acabé esto pronto ese tío se va a poner las botas…” Pensé sabiendo que me sería casi imposible saber de quién era esa mano. Volví a girar la cabeza hacia atrás, esperando que quien fuera se detuviera, pero aun y todo aquella mano seguía sobándome. Esta vez me giré completamente y busqué aquella mano pero esta había vuelto a desaparecer.
-¿Ocurre algo, Da… Diana?- Me preguntó Javi.
-No, no…- Le contesté tratando de evitar que supiera que alguien me estaba tocando.
Traté de dejar de pensar en aquella mano, pero no pude. De nuevo atacó mi trasero, cada vez con más ansia, con mas lujuria, despertando en mi deseo. Desde que era una mujer nadie me había tocado de aquella manera. Mi nueva pasividad, ante el calor que me estaba provocando aquella mano, dio paso a que la mano tomase aquello como una invitación a seguir. Iba cambiando de lado, tocando, apretando… Parecía saborear mi trasero con su mano, y aquella situación estaba provocándome cada vez más.
“Por favor, que lleguemos ya…” Pensaba, aunque mi cuerpo parecía querer detener la cola para que aquella mano no se detuviera.
En un nuevo arranque de raciocinio, miré lentamente a mí alrededor, dejando a aquella mano que siguiera a lo suyo. Entonces me di cuenta que Alejandro y Miguel estaba justo detrás de mí, mientras que Javi estaba más o menos a mi par, un poco adelantado. Quise darles un voto de confianza a Miguel y a Alejandro, esperando que no fueran ellos los que me estaban metiendo mano, por lo que decidido a saber quién era, llevé una de mis manos, sin movimientos bruscos hacia atrás, y en el momento oportuno agarré a mi “atacante”.
No forcejeo, seguramente sabría que si se movía mucho cualquiera sospecharía que algo raro pasaba, por eso se mantuvo quieto, aunque lo notaba nervioso.
-Entonces… ¿La película estará bien?- Pregunté girándome hacia Alejandro y Miguel. Para mi desgracia en ese momento descubrí al dueño de la mano, y lo solté para que el otro no viera que lo tenía agarrado.
-Si.- Contestó secamente Alejandro.
-Vale.- Respondí volviendo a mi posición.
“¿Cómo ha podido? Espero que ahora que le he pillado se pare. Sera cabrón…” Pensaba aun un poco alucinado por el hecho de que mi amigo me estuviera sobando, aprovechando el bulto de la cola, cuando de nuevo una mano volvió al ataque. Pensé en descubrirlo, pero un empujón de la gente de atrás, nos revolvió a todos pegándonos y aplastándonos los unos a los otros.
Ahora mas apretujados que antes, vi que a mi lado estaba Miguel, delante mío Javi y justo en mi espalda Alejandro. Me moví tratando de coger el mínimo espacio posible pero lo apretados que estábamos, me lo impidió, y esta vez no era una mano lo que notaba en mi trasero.
“Joder… La tiene como una piedra…” Pensé al sentir el miembro de Alejandro marcado en su pantalón y metido entre mis nalgas.
Aquella posición pareció pillar de sorpresa a Alejandro, pero aprovechó que aun había algún que otro empujón, para rozarse contra mí. Cosa que no hacía más que encenderme aun más. Estaba mojándome como pocas veces y temía perder el control, pero Alejandro no se detenía. Giré mi cabeza hacia él, ya que no podía mover mi cuerpo, y lo mire a los ojos.
-Ya te vale…- Le recrimine por lo bajo para que ni Javi ni Miguel se enteran.
-Joder, David… Es que estas tan buena.- Me respondió agarrándome de la cintura y clavándose un poco más en mí.
-Que ya no soy David… Párate que nos van a pillar.- Le pedí como una súplica.
-Lo siento Diana…- Pareció disculparse. -Pero es que desde lo de aquel día, no puedo esperar a volver a repetir.- Me contestó volviendo a moverse, haciendo que un escalofrió me recorriera el cuerpo, por la excitación.
-Me lo puedo imaginar, pero tío…- Un nuevo movimiento acompañado por un nuevo escalofrió, que me sacó de mis casillas. -Chicos, tengo que ir al baño… Alejandro, ¿Te importa acompañarme? Es que con tanta gente, no sé si podre abrirme paso.- Dije lo suficientemente alto como para que Javi y Miguel me escucharan.
-Vale. Te acompaño.- Dijo medio decepcionado Alejandro.
-No tardéis, que pronto llegamos.- Nos avisó Javi. Entonces me maldije al ver que realmente quedaba poco para llegar. “Si hubiera aguantado un poco mas…” Me decía mientras era acompañado por Alejandro al baño de las chicas.
-Lo siento, Diana. Prom…
-Shhh…- Le hice callar mientras, tras un rápido vistazo tanto adentro del baño como en los alrededores, lo metía dentro.
-¿Pero qué haces?- Me preguntó sorprendido.
-Calla y entra.- Le dije señalándole el hueco donde estaba metido el retrete.
Alejandro entró sin rechistar y yo lo seguí. Antes de que pudiera decir llevé una de mis manos a su entrepierna y acaricie su abultado miembro. El me miró con sorpresa, pero yo tenía la vista fija en su entrepierna.
-¿Te he puesto cachonda?- Me preguntó un poco más tranquilo.
-Sí, pero no se lo digas al resto.- Le pedí sin levantar la mirada. -A cambio, te doy a ti solo lo que te debo del otro día, ¿Vale?- Le propuse, ahora si mirándole a la cara.
-Es… Está bien.- Aceptó nervioso y contento a la vez, ya que no se esperaba aquello.
-Bueno, voy a ello, que no tenemos mucho tiempo.- Le avisé mientras empezaba a desabrocharle el cinturón. Después le solté el botón del pantalón y por último la cremallera. La gravedad hizo el resto con el pantalón y Alejandro se quedo con su bóxer puesto.
A Alejandro estaba empezando a salirle algo de tripa y tenía las piernas algo peludas, pero en ese momento no me importaba. Solo quería lo que aun escondía bajo aquella tela negra y roja. Por lo que un poco ansioso, me agaché y dejé al descubierto su miembro. Lo recordaba más pequeño, pero supuse que como no le presté mucha atención en aquel momento no supe bien que tamaño tenía.
Lo miré con deseo, mojando demasiado mi ropa interior. Llevé una mano hasta su miembro y lo agarré decidido. Me quedé sorprendido de lo duro y caliente que estaba y mi humedad alcanzó cotas que no conocía. Empecé a masturbarlo con cierta lentitud y entonces lo miré a los ojos.
-Cómemela, Diana…- Me pidió un poco nervioso, al ver que esperaba algo de su parte.
No me hice de rogar y saqué mi lengua empezando a lamer la base de su miembro. Poco a poco fui ascendiendo, sin detener mi mano. Una vez en la punta, lo engullí hasta la mitad de un solo golpe, y a partir de ahí no me detuve.
A diferencia de la felación que le hice a Javi, esta fue desde el principio mejor. No había practicado con nada, pero aun tenía en mi mente lo de aquella vez y también recordaba cómo me gustaba que me hicieran a mí, por lo que puse todo mi empeño en aquello, no solo para el disfrute de Alejandro, sino también para el mío.
Alejandro llevó sus manos a mi cabeza, acariciándome el pelo, y lo escuchaba gemir por lo bajo para que no nos pillaran. Realmente estaba disfrutando devorando el pene de Alejandro, y para su sorpresa me vio como desabrochaba mis pantalones ajustados e introducía una mano para masturbarme a mí mismo.
-Diana… me corro…- Me avisó de pronto, y sin detenerme un segundo, ya que yo también estaba a punto de llegar a mi orgasmo, me mantuve con su miembro en la boca, incluso mientras eyaculaba. Trague todo el semen y aun tuve fuerzas de limpiar los restos que quedaban en su miembro. Me levanté un poco débil, por culpa de mi orgasmo y aun con el pantalón desabrochado.
-Espero que mantengas tu parte del trato.- Le pedí.
El no me contestó sino que me obligo a girarme, y aprovechándose de su fuerza me mantuvo contra la puerta del retrete y me bajo el pantalón hasta los muslos, ya que era tan ajustado el pantalón que si utilizaba más fuerza en bajármelo, yo hubiera tenido una posibilidad de zafarme de él.
-¿Qué haces? Párate qui… ¡Ah!- Un gemido se me escapó cuando Alejandro había bajado también mi ropa interior naranja y este había empezado a lamer mi ano mientras su mano acariciaba mi húmeda vagina.
-Dios, Diana… No sabes lo que deseo tu culo…- Me decía separándose por un segundo y volviendo al ataque.
-Alejandro párate… Umm… Por favor…- Le pedía entre gemidos. -Tenemos que volver o… ¡Ah! El resto se mosqueará.- Le dije contradiciendo mis actos ya que le acariciaba el pelo y a veces lo hundía un poco más en mi trasero.
-Tienes razón…- Contestó apenado levantándose. -Lo siento de nuevo, Diana.- Se disculpó algo resentido.
“¡No te pares!” Deseé decirle, pero realmente debíamos de volver.
Por lo que tras vestirnos y ver que no había nadie, Alejandro salió del baño, yo mequede unos segundos más para ponerme bien el pelo y colocarme bien la ropa. Al rato salí del baño aun con aquel calentón. Los encontré a los tres esperándome como si nada hubiera pasado. Me alegre de ver que ni Javi ni Miguel parecían saber lo pasado con Alejandro así que entramos en la sala de la película.
Aun para toda la gente que había en el cine, descubrí que no mucha había decidido ir a ver la misma película que nosotros. O eso o la sala era grande y parecía no haber tanta gente. Para mi sorpresa, Javi y Miguel habían cogido las entradas para la penúltima fila y se habían sorteado como nos íbamos a sentar, estando yo entre Javi y Miguel y Alejandro al otro lado de Javi.
Al poco de sentarnos la película comenzó. Yo siempre había sido algo miedoso para las películas, pero no sabía porque desde mi cambio a mujer, lo era un poco más, incluso con otras cosas. Por lo que al primer susto que hubo en la película como acto reflejo me agarré a Miguel que estaba a mi derecha. El me miró sorprendido pero no dijo nada.
-Ya sabes que siempre he sido muy asustadizo.- Le dije separándome de él. Pero en el siguiente susto volví a agarrarme a su brazo.
-No pasa nada si me agarras. Ahora eres una chica.- Me contestó tranquilo. -Además, deberías aprender a hablar en femenino. Resulta raro que utilices el masculino.- Me susurró.
-Pero que dices…- Le contesté estirando la mano para darle un pequeño golpe en la pierna, pero por culpa de la oscuridad, fallé y le golpee en la entrepierna. “¡Esta cachondo! La tiene dura.” Exclamé para mis adentros. Intenté buscar una causa posible a eso, ya que no podía ser que se excitara de golpe por golpearle suavemente, y entonces me di cuenta que tenía su brazo metido entre mis pechos. -Lo siento…- Le dije tratando de separarme de él, aunque una parte de mi quería disfrutar de aquel pene por culpa de Alejandro, que me había dejado a medias.
-Diana…- Parecía querer pedirme algo, pero en vez de decirlo, agarró mi mano antes de que fuera demasiado tarde y me la llevó hasta su miembro.
Lo miré sorprendido, pero aun y todo no aparte la mano. En vez de eso comencé a acariciarlo. Era al único al que todavía no había tocado, y pude notar en su mirada como me pedía que siguiera.
-Está bien pero tapate con tu chaqueta. -Acepté demasiado excitado para negarme. -Y con esto mi promesa de aquel día queda cerrada.- Le dije sentándome recto, aun con la mano en su entrepierna.
El asintió y no tardo en ponerse su chaqueta por encima de sus piernas, tapando mi mano y parte del brazo. Con un nuevo susto aproveché para acercarme de nuevo a él, atrapando su brazo entre mis pechos. No tarde en sacar su miembro, con algo de su ayuda, y cerrar mi mano sobre su pene.
Al igual que el de Alejandro, este también estaba caliente y duro y lo recorrí de arriba abajo, disfrutándolo y recreándome en él, ya que no podía verlo. Realizaba movimientos lentos y suaves, pero sin detenerme. Podía notar en la respiración de Miguel como este estaba disfrutando. Al notarme cada vez mas encendido y sentir que cada vez le quedaba menos a él, poco a poco, empecé a subir el ritmo de mi mano, pero sin ser muy exagerado, para que no se notase.
-Diana…-Me avisó Miguel en un susurró. No hizo falta que dijera nada mas, para saber que iba a terminar, por lo que impulsado por la excitación le di un sprint final, hasta que sentí como manchaba mi mano con su esperma. Entonces, volví a reducir la velocidad, hasta casi la del principio, haciendo disfrutar a Miguel.
Cuando el miembro de Miguel comenzó a relajarse, saqué mi mano de debajo de su chaqueta y con mucho disimulo, me limpie la mano con la lengua, tragándome los restos de semen que tenía en la misma. Miguel debió de verme hacer aquello, ya que su chaqueta se elevó misteriosamente.
-No.- Le susurré. -Habíamos dicho una.- Le expliqué, a lo que él asintió con cierta desgana.
Después de aquello seguimos viendo la peli, pero para disimular, de vez en cuando, me giraba hacia Javi, aunque este parecía muy metido en la peli como para hacerme caso.
“Solo me quedaría Javi.” Pensé con una sonrisa, al salir del cine tras mirar a Miguel y a Alejandro. Pero tras una pequeña vuelta por la zona, todos decidimos que era buena hora para volver a casa, por lo que ellos me acompañaron a la mía y allí nos despedimos.
Una vez en casa, empecé a pensar en lo ocurrido y, cómo no, a excitarme. Sentí cierto remordimiento por Javi, pero seguro que en algún momento veía la posibilidad de hacer con él algo que me librara de la promesa que les hice a los tres.
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