[David/Diana] (Parte 3) Un par de nuevas ventajas

Me cuesta acostumbrarme a mi nuevo cuerpo. Este pide mas encuentros con mis amigos, mientras que mi cabeza se pelea por apoyar a David o a Diana.

Habían pasado ya varios días desde lo ocurrido con mis amigos en aquella calle. Y aun seguía masturbándome de vez en cuando en la ducha o en mi cama recordando todas las sensaciones: la felación a Javi, la masturbación a Alejandro, la masturbación recibida por Miguel, sentir el semen caer en mi cuerpo…

Nunca me creí capaz de disfrutar aquello pero recurría a aquellos recuerdos más de lo que sería capaz de admitir. Aun así seguía tratando de mantener mis gustos de cuando era chico, tratando de desprenderme de lo ocurrido aquel día… Sin mucho éxito cabe decir.

Tal y como prometieron mis tres amigos ninguno ha contado nada al respecto y siguen esperando a que yo decida un nuevo día para repetirlo. El problema para ellos es que Carla trataba de estar conmigo más de lo que estaba antes, haciendo que tuviera menos tiempo para mis amigos.

Yo no me quejaba ya que podía disfrutar de la compañía de Carla y así también quitarme de la cabeza las ganas de llamar a mis amigos para repetir, ya que en mi interior había empezado a crecer cierta ansia por volver a probarlos. El problema estaba en que no me habituaba a las costumbres de las chicas, tales como ir al baño en parejas, cambiarse una delante de la otra, etc…

Unas semanas después de mi primera experiencia sexual como mujer estaba de tiendas con Carla y su prima. Esta se llamaba Teresa y tenia veintidós años, melena larga y de color castaño junto a unos ojos marrones muy bonitos. Es de mi altura, por lo que tiene unas piernas largas que le gusta enseñar, además de un buen cuerpo aunque su talla de pecho es menor que la mía o la de Carla.

-¿Asique has venido de otra ciudad a estudiar?- Me pregunto Teresa mientras mirábamos unas camisetas en una tienda.

-Si.- Contesté yo simplemente. Carla y yo habíamos decido no contarle nada a Teresa, para que poro a poco me costara menos ser una chica y que la gente me viera como tal.

-¿Y qué tal lo llevas?

-Bastante bien, jeje… Soy un poco especial, pero gracias a Carla todo es más sencillo.- Le contesté levantando una camiseta de un hombro de color verde oscuro.

-Es que tengo una primita…- Rio Teresa cogiendo del cuello con el brazo a Carla y frotándole ligeramente la cabeza de forma amistosa. -Por cierto… ¿Eres igual de mojigata que mi prima?- Me preguntó sorprendiéndonos a Carla y a mí.

-Yo… esto…- Me puse colorado y no sabía que responder.

-No te metas con ella.- Le recriminó Carla abrazándome, de forma protectora.

-Tranquila, primita.- Rio débilmente Teresa. -¿Os gustaría ver como es el sexo?- Esta vez la pregunta iba para las dos.

-Ya hemos visto películas porno.- Mintió Carla.

-Pero digo en directo.

Carla y yo contuvimos el aliento al entender a que era a lo que se refería Teresa. Y a ambos nos entró la duda de cómo podría llegar a hacerlo. Teresa nos miro y sonrió al ver que parecíamos estar interesadas.

-Coged algunas prendas e id al penúltimo probador. Cuando escuchéis tres golpes en la pared, mirad en el último probador y disfrutad.- Nos explicó Teresa marchándose.

-¿Tú crees que lo hará?- Le pregunté a Carla confundido y a la vez deseoso de ver a la prima de Carla desnuda y teniendo sexo.

-No me lo creo, pero por que se crea que le seguimos el juego, vayamos.- Comentó con desgana Carla.

Tal como nos dijo Teresa cogimos un par de camisetas y un vaquero y nos fuimos al penúltimo probador. Había como ocho probadores todos en fila unidos a un pasillo. Cada probador estaba formado por dos paredes que salían de un lateral, un espejo en el interior y una cortina por la que podías entrar o salir al mismo. Cruzamos el pasillo hasta casi el final y entramos en el penúltimo probador.

Esperamos sin hacer ningún ruido y vimos como la sombra de alguien pasaba por delante de nuestro probador. Esperamos a escuchar los tres golpes. Tres golpes que no llegaron y minutos después la sombra volvió a pasar por delante nuestro en dirección a la salida.

-¿Qué te dije?- Se regodeo Carla.

-Shhh… Mira…- Le dije yo en bajito señalando a la parte baja de la cortina por donde se veían dos sombrar pasar. Nos miramos a los ojos y aguatamos la respiración. Dimos un pequeño bote al escuchar tres golpecitos en la pared que daba al último probador. Tras tragar saliva con nerviosismo salimos del probar dejando nuestras cosas dentro y cada una se puso en el lateral de la cortina.

A la de tres, las dos movimos ligeramente nuestra parte de la cortina pudiendo así ver el interior de esta, pero sin abrirla del todo para que nadie más pudiera mirar. Nos sobresaltamos y nos coloramos al ver dentro del probador a Teresa sin camiseta  pero con el sujetador todavía puesto y a un chico con la cabeza metida en su entrepierna desnuda.

Instintivamente la miramos a los ojos y ella también nos miro. Tenía la respiración acelerada y de vez en cuando se mordía el labio inferior aguantando un gemido de placer. Nos guiñó un ojo y sonrió divertida. Hizo levantar al chico de aproximadamente nuestra edad y lo besó aun con sus fluidos en la boca de este.

-Te voy a presentar a nuestras invitadas.- Le dijo Teresa al joven. -La de la izquierda es Carla, mi prima, y la de la derecha es Diana, una amiga de Carla. Solo quieren mirar.- Le explicó Teresa haciéndole girarse hacia nosotras para que nos mirara.

Carla y yo nos asustamos pero no nos escondimos y le mantuvimos la mirada al chico. Era mono, no mucho más alto que yo, de pelo castaño y revuelto, unos ojos claros y un cuerpo decente. En su entrepierna aparecía un bulto que no paso desapercibido para Carla y para mí.

-Pero… pero…- El chico parecía haberse asustado y le intimidaba el hecho de que los mirásemos y se giró hacia Teresa de nuevo sin saber muy bien que decir.

-Me vas a decir que no te pone que mi prima y su amiga nos miren haciéndolo, ¿Eh?- Le preguntó con cierta burla Teresa.

-Si… bueno… yo…- El joven tartamudeaba sin remedio.

-Vamos, déjanos ver tu polla.- Sentenció rápidamente Teresa. Sin darle tiempo al joven a hacer nada, esta, se agachó y desabrochó el cinturón y el pantalón dejándolo caer al suelo. Acto seguido tiro del bóxer y dejo al aire un buen trozo de carne. -Ummm… Parece que vamos a disfrutar.- Comentó Teresa relamiéndose, mientras empezaba a masturbar al chico.

Yo me separé un segundo de la cortina y miré al resto del pasillo y me alivió ver que este estaba vacío, pero me quedé sorprendido al descubrir a Carla con una de sus manos en su entrepierna, rozándose lentamente por encima del pantalón. Si ya tenía la vagina húmeda ver aquello me excito aun mas.

-Ponte de lateral a ellas para que vean como se come una buena polla.- Dijo Teresa, llamando mi atención y volví a mirar al interior del probador.

Teresa se introdujo el pene del joven y comenzó a hacerle una felación mejor que la que le hice a Javi. Recordar aquello y ver a Teresa haciéndolo me excitó mucho y yo también me llevé la mano a mi entrepierna.

Pude ver como Teresa sonrió al vernos a Carla y a mí, tan acaloradas y sin perdernos ningún movimiento suyo. El joven trataba de reprimir algún que otro gemido y se le notaba cerca del orgasmo. Sin previo aviso eyaculó en la boca de teresa, la cual recibió el semen con ganas. Cuando tuvo la boca llena sacó el pene del chico y este aun “escupió” dos chorros más sobre sus pechos.

-Ummm… Que rica…- Comentó Teresa tras tragarse lo que tenía en la boca, sin dejar de masturbar al joven. Las tres pudimos comprobar como el chico mantenía su pene completamente duro. -Te pone que te miren esas dos mientras te hago cosas, ¿Verdad?- Le preguntó al joven.

-S… Si…- Respondió nerviosamente él.

-Vamos, ahora te toca follarme.- Dijo como si nada Teresa poniéndose contra la pared, de lateral hacia nosotras.

Él tardo unos segundo en reaccionar pero en seguida humedeció la punta de su pene y penetró a Teresa lentamente. Teresa cerró los ojos y se mordió el labio inferior, aguantando sus gemidos. Entonces el chico empezó a empujar contra Teresa penetrándola con fuerza y rapidez.

Carla y yo estábamos excitadísimas y no apartábamos la mirada del miembro del chico y de cómo este desaparecía en el interior de Teresa. Cinco minutos después el joven embestía contra Teresa, la cual se mordía el brazo para no gemir. De vez en cuando Carla y yo nos mandábamos miradas de sorpresa y de excitación.

-Me voy… a correr…- Avisó el joven, haciendo que Carla y yo pusiéramos más atención a lo que iba a ocurrir.

Para nuestra sorpresa, Teresa aparto suavemente al chico y volviéndose a agachar empezó a masturbar al joven rápidamente, colocando su cara a escasos centímetro de la punta del pene. Segundos después el semen era expulsado contra la cara de Teresa y los últimos chorros salieron contra sus pechos.

-Aaaa…- Suspiró de placer Teresa, moviendo lentamente su mano aun con el pene agarrado. -Nada mejor que una buena polla y la corrida de después.

El chico, exhausto, se apoyó contra la pared de su espalda. Carla y yo nos miramos una vez más y entendimos que debíamos volver a nuestro probador. Una vez dentro nos quedamos unos segundos en silencio repasando lo que Teresa había estado haciendo y analizando nuestra excitación.

-¿Qué os ha parecido?- Nos preguntó de pronto Teresa apareciendo en un lateral de la cortina, sin restos de semen en su cara y vestida completamente.

-…- Ninguna de las dos respondimos nada.

-Pero decid algo.- Nos pidió Teresa.

-Se ve bueno pero… No se…- Comentó Carla dubitativa.

-Es normal. Hasta que no lo probéis no sabréis lo bueno que es.- Nos animó. -Además, tenéis dos buenas razones para poder hacerlo con quien vosotras queráis. Las mías son estas.- Nos explicó metiendo la mitad superior de su torso en el probador y señalándose los pechos. -Aprended a sacarles partido y os llevareis a cualquiera.- Rio finalmente saliendo del probador.

Carla y yo nos quedamos solas y en silencio de nuevo, asimilando lo dicho por Teresa. Nuestras miradas se cruzaron un par de veces.

-¿Crees que dice la verdad?- Le pregunté a Carla.

-¿Sobre las tetas? Bufff… No se… Visto lo visto…- Decía Carla dubitativa. -Pero tú por ejemplo tienes más pecho que yo.- Dijo sin más, sin llegar a entender muy bien porque había dicho eso.

-No te creas. Son muy parecidas.- Le dije yo tratando de quitarle importancia.

-Ya verás. Sácalas un momento.- Dijo mientras se quitaba la camiseta. Yo dudé, pero tras ver su iniciativa y que ya estaba quitándose el sujetador pensé que no pasaría nada mas por medirnos los pechos. Así que un instante después las dos estábamos delante del espejo mirándonos los pechos.

-Lo ves. Son casi iguales.- Sentencié.

-Pero es que mira. A mí me entran justo, justo, en mis manos. En cambio las tuyas…- Empezó a decir y entonces se colocó detrás de mi agarrando mis pechos. -Se me escapan un poco.- Sus manos agarraban firmemente mis pechos y mis pezones quedaban presionados por sus manos, excitándome.

-Son… cosas tuyas…- Le dije sonrojándome y moviéndome para que me soltara. Pero eso solo provocó que sus manos rozaran aun mas mis pezones, endureciéndolos. Este hecho no paso desapercibido para Carla, que en vez de separar sus manos las apretó aún más amasando mis pechos y apretando mis pezones.

-¿Estas excitado?- Me preguntó Carla en el oído, cosa que me excitó más de lo que sus manos estaban consiguiendo.

-Aaaa…- Gemí suavemente, cuando por sorpresa Carla pellizcó uno de mis pezones. -¿Por qué me hablas como si fuera un chico?- Le pregunté jadeante.

-¿Prefieres que te trate como a una chica? ¿Te excita más?- Carla ponía una voz morbosa y sensual mientras hablaba, justo en mi oreja.

-S... sii…- Admití cuando una nueva oleada de placer salía de mis pezones hacia el resto del cuerpo.

-Eres una pequeña pervertida, Diana…- Rio maliciosamente sin detener sus manos.

-No pares, Carla… Me encanta…- Le pedía yo fuera de mi mismo, igual que aquella vez con mis amigos.

-¿Te ha gustado ver a mi prima con ese chico? ¿Te has puesto así de cachonda mirándolos?- Su voz provocada oleadas de placer en mi.

-Si…- Volví a confesarle mientras alzaba mis brazos por encima de cabeza para entrelazar mis dedos en su pelo y así dejar mis pechos mas sueltos y erguidos.

-¿Quieres que siga?- Su pregunta me sorprendió pero no dude en responder.

-No te pares… Ummm…- Le pedí con un nuevo gemido.

-Gírate.- Me dijo. Yo obedecí y pude mirarla a los ojos mientras sus manos seguían amasando mis pechos. Pude fijarme en que ella también tenía los pezones duros, y en un pequeño acto de valor llevé mis manos hasta sus pechos y le propiné el mismo masaje que ella me estaba haciendo a mí.

-Ahhh…- Un gemido se escapó de la boca de Carla.

-¿Tu también estas cachonda?- No esperé respuesta y mis manos siguieron a lo suyo. -Antes te he visto tocarte mirando a tu prima.- Carla me miró sorprendida, pero no dijo nada. -¿Quieres que esta vez sea yo?- Había conseguido cambiar las tornas en aquel juego y Carla ahora estaba bajo mi control.

-S… si…- Me confesó Carla desviando la mirada.

-Y luego soy yo la pervertida…- Comenté, pero para su sorpresa en vez de detenerme o reírme de ella, desabroche su pantalón y lo hice caer al suelo dejándole solo con unas braguitas amarillas.

Carla no se movió y se dejó hacer cuando mi mano descendió por su estomago hasta empezar a rozar su húmeda vagina a través de la ropa interior. Carla se doblo de placer contra mí, colocando su boca en mi hombro, para que no se le escapara ningún gemido. Mis dedos pronto separaron aquella tela y se introdujeron dentro de Carla.

-David… no pares… Ahhh… Sigue, sigue…- Me pedía con voz baja.

-Llámame Diana, por favor…- Le pedí completamente excitado. Estaba masturbando a la chica que me gustaba en un probador, y quería que me llamara por mi nombre de chica.

-Diana… me voy a correr… no pares… me corro…- Sus susurros eran melodía para mi, cuando sentí como toda su entrepierna se humedecía por sus fluidos. -Increíble…- Me felicitó Carla con la respiración entrecortada.

-Habrá que irse, ¿No?- Le pregunté medio divertido viendo que aun seguía un poco ida. Aunque la verdad es que yo me había quedado con todas las ganas.

-No…- Susurró tímidamente y antes de que poder moverme sus manos se lanzaron contra mis pechos, amasándolos. Solo pude recular hacia atrás hasta quedar apoyado en la pared. -Ahora me toca a mí, Diana...- Aquella forma en la que dijo mi nombre me hizo entregarme a ella.

Una de sus manos empezó a pellizcar el pezón del pecho que agarraba mientras que para mi sorpresa, Carla descendió su cara hasta el otro pecho para empezar a lamer el pezón y en pocos segundos pasar a morderlo suavemente.

La excitación que tenia encima era tal que pronto mi respiración se agitó y suaves gemidos empezaron a subir por mi garganta. Para detenerlos, me llevé las manos a la boca, y así no ser descubiertas.

-Teresa tenía razón… Los pechos de una mujer le pueden ayudar a conquistara cualquiera…- Me dijo sin detener sus manos.

-Carla… Yo… Ah…- Un gemido se me escapó cuando trataba de hablar y aquello provocó aun mas a Carla que se volvió a meter uno de mis pezones en la boca. -Ummm… Carla…- Gemía y susurraba su nombre lo más bajito que podía.

Ella por su parte seguía dedicándose completamente a mis pechos. Hasta que cuando me quise dar cuenta, sus manos habían desabrochado mi pantalón, dejándome con unas braguitas azules que antes pertenecieron a Carla.

-Me excita mucho verte con mi ropa interior… Además, me pareces tan sexy…- Carla había vuelto a cambiar las tornas y yo parecía un juguete en sus manos, ya que no esperaba respuestas mías a sus comentarios, porque después de hablar volvía a besar mis pechos y mis pezones, provocándome nuevos gemidos, que yo trataba de ahogar.

Sin previo aviso, Carla comenzó a descender por mi estomago, con su lengua, y una vez estuvo delante de mi vagina, arrodillada en el suelo, me bajo las braguitas por las piernas hasta el suelo. Cuando noté que me pedía que levantara una de mis piernas y la abriera, yo obedecí sin decir nada, mostrándole toda mi zona intima en su esplendor.

-Te ves deliciosa…- Comentó y comenzó a lamer mis muslos, haciendo que se me pusiera la carne de gallina. Su lengua realizaba surcos de placer en su ascenso por mis muslos, pasando por mis ingles y hasta llegar a mi vagina, en la cual se detuvo poniendo especial empeño en el movimiento de su lengua.

-Oh… Carla… Esto… sí que es… bueno… Ummm…- Le felicitaba mientras, ella, me metía dos dedos dentro de mí y su lengua machaba mi clítoris. Ni la mejor de las mamadas que me podían haber hecho mientras era chico, se comparaba al placer que me estaba proporcionando Carla en aquel momento. -Me… corro…- Le avisa, tratando de hablar lo más bajito posible.

Y entonces, mordiéndome el brazo, tuve un tremendo orgasmo proporcionado por Carla. Aun así ella tardo algo más en separar su lengua de mi y cuando se separó de mi para levantarse, ambos buscamos los labios del otro con ardiente pasión. Fue un beso excitante, ya que pude saborear mis propios flujos que aun tenia Carla en la boca.

-No quiero… pero me parece que deberíamos de salir.- Me dijo Carla, recordándome que Teresa estaría esperando.

-Tienes razón.- Le contesté, antes de volver a besarla.

Tras ese último beso, nos volvimos a vestir y, adecentadnos un poco en el espejo, salimos del probador como si allí no hubiera ocurrido nada. Teresa nos miro un poco sorprendida por nuestra tardanza pero no preguntó nada. Cosa que me alivio, ya que sin saber muy bien porque me daba vergüenza que lo pudiera saber.