David II
Continuación del relato David I. Javier un joven de 20 años, va al encuentro de David, un muchachito que ha contactado a través de la web...
Manejo apurado, ansioso y algo angustiado, toda la tarde los minutos pasaron cual tortuga coja y ahora que me encuentro en el tráfico, vuelan, a veces me pregunto qué pasaría si pudiéramos hacer con nuestro tiempo lo mismo que hace la computadora cuando desfragmenta el disco duro. Finalmente llego a mi casa, estaciono, entro y me cambio rápidamente, escojo unos shorts con muchos bolsillos, un polo de cuello redondo, zapatillas urbana y medias blancas, me lavo un poco, no hay tiempo para la ducha, algo de colonia, saco dinero de la billetera y me aseguro de no llevarla conmigo, no pienso pasar por lugares peligrosos pero en la oscuridad nunca se sabe que se puede encontrar.
Salgo casi corriendo, cuando estoy a una cuadra bajo el ritmo y me tranquilizo un poco, tengo 15 minutos de retraso y me va tomar por lo menos 2 minutos más en llegar hasta la escalera, son 17 minutos, casi 20, el tiempo máximo que cualquier persona normal esperaría por una cita, o al menos eso creo.
Finalmente llego poco después de las 7:17, bajo las escaleras despacio y observo todo a mí alrededor. En el descanso hay una especie de parque provisto de bancas, hay una pareja de enamorados sentados en una de ellas y en otra una señora de unos 55 años comparte la banca con un chibolo que claramente cursa el secundario. Lo miro con disimulo, lleva una gorra de béisbol blanca, no puedo verle la cara pero no se ve mal, paso de largo muy despacio pero no me le acerco, si es el hijo de la señora puedo meterme la quemada del siglo. Llego al extremo de la escalera en un lugar donde esta se abre como una cruz dando la impresión de ser un balcón con dos escaleras a cada extremo, me apoyo en el borde y miro hacia abajo, buscando con la mirada al chico que me ha llevado hasta allí. Salvo el chiquillo junto a la señora, nadie parece siquiera cerca de ser adolescente. Miro hacia la banca tratando de atraer la mirada del chiquillo y de hecho lo consigo, me mira a la cara y hago lo mismo, finalmente se decide, se para y camina hacia a mi… - dios mío, me saque la lotería - es delgado, de piernas rectas y al parecer bien formadas, hombros angostos típicos de un adolecente en proceso de desarrollo, cara redonda, ojos grandes y labios ligeramente anchos enmarcan una boca más bien chiquita, mide cerca de 1.65 m, tiene la piel clara aunque las facciones son más bien de “cholito”. Me encanta, se acerca un poco más y puedo ver que es castaño y tiene los ojos color miel y la caja del pecho ligeramente ancha.
- Hola –
Me dice, hasta su voz es preciosa
- Hola. No estaba seguro de si eras tú, como estabas sentado con esa señora, pensé que era tu mamá –
- No nada estaba sentado y ella llego y se sentó, ya me iba ir cuando llegaste –
- Si, sorry, me atore en el tráfico –
- A ok, y que hacemos? –
- Quieres ir por una hamburguesa? –
- Puede ser, pero a dónde vamos? –
- No se, vamos al parque, ahí hay buenas hamburguesas –
- No, al parque no, mi tía ha salido con mi hermana, seguro han de estar por ahí –
- Si quieres vamos a la mercantil, creo que hay un sitio donde comer pollo –
- No, es que mi tía ha salido puede ser que este en el parque pero de repente esta en otro lado –
No sé si será floro lo de su tía, de hecho Chosica es chiquito y si es cierto que su tía ha salido como dice, bien podríamos encontrárnosla en algún lugar, aprovecho la oportunidad y me la juego por llevarlo al oscurito.
- Entonces vamos por allá, como que conversamos –
Terminamos de bajar las escaleras, cruzamos la calle y luego el puente. Sobre el río, a la derecha, hay un pasaje, es una especie de callejón abierto que recorre cerca de veinte cuadras con el río al lado derecho y una pared de unos 9 m al lado izquierdo. Cada 5 m hay un una especie de columna, el rio se separa del pasaje por un murete que tiene 20 a 25 cm de altura. Es tan oscuro como la calle, con la diferencia que aquí no hay luz artificial. Una vez que entras hay solo dos opciones, o sigues caminando y avanzas las veinte cuadras por ese callejón serpenteante o te regresas presa del miedo. El pasaje no es muy usado pues es algo tétrico, sin embargo es un buen atajo para llegar al centro de la ciudad, por eso nunca faltan los valientes que lo atraviesan incluso de noche.
Decidimos caminar mientras conversamos. Me cuenta que tiene tres hermanos, dos mujeres menores, hijas de su mamá y su padrastro y un hermano de 17 años, vive con su mamá, sus hermanos, su padrastro y su abuela. Me cuenta que cursa el 3 del secundario en un colegio estatal chico cerca de su casa. Le cuento mi vida, solo lo que me interesa que sepa, lo necesario para llevarlo a la cama.
Caminamos hasta la mitad del pasaje, donde hay un recodo que imposibilita la vista desde cualquier punto. Sin decirnos nada nos besamos, parece que ambos lo estábamos deseando desde que nos vimos, mi verga choca contra la suya, ambas a punto de reventar, ambas separadas por la ropa que incomoda y a la vez presta cobijo para incrementar el morbo. Lo cojo por la cintura y lo pego más a mi cuerpo sin parar de besarlo, bajo mis manos y acaricio la unión entre la cadera y la cintura, tiene los ojos cerrados, está disfrutándolo, está a punto de ser mío. Juego con su lengua, mordisqueo sus labios y le inyecto mi aliento mientras mis manos hurgan dentro de su ropa y se abren camino entre su bóxer y sus nalgas, suaves, lampiñas, no protesta, solo me sigue besando. Nos separamos con la misma velocidad que antes nos juntamos en cuanto oímos que alguien se acerca, sin decir nada seguimos caminando y nos cruzamos con un joven que va en sentido contrario. Casi el resto del camino lo hacemos en silencio, yo no hablo porque estoy retorciendo mi cerebro tratando de ubicar visualmente los lugares que tenemos cerca y explorar en mi memoria si alguno de ellos es propicio para continuar con lo que empezamos.
El pasaje llega a su fin y desemboca abruptamente en una canchita de fulbito, las casas aparecen de nuevo y es necesario pasar por calles nuevamente iluminadas con gente que la circula. Más allá, cerca de la universidad hay un descampado al pie del río, decido llevarlo por ahí y bajar a la rivera. Un montículo de piedras y tierra corta la visión y nos deja como escenario la rivera opuesta del río desde donde la parte trasera de las casas nos miran desde lejos.
Nos hemos dicho muy poco desde que dejamos de besarnos, lo necesario para llegar hasta donde estamos. Buscamos un lugar suficientemente plano para pararnos sin dificultad pues el terreno es un solo de piedras encontramos un pequeño espacio entre las piedras, y nuevamente sin mediar palabras nos besamos. Pego su cuerpo al mío mientras mi lengua juguetea dentro de su boca y mis manos recorren su cuerpo, tiene un lindo trasero y una cintura delgada. Mi verga me exige que la libere de su cautiverio, rosa contra la suya y ambas respingan una contra la otra. Beso su cuello y puedo sentirlo al borde del orgasmo. Intento desabrocharle el pantalón, una correa entrometida me dificulta la tarea pero él ya sabe lo que quiero y colabora soltando la hebilla, le desabrocho el pantalón y bajo la cremallera, vuelvo a besarlo para mantenerlo caliente y le bajo los pantalones de un solo tirón. Sus piernas lampiñas me existan aún más, me desabrocho el pantalón y dejo en libertad a mi palpitante verga y guio su mano hasta ella, él no se resiste y la toma con su mano derecha. Me acerco a su oreja y le susurró al oído…
- Chupamela –
Su reacción no me la esperaba, al menos no tan de prisa, se agacha y se la mete a la boca despacio, no le entra toda en la boca, después de todo se está tragando un vergajo de carne de 19 cm por casi 4 cm de grosor, sin embargo hace su esfuerzo por lamérmela y darme placer, claramente él también lo está disfrutando. Le ordeno que se la trague toda, se la saca de la boca, me la pajea la mira y se la lleva toda dentro de su boquita, decidido a tenerla toda dentro con algo de esfuerzo finalmente la tiene toda adentro. Yo estoy a mil, lo tomo de la cabeza y guio sus movimientos atrás y adelante sigo con este juego por un rato hasta que decido darme un poco más de placer y presiono su cabeza contra mi pelvis para que se trague hasta mis bolas de ser posible… no tarda en empujar hacia atrás movido por las arcadas, le doy un respiro y él se la saca de la boca, escupe en el suelo y le ordeno volver a su trabajo, obedece sin replicar comiéndosela toda con más facilidad que la primera vez. Ya no necesita de mis manos para guiar su recorrido por mi miembro, sin embargo lo tomo de la cabeza y lo guio solo para que sepa quien está a cargo. Estoy al borde del orgasmo pero quiero follarme más que su boca, lo pongo de pie y le ordeno que se voltee. Lo hace sin protestar. Le bajo los bóxer y su culito queda a mis expensas, es mejor de lo que me he imaginado, tiene las nalgas duras y completamente lampiñas igual que sus piernas, una pija pequeña coronada con una mata de bello que empieza a aflorar, esta tan erecto como yo y tiene liquido pre seminal en la punta, él también está al borde del orgasmo.
Acaricio sus nalgas, las pego contra mi cuerpo mientras lo tomo de la cintura, le beso el cuello por detrás de la nuca y le susurró al oído…
- Quiero penetrarte –
Continuara…