DAVID & GOLIAT - Mi secreto con MAMÁ - (precuela)

David ha encontrado algo, accidentalmente, en el ordenador de su madre. Se trata de un relato erótico escrito por ella misma. Para su sorpresa, es él quien lo protagoniza y es ella su compañera de escena. Párrafo a párrafo, el chico siente cómo le explota la cabeza.¿Descubrirá Flora su indiscreción?

EDIPO Y MORFEO

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-jueves 1 octubre-

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Tal y como si fuera un pasajero más, David espera a su padre muy cerca de uno de los autobuses que permanecen aparcados en su correspondiente andana. Los bancos metálicos están plenamente ocupados, y hay mucha gente de pie aguardando la llegada de un chofer que les permita la entrada en el vehículo.

El chico no es tan formal. Hace rato que ha tomado asiento en el suelo, reclinando su espalda en una pared de obra vista que da forma al edificio de la estación. Ha dejado la mochila a un lado y, ahora, se dedica a escuchar música pasada de moda a través de los auriculares de su móvil. Sin embargo, la batería empieza a agonizar y decide apagar el dispositivo prematuramente.

Todavía quedan unas horas de sol y una suave brisa otoñal peina el pelo rubio del chaval a la vez que mueve algunas de las hojas secas que permanecen cerca de él.

“Ahí está. Ese es”

El autocar que conduce su padre acaba de entrar en escena, y no tarda en tomar su plaza a unos diez metros del joven escolar. Nada más bajar de la cabina, Cristóbal divisa a su hijo y le saluda con la mano desde lejos. Acto seguido, se dirige a la oficina.

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-¿Nos saluda a nosotros?-   pregunta un hombre uniformado   -Qué salao-

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David gira la cabeza hacia la derecha para advertir la presencia de dos de los compañeros de su padre. Uno de ellos está fumando pese a la prohibición vigente que se aplica a ese espacio.

El niño tiene ganas de señalar el error de aquel barbudo canoso, pero termina por guardar silencio. Recuerda que ese tipo le habló con un tono muy paternalista, en una ocasión, y eso le disgustó. Prefiere no volver a tratar con él.

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-Era camionero antes de trabajar aquí-   afirma el segundo hombre.

-Es majo. Me cae bien-   dice el primero justo antes de exhalar una bocanada de humo.

-La que es maja es su mujer. No veas que culazo-

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Esa soez afirmación perturba la serena espera de David, quien vuelve a enroscar su cuello para observar cómo aquel individuo de apariencia porcina usa las manos para dar forma a unas enormes nalgas virtuales. Su cara de vicioso le repugna, pero lo que de verdad le indigna es que le falte al respeto a su madre.

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-No la he visto. No tengo el gusto-   dice el otro, sonriente, mientras se toca la barba.

-Mira: a mí no me va el sexo anal, ¿vale? Pero cuando vi a esa mami me vinieron ganas de metérsela hasta el fondo por el culo. Me la he pelado alguna vez pensando en ello-

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Desde su discreta posición, David no puede creer lo que oye. Siente la necesidad de detener aquello, pero no sabe cómo.

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-Pues él mira que es feo-   continua el chofer de pelo blanco.

-Aquí todos somos feos, viejos, gordos o… … bajitos-

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De pronto, el artífice de esa última frase se voltea para percatarse de la presencia de tan silencioso testigo. El muchacho disimula y mueve la cabeza como si sus auriculares no hubieran parado de reproducir sus canciones favoritas.

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-Es la hora-   dice el fumador mientras pisa su menguada colilla.

-¿Te toca la ruta de la costa hoy?-   pregunta aquel puerco de uniforme.

-Sí, solo un viaje más y ya termino-

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Ese imberbe adolescente, todavía desde el suelo, mira de reojo para ver cómo, tras una palmadita en la espalda, el hombre de la barba se aleja de ahí. Unos instantes después, el otro se dirige hacia una dirección distinta para acceder a un autobús.

David se da cuenta de que sigue apretando sus dos puños como si tuviera ganas de pelea. Intenta tranquilizarse y recuperar la normalidad de su pulso, pero no lo consigue. No logra entenderse a sí mismo por más que reflexiona:

“¿Esto tendrá que ver con mi sueño? ¿Por qué sino estaría tan alterado?”

Sus pensamientos aluden a un inquietante percance que sufrió el niño durante la noche del martes, cuando se despertó con los pantalones del pijama empapados por delante. Superado el sobresalto inicial, David supo lo que estaba soñando. Aquello le hizo sentir más sucio y depravado que nunca.

“Puede que no sea algo tan raro. A fin de cuentas, he tenido sueños eróticos con mujeres que ni siquiera me gustan, con extraterrestres, y hasta con dibujos animados”

El chico lleva varias semanas pelándosela a diario. Será cosa de la edad, pero el caso es que no puede parar de darse placer entre horas. Está como una moto y no hay fantasía, por más disparatada que sea, que no supere sus nimios filtros de coherencia o realismo. Se masturba pensando en las mozas de su clase, en las profesoras, en la vecina, en la mujer del tiempo… Por no hablar de sus furtivas incursiones en el porno online.

Sin embargo, jamás había contemplado el fantasear con su propia madre. Eso le parece antinatural, enfermizo y patológico.

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-David, hijo, por fin he terminado-   dice Cristóbal nada más llegar   -¿Vamos?-

-Sí-   contesta el niño mientras se pone en pie   -Se me ha agotado la batería-

-Uiuiui. ¿Estás bien? ¿No has sufrido una crisis de ansiedad todavía?-

-JA – JA – JA. Muy gracioso, papá-

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El patán obeso de antes no se equivocaba respecto al sexapil de quienes conducen los autobuses con destino a esa estación. No se trata de un colectivo muy agraciado, aun así, Cristóbal es uno de los que quedan peor parados en la comparativa. Es gordo, medio calvo y el escaso atractivo que tenía cuando su hijo llegó al mundo no ha dejado de menguar cruelmente.

Sea como sea, ese tipo tan rollizo goza de la estima y el respeto de David, quien le considera un buen padre, un buen marido y una buena persona.

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DAVID Y GOLIAT

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  • viernes 2 octubre -

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Flora había trabajado en la perfumería de un supermercado, en una peluquería y en un centro de estética. Su último empleo lo desempeñaba en la recepción de un balneario. No obstante, perdió su puesto al ser víctima de un desagradable caso de acoso sexual por parte de su jefe. Hay denuncias mutuas interpuestas, pero el ritmo de la justicia legal es exasperantemente lento.

Ella es una mujer humilde a quien le gusta leer y escribir. Desde que se quedó en paro, no ha dejado de crear relatos muy variopintos y, últimamente, asiste a un curso de escritura creativa.

Si bien tiene poca estatura y está entrada en carnes, la disposición de sus generosas curvas resulta de lo más favorecedora, y su jovial simpatía juvenil hace olvidar que ya pasa de la treintena. No en vano, y dada su trayectoria laboral, es experta en cuidados estéticos e incluso su precioso peinado castaño da fe de sus dotes vocacionales como peluquera.

Concibió a David siendo ella muy joven. Estuvo a punto de abortar, pero se echó atrás en el último momento. Nunca se ha arrepentido de ello, pero a menudo se pregunta cómo hubiera sido su vida si hubiese renunciado al bebé.

Sin duda, aquello fue un buen golpe de timón del destino. Decidió casarse con el bueno de Cristóbal y ambos invirtieron en la adquisición de una bonita casa en el barrio de "El Poblado".  No se trata de una gran mansión, pero si de un hogar de obra nueva en una buena zona, acogedor y con un frondoso jardín.

La herencia que le cayó a Cristóbal, después del fallecimiento de sus padres, es la razón principal por la que un simple conductor y una ama de casa en paro pueden permitirse semejante morada.

Se podría decir que su vida es envidiable, pero, a pesar de su actitud positiva y agradecida, Flora siente que le falta algo importante, y se resiste a atribuir esa sensación a la falta de sexo.

Tiene un pedazo de pan de marido; un hijo sano, listo y cariñoso, una casa pagada, pasión por la literatura, buenas amistades, unos padres activos, tiempo libre…

Pese a sus kilitos de más, aún es joven y hermosa, goza de una salud de hierro y le apasiona el arte en todas sus formas.

Por todo ello, se siente miserable e ingrata cuando no se nota suficientemente feliz; cuando le da el bajón y tiene ganas de llorar; cuando el síndrome premenstrual le deja el ánimo por el suelo…

Hoy ha decidido dejarse de perjuicios y dar rienda suelta a su facunda creatividad. Ya lleva unas cuantas páginas de su nueva historia y no deja de teclear como si la hubiese poseído el diablo. Ni siquiera escucha el sonido del coche de su esposo aparcando frente a la casa.

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-Hola, mamá-   dice David justo después de abrir la puerta principal.

-Hola, cariño-   responde Flora plegando su portátil apresuradamente.

-Me voy a mi cuarto a estudiar-   añade el niño antes de desaparecer de la escena.

-Hey-   interviene Cristóbal apareciendo desde la retaguardia   -¿Estás lista? Debemos irnos ya o llegaremos tarde-   dice meneando las llaves.

-Vamos. Llevo rato esperándote-   responde ella mientras se pone en pie jovialmente.

-!Adiós, hijo!-   grita el hombre con vehemencia.

-!Adiós, am0r!-   se suma Flora con un tono alto pero mucho más modoso.

-Adio0Os-   contesta el chico con el entusiasmo justo como para ser oído.

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En cuanto escucha el sonido de la puerta, David interpreta su oportuna intimidad como la mejor ocasión para efectuarse la segunda y la tercera paja del día. Frente a la pantalla de su computadora, mira el icono del navegador con resignación.

“Maldito control parental. Debo ser el único de la clase que vive bajo una supervisión tan estricta”

No anda desencaminado, pues sus padres se han ocupado de que el pequeño de la casa no pueda acceder a contenido inapropiado, tanto desde su ordenador como desde su móvil.

No obstante, el hambre no es lo único que agudiza el ingenio. Las hormonas adolescentes también pueden llegar a ser muy inspiradoras cuando se agitan.

“Podría usar el portátil de mamá. Solo tengo que borrar el historial cuando termine como me enseñó Víctor”

El chaval tiene muchas ganas de ver un video que le ha recomendado su amigo por el WatsApp, pero el enlace resulta bloqueado en cuanto intenta abrirlo des de su teléfono.

Con un sigilo impropio de alguien que se sabe aislado, David sale de su habitación y anda hasta llegar al salón.

“Aquí está el pc. Tenía el presentimiento de que, con las prisas, no se habría entretenido en guardarlo”

Ese caballerete indisciplinado sabe que la ausencia de sus padres para asistir a la reunión con sus profesores no será fugaz, por lo que es consciente de que puede entretenerse tanto como quiera en su periplo por los rincones más indecentes de la red.

Después de acomodarse en el sofá y de desplegar el dispositivo como quien abre un libro, David empieza a toquetear el rectángulo táctil que hay debajo del teclado con el fin de controlar el cursor. Él siempre usa el ratón y no está habituado a utilizar aquel sistema alternativo. Sus movimientos son tan torpes que termina por pulsar el icono de Word en lugar del vecino círculo colorido de Chrome.

“No0h. ¿Ye la estoy cagando? ¿Tan pronto?”

Consciente de que no quiere dejar ningún rastro de su ilícita actividad informática, piensa bien cuál será su próxima acción. Antes de cerrar el programa que ha abierto por accidente, advierte una notificación:

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Word recuperó archivos que quizá desee mantener.

Mostrar archivos recuperados.

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David conoce ese editor de texto. Sabe que aquel aviso solo aparece cuando se cierra el programa sin haber grabado los progresos de un trabajo. Ahora teme que, si vuelve a cerrarlo, sin más, descarte la única opción de recuperar los últimos párrafos que haya escrito su madre.

“Pero si guardo el progreso, dejaré pruebas de mi fechoría. !Maldita sea! ¿Por qué tengo que ser tan torpe?”

Cuando ya ha situado la flechita en la equis roja de arriba a la derecha, el niño se percata de cuál es el título del documento:

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David y Goliat.docx  [Original]

Versión guardada por última vez por el usuario

el viernes 2 de octubre a las 4:48

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Las dudas vuelven a abordarlo de nuevo, no solo por aquel título inquietante, sino por la hora del último guardado.

“Igual me cargo dos horas de trabajo”

Decide abrir el proyecto para constatar si realmente se trata de un escrito que hable de él, o si, por el contrario, se trata solo de una coincidencia nominal.

Antes de comenzar la leer, recuerda la reacción tan curiosa que ha tenido su madre al percatarse de su llegada.

“Parecía algo nerviosa; como si la hubiésemos pillado mirando porno. Puede que ese susto sea el responsable de que no haya guardado bien el archivo”

Con el ceño fruncido, el chico nota como crece la curiosidad dentro de él desplazando, incluso, la que sentía hace escasos minutos por el clip que le había recomendado su amigo Víctor..

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"DAVID & GOLIAT"

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Los ronquidos de su marido eran asombrosamente simétricos. Flora tenía la sensación de encontrarse atrapada en un bucle hipnótico que, paradójicamente, le privaba de su propio sueño. [...] > El relato de Flora lo publiqué en TodoRelatos el día 12 de diciembre de 2020. Puedes encontrarlo en mi perfil de autor. Aunque puede parecer un capítulo cerrado, solo representa la punta del iceberg de una larga historia llena de giros inesperados < [...]

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David se levanta como si le hubiera dado un calambre. Se ha colocado y recolocado tantas veces la polla mientras leía aquella narración morbosa que sus revoltosas tensiones fálicas han terminado por pasarle factura. No en vano, no ha dejado de recrearse demasiado en cada una de dichas maniobras y, si bien no se ha masturbado de una modo normativo, sí que ha acabado rompiendo su propia contención seminal.

“!Un papel! !Una camiseta! !Una toalla!”

Nada.

El muchacho apenas ha tenido tiempo de bajarse los pantalones y caer de rodillas para rezumar su presurizado esperma encima del suelo.

Pese a estar solo, se siente avergonzado por todo el contexto que ha precedido esa deshonrosa eyaculación.

Ya delante el espejo del lavabo, mientras se enjuaga el pene con el agua del grifo, se mira a los ojos y reflexiona sobre lo que acaba de ocurrir. Libre ya del tupido velo lujurioso que nublaba su mente, antes de correrse, añora los tiempos en que su santa y amada madre estaba limpia de ningún trazo sexual; de ninguna connotación erótica; de la más mínima sombra de infidelidad…

“Quiero despertar y ver que todo esto ha sido solo un sueño absurdo; una paranoia como la que me atrapó durante la noche del martes”