David, el camionero bombón de Jaen

Aquella tarde terminaría disfrutando de un auténtico camionero bombón en su cabina.

David, el camionero bombón de Jaen

Después de leer muchos de los relatos me he decidido a escribir algunas de mis vivencias. Todo lo que voy a contar son hechos reales.

Me llamo Tomás, tengo 45 años y soy de Valencia.

En este primer relato voy a contar una historia con un chico que me marcó bastante. Sucedió hace casi 15 años en el parking de un hotel de carretera donde solían parar muchos camioneros. Había oído hablar de él pero no sabía si era un punto de cruising o no.

Acababa de comer y era un día muy primaveral que no hacía sino aumentar mis ganas de sexo así qeu cogí el coche y me dirigí hasta el hotel a unos 15 kilómetros de donde vivo.

Al llegar di una vuelta pero todo eran camioneros extranjeros a su rollo o en las cabinas descansando con todo cerrado.

Estuve un buen rato y nada de nada. Estaba ya a punto de irme cuando entró un trailer. Aparcó cerca de mi y un chico joven, que no tendría ni los 30, bajó de la cabina y se puso a mear. Yo, desesperado como estaba ya, me acerqué con el coche tímidamente y disimulando cuando para mi sorpresa, el tío se giró hacia mi sobándose la polla de una manera descarada.

¡No me lo podía creer! Era un chico no muy alto pero con buen cuerpo, rubiete, y con una polla que prometía... Me acerqué a él más con el coche, hablamos un poco y me dijo que iba a aparcar un poco más retirado, que fuera allí con el coche.

¡El corazón se me salía del pecho!

Aparqué y subí a la cabina por la puerta del copiloto. El espectáculo de tío era impresionante.

Me dijo que solo quería que se la comieran, que quería descargar. ¡Joder era un bombón de tío!

Se tumbó en la litera de la cabina y se quitó la camiseta, quedándose tan solo con un pequeño pantalón corto en el que se le marcaba el paquete y al que yo no podía dejar de mirar.

¡Todo tuyo!, me dijo.

Y vamos si fue mío... Empecé a lamerle los pezones y quise subir al cuello pero no me dejó ir más arriba, aunque me hubiera encantado besarle.

Volví a los pezones y fui bajando hacia el ombligo mientras con la mano le magreaba el bulto del pantalón que ya iba cobrando vida propia.

Acerqué mi cara a su bulto y empecé a pasar los labios por encima del pantalón, dibujando su rabo.

Le bajé el pantalón con cuidado y él se lo quitó quedando completamente desnudo y dejando a la vista un cuerpo precioso y un rabo y unos huevos totalmente depiladas y que sin duda eran los más apetitosos que había visto hasta el momento.

Bajé hasta sus piernas y fui subiendo mientras lamia su piel hacia las ingles. Le chupé bien los huevos mientras escuchaba cómo jadeaba y con la lengua fui subiendo por su rabo evitando el glande... De momento. Tenía la polla dura como una piedra y no resistí más. Me la metí en la boca y empecé a succionar con cuidado, sin prisas para que disfrutará él pero también yo. Me gusta recrearme en una buena mamada. Dar placer y obtenerlo.

Así estuvimos un buen rato hasta que el tío empezó un mete saca frenético que hacía que me ahogara con su polla pero que me encantaba al verle la cara de placer que estaba poniendo.

Aguantó un rato así hasta que me dijo que estaba a punto de correrse. Le dije que se corriera en mi boca, pues no podía desperdiciar la oportunidad de tener la leche de un dios así, y al poco empezó a jadear a lo bestia y noté como su rabo se hinchaba todavía más, teniéndolo apretado contra mí y sentí cómo salían varios trallazos de lefa directamente a mi garganta.

Le limpié la polla bien y se quedó rendido en la cama de la cabina. Yo me corrí enseguida flipando aún de la experiencia que acababa de tener. Me limpié como pude con papel que tenía por la cabina y David, que así se llamaba se incorporó y me dijo que había sido brutal. Se acercó y me dio las gracias y un morreo que agradecí enormemente.

Me contó que era de un pueblo de Jaén y que tenía novia. Había parado allí para ducharse en las dichas que el hotel ponía a disposición de los camioneros y emprendía el regreso hacia su tierra.

Bajamos los dos de la cabina y él se fue andando hacia las duchas del hotel. Yo me subo5en mi coche y me volví a casa con la sensación de que había probado un bombón tremendo y que nos habíamos despedido sin darnos el móvil ni nada, por lo que sería muy difícil que volviera a coincidir con él.

Espero que os haya gustado. Pronto, más!