Danza de Lobos 4ta Parte

Rebeca

Cuarta Parte ***

Estando en la oficina, recibí un llamado de uno de mis amigos con los que solía juntarme a menudo, llamaban a una de esas tantas convocatorias de las que solía sumarme después de la oficina,  lo pensé y realmente  me haría bien ver a mis amigos. Contaba las horas para salir y poder verlos luego, la verdad, hace bastante que no los veía.

18:00 Hrs. En punto era mi horario de salida, agarré mis cosas y partí, mientras en el camino pensaba qué cosas podría contarles de aquella experiencia, – Estuve hablando con Fernanda durante la tarde, y la sentía  cómoda con su nuevo accesorio, pero inquieta al mismo tiempo – Llegué a la junta y estaban los mismos de siempre, estar con ellos era tan  genial! Era ese despeje ideal para  after office.

Avanzaba el rato, y los recuerdos venían fugaces a mi cabeza, empecé a calentarme y la inquietud en mis piernas se hacía cada vez menos llevadero. –Era recurrente que a aquel local entrara una serie de vendedores ambulantes, ofreciendo joyas, lápices, velas de gel etc. Aquél día, entró un hombre de aspecto hippie, ofreciendo cepillos de dientes para perros,   automáticamente, la idea se cruzó por mi cabeza y no lo dudé un segundo, tomé la billetera y pagué. –Uno de mis amigos, me miró extrañado y soltó esa carcajada sarcástica, sabiendo perfectamente bien para que la utilizaría; era evidente mi nerviosismo y vergüenza –  seguí conversando un rato para disimular un poco, agarré el cepillo y lo llevé al baño.

Entré, y lavé el cepillo, luego me encerré en el cubículo, son bastante estrechos, y como pude acomodé mis piernas, para poder abrirlas lo que más pudiera, mis piernas apenas y se sostenían, pero la humedad de mi concha babosa, ya no podía más.

Cerré los ojos, y no podía parar de pensar en Fernanda y su accesorio, la imaginaba de rodillas ante Amo, contorneándose completa por la ansiedad de chupar su pico, lamer sus bolas, sin poder tocarse, podía imaginar su pecho agitado y su piel sudorosa, dispuesta a arrastrarse ante Amo con tal de poder tocarse un poco,  – Amo permitía olérsela, y Fernanda, sin tener el control de sí; chupándosela con unas ganas, que parecía que separaría su pico de sus bolas, lamiendo con fuerza, y succionando sus cocos. –Amo se corría delante de ella, y tiraba su semen, sobre sus tetas, se lo refregaba en ellas, con sus manos, esas tan gruesas

Que tanto me gustaban –. Y Ahí la dejaba… sedienta de más, me encantaba imaginarla ganosa.

Encerrada en el baño, escuchando uno que otro gemido, que no lograba disimular, pero qué importa, todos sabíamos a lo que pertenecíamos, todo se escuchaba desde ese baño, hasta fustazos salieron una vez, todos se dieron cuenta y nadie hizo nada, Además; entre la música del viejo wurlitzer y el olor a fritura y carne, propios del lugar, sabía que mis gemidos, pasaban desapercibidos.

No paraba de tocarme, mientras con la otra mano, saqué de mi bolsillo un mondadientes que guardé de las papas fritas, lo agarré y comencé a pincharme las tetas; y ahí estaba. Con un dedo con el cepillo aquel masajeando mi clítoris, y con la otra pinchaba mis tetas, mis gemidos aumentaban y a esa altura qué me importaba ya gritar; ya no podía más,  hasta que lancé el gemido y junto con ello, el orgasmo, entre la agitación la calentura, solté un grito que ni saber hasta dónde se oyó. Mis piernas tiritaban y medias acalambradas, sentí que me caería dentro del wáter por la posición en que las tenía. Recuperé el aliento,  me ordené y salí del baño.

Enseguida, comenzaron las risas y burlas entre mis amigos, los adoraba pero muchas veces eran unos idiotas. – por qué no me das la técnica para lavar esos dientes? Decían. Otros – oye, medio cardio que te mandaste lavándote los dientes, a ver si me explicas para hacer yo también. Jajajajajaja Malditos!

Llegué a casa de madrugada, y tenía un mensaje de Amo, diciendo:

“Mañana nos vemos a las 18:45 en tu café, besos. Avísame cuando estés en casa”

Quedé bastante extrañada con ese mensaje, es decir, adoraba verlo, pero generalmente me preguntaba si es que podía, – Esta vez, parecía algo obligatorio y urgente.

Así fue, apenas me desocupé, salí rapidísimo hacia mi café en el centro, con la ansiedad a full, pero tranquila al mismo tiempo; para variar, el metro lentísimo, le envié un mensaje, porque probablemente llegaría a las 19:00. – Tranquila, respondió él, Te esperamos.

Esperamos? –Pensé: Es que acaso estaría Fernanda también en nuestra junta?; de ser así, por qué no me dijo, finalmente, nos hace bien vernos. Quedé aún más extrañada.

Me bajé del metro y caminé lo más rápido que pude, cuando llegué, lo vi en la mesa de adentro, junto a la ventana con una mujer de pelo oscuro y parecía bastante alta.

Me acerqué a él y lo salude de manera cariñosa. Se paró sonriente y me abrazó mientras sonreía y con esa mirada ansiosa al mismo tiempo.

Mi perrita, quiero presentarte a una amiga muy querida mía, se llama Rebeca, con una mirada directa y algo seca, la saludé. La verdad no tenía claro que es lo que hacía ella ahí.

Se acercó el garzón, saludó de manera tan amable, que pude sentirme algo más cómoda en ese café que sentía tan mío, Pedí mis papas rústicas con café porque la verdad, no hay nada más en el mundo, que pudiera  animarme más.

Amo, mientras sentía que me miraba atento, y la verdad, estaba algo confusa, entre la incertidumbre y la rabia de no poder estar a solas con él.

Rebeca intentaba ser amable, mientras hablaba, me miraba como queriendo integrarme a la conversación; para ser honesta, la encontraba algo hipócrita.

Tal vez estás celosa, – pensaba dentro de mí–, esa mujer lucía un aspecto formal y muy de oficina, claramente trabajaba en el sector. Sus ojos eran un tanto grandes y un tono miel, muy bello, de cabello largo y castaño, tez clara y rasgos muy suaves, era agradable.

Poco a poco fui bajando la guardia y comencé a entrar en sus conversaciones, Claramente compartía nuestros gustos por lo que asumí era una amiga de Amo, y claramente quería que la conociera.

Estuvo alrededor de una hora y luego se fue.

-          Cómo la encontraste? Preguntó Amo.

-          Eh, agradable, simpática, buena onda.

-          Genial. Respondió, la próxima será con ella.

-          Qué? Respondí algo alterada.

-          Sí, ella participará y con esa información confórmate.

Lo miré picada, ansiosa, enrabiada y cuestionada; Pero si hay algo que podía hacer en el tiempo que lo conocía, era confiar en él. Debo confesar que quedé inquieta.

Apenas llegué  a casa, llamé a Fernanda para comentarle. Éramos cada vez más cómplices, aprendimos a compartir ciertas cosas. Realmente se había transformado en una hermana menor.

Ella, no sabía nada, quedó enrabiada, preguntándose quien era, así que jugué a lo mismo que Amo, – Tú confía y espera, de todos modos no es mucho lo que podamos hacer.

Pasaban los días, y en las conversaciones con Amo, siempre intentaba sacarle algo de información pero poco logré.

Llegó el día y quedamos de juntarnos en un punto céntrico para todos y luego tomaríamos un taxi.  Nos juntamos y Fernanda, en su ansiedad, no paraba de hacer preguntas. Comenzaba  a marearme. Amo se mantenía silencioso y tranquilo, se sentó adelante y con Fernanda, íbamos sentadas atrás. Comenzó a pegarse a mí para que le hiciera cariño, imagino de esa forma lograba calmarse.

Llegamos al lugar y era una casa! Juré que era un departamento o algo así. Salió Rebeca, en Jeans, zapatillas  y con algo leve de maquillaje, estaba muy contenta  y emocionada, nos invitó a pasar, y nos sentamos en el sofá grande, los tres juntos.

En la mesita de centro había bandejas llenas de cosas para comer y picar, me emocioné al ver que había preparado Piña colada! Con esto definitivamente ya me agradaba.

Estuvimos conversando de manera amena, durante toda la tarde, Fernanda, por su parte también comenzaba a relajarse.

Rebeca, comenzó a despejar la mesita de centro, y al parecer,  era hora de irse a lo que a mi interrogante fue aclarada, con una directa y seca orden de Amo.

-          Perra, Cachorra. De rodillas en el suelo. Miré a Fernanda extrañada.

Miré a Rebeca, y ella con una mirada culposa subió al segundo piso y desapareció. Obedecimos y nos colocamos de rodillas en el piso frente a él; se veía calmado y muy seguro.

Comenzó a acariciarnos la cabeza,  y la cara, oh! Como calmaba eso, y sé que pronto Rebeca, también se nos uniría…

Abrió sus piernas, y nos ordenó quedarnos sobre cada pie, cabeza agacha, y podía sentir su calor, mientras nos hablaba y esa voz, que nos daba tanta calma.

-          Desnúdense, y dejen su ropa en la silla.

–Ay! No! Pensé. Me vino un apretón de estómago y un escalofrío que me puso la piel de gallina; Fernanda no era tan pudorosa de su cuerpo, o es que realmente era mucho más segura de sí misma. Luego de eso nos ordenó colocarnos nuevamente en el piso de rodillas.

Nos puso nuestro collar. Comencé a tocar a Fernanda, a hacerle cariño y ella a mí… Me besó de manera tan suave, tan tierna! … Amo sentado en el sofá mirándonos.

De pronto sentí unos tacones. Rebeca! –Pensé–.

–Giré hacia atrás, y la desconocí, pensé que ella estaría desnuda, o con ropa muy sexy frente a nosotras; Cuando giré mi cara fue de sorpresa. Tenía puesto un vestido negro muy corto, decorado con cadenitas, unas botas bucaneras muy altas llena de correas y broches; sus labios eran rojísimos, y un delineado negro que hacía resaltar el color miel de sus ojos.

-          Qué bellas se ven! Exclamó Rebeca rompiendo el silencio.

-          Gracias, Respondió Fernanda, Tu también te ves muy bonita.

-          Yo, quede enmudecida, a lo que mencioné de manera tímida; –Pero tu… no eras sumisa?– y la verdad sonó bastante ingenuo de mi parte.

-          Jajajaja No Querida, yo no soy sumisa, Yo soy dominante,; con Julián nos conocemos hace bastante años, perdimos el contacto, y retomamos hace unos meses, pues mira lo que ha resultado! Guiñando un ojo al terminar  su breve historia con Amo.

–Ok! Ya entendí, y ahí me vino una seguidilla de recuerdos desde aquel día en el café. Ahora me cuadraban tantas preguntas, sus miradas directas. uff!  Ok, confío en él… Es todo lo que pensaba.

-          Mi perras, les presento a Mistress Rebeca. Hoy serán perras de ella;  le obedecerán en todo y seguirán todas sus instrucciones. Yo me quedaré aquí disfrutándolas; Les quedo Claro?

-          Si Amo.

-          Sí papi, respondió Fernanda con voz tímida.

Rebeca nos observaba desde lejos, y se sentó en el sofá cruzando sus piernas.

A un costado, tenía un baúl lleno de cosas; Tomó su fusta, era de las más largas y lengüeta más angosta – Esta es cabrona, pensé– comenzó a pasarla suavemente por la cara de Fernanda analizando sus facciones, me miraba desafiante. En un movimiento repentino, tomo del pelo bruscamente a Fernanda y colocó boca abajo sobre la mesita de centro, del baúl sacó varias correas con las que fijo, manos y pies en la mesa; Fernanda me miraba caliente, pero muy nerviosa. Rebeca sacó un Gags, y lo introdujo en su boca, bien adentro hasta el fondo y lo fijó bien apretado.

–Fernanda parecía esos pollos que los amarran y los dejan listos para asarlos, La cara de Amo, era maravillosa, disfrutaba aquella escena y prácticamente podía sentir su pene erecto bajo sus pantalones.–

Pasó la fusta por su cuello y siguió con la espalda, termino con un fuerte fustazo con el que llegué a temblar. Fernanda comenzaba a babear, me arrodille ante ella, y comencé a lamer la saliva que caía al suelo desde su boca; le tomaba la cara, besaba en las mejillas y el cuello. Gemía, y apretaba sus ojos. Amo se puso de pie, y quitó sus pantalones para volver a tomar asiento en el sofá, no sin antes pegarme una nalgada.

Rebeca, tomo del baúl una paleta con tachas roja, una palmada y Fernanda no emitía sonido, vino una segunda y una tercera, y su cuerpo se contrajo de manera brusca, comenzó a jugar con el culo de Fernanda, mientras le pegaba con la paleta de manera más intensa cada vez,  este culito estaba cada vez más rojo, Golpeaba nuevamente y Fernanda comenzaba a sollozar.

Me acerqué para acariciarle el pelo y jugar un poco con sus pezones.

-          Perra! –indicó Rebeca– de pié!

-          Me puse frente a ella de pié y mirando hacia el suelo; sacó más correas y me indicó que la siguiera, fijó una muñequera en cada mano y las fijo al barandal de la escalera. Luego fue hacia el Baúl y sacó una barra extensora. Me la colocó en mis pies, y pues así quedé, abierta de manos y pies.

Amo se puso de pié, caminó hasta mi cartera y sacó la bala vibradora  que siempre llevaba conmigo; me la colocó cerca de la boca para que pudiera chuparla y la introdujo dentro de mi choncha. Volvió a sentarse en el sofá y tomó su celular…

Rebeca, me miró con malicia mientras caminaba hacia el baúl. Sacó una cosa llena de correas, por lo que noté era un arnés; comenzó a ajustarlo, y le puso un gran pene de silicona. Le colocó un condón y le puso una especie de lubricante.

Se acomodó detrás de Fernanda y lo metió suave. Comenzó a follársela delante de Amo y de mí, aquella escena de verla sometida, ante una mujer mientras Amo disfruta de aquel cuadro,  era increíble!. La bala comenzó a vibrar también, lo que no pudo evitar que mis mejillas se colocaran rojas en un par de segundos. Él comenzó a tocarse, su pene estaba erecto, viscoso y brillante, uff! Fernanda, gemía con cada envestida mientras apretaba sus manos. La cara de Rebeca era seria, pero lo disfrutaba, su morbo y su belleza se mezclaban perfectamente bien.

La velocidad de la bala aumentaba y de pronto paraba en seco. Luego volvía a encenderse y mis gemidos también aumentaban.

Amo se puso de pie, tomó una bolsa, y se paró delante de mí. Tomó su pene y comenzó a rozarlo con mi concha, podía sentirlo suave y caliente, mientras la bala me hacía perder la concentración. De la Bolsa saco un puñado de pinzas, que empezó a colocar en todo el radio de mi teta y pezones, brazos, estómago. Algunos puntos dolían y otros no tanto. Pegaba tiritones combinados con escalofríos, tomó mi cara y plantó un gran beso. Inconscientemente tiraba mis manos para tratar de alcanzar su pene.

Estuvo tentándome unos momentos mientras detrás de él seguía viendo como Follaban a Fernanda.

Se apartó y caminó hacia Fernanda, quitó su Gags, y cruelmente comenzó a pasar su pene alrededor de su boca, ella trataba de agarrarlo para poder introducirlo, pero con sus manos agarradas a las patas de la mesa no era mucho lo que podía hacer; de pronto lo introdujo muy rápido y brusco hasta el fondo de su garganta, sacándolo rápidamente y dejando a Fernanda con ganas de más.

Caminó hacia Rebeca, la tomo del pelo, y le dio un beso de aquellos! Qué pena que Fernanda no pudo ver aquella escena! Amo, Le tocaba el cuello, y agarró sus tetas con fuerza.

-          Las Disfrutas le preguntó?

-          Por supuesto! Respondió con una risa burlona.

Amo se dirigió hacia mí, y sin quitarme la bala, soltó manos y pies. Me indicó que caminara hacia Rebeca y arrodillara ante ella.

Rebeca metió el pene plástico en mi boca obligándome a chuparlo, ahogándome entre arcadas mientras lo dejaba adentro, para volver a sacarlo.

Amo se colocó detrás de Fernanda,  metió su pene brusco y hasta el fondo, una y otra vez, logrando que Fernanda gimiera cada vez más fuerte, y cuándo sintió que estaba a punto de correrse. Se detuvo y así la dejó jadeando tirada en la mesa, Le quitó las correas, y se sentó en el sofá.

-          A ver si chupas conchas mejor que como chupas el pico, perra!

–        Sólo lo había hecho con Fernanda aquella vez en el departamento, y la verdad me puse nerviosa; sólo cerré mis ojos, y dejé que mi lengua siguiera sus instintos, la giraba en círculos, y pasaba alrededor de su clítoris, lo rosaba, lo tocaba y ratos mordía; pero cada vez que hacia eso, recibía un tirón de pelos, que sentía que me lo sacaría entero. Comencé a oír sus gemidos más fuertes y al mismo tiempo la vibración de la bala aumentaba la intensidad, no aguanté y entre los gemidos de Rebeca y la vibración de la Bala me corrí en un orgasmo que salió con squirt chorreando todo el piso.

Cuando recuperé el aliento, Rebeca me indicó que le chupara la concha a Fernanda, y comencé a hacer lo mismo que le hacía a Rebeca, girando mi lengua en su clítoris de manera circular y a veces metía un par de dedos para presionar.

Amo recostado en el sillón, Rebeca se montó sobre él como toda una yegua en celos.

Sentía su respiración mientras mi boca se sumergía en la concha de Fernanda. Podía escuchar los gemidos gruesos de Rebeca, los agudos de Fernanda y los graves de Amo.  Eso era toda una melodía llena de placer, uff de pronto, mientras presionaba mi lengua en su clítoris, sentí las contracciones en sus caderas, y soltó un orgasmo que la hizo temblar y dejar tumbada sobre la mesita.

Rebeca, montaba a Amo, y ambas mirábamos aquello, era extraño… sentir la energía de ambos verlo a él y ella eran tan plenos, Rebeca contorneaba sus caderas como una diosa sobre el cuerpo de Amo, lo hacía más lento, más rápido y brusco sin pensarlo, ambos soltaron un orgasmo, mientras Amo giró su cabeza para mirarnos.

Rebeca calló sobre él, mientras él la abrazaba y acariciaba su pelo.

Me chocaba en parte la imagen, pero al mismo tiempo, me encantaba contemplar aquella escena, Ver a Fernanda, después de todo el tiempo que estuvieron follándosela, Amo entretenido como un niño chico, y Rebeca montada sobre Amo…

Amo y Rebeca, no paraban de abrazarnos y hacernos cariño. Rebeca nos dejó pasada la invitación para cuando quisiéramos ir, reírnos y pasar un rato agradable. Pero eso, no depende de mí ni de Fernanda. Sólo de Amo, en el cuál confiaba plenamente…

Aquél día quedará grabado con cada sensación… cada imagen y cada Aroma.

Rebeca  me agradaba, y desde aquel día, nos hicimos buenas amigas. Conversamos casi a diario y de vez en cuando nos juntamos en aquel café que nos conocimos.