Danza de lobos 3era parte

Morbo

3era Parte ***

Amo la quedó mirando fijamente, Fernanda sabía de su falta; - Perra!  aléjate de la Fernanda!,

  • la tomó de un brazo y la puso de pie, le tiró el pelo firme, tomando su cabeza y dirigiéndola hacia él. – Así que la nena, haciendo de las suyas, dijo con voz juguetona.

Se dirigió hacia su pantalón que estaba tendido sobre una silla y retiro el cinturón que estaba enganchado en la cintura, me miró fijamente y sonreí. Entró al baño y se encerró, tardó unos minutos mientras sentía el agua correr, su mirada había cambiado, ya no era juguetona, era seria, era cabrona…

Miré a Fernanda y parecía que sus piernas temblaban y su aire se entrecortaba.

¡Noté que el cinturón caía diferente y su olor era mucho más fuerte, - Mierda!! Lo había mojado, - tomó a Fernanda del brazo y la inclinó en el sillón, dejando su cabeza en los cojines y su cola apoyada en el brazo, así, como le gustaba, expuesta.

Era inevitable, mis piernas comenzaban a temblar y mi estómago se apretaba del miedo, Fernanda, tan pequeña…

Acarició su espalda, de manera dulce, mientras contemplaba su culo, su objetivo, la contemplaba…

Tomó distancia, y volvió a mirarme, - lo miré con miedo, esa mirada que tantas veces desconocía porque sabía que sus demonios saldrían.

Con suavidad comenzó el primer correazo, la cara de sorpresa de Fernanda al descubrir la sensación de una correa mojada golpeando y marcando su culo, luego vino el segundo con más intensidad;  la cara de Fernanda se veía perturbada, - me enternecía verla así, tan pequeña, tan débil, la observaba con atención, rápidamente un instinto de maternidad apareció en mí, me dirigí hacia ella, estaba nerviosa, me senté en el suelo al costado del sillón, la bese en su frente mientras le hacía cariños en el pelo…  los sonidos de los intensos azotes, sonaban de fondo entre tantos pensamientos en mi cabeza, - sus lágrimas comenzaron a caer, levantaba su cara con dulzura para decirle que aguantara, que ella era fuerte y que podría soportar su castigo.

Esa mirada había desaparecido, se detuvo mirando a Fernanda con atención, soltó la correa y acarició sus nalgas que ya estaban bastante hinchadas; pasó sus manos por la espalda, y Fernanda no paraba con sus sollozos. – Me ordenó traer paño frío.

Fui de inmediato hacia el baño, para mojar una toalla. Cuando aparecí en el living, estaba sentado en el suelo junto a Fernanda, la besaba y acariciaba mientras contenía su llanto… era simplemente hermoso, lo miré y sonreímos con esa mirada cómplice.

Puse la toalla en su culo, eso la relajaría. - Dejó de llorar, y me miró agradecida.

Estuvimos así un buen rato, acariciándonos y besándonos, hasta que esa carita dulce, volvía a brillar.

Fui a la cocina, y saqué del refrigerador un yogurth y me senté en el suelo junto a ella, quité la tapa, y la acerqué para que la lamiera, por instinto trató de tomar la cuchara, pero se la alejé para que no pudiera alcanzarla. – No pequeña, yo te lo daré, le dije sonriendo.

Le daba en pequeñas cucharadas de su yogurt favorito, cuándo sin pedírselo, hizo de esos viejitos que tan feliz me ponen. La pequeña estaba con nosotros, nuevamente.

Me gustaba mirarla, no puedo entender que es lo que me deja hipnotizada de esta pequeña, cada vez que comenzaba a mirarla, era sumergirse en sus perversidades y pensamientos retorcidos.

Un tirón de pelo me hizo reaccionar, tirando mi cabeza hacia atrás; la mirada de Amo, se había perdido, la diferencia, es que ahora era fría no expresaba nada.

Me empujó hacia atrás, tirándome al suelo, ordenándome estirarme en el suelo boca abajo, apoyó mi mejilla contra el piso, y sentí su suela fría en mi cara, sabía cuál era mi lugar y era sólo un recordatorio; sus pisadas se alejaban, esta vez, no tenía a la vista a Fernanda.

Una pequeña brisa pasó por mi brazo y ese sonido inconfundible que me hizo entre cortar mi aire un par de veces; con voz seca ordenó

– mejilla al suelo y culo parado perra, algo frio recorría mi espalda, por un momento pensé que podría ser alguna paleta que habría traído desde la cocina, pero no, por el reflejo del televisor pude ver la vara que pasaba por mi espalda. Temblaba, no respiraba, mis manos sudaban y creo que mis ojos se abrían a más no poder. Cerré mis ojos, y respiré resignada…

Primer varillazo, y ese golpe, tan seco… tan vacío… cómo los odiaba. Vino el segundo, y el tercero más fuerte, sentía la línea de ardor en mi culo, una sensación de dolor intenso comenzó a recorrerme entera, un escalofrío me recorría de los pies a la cabeza. Cuarto, quinto y sexto, había perdido la cuenta… sé que mis lágrimas caían y no podía controlarlas, tiritaba, sentía mucho frío, no podía emitir palabras, sé que todo había calmado, podía sentir sus brazos rodeándome, su voz la escuchar a lo lejos intentando descifrar lo que decía. No sé cuánto tiempo había transcurrido, pero Fernanda estaba al otro lado, me acariciaba. Amo me miraba atento, su mirada había vuelto, esa mirada dulce, y cálida estaba conmigo.

Fernanda gateó y desapareció de mi vista, sentí que separaba mis piernas, y ahí estaba esa pequeña, lograba distinguir esas preciosas coletas, su lengua húmeda entre mis piernas, se paseaba suave y tibia, con sus manos acariciaba mis piernas y lamía mi concha caliente, me sentí en éxtasis, poco a poco fui volviendo en mi y consciente de lo que ocurría; su pico pasaba por mi cara, sentía su color e instintivamente saqué mi lengua para intentar lamerlo, lo perseguía, lo lamía,  estaba de rodillas con su pico a la altura de mi cara, me lo metía hasta el fondo sacando grandes arcadas y entré el escalofríos que me provocaba Fernanda con su lengua, sentía un espasmo en la cabeza, eso era como volver a sentirse viva otra vez! ¡Tan perra, tan puta, tan para él, y al mismo tiempo tan usada! Usaba mi boca a su antojo, ya no podía más de la desesperación hasta que lancé el grito junto con mi orgasmo y la contracción completa de mi cuerpo, y entre los espasmos, logré sentir su leche en mi boca; ¡sabiendo a él!

Recuperaba el aliento poco a poco, respiraba mientras ambos se distanciaban de mi…

Los tres tirados en el piso, descansando, cuando de pronto sonó el celular de Fernanda,

¡-Contesta! Le dije, de su bolso sacó su celular – Resultó ser un chico de la fundación y la llamaba para coordinar un par de cosas, - Miré a Amo y le sonreí; Asintió y sonrió.

Me acerqué a Fernanda, la miré traviesa y comencé a jugar con su concha, con movimientos de arriba abajo, buscaba su clítoris, por lo que no me costó mucho encontrarlo; rápidamente comenzó a babear, sus mejillas se tornaron coloradas, y le costaba hilar sus ideas, comenzó a jadear, y su amigo al teléfono preguntó: - Aló Fernanda? ¿Estás ahí, estás bien?

-          ¡Si, si! ¡Estoy… bien! ¿Sigue, cuándos nos vemos entonces?

Agarré su pico plástico, y comencé a rozarle su clítoris con la punta, para introducirlo poco a poco; movía sus caderas contorneándose completa, contraía y soltaba, mientras seguí jadeando.

-          ¡Listo, no… nos vemos entonces cuídate!

-          ¡Por qué hiciste eso! ¡Me reclamó! – una carcajada seca salió de mí.

Amo la llamo, y gateando partió a su lado.

Tomó brusco sus coletas, las tiro y la obligó a mirarlo

-          ¿Está caliente la nena?

-          Sí papi, mucho.

-          Venga entonces.

La tomó por sus caderas, pasó su mano por la concha, pegó un par de palmadas y sonrió travieso, comenzó a meter su pene suave, Fernanda temblaba desesperada, sin decir nada, pero su cuerpo pedía más.

Me acerqué rápido a su lado de rodillas, y apoyé su cabeza en mis piernas, ahí hincada con Amo al frente era la escena perfecta, Amo caliente, agitado, la miraba goloso, deseando más de ella; era nuestra nena, nuestra pequeña. Sus gemidos eran más fuertes, más intensos, mordía sus labios, mientras colocaba pinzas de madera en sus tetas, colocaba la mayor cantidad de las que podía.

Amo nos tenia a las dos frente a él, se la follada duro, y rápido hasta el fondo, su respiración entre cortada, agitada, sudaba entero, Fernanda apretaba su cara por completo, y bastó solo unos segundos, para que ambos explotaran en un orgasmo que los dejó a ambos en el piso.  Jadeantes y sudando. Comencé a tirarle las pincitas a Fernanda, una por una, siendo brusca, mi sonrisa de caliente y su cara, era una mezcla de dolor y calentura.

Fernanda se calentaba otra vez?  Me abalancé sobré el para besarlo, y acariciar su pene, con cuidado saqué el condón, y lo dejé en una mesita en el costado.

Una curiosa sensación comenzaba a embriagarnos, nos mirábamos y no parábamos de reír…

Me paré y puse el hervidor, tomé el condón y vacié su leche en mi taza, lo mezcle con un tanto de leche, y café.  Esperé el agua que estuviera lista mientras los miraba a ambos mientras se miraban y sonreían… estaban felices! ¡Preparé mi café y lo contemplaba a él con esa cara de niño pequeño, emocionado, caliente y extasiado! Como un niño cuando abre sus juguetes.

Estuvimos un buen rato mirándonos recostados en la cama, descansando, conversando y recordando, jajaja jornada para el recuerdo, pensaba…

Nos arreglamos para irnos, cada uno con una sensación distinta, cuándo estamos a punto de salir, teníamos que darle el regalo a Fernanda, su regalo. Emocionada nos miró, su ansiedad aumento a mil, quizá cuántas cosas pasaban por su cabeza, esa mirada cómplice otra vez con Amo, me llenaba de emoción.

-Ven pequeña le indiqué, la llevé a la pieza, donde la esperaba un pequeño calzón metálico, - esto es para que te portes bien pequeñita, y para cuidarte mientras no estemos, le dije mientras le hacía cariñitos en su cabeza mientras sonreía.

Me miró espantada intentando no pensar lo que pensaba, - Si pequeñita, es un cinturón, es para que no te toques, sin el permiso de papi, ni siquiera puedes tocarte tu conchita.

-          Le Besé la frente, mientras salíamos del dormitorio, yo riéndome y ella… ella aguantando sus manos de llevárselas a su concha.

Amo la besa a ella y luego a mí…

-          Las adoro mis perras, es hora de irnos…