Dante un rabioso amante

Un maduro espera la oportunidad para acercarse a una pareja de jóvenes...

DANTE UN RABIOSO AMANTE

Había conocido a Dante en una noche de copas con otros amigos, de tantos grupos que uno tiene en estas épocas, en que no hay un solo grupo con el que te juntas. Hay varios.

Por eso en unos de esos, gente mas bien madura, mayor que yo que rondaba los veinticuatro, el andaría por los cincuenta, aunque de espíritu jovial y divertido.

Resulta que vivía en el mismo barrio que yo y que mi novia Lucila.

Un día pasamos con ella por delante de la casa de Dante.

__¡Aquí vive un tipo que me dice cosas!__ dijo ella sin saber que yo sabía quien vivía ahí

__¿Así, y que cosas te dice?

__¡Lo que me haría si me agarraba, que se la chupara!!

__¿Así?¿esas cosas te dice?

__¡Si, el tipo es un pervertido!__ me hice el tonto sin saber que hacer. Dante me caía bien. Y no podía creer que tuviera esa actitud, con una pendeja de veinte años. Aunque tal vez fuera cierto de que le gustaban las chicas jóvenes.

No tenía nada de malo. Lucila era una chica que estaba muy buena, con buenas tetas un gran culo, una cintura formada, un bello rostro de ojos negros y cabello azabache, bien renegrido. Era lo que se dice una morocha de infarto.

Un día pase por casa de Dante y justo el andaba regando sus plantas. Un jardincito que tenía delante de la casa, pegada a las rejas negras.

__¡Dante como estas!__ salude sobre la vereda ancha.

__¿Cómo estas tu?__ respondió alegre

__¡Bien voy a buscar unos bizcochos a la panadería!¿Quieres algo?__ me salió decirle. El aprovechó y me encargo unas cosas que necesitaba.

Volví con lo requerido. Me abrió la puerta.

__¿Quieres un mate?

__¡Sí claro!__ dije yo. Sabía que hacía tiempo vivía solo. No tenía pareja, aunque había estado casado pero se había separado muchos años atrás.

__¡Pero pasa, pasa!__ entré. Era una casa agradable, bien iluminado y olía a limpio por todos lados.

Hablaos de todos los temas. Fútbol, arte, música, mujeres. Entre todo eso le mostré una foto de Lucila, el se sonrojo y su rostro se transfiguro.

__¡Es muy bella y muy joven!

__¡Casi como yo!__ seguimos charlando de otras cosas, hasta que finalmente me retiré de su casa.

No le conté a Lucila que había estado con Dante. Me llame a silencio. Ella tampoco nunca mas me dijo que ese tipo le decía cosas o la miraba lascivamente.

Paso el tiempo hasta que un día, Lucila me contó que había conseguido trabajo en la firma de unos abogados.

__¿?Y a que no sabes qué?__ preguntó risueña

__¿Qué?__ pregunté yo sin tener idea lo que iba a decir

__¡Tu amigo es unos de mis jefes!

__¿Qué amigo?

__¡Dante, el maduro perverso!

__¡No tenía idea que era abogado, es mas creí que no hacía nada!

__¡Va de vez en cuando al estudio, trabaja mucho desde su casa!

__¿Y?

__¿Y qué?__ preguntó riendo

__¡Y qué pasó, te sigue acosando!__ dije riendo con ganas. Ella me miro y se tiro sobre mi sin decir nada, abrió su boca y me comió la mía, luego cogimos desaforados como solíamos hacerlo..

Un día de tantos fiesta en casa de Dante. Fuimos por supuesto. Y ahí fue que noté ciertas miradas de Lucila con Dante. Ella era otra persona. Lo trataba con devoción y respeto. Y su mirada cambiaba, se reflejaba cierta chispa. Cierta onda. Me pareció a mi que le gustaba el tal Dante, a mi no me molestó. Ya habíamos compartido cama con otras personas y con eso no teníamos ningún problema.

Bebimos bastante, bailamos, comimos, y la gente se fue retirando lentamente.

La gente finalmente se fue toda y quedamos los tres. Lucila, Dante y yo.

__¡Estuvo bien la fiesta!__ comentó el maduro abogado

__¡Creo que sí Dante!

__¡A mi me gusto!__ dije yo.

__¡Bebamos otro trago!__ dijo el anfitrión pasando su mano por mis hombros, luego se acercó a Lucila que sonreía con esa boca maravillosa y brillando, con ese vestido salmón. Ajustado marcando sus formas. Dante se quitó la corbata. Se arrojo al sofá. Se quitó los zapatos.

__¿No te molesta?__ me preguntó

__¿Que te quites los zapatos en tu casa?

__¡Si claro!__ dijo el, en tanto Lucila vino y se acomodo a su lado también quitándose los zapatos. Mis ojos miraban y mis pensamientos giraban a mucha velocidad. Pensé, finalmente, estos se están acostando. Sonreí para mi.

__¿Qué te sucede?__ preguntó Dante

__¡Nada, nada, es que creo que ustedes se están acostando!__ largué sin mas, sin resentimientos, sin violencia.

__¡Bueno, no pensé que se notara mucho!__ dijo Dante

__¡Escucha…!!__ esbozo Lucila

__¡No pasa nada cariño!

__¡Claro que no pasa nada!__ dijo el maduro hombre y fue desabrochando sus pantalones , Lucila se acercó a mi y dándome un beso, profundo, quitó mi cinturón y desabrochando mi pantalón.

Quité el vestido de Lucila para que quedará en ropa interior. Hermosa. Mi pija pulso por salir. Dante en bóxer y su poronga saliendo por sobre el elástico, era soberbia, me acerque pronto y le di un beso en la cabeza, el gimió largamente. Ella le empezó a besar las tetillas y Dante comenzó a gemir rabiosamente. Saqué la pijota de la ropa interior, jugué con ella, que se ponía muy dura. Empecé a mamar sin reparos. Lucila besaba a Dante, el macho gemía, alocado y caliente. Estrujaba los pechitos de mi novia. Los metió a la boca. Los pezones de la putita se pusieron muy duros, yo me tragaba el sable de aquel macho sanguíneo.

__¡Ohhh que bien que la chupas…ahhh, me encanta que los putitos me chupen la verga!!!__ gemía el maduro machote. Con mis manos sobaba las bolas gordas, las fui besando de a una. Las tragaba y los gritos de Dante sacudían las paredes. Me ahogaba con aquel perno rocoso. Lo bañaba con mis salivas. Lucila de pronto apareció detrás de mi y empezó a comer mi ojete como a mi me encantaba. Me abría el ojete y sobaba mi pija que también estaba muy dura y parada.

Lucila estaba también desnuda. Se frotaba su clítoris. Sin dejar de meter su lengua en mi culito abierto y gustoso.

Al rato de estar haciendo esto, Dante quiso probara mi ojete. Me pidió que me sentara en su barra, quería cogerme, yo no me hice de rogar, le di mi ojete caliente. Su verga tremenda fue entrando en mi cola, yo gemía, baboso, y caliente, su perno entró hasta el fondo de mi ojete. Saltaba sobre aquel furioso macho que tocaba mis tetillas, las frotaba. Lucila metió en su boca, haciéndose lugar la verga que tanto conocía, yo aullaba de placer, tenía el ojete llenó y la boca de mi novia en mi verga. Le empujaba la cabeza a la guarra de mi novia, ella sabía que acabaría de un momento a otro.

Alcancé a gritar que me venía y Lucila tragó mi leche, mientras mi ojete recibía la leche de Dante, aquel macho mordía mi cuello hasta deshojarse enteramente dentro de mi.

Salí chorreando de aquel lugar. Dante busco mis labios y me besó muy caliente. Su pedazo bamboleaba, sin caer del todo. Lucila, la perra de mi novia se lo metió de una bocado en su boquita hambrienta. Chupaba y no lo dejaba decaer.

Empecé a chupar la vagina y el culito de mi novia. Ella se retorcía y gemía. La saliva le chorreaba por la entrepierna, estaba a punto de correrse y así lo hizo, grito y pataleó con mi lengua en su ojete y acabando como perra, al concluir este acto se coloco la tranca en la conchita y se la clavó. Empezó a cabalgar la pijota, yo le chupaba las tetas, y de vez en cuando me besaba con Dante, que era un macho insaciable. Serruchaba. Mordía los labios del hombre.

Apretando las mandíbulas y a los gritos acabó en la conchita de Lucila. La guarra salió de la montura dejando que los jugos chorrearan por sus piernas abiertas. Tuve la idea de besarla y fui en busca de esos jugos, tragándome todo, mi boca chupaba como un bebé con días sin comer. Ella tuvo otro orgasmo violento, sacudiéndose, y desarmándose brutalmente. Quedó desmadejada buscando aire. Dante la acarició en el rostro, casi paternalmente, pero con un brillo desquiciado en los fogosos ojos.

__¡Vamos a la cama!__ dijo y salió caminando desnudo delante nuestro. Allí volvimos a cogernos de forma salvaje e insaciable. Nos fuimos de la casa de Dante varios días después, casi que convivimos un buen tiempo con el, no de forma regular, solo que de vez en cuando íbamos y nos instalamos allí, muchas veces se fueron agregando nuevas parejas, nuevos amantes de un sexo y de otro. Lo que si se pudo comprobar era que Dante era un macho insaciable.-