Daños colaterales.7 y 8. Cuando no manda la mente

Sobran las palabras.

CAPITULO 7

-        ¿Y ahora qué hacemos? – dije nerviosa

-        Yo tampoco lo sé – Me contestó Oliver con su voz templada.

-        Vamos a dormir, tampoco son horas para tomar decisiones…

-        Sí, será lo mejor.

Esa despedida, precipitada y nerviosa, no llevaba a nada.

A solo una maldita pared, estaba todo lo que deseaba en ese momento y era algo sumamente prohibido. Eso no podía traducirse en un simple “Buenas noches”.

CAPITULO 8

A cada uno cuando se siente culpable le da por expresarlo de una forma: Unos ríen, otros lloran, otros se esconden, Oliver sale a hacer deporte y yo cocino.

Me sentía muy culpable, y si alguno de ustedes sabe cocinar, comprenderá cuanto, si les digo que preparé  Bangkok Gosht.

Mi mente me decía que aún estaba a tiempo, intentaba planificar la forma de devolver la normalidad a mi vida. Oliver volvería a ser mi amor platónico, como siempre, y ya se olvidaría de lo que había pasado. Ya había comprendido que esconderme en casa de Ginés y otros tantos, no cambiaba nada de lo que sentía pero, seguro que había una solución para olvidarme del marido de mi hermana.

Mi cuerpo en cambio, celebraba cada segundo que duró nuestro escaso beso. Un pellizco en el estómago me revolvía cuanto había bebido la noche anterior. Mi hermana volvería en dos días y yo no podía explicarme por qué lo que debía hacer estaba tan lejos de lo que deseaba.

Pensé en hacer la maleta e irme a casa de Paula o volver a mi casa. Pronto comprendí, que eso no iba a resolver nada si antes no aclaraba las cosas con Oli.

Miré en mi muñeca la pulserita de cuero que Oliver me trajo hacía dos años de su pueblo cuando fue a ver a su madre.

Recordaba cada puto detalle que había tenido conmigo y como yo lo había magnificado todo, como había fantaseado con mi cuñado durante años, coladita por él y me veía ahí, cumpliendo mis fantasías, sintiéndome una perra embaucadora que por fin se había salido con la suya. Ahora debía afrontar toda mi mierda, no iba a huir sin más, y tampoco quería.

Me senté en la terraza con una birra a pesar del calor. Estaba empezando a caer la tarde y Oliver, parecía que nunca iba a regresar. Debía llevar como seis horas fuera, intuí que había ido a hacer deporte.

De pronto oí la puerta cerrarse. Entré a la casa y allí estaba Oli, empapado de sudor. Parecía que acababa de salir de la piscina.

Su ropa se le adhería al cuerpo y el pelo le goteaba. Yo lo miraba impaciente y él no conseguía levantar la cabeza, tras unos minutos interminables, levantó su vista del suelo y me miró fijamente.

Nunca podré olvidar a ese hombre de tanta envergadura con los ojos rojos de tanto llorar.

Me paralicé, su imagen bloqueó mis sentidos, aun jadeando se acercó a mí y entre sollozos me sujeto la barbilla y me dijo:

-        No puedo. Puedo correr seis horas, puedo dar mi vida en mi trabajo,…esas cosas las puedo hacer pero, con esto no puedo.

-        Oliver, no. Esto ha sido un lapsus y ya pasó- aunque ni yo misma lo creía, era yo quien lo consolaba a él- No volverá a ocurrir y se acabó. No ha pasado nada.

-        ¿Se acabó? No, no se acabó. Para eso nunca debía haber pasado.

Me volvió a besar. Esta vez más detenidamente. Me miró a los ojos y continuó y yo me dejé llevar.

Quise preguntarle si estaba seguro, quise preguntármelo a mí misma pero, no lo hice y seguí besándolo.

Se apartó de mí y siguió por  el pasillo, yo lo dejé ir; aguanté mis ganas de seguirlo y esperé. Ahora todo me daba lo mismo, solo estábamos en el mundo Oliver y yo, y me dejé llevar.

Aguardé en el sofá su regreso, dispuesta a recibir lo que tuviese para mí. Si tenía que pensar, si decidía pasar,…ahora me sentía fuerte para soportar sus decisiones, en el fondo sabía que yo le gustaba y eso me daba seguridad.

-        Ahora ya estoy decente-

Apareció por el pasillo de nuevo.

Unos bóxer Calvin  Klein negros, su cuerpo tan esculpido, marcando esos músculos de la pelvis que tanto me ponen, con el pelo aun mojado de la ducha hacia atrás, olía a su perfume,…Era un regalo, y comprendí que era para mí.

-        No creo que haya nada decente aquí. – alegué

-        No hay porqué ponerle un nombre. Yo estoy donde quiero ¿Y tú?

Asentí como una idiota mientras él manejaba la situación.

Se vino hacia el sofá, me comió detenidamente con sus labios: mi boca, mi cuello,…como si me fuese a romper. Quería pecar despacio, deteniéndose en su transgresión  y regocijándose en ella.

Me sentía rara, yo era más de pasar a la acción, él en cambio, iba consumiéndome lánguidamente y a la vez tan delicadamente.

Jugué con mis uñas en su nuca, acaricié su torso escultural,…ya no había vuelta atrás.

Sus dedos bastos, desabotonaron mi blusa con dificultad, los tirantes cayeron por mis hombros, y mi pecho quedó expuesto.

Sus gigantes manos parecían duplicarse en mis pechos escasos, quiso seguir su ritmo suave pero, no pudo evitar estrujarlos, terminando por tirar de mis pezones. Los quería duros, lo necesitaba para meterlos en su boca.

Pasó su lengua por ellos, yo le sujeté la nuca. No quería que parase nunca de apretar mis pezones con sus labios, de chuparlos y morderlos con ese ansía que se había desatado en nosotros.

Los ojos cerrados, concentrado solo en mi placer. En cada lamida que me daba, me recorría la lujuria por dentro.

Pasé mi pierna por encima de él, y me coloqué a horcajadas, me levanté un poco la falda para sentir el calor, a través de mis bragas noté la dureza que me dedicaba su polla.

Comencé a rozarme siguiendo todo su recorrido, mientras él, comía mis tetas cada vez más ávidamente.

La sentía dura en mi  coño mojado y me restregaba por ella como una gata en celo, buscando su placer y el mío.

Se agarró a lo que asomaba de mi culo por debajo de la falda, lo apretó con fuerza, ayudando a que apreciara bien el roce de su miembro en mí coño empapado.

Parecíamos dos adolescentes insensatos guiados solo por el placer, no nos importaba nada más a pesar, de todo lo que había en juego.

Bajó con su boca por mis tetas hacia mi ombligo sin separar su lengua de mi piel.

Me fue levantando por las caderas, casi estaba de pies en el sofá quedando mi sexo enfrente de su cara, metió los pulgares por la coma de mi tanga, y lo bajó hasta los tobillos.

Me miró un segundo a los ojos y luego se quedó mirando mi vulva rosada y húmeda, con cara de hambriento.

-        Mmm, Bicho. Esto es lo que más loco me vuelve de tu cuerpo.

Pasó su dedo índice de atrás hacia delante, tomando mi abertura como inicio de su recorrido para terminar en mi clítoris inflamado y palpitante. Luego lo metió en su boca probando por primera vez mis flujos.

Separó mis labios para tener mejor visión, todo parecía ir a cámara lenta, yo ansiaba que me lo comiese ya pero, Oliver se tomaba su tiempo, y eso me calentaba más.

Me subió un poco más por las caderas y entonces alargó la punta de su lengua hasta mi coño. El terciopelo de su legua caliente, tenía contacto directo con cada poro de mi piel, su lengua me recorría y entraba y salía de mí.

. En ese momento agradecía que me sujetase, porque sentía las piernas débiles por la excitación.

Su respiración pegada a mi coño, multiplicaba el gusto que sentía.

Apoyé las manos en la pared para seguir los movimientos de su lengua con mi cintura.  Me comía el coño despacio y caliente como si fuese el mayor manjar y yo lo gozaba bailando con sus movimientos, gimiendo sin poder controlarme, sin importarme quien nos pudiese oír.

Tuve que sentarme en el respaldo del sofá, mis piernas fallaban cada vez más.

Así lo observaba mejor: su pelo moreno con esas canitas, sus ojos cerrados con las pestañas rizadas, su boca y su nariz pegadas a mí, comiéndome con todas sus ganas, gozando de lo que me hacía, disfrutando con mis gemidos de placer para él.

Solo se despegó para explorarme, quería conocer mejor mi cuerpo, yo necesitaba ver todo lo que me hacía, grabarlo en mi mente y no olvidarlo nunca.

Tocó en diferentes zonas de mi sexo investigando cómo reaccionaba mi cuerpo, quería conocer mi placer y lo conseguía.

Un dedo, uno solo de sus dedos se fue metiendo dentro de mí, mientras Oliver me miraba a la cara comprobando cuanto me gustaba, giró su mano dentro de mí para ir acariciándome por dentro mientras iba saliendo, una y otra vez.

Esos giros hábiles en mi interior, me enardecían como pocas cosas lo han hecho en este mundo.

Con su otra mano me pellizcaba los pezones,  y mientras se iba lanzando a chuparme el clítoris.

En ese momento pensaba<< ¿Qué quiere de mí? ¿Acaso pretende matarme de gusto lentamente? ¿Para qué me estará preparando con estos juegos previos tan suculentos?>>

-        Mmm, me voy a correr ya si sigues así.

-        Igual es lo que quiero Bicho- dijo sonriendo de medio lado sin abandonar su tarea.

Esa media sonrisa. En ese momento estaba completamente segura que su perfecta hilera de dientes en esa sonrisa de medio lado, y la expresión que dibujaban sus ojos al sonreír era lo que me había vuelto jodidamente loca por él.

Ya me tenía totalmente entregada, podía pedirme lo que quisiera, ya no me iba a negar.

Follándome con sus dedos, mordiendo y besando mi clítoris dándome una mezcla de dolor y placer perfecta, sentía el calor en mi cara y en mi sexo, la presión de sus dedos en los pezones, estaba fuera de control pero, conseguí resbalar de su boca y colocarme encima de él.

Lo miré a la cara ambos jadeábamos con demasiada excitación, no podía articular palabra e intuyo que él tampoco.

Tiré de su bóxer, su polla saltó dura y ardiente esperando por mí.

Desenfrenada me lancé a chupar su boca, meter mi lengua para fundirme con la suya, lo agarré fuerte del pelo y me la clavé de golpe consumando nuestro pecado.

Fui a cabalgar sobre él como mandaba la situación pero, frenó mis caderas y se mantuvo todo lo dentro de mí que pudo, parado.

-        Como me gusta estar dentro de ti, nena.- dijo clavando sus dedos en mis nalgas pegándome todo lo que podía a él.

Yo no podía articular palabra, tenía en lo más hondo de mi ser al hombre que más había deseado del mundo. Si era mi cuñado en ese momento no me acordaba, solo contaba estar así con él y por otro lado había una parte de mi que se sentía tan rara. ¿Cuándo venía el zarandeo? ¿Por qué no me ponía a cuatro piernas y me follaba con toda la lujuria que teníamos contenida? ¿Por qué no me dejaba cabalgarlo desenfrenada hasta hacerlo correr? ¿Por qué le gustaba estar ahí dentro parado, besándome despacio la boca, el cuello, las tetas? ¿Pretendía matarme de placer a mí? ¿Estaba disfrutando o se había olvidado de él para dedicarse a mí? Sin duda nunca había follado así, con ningún otro tío y me gustaba  tanto que me daba miedo. Miedo de no querer acabar nunca, a sabiendas que era el marido de mi hermana y la historia no iba a ninguna parte.

Despacio me empezó a mover arriba y abajo por la cintura, llegando hondo, deleitándose en cada milímetro que me introducía ¡Dios, como estaba gozando!

-        Mmm Bicho como me pone que estés tan mojadita.

Yo seguí su ritmo y pese estar acostumbrada a ir mucho más rápido, lo cabalgué despacio disfrutando yo también de él.

En la vida había follado así pero, lo que estaba sintiendo me hacía pensar que tampoco había follado bien hasta entonces.

Hinqué mis uñas en su nuca de nuevo, ya no controlaba más, me frotaba con su pubis mientras subía y bajaba en su polla, viéndolo gemir, desesperado chupándome todo lo que podía,…

-        Me corro Oliver- conseguí tartamudear con la voz entrecortada.

-        Vamos, nena, córrete en mi polla.

Sus palabras fueron un detonante. Grité, no sé si mucho o poco pero, sé que no había sentido nunca un orgasmo más intenso, y que grité.

Mis músculos se contraían pidiendo tregua pero, aun mantenía su polla dentro de mí impidiendo que se pudieran relajar.

Me alzó sin dificultad, como si fuese una pluma, y se dejó caer sobre mi cuerpo, haciéndome sentir todo su peso encima, empujándome fuerte con su polla.

-        Venga, preciosa, aguántame un poquito más –

Sentí que me desmayaba pero, debía darle su recompensa a ese hombre que me follaba tan delicioso.  Aunque el cuerpo solo me permitía empujarlo por su culo hacia mi mientas tenía las piernas abiertas.

No se conformaba, aun seguía chupando mis pezones, frotando mi clítoris con su pulgar, ambos sudábamos cada vez más, la respiración casi me faltaba pero, verlo apretar los dientes mientras se clavaba una y otra vez fue un indicio inequívoco que pronto se correría.

Sacó la polla y meneándola un poco, empezó a descargar sus chorros calientes y blancos sobre mi vientre. Asegurándose que yo viese como se corría sobre cuerpo agitado y agradecido.

Se tumbó encima de mí, no le importo mancharse, y me besó aún agitado.


Para Alba el tiempo estaba pasando demasiado lento, eran las dos de la mañana, las tres y no sabía nada de Oliver. Estaba abrazada a Niam en el sofá, inquieta. No quería escribirle, ni llamarlo. Paula a pesar de estar en contra de que su amiga le arrebatase el marido a su propia hermana, la apoyaba vía washaap resistiendo el sueño.

Paula 3:06 Venga Albi, ese es su curro, no te preocupes más. Vete a la cama.

Alba 3:07 No, no y no. Te digo que es raro, es demasiado tiempo. Desde las once… ¡Que son las tres!

Paula 3:10 ¿Crees que va venir de un incendio y se va poner a mirar el washaap? Estarán…Estarán haciendo lo que sea que se haga cuando uno viene de apagar un fuego.

Alba 3:11 Igual tienes razón pero, yo necesito saber que está vivo. Si al menos viera que ha estado en línea en washap me quedaría más tranquila.

Paula 3:12 No seas controladora. Te ha dado fuerte por él ahora ¿Eh?

Alba 3:12 Sabes que siempre he estado colada por él y ahora sé que el por mí. Eso es lo único diferente. Yo no he cambiado.

Paula 3:15 Esto es una locura Alba. Si juegas con fuego te acabas quemando (nunca mejor dicho)

Alba 3:15: Merece la pena. Yo ya lo sabía pero, ahora que lo he comprobado. No sabes además lo bien que estamos juntos.

Paula 3: 19 Sí, ahora todo os va muy bien. Cuando venga la tormenta, ya me contarás ¿Crees que resistirá la casa de ladrillo o la de paja? Tu hermana vuelve pasado mañana, ella es su mujer. Recuerda. Tú eres la otra.

Alba 3:22 No  sé qué pasará  pero, si tengo que poner ladrillos en algún sitio. Estoy dispuesta.

Paula 3:25 Lo vais a perder todo los dos. Parad ahora que aún estáis a tiempo.

Alba 3:25¿Parar? Ya no podemos. Esta mañana lo hemos hecho. Ha sido tan diferente con él Paula.

Paula 3:26 ¡A mí no me cuentes nada! Está claro que no ibais a comer palomitas en el parque ¡No sois dos críos! Y menos después de lo que ha pasado estos días pero, ¿No lo podéis dejar en un polvo?

Alba 3:27 Oli, me lo ha dicho, él no puede parar de sentir cosas por mí. Le gusto mucho Paula. Yo. ¿No es increíble? Sabes que siempre ha sido mi sueño.

Paula 3:27 ¿Y qué crees que va a pasar? ¿Que va  dejar a tu hermana y se va ir contigo? ¿Qué crees que acostarte con él lo convierte en tu novio? ¿Crees que va a ir a decirles a tus padres que se cambia de hija? No seas ilusa. Tú eres la que estás colada, para él solo eres alguien que lo pone muy caliente con el agravante de ser la hermana de su mujer. Si no eres capaz de comprender que es solo sexo, que ha sido solo sexo y que si se repite será solo sexo, más vale que te retires o lo vas a pasar fatal.

Alba 3:32: ¡Odio que siempre tengas razón! Pero, no sé qué hacer tía, en serio. No quiero parar y sé que él tampoco.

Paula 3:32 Lo conoces, sabes que es capaz de joderse vivo antes de faltar a sus compromisos, aunque se muera por ti y llegase a dejar de querer a Vicky, dudo que fuese capaz de dejarla. Lo siento, ya me gustaría decirte otra cosa y que no fuese el marido de tu hermana el hombre que te hace tan feliz en este momento.

Alba 3:35 ¿Por qué mi vida tiene que ser tan complicada?

Paula 3:40 ¿No piensas en Vicky? Pobrecilla…

Alba 3:40 ¡Cállate! Claro que sí pero, siempre hay que pensar en ella, en sus cosas, en su trabajo, en su graduación, en sus títulos,…He crecido pensando en ella y ahora no quiero.

Paula 3:42 Si no te conociera tan bien, diría que te ha dado por Oli para devolvérsela a tu hermana pero, eres demasiado orgullosa. Hasta para eso.

Alba 3:42 Tiene que haber una forma de que todo salga bien y la vamos a encontrar.

Paula 3:45 Me duermo ya. Acuéstate tú también y no le des más vueltas al asunto…Lo que tenga que ser será. Nadie puede adelantarse a lo que está por venir.


. – Buenos días “Bella Durmiente”

Abrí los ojos y me encontré a Oli al filo de la cama, mirándome sonriente. Aún llevaba el uniforme, la chaquetilla abierta, dejando ver la camiseta blanca con los tirantes sujetando el pantalón y el pelo algo revuelto.

La ropa se abrazaba a su perfecto cuerpo marcando todo sus músculos. Creo que es el sueño de cualquier tía, un bombero fornido y guapo en el filo de su cama con el uniforme a medio quitar de despertador.

-        ¿Qué hora es? ¿Ya es de día? – atiné a mascullar medio dormida.

-        Ja,ja,ja Son las ocho ¿Quieres desayunar conmigo?

-        ¿No tienes sueño?

-        La noche ha estado bastante tranquila, la he pasado prácticamente entera durmiendo.

Creo que me di la vuelta y me dormí de nuevo, haberlo esperado hasta tarde esa noche hacía que no me pudiera despertar.

Entró silbando otra vez en la habitación, se había quitado la chaqueta pero, aun traía el uniforme. Abrí un ojo de nuevo y vi que traía una bandejita con el desayuno.

-        ¿Había pedido usted un desayuno en la cama?

Me incorporé otra vez y vi en el móvil que ya eran las diez menos cuarto.

Oliver, me dejó la bandejita con unas tostadas algo tiesas de pan de molde con mermelada de fresa y un café casi frío que aparentaba ser agua sucia.

-        Joder, eso de que la cocina no es lo tuyo va a ser verdad. – reí aun adormilada mientras mordía una de las tostadas.

-        Venga, desayuna y no pongas más pegas. Yo tomo eso todos los días y estoy como un roble.

-        Debes tener el estómago de acero. – seguí burlándome.

-        Me da igual pero, el desayuno hoy no te lo puedes saltar. Vamos de ruta. Hace un día precioso para ir a la Rana Verde.

-        ¿A la Rana? ¿Iremos en coche no? – casi vomito de pensar en subir toda esa montaña.

-        Vamos, no seas vaga, iremos solo hasta la laguna pero, venga cómete eso que no podemos salir tan tarde.

-        ¿Puedo cambiar el desayuno?

-        Ja,ja,ja Está bien, no puedo obligar a nadie a beber y comer eso. Coge lo que quieras, Bicho. Hay cereales, magdalenas,…

Lo miré a los ojos, me senté en la cama poniendo la bandeja en la mesita de noche, y le desabotoné el pantalón del uniforme, quedando mi cara justo a la altura de su paquete.

Saqué su polla aún flácida y me la metí en la boca haciéndola despertar. Tenerlo ahí aun con el uniforme mientras se la mamaba era el mejor desayuno que se me ocurría.

Quería que disfrutase de la especialidad de la casa. Sé de sobra que se me da genial chupar, modestia a parte.

Me ponía tan sumamente caliente tenerlo ahí de pies, entregado a mi boca a pesar de su grandeza.

Comí su polla, la tragué toda una y otra vez, lamí sus huevos, hundí mis dedos en su culo rígido acercándolo mas a mí, para que su glande tocase en mi garganta.

Invitándolo a follarme la boca mientras que sus manos me empujaban de la nuca acompañando mis movimientos. Su boca repetía mi nombre entre jadeos ahogados y no tardó en descargar su leche en la mía.

Intentó correrse fuera pero, lo atrapé con mis labios para que no fuera así.  Había de completar mi labor pues ¡Qué es un desayuno sin leche!