Daniela.. y yo

Era un sabado cualquiera.. comun y corriente hasta que sucedio lo tanto anhelado..

Un sábado cualquiera, a horas de la tarde, decidí salir a casa de mis tíos, como solía hacer casi todas las tardes...

Solía ir casi todos los días, no por casualidad, si no porque hacía ya unos meses, que una de las chicas, que vivían en casa de mis tíos, me traía loca. Ella hace unos meses había alquilado una habitación que mis tíos pusieron en el periódico, y desde que ella vive allá, he optado por aparecerme por allí todos los días, solo para dar con ella.

Daniela, es portadora de un cuerpo fenomenal, unas curvas en las cuales cualquiera podría perderse, una bella figura delgada, con piernas muy firmes y unos pechos lo suficientemente grandes como para hacerme perder el control. Yo no tenia conocimiento alguno sobre la vida intima de Daniela, simplemente pasaba horas hablando con ella de cualquier tema de actualidad solo para sentir su mirada que se cruzaba con la mía, y ver esa sonrisa tan espectacular de la cual era dueña.

Un sábado cualquiera, a horas de la tarde, decidí salir a casa de mis tíos, como solía hacer casi todas las tardes... para ver a Daniela. Entré a casa de mis tíos, y noté que la casa estaba sola, mis tías habían salido de compras, mis primas en sus respectivos trabajos, mis tíos de viaje, en fin, no había nadie en la casa... o por lo menos, hasta ese momento.

Me quedé en la cocina preparando algo de comer, ya que había sido una caminata larga para llegar hasta allá, cuando de repente, siento que la puerta del cuarto de Daniela se abre, y efectivamente era ella, que andaba con una pequeña camisa que a penas llegaba a taparle los senos, y un mini short que hacia que sus morenas piernas se vieran muy provocativas. Nos sentamos como de costumbre en la cocina, a hablar de cualquier tema de conversación, del cual yo realmente no estaba muy atenta, ya que estaba completamente pérdida en su mirada, su sonrisa, sus piernas... en realidad, en ella.

Estuvimos hablando por largos minutos, hasta que me dijo que la acompañara a su cuarto a buscar algunas cosas que tenia que lavar. Entro yo primero al cuarto, y detrás de mi viene ella, quien tranca la puerta cuando termina de pasar, cosa que me extraño pero a la vez hizo que mi mente comenzara a volar. Daniela se acercó a mi, mientras colocaba una de sus manos en mi cuello, y la otra en mi cadera, y poco a poco se fue acercando mas para darme aquel beso que encendió de pasión todo mi ser, comenzamos a besarnos despacio, para dar fuero a mas placer y mas deseo. Poco a poco nos fuimos tumbando en su cama sin dejar de besarnos, mientras que ella muy despacio me quitaba la blusa que yo cargaba puesta y me fue desabrochando el pantalón. Yo me deje hacer y deshacer por Daniela, ya que eran tantas noches anhelando ese momento sin saber si podría convertirse en realidad, hasta que por fin llegó.

Lentamente fue desabrochando mis pantalones, mi sujetador, hasta dejarme solo en bragas, y continuaba besándome. Muy despacio yo comencé a quitarle su pequeña camisa, y con la agradable sorpresa de que no traía sujetador, me di la tarea de quitarle el short y dejarla en bragas. Daniela tenía una gran capacidad de volverme loca con sus suaves y sutiles carisias en mis nalgas; pasó una de sus manos por mi entrepierna y metió la mano entre mi braga y mi sitio de placer, comenzó a jugar pasando entre sus dedos mi clítoris mientras yo me estremecía de placer. Terminó por quitarme mis bragas y mientras seguía jugando con mi clítoris ya hinchado por la excitación; poco a poco fue besándome el cuello, hasta llegar a mis senos, besando, lamiendo y succionando cada uno de ellos... siguió bajando y beso mi ombligo y recorrió con su lengua el camino sagrado hasta mi "cuevita de placer". Retiró sus dedos y comenzó a jugar de nuevo con su lengua y mi clítoris ya que estaba a punto de estallar de satisfacción. Con su dedo pulgar comenzó a penetrarme por detrás mientras lo hacia por delante con su lengua y con su mano recorría todo mi ser. Después de varios segundos de placer, llegue a mi punto de éxtasis máximo cuando con su lengua recorría en círculos todo mi clítoris y me vine en mares de placer y satisfacción, fueron uno, dos y tres orgasmos seguidos de tanto éxtasis.

Después de unos segundos, Daniela se tumbo en la cama, algo cansada de darme tanto placer, y fue allí donde yo la volví a besar, tumbándome encima de ella, rozado nuestros cuerpos, nuestros pechos, nuestras piernas, y nuestros labios, y con ese beso se volvió a encender esa llama de deseo en mi. Despacio fue besando su cuello, sus orejas, sus pechos, proporcionándole un placer divino, lamiéndole lentamente cada uno de sus senos, disfrutando cada segundo, cada succionada, me estremecía.

Fui besando su abdomen liso, su ombligo, mientras le daba vueltas con mi lengua y de la misma manera, seguí mi camino hasta su "cuevita" donde me recibió con las piernas abiertas. Despacio fue besando todos sus alrededores, hasta que por fin llegue hasta su clítoris súper hinchado y mojado de tanta estimulación, y poco a poco voy chupándolo y succionándolo mientras movía mi lengua de arriba hacia abajo, de un lado al otro, en círculos, de todas las maneras, mientras podía sentir como Daniela estallaba con sus gemidos que cada vez se hacían mas intensos mas provocativos, que hasta pude sentir como me vine yo por cuarta vez, de solo verla a ella como se estremecía, y yo sin tocarme. Pude sentir cuado Daniela llegó a su orgasmo por primera vez, pero no fue suficiente para mi, seguí besándola y succionándola, hasta que busque uno de esos juguetes que ya yo sabia que ella guardaba en su mesita de noche, lo saqué y poco a poco la fui masajeando con este juguetito por todo su orificio anal, mientras con mi mano jugaba con su clítoris bañado en lava blanca. Después de unos minutos, pasaron de ser simples masajes en su orificio, a entradas y salidas muy rápidas y placenteras... hasta que con sus gemidos y gritos pude sentir que volvió a llegar al orgasmo, que no fue uno, si no dos seguidos de tanto placer. Lentamente fui sacando ese juguetito de su orificio y con mi lengua saboreé sus jugos agridulces que se hacían tan provocativos y deliciosos a mi paladar. Cerramos ese gran acto de placer y seducción con un gran beso, y me recosté junto a ella, apoyando mi cabeza hombro y fue así como empezó nuestra gran historia.