Daniela
Por primera vez le fui infiel a mi esposo en una mañana de verano.
Es mi primera vez que escribo una historia como las que les voy a contar, en realidad es la primera vez que escribo algo. A pesar de ser abogada de profesión no es mi fuerte escribir. Por circunstancias de la vida entré a trabajar a una empresa constructora internacional nueva en mi país que llegaba para la construcción de una carretera, por conexiones con mi padre que es accionista de otra empresa constructora nacional, pero mucho más pequeña, me contrataron para hacerme cargo del departamento de Recursos Humanos, un área en la cual no ejercería mi profesión, pero significaba un desafío para mi. La obra en cuestión estaba ubicada en la frontera con Brasil, así que con mis 24 años recién cumplidos hice mis maletas y me fui a la frontera de mi país. Rápidamente instalamos las oficinas pues estábamos empezando de cero, comenzamos el reclutamiento del personal. El personal de confianza, cuales eran los ingenieros en las diferentes áreas, eran contratados directamente por la gerencia para lo cual yo no intervenía. Así fue que contrataron a un Ingeniero en Medio Ambiente para que se haga cargo del área del mismo nombre, un muchacho de 26 años, alto, rubio, ojos azules provenía de Ucrania, de padre boliviano y madre ucraniana, recién hacia 5 años que había llegado al país pero dominaba el español como si siempre hubiese vivido acá.
Congeniamos rápidamente y me invitó a salir al poco tiempo y nos hicimos novios. Por la forma de crianza que ha tenido en Ucrania él es un tipo rudo a veces hasta torpe, todo lo contrario de mi, que soy mas bien una persona frágil, cariñosa, delicada, será tal vez ese contraste entre él y yo que hizo que me enamorara de él. Aunque yo no era virgen, mi experiencia sexual era muy poca, solo dos novios antes de él con los cuales había estado íntimamente en dos oportunidades con el primero y unas pocas con el segundo. En ambos casos me sentía frustrada porque no me llenaron para nada. Con Edwin la situación no cambio mucho, pues es el tipo machista que solo busca satisfacerse él solo. Yo pensaba que con él había alcanzado la plenitud de la satisfacción sexual puesto que en la cama sentía lo que no había sentido nunca, alcancé a tener orgasmos muy satisfactorios, los cuales solo los tenía cuando me masturbaba, pero aún así, mis orgasmos los tenía porque yo los buscaba entregándome con todo cuando tenía relaciones, aún así yo sentía que faltaba algo pues no era el sexo que yo quería, él solo quería que le chupe la verga y cuando la tenía bien dura metérmela y moverse como una autómata, si digo que llegaba a tener orgasmos es porque es bastante aguantador y puede estar cogiendo como 15 o 20 minutos sin parar, así creo que cualquiera llega a un orgasmo.
Vivimos solos en una casa alquilada casi en las afueras del pueblo, el estar lejos de nuestro lugar de origen nos permite tener unos días libres cada 45 días, a veces la empresa nos permite salir juntos pero otras no, aunque trabajamos en áreas distintas hay ocasiones en las que el sale de descanso y yo me quedo trabajando y viceversa, es en una ocasión en las que él salió de descanso que tiene a lugar mi historia que ahora les cuento.
Una semana antes habíamos tenido una parrillada en mi casa con mis colegas de trabajo. El fin de semana que se aproximaba tendríamos otro en casa de otro amigo y para eso tendrían que venir a mi casa a llevar la parrilla, habían transcurrido ya tres días desde que mi esposo había viajado faltaban todavía cuatro para su regreso, el día viernes en la noche llegué a mi casa, di de comer a mis perros, me di una ducha, me puse una ropa ligera para dormir, una blusita fresca sin sujetador y un shorts de algodón sin nada debajo, me preparé un sándwich para cenar y me fui a la sala a ver televisión, no prestaba atención a las noticias quería algo que me motive a masturbarme así que puse una película porno, como ya estaba un poco mojada, no fue difícil encenderme, rápidamente me mojé y me quité mi pantaloncito y me empecé a tocar, me metía un dedo, luego dos hasta que tuve mi primer orgasmo, lo raro es que cuando me masturbo no pienso en mi marido ni en ningún hombre en especial, solo pienso en mi, en la manera de satisfacerme yo, así seguí tocándome y frotándome el clítoris hasta que tuve otro orgasmo mas fuerte que el primero, así me quede dormida en el sofá de la sala.
Al otro día desperté temprano, casi al amanecer, era sábado, tenia que ir a la oficina pero un poco mas tarde, me daba tiempo de dormir otro poco más, me había dormido semidesnuda, solo con la blusita puesta, desperté con esa inquietud cuando una está excitada, me toqué mi conejito y noté que estaba mojada, me gustó y comencé a frotar mi clítoris hasta que me corrí fuertemente. Me quede adormecida con el orgasmo y me dormí nuevamente. Desperté con los golpes que daban a mi puerta, en ese momento recordé que tendrían que venir a recoger la parrilla y me asusté un poco, miré el reloj y eran mas de las 8 de la mañana, rápidamente miré hacia la ventana y me percaté que había una cortina un poco corrida, el que haya venido si se acercó primero a la ventana seguro que me vio tumbada en el sofá toda abierta porque me había dormido con una pierna hacia el piso y la otra encima del espaldar, pregunté quien era y me respondió la voz de un colega que se llama Ricardo, pedí que me esperara un segundo y fui por mi bata de baño que me puse rápidamente.
Ricardo es un colega que trabaja en el área de finanzas de unos 40 años, casado con dos hijos, muy buena persona, físicamente es atractivo aunque no es de mi tipo, de 1.70 mts. bien conservado porque se que practica bastante deporte, en fin.
Abrí la puerta y ahí estaba él, con una sonrisa que brillaba como el sol burlándose de mí porque traía una cara de no haber dormido en toda la noche, me estampó un beso en cada mejilla entró con la confianza que lo caracteriza, traía en la mano algunas masitas para desayunar, así que sin más se dirigió hacia la cocina llevándome a empujones por delante, puso a hervir agua para preparar café y se sentó en un taburete en frente mío, estaba vestido de camiseta y shorts para jugar fútbol, al sentarse se abrió de piernas y como la vista es del diablo pude ver su bulto, sus calzoncillos eran blancos, aunque no podía ver bien porque él empezó a jugar con sus piernas abriéndolas y cerrándolas y no quería que se diera cuenta que yo aún seguía excitada, además que me sentía un poco avergonzada porque no sabía si me había visto por la ventana, en un momento se quedó con las piernas abiertas y bajé mi vista rápidamente hacia su entrepierna y pude notar su pene aprisionado en su calzoncillo, se lo notaba grande, lo tenia recostado hacia un costado y se podía claramente distinguir donde comenzaba la cabeza, así en reposo mediría unos 10 cm, rápidamente mi imaginación se adelanto a mi moral y se la imagino en total erección, mediría como 20 cm, la de mi esposo mide 16 cm. Fueron solo unos segundos pero Ricardo se dio cuenta que era lo que yo estaba mirando y descaradamente abrió un poco más las piernas como invitándome a que siga deleitando mi vista, justo en ese momento sonó el silbato de la caldera indicando que el agua ya estaba hirviendo, me acerqué rápidamente a la cocina para apagar la hornalla, en realidad la que estaba hirviendo era yo, pero de ganas, no veía la hora que Ricardo se vaya para poder satisfacerme, él se acercó por atrás mío susurrándome al oído si me podía ayudar en algo, se me acercó tanto a mi que pude sentir su bulto un poco mas arriba de mi trasero. Lo esquivé disimuladamente y lo invité a sentarse en la mesa, yo me senté en la cabecera y el al lado derecho mío, me sentía nerviosa y por ende hasta torpe con mis movimientos, él estaba tranquilo y podía percibir que notaba mi nerviosismo. No era fácil estar excitada, con solo una salida de baño en el cuerpo y con un hombre que por inspección visual denotaba una herramienta bastante grande.
En medio de mi nerviosismo quise tomar la azucarera y dejé caer la cucharilla hacia el lado donde estaba él, grande fue mi torpeza que me agaché para recogerla pero como quedaba un poco alejada giré mi pierna hacia el lado de afuera de la silla para poder agacharme un poco más y mi salida de baño se abrió y quedó al descubierto mi vagina, pude ver que Ricardo tenia clavada la vista en mi entrepierna, me hice la desentendida y seguimos con el desayuno, el ambiente ya estaba pesado, se podía sentir el olor de mis flujos que me salían sin poder controlarlos, sin terminar mi café me levante recogiendo mi taza para llevarla al lavaplatos, no me percaté que él se había levantado situándose tras mío, me tomó de mi cuello por atrás y ahí supe que sería infiel a mi esposo por primera vez.
Sin decir ni una palabra me corrió mi larga cabellera crespa hacia un costado y me beso en la nuca, fue el punto final, me acerqué hacia el y note su verga dura en mi trasero, me di la vuelta y lo besé, fue un beso lujurioso, me metía la lengua hasta donde podía y yo le respondía, me desató la bata de baño y me tomo de la cintura, sus manos bajaron hasta mi trasero, me apretaba las nalgas, metió sus dedos en la raya y bajó por atrás hasta mi concha, sus dedos se humedecieron con mis jugos, mi bata de baño cayó al suelo y su verga se hundía por debajo de su shorts en mi ombligo, le quité la camiseta y quedó con el torso desnudo, sus pechos eran fuertes, sus brazos musculosos, lo apretaba contra mi, quería sentirlo, metí mis manos como él hizo conmigo por dentro de su pantaloncillo agarrándole las nalgas y apretándolo contra mi, así le bajé su shorts y calzoncillo a la vez, ante mi saltó la verga mas grande y hermosa que mis ojos hayan podido ver, mis cálculos no me habían engañado, debía medir unos 20 cm., era gruesa, venosa, su cabeza era de un color entre rosado y lila, se la agarré por el tronco y la acariciaba suavemente, ambos estábamos completamente desnudos en medio de la cocina, me agarró de la cintura y me sentó en el mesón de mármol, el frío de la piedra contrastó con mi concha caliente me abrió las piernas y se agachó a chuparme la vagina, mi esposo lo hace pero solo para mojarme un poco más y después poder metérmela, Ricardo me abrió los labios con los dedos mientras me acariciaba el clítoris, era lo máximo, pasó su lengua de abajo hacia arriba lamiéndome toda la extensión de mi vulva terminando en mi clítoris en el cual se quedaba un tiempo más presionando con su lengua, nunca me lo habían hecho así, me abrió y suspendió mas las piernas quedando mi espalda contra la pared y empezó a lamerme desde mi ano terminando en mi clítoris, ya estaba que me corría, metía su lengua en mi concha, chupaba mi clítoris, mientras los hacía me metió un dedo, luego dos y los metía y sacaba, sentí un escalofrío y me corrí como nunca llenando de mis jugos su boca, aprisioné con mis piernas alrededor de su cuello y lo apreté contra mi sexo, se fue levantando lentamente, me comenzó a chupar los pechos que los pezones apuntaban al cielo de tanta excitación, ahora llegaba el momento que tanto ansiaba y me mataba de miedo, me iba a meter su herramienta y yo no sabia si lo podría soportar, con la cabeza de su pene jugaba con mi clítoris, la situaba en la entrada de mi cueva y no la metía, esperaba el momento indicado, sabia jugar conmigo y eso me volvía loca, yo quería que lo haga de una vez, le garre su garrote por la cabeza y la situé en la entrada de mi cuevita y con mis piernas los atraje hacia mi haciéndole saber que lo quería dentro de una vez, empezó a empujar suavemente y fue penetrándome despacio, sin prisas mientras me chupaba las tetas, me besaba, me decía que de todo al oído, que era una diosa, que era una belleza, que era lo máximo, esa palabras más lo que me estaba haciendo me hacían sentir lo que tanto quería desde hace tanto tiempo, alguien que me haga sentir mujer, que sepa hacerme gozar.
Sentí que su verga se fue abriendo camino en mi túnel, las paredes de mi vagina se dilataron al máximo para permitir que aquel miembro duro como un palo se introduzca lentamente, de rato en rato se detenía para que me acostumbrase a el, luego seguía empujando hasta sentir que lo había metido todo, sus testículos tocaban mis nalgas, estuvo así unos minutos, con toda su verga adentro mío, sin moverse, pensé que era para no correrse, sentía que me había partido en dos, pero no tenia dolor alguno, me miró a los ojos y me preguntó si estaba bien a lo que respondí solo con un movimiento afirmativo de cabeza, la fue sacando lentamente, así como la metió, hasta que la sacó por completo, se agacho y con su lengua jugó nuevamente en mi vagina, se incorporó y empezó nuevamente a meterla, había recorrido la mitad del camino cuando sentí los espasmos de que me corría de nuevo, de un apretón hice que me lo metiera todo de una vez, estallé en una serie de orgasmos que me nublaron la mente y todavía no me había cogido en serio.
Luego que me calmé un poco empezó el mete y saca, me hacia gritar como una loca, loca de deseos, estuvo dándome duro y con fuerza durante unos 15 minutos y no había indicios de que fuera a terminar, así como estaba, abrazada a su cintura con mis piernas me alzo y me llevó al sofá donde en la mañana había amanecido desnuda, se sentó y yo encima de él, en los 4 metros que caminamos su verga no se había salido ni un centímetro de mi ser, comencé a cabalgarlo, era una locura, me levantaba hasta sentir la punta de su pene en la entrada de mi concha y me dejaba caer hasta sentir sus testículos en mis nalgas, con sus manos me abría los cachetes de mis nalgas y me acariciaba mi ano, me aprisionó intentando meter un dedo, con tanta lubricación que yo tenía no le fue muy difícil, sentí un poco de dolor, me dilató los esfínteres y luego metió otro dedo, otro poco de dolor. Estuvimos como otros 15 minutos en esa posición cuando la sacó de mi concha y me colocó en mi culito, le pedí que no lo haga porque nunca lo había hecho y tenía miedo, me prometió que no me haría daño a lo que accedí, me fui sentando despacio, sentía que era muy gruesa, que me haría daño, pero yo quería probarla en todos los agujeros de mi cuerpo, él presionaba desde abajo y dejaba que mi peso haga el resto, cuando sentí que algo se me rasgaba en mi culito, no pude soportarlo y me ladee hacia un costado diciéndole que me perdone pero que me dolía mucho, como todo un caballero me dijo que no había problemas que en otra ocasión lo haríamos, colocó mis piernas sobre sus hombros y me la metió de un golpe en mi concha, comenzó a meter y sacar con una fuerza increíble, me hizo llegar al paroxismo, cuando sentí que su cuerpo se tensó avisando su corrida, se salió de mi y se vino hacia mi cara, entendí que quería terminar en mi boca, alcance a meterme su garrote en mi boca y lo chupe repetidas veces cuando sentí el primer chorro que me llenó, fue tanta la fuerza con la que salió que me tragué sin ninguna otra opción, el segundo chorro hizo que no cabiera en mi boca y se me escurrió por la comisura de los labios, los demás me regaron en la cara y parte de mi pelo.
Quedamos rendidos en el sofá, sudando, extenuados, nos relajamos durante unos minutos, miré el reloj y eran casi las 11:00 de la mañana, me había cogido casi durante una hora y no supe cuantas veces me hizo terminar, lo besé y le confesé que nunca lo había hecho así a lo que me dijo que todavía quedaba algo pendiente agarrándome por el culo, le sonreí y en mi sonrisa le decía que era toda suya, que tenía cuatro días para hacer conmigo lo que quiera.
Lo que pasó después es otra historia.