Daniela, de niña rica a puta del campamento

Tras escapar de sus secuestradores, Daniela es apresada por la guerrilla y sometida a todo tipo de vejaciones, de niña rica pasa a ser la puta de sus captores.

Este relato es continuación de “Secuestrada y sometida por unos criminales”, en él relataré las vejaciones a las a que se vio sometida Daniela cuando fue capturada por la guerrilla en la selva Colombiana.

Tras permanecer escondida en los matorrales, finalmente decide salir para intentar escapar de aquella selva oscura y fría, camina largas horas sin rumbo fijo con el deseo de encontrar alguna población donde denunciar lo sucedido, su prioridad es localizar a su esposo o, al menos, su cadáver. Al pensar en él no puede contener el llanto, recuerda cada minuto de felicidad que tuvieron y como ella lo estropeó con sus caprichos.

Caminaba sin parar, ansiosa por llegar a la civilización, pero cuando creía estar en un punto desde el que divisar el horizonte, se encontraba con más árboles que le impedían ver hacia dónde dirigirse, llevaba un día sin comer y bebiendo agua de los arroyos, gracias a Dios eso no le faltaba. Al caer la noche ya no tenía fuerzas para continuar, así que decidió cobijarse entre los matojos para reponerse y continuar la marcha el día siguiente.

Cuando empezaba a coger el sueño pasaron por su mente los últimos días con su esposo, las mañanas tumbados en la hamaca de la playa bebiendo mojitos, los bailes en la discoteca, pero sobre todo la rica cogida que le dio la última noche.

Habían bebido unas copas y ella estaba super caliente, al entrar en la habitación del hotel se giró hacia él y soltó los tirantes de su vestido dejándolo caer sensualmente mientras se mordía los labios de forma provocativa. Como no llevaba sujetador, acarició sus pechos suavemente y luego los estrujó entre sus dedos retorciendo los pezones, aún podía recordar la mirada lujuriosa de su esposo acercándose a ella, pero no le dejó, le separó con una mano y con la otra dio un fuerte tirón de la braguita arrancándola para después lanzársela a Samuel a la cara, vio como su marido se excitaba y eso la estimuló a calentarle más, así que se giró dándole la espalda, apoyó la cara y el pecho sobre la mesa de la habitación y separó bien las piernas, en esta postura le ofrecía su sexo y su culo para que hiciese con ellos cuanto quisiera. Después, le pidió que la follase de una forma salvaje.

Allí tirada en el suelo, en una situación extrema, se dio cuenta que había metido la mano bajo el pantalón y estaba acariciándose, el sueño erótico de la cogida con su marido le había excitado tanto que involuntariamente había comenzado a masturbarse, cerró los ojos y siguió pensando en él, en la forma tan brutal y placentera en que la había follado, mientras acariciaba su clítoris y penetraba su sexo con los dedos, casi podía sentir la embestidas de Samuel follándola desde atrás, el ruido de la pelvis chocando contra su culo y sus pechos deslizándose por la mesa en un vaivén continuo. El final había sido apoteósico, él la había cogido del pelo y había llevado su cara al borde de la mesa para a continuación penetrar su boca y eyacular en ella inundándola de semen. Mientras lo pensaba, sacaba instintivamente la lengua pasándola por sus labios buscando ese rico néctar que ahora no tenía, de pronto, una sensación de bienestar inundó su cuerpo y se corrió entre espasmos de placer, se dejó llevar por el cansancio y se durmió con los dedos aún metidos en su sexo.

Los primeros rayos de sol la despertaron y decidió retomar su camino, debía llegar cuanto antes a un lugar habitado para movilizar a las autoridades y buscar a su esposo, la noche anterior había comprendido cuanto le necesitaba.

Por un momento recordó su niñez, antes de fallecer su madre, ésta la había obligado a alistarse en las Girls Scout, ella no quería, pero su madre dijo que era bueno que se relacionase con otras niñas y aprendiese a desenvolverse en el campo. En las reuniones a las que asistió la enseñaron a orientarse, el musgo salía en el norte de los árboles, la estrella polar siempre orientaba al norte, pero ahora, allí, todas aquellas estupideces no servían de nada, los árboles estaban totalmente cubiertos de musgo y las estrellas no se veían porque la frondosidad de las ramas lo impedía, y lo que era peor, de qué servía saber dónde estaba el norte si no tenía la menor idea de donde se encontraba.

Pasadas unas horas creyó oír voces en la distancia, intentó descubrir de donde procedían pero era imposible, aligeró la marcha para ver si las localizaba, pero parecían cambiar de sitio a cada momento, el cansancio y la falta de alimentos hicieron mella en ella y se dejó caer derrotada. De repente, sintió pisadas junto a su cabeza, intentó incorporarse pero no pudo, un fuerte golpe hizo que cayese al suelo inconsciente.

Cuando se despertó, vio que estaba atada a un árbol en una pequeña explanada, podía ver que había tres casetas de madera, unas mesas y una cocina tapada con ramas, miró a su alrededor y comprobó que tirados en el suelo había varios hombres con uniformes militares, y en la cocina una chica también de uniforme.

Al percatarse que se había despertado, los militares llamaron a su jefe, éste se acercó y preguntó a Daniela si era policía y les estaba espiando, ella lo negó y comenzó a contar lo que le había sucedido, el hombre la miró extrañado y dijo que por esa zona no había secuestradores ni otros bandidos que se atreviesen a operar, ya que allí era él quien mandaba y todo el mundo lo sabía.

Ella respondió que era cierto lo que decía, pero el hombre negó con la cabeza y volvió a interrogarla, esta vez la tomó del pelo y dijo que si no decía la verdad la mataría. Daniela estaba temblando, creía haber encontrado a miembros del ejército y, sin embargo, la estaban tratando como una delincuente, tuvo miedo y ya no supo que responder, por lo que el hombre golpeó su cara dándole un fuerte guantazo. Ella pidió que no la golpease más y dijo que era española y su padre tenía mucho dinero, que pidiese rescate y seguro que se lo pagaban.

El hombre acarició su cara y se presentó como Iván, la idea de ganar dinero con ella le había parecido razonable, preguntó cuanto tiempo llevaba sin comer, y al saber que no había probado bocado en dos días, soltó sus manos y pidió a la cocinera que le trajese comida.

Poco después apareció la cocinera con un plato y un pedazo de pan, sonrió a Daniela y le dijo que se llamaba Yanira, aunque todos la llamaban “la gorda” porque era ancha de caderas y tenía unas tetas descomunales.

Daniela preguntó si había más mujeres en el campamento y Yanira dijo que sí, eran dos, ella, que tenía 22 años, y Paola la guerrillera de 18, pidió a uno de los hombres que avisase a Paola y ésta se acercó a verlas, se trataba de una muchachita delgada, morena y con cara aniñada, si la viese por la calle no la echaría más 15 años. Al saludarla esbozó una ligera sonrisa y volvió a marcharse de nuevo, vestía uniforme militar y en su espalda colgaba un pesado fusil.

Daniela pensó que al final todo iba a salir bien, no eran militares colombianos pero eran uniformados al fin y al cabo, solo tenía que esperar que su padre pagase el rescate y después volver a casa y olvidarse de esta maldita pesadilla, cuando llegase a España esto tan solo sería un sueño que tendría que olvidar.

Animada por la cordialidad de la cocinera, se aproximó a ella para preguntarle por qué estaba allí con aquellos bandidos. Cuando quiso darse cuenta, Yanira le había pegado dos puñetazos en la boca del estomago y en la cara que la tiraron al suelo, sin darle tiempo a  levantarse, la cocinera le pegó una fuerte patada en la tripa que la hizo doblarse por el dolor, entonces llegó Iván y sujetó a Yanira, ésta le contó lo que había dicho Daniela y él sonrió viendo como se retorcía en el suelo.

-          No somos bandidos, perra capitalista, somos guerrilleros que luchan por la libertad y los derechos del pueblo, y Yanira es nuestra más fiel seguidora, creo que acabas de aprender tu primera lección.

Después dijo a Yanira que la atase y esa noche participase en la hora feliz. La cocinera sonrió y cumplió la orden encantada, ató a Daniela tan fuerte como pudo y después susurró en su oído “ Hoy vas a hacer feliz a unos cuantos, puta capitalista ”.

Daniela no sabía a qué se refería, pero comprobó como los hombres se acercaban para mirarla y algunos se daban codazos sonriendo. Una vez anocheció, todos los guerrilleros, incluida Paola, se acercaron a la cocina para recoger su cena, la muchacha miró a Daniela con pena pero no se atrevió a acercarse a ella. Yanira se aproximó, la entregó un plato de comida y escupió dentro, aquello casi la hizo vomitar, pero era tal el hambre que tenía que apartó la comida donde había caído el gargajo y se comió el resto, después se acomodó en el suelo tapándose con la manta que le habían dado previamente, esperaba dormir muy profundamente.

Cuando estaba empezando a conciliar el sueño, un rumor llegó a sus oídos, se incorporó y vio como los guerrilleros se agolpaban en la explanada y algunos sacaban tres colchones de una de las cabañas y los ponían en medio junto a la hoguera. Qué extraño. – Pensó- ¿Para qué serán?

Pronto desaparecieron sus dudas, Yanira y Paola se aproximaron a los dos primeros colchones y se desprendieron de toda su ropa, se tumbaron sobre ellos e inmediatamente dos guerrilleros comenzaron a follarlas con ferocidad. Daniela no podía creerlo, allí estaban esas muchachas abiertas de piernas mientras sus propios compañeros las follaban sin ningún tipo de escrúpulos y los demás miraban impasibles.

Echó un vistazo y comprobó que los que miraban de pie estaban organizados en tres filas, la más próxima a Paola era la más pequeña, la de Yanira un poco más numerosa, pero en la tercera se acumulaba la mayor parte de hombres, no se explicaba el motivo, pero pronto se percató que el tercer colchón estaba destinado a ella, su cara cambió de repente y su cuerpo se estremeció, no podía ser, ella no por Dios.

Dos guerrilleros la cogieron de los brazos, soltaron sus ataduras y la llevaron al colchón. Chilló, intentó soltarse, les dio patadas y quiso morderles, pero lo único que consiguió fue que riesen a carcajadas mientras la tiraban sobre el colchón y le quitaban la ropa dejándola completamente desnuda.

No Dios mío, no permitas que me hagan esto- pensó-

Pero en cuestión de segundos se encontró tumbada en el colchón, con las piernas abiertas, ofreciendo su sexo ante las miradas obscenas de aquellos hombres que esperaban su turno para quebrantarlo.

Allí, sujeta de pies y manos, esperaba con miedo y asco al primero de ellos que iba a profanar su sexo. No tardó mucho en saber quién iba a comenzar la tanda, enseguida llegó Iván, se arrodilló y se metió entre sus piernas, muy despacio desabrochó el pantalón y sacó su verga, la sacudió varias veces con la mano y cogió a Daniela por las piernas acercándola hasta poner en contacto su miembro con el sexo de ella.

Daniela podía sentir como la polla de aquel degenerado rozaba su vulva, el muy cabrón jugaba con ella y sonreía, la frotaba en sus labios vaginales, presionaba introduciendo el glande y después lo sacaba, lo pasaba por el surco entre los labios y volvía a meterlo muy suavemente. Muy a su pesar, Daniela comenzaba a sentir algo, siempre había sido una mujer muy sexual y el más mínimo roce la ponía a cien sin poder evitarlo, pero no era el momento, quería terminar con aquel suplicio, si iban a follarla que lo hiciesen rápido, que se la metiesen y se corriesen lo antes posible, pero no quería sentir nada, no deseaba darles muestras de placer, ni a Iván ni a ninguno de los bandidos que allí estaban.

De repente, Iván dio un golpe de cadera clavando la verga en la vagina de Daniela, ella se retorció por la violencia con que lo había hecho pero no dijo nada, solo miró al cielo esperando que terminase cuanto antes. Veía a Iván cabalgando sobre ella y resoplando sin parar al tiempo que lanzaba proclamas a los compañeros que miraban entusiasmados.

-          Así hay que tratar a las putas capitalistas, quitémosles sus riquezas y follémonos a sus hermosas mujeres.

Los guerrilleros vitoreaban sus palabras y algunos se peleaban por ocupar el siguiente lugar en follarse a la hermosa mujer que ahora violaba su jefe. Entre todas, una voz resonó por encima de todas, Yanira, que puesta en cuatro con un viejo follando su culo, repetía una y otra vez “ Follaos a esa puta capitalista, folladla todos ”.

Daniela giró su cara para mirarla y no pudo entender como acumulaba tanto odio y como se dejaba ultrajar por todos aquellos hombres sin poner ninguna resistencia. Entonces vio como Iván se detenía y pensó que iba a correrse en su interior, pero en su lugar, sacó su miembro, se sentó sobre su pecho y la obligó a abrir la boca para meter la polla en ella.

-          Vamos camaradas, que otro ocupe mi lugar. – la obligó a mirarle a la cara y dijo.- Y tu chúpamela hasta que me corra.

Al instante sintió como otra verga llenaba su sexo, no podía verlo porque Iván se lo tapaba, pero prefería no saber quién era el que había tomado el relevo de su jefe, bastante tenía con ver a ese cabrón con una pierna a cada lado de su cara y con la polla llenándole la boca. Por un momento pensó en morderla y arrancársela de cuajo, pero sabía que eso supondría un sinfín de torturas y un dolor insoportable, así que puso todo su empeño en hacerle una buena mamada para que finalizase cuanto antes.

Iván sujetaba su cabeza y ella chupaba lo mejor que podía, entonces vio como soltaban sus brazos.

¡Por fin! –pensó- Y entonces creyó que si se la chupaba bien quizá el jefe la reservase para él solo y no permitiese que la follasen los demás, tenía que conseguir que el Iván la protegiese de todos ellos, si no aquello podía ser un suplicio.

Con los brazos ya libres, sujetó la verga con la mano y pasó la lengua a lo largo del tronco, la levantó y succionó los testículos, después se la metió integra en la boca y comenzó a mamarla como solo se lo hacía a su marido, notaba como salivaba sin parar pero no le importaba, quería engullir aquella verga hasta sentir su leche en la garganta, subía y bajaba la cabeza chupando cada centímetro de piel.

¡Vamos! Córrete ya, dámela toda. – decía para sus adentros- Y seguía chupando esa rica polla que llenaba su boca, la quería toda para ella, estaba deseando sentir el latigazo de semen en su paladar.

Entonces se dio cuenta de la barbaridad que estaba pensando, la  estaban violando y aún así se había excitado, no podía ser, sus instintos le habían traicionado una vez más. Volvió a la realidad y oyó decir al que tenía entre las piernas “ Esta perra está empapada, le gusta que la follen ”. Un rio de lágrimas apareció en sus ojos pero no por ello dejó de chupar la polla que penetraba su boca sin descanso.

Iván la cogió con fuerza por el pelo y le dijo “ Ahora trágatelo todo ” y eyaculó soltando un latigazo que golpeó la garganta de Daniela, después comenzó a follar su boca con insistencia mientras ella tragaba obediente cada gota de semen que expulsaba.

Iván se retiró alabando su extraordinaria forma de mamar y dejó hueco al siguiente, entonces pudo ver al hombre que estaba follando su coño, era un viejo desdentado que sonreía con cada embestida que le daba, en segundos se corrió llenando su vagina de semen. Sin darle un minuto de respiro, un guerrillero ocupó el lugar de Iván y otro se metió entre sus piernas para follar su empapado y dolorido coño. Su calentón mientras chupaba la verga de Iván había servido de algo, al menos tenía el sexo lubricado y el dolor era llevadero.

Cuando finalizó “la hora feliz”, seis guerrilleros habían follado su coño y tres su boca, a parte del Jefe claro. Al menos han respetado mi culo -pensó Daniela-.

Al día siguiente, Paola la explicó que eso lo hacían a diario, todas las noches las mujeres del grupo se tumbaban en los colchones y por ellas pasaban todos y cada uno de los hombres que lo deseaban, solo había una condición, tenían que repartirse proporcionalmente entre las chicas y solo podían follarse a una, hubo un tiempo en que eran cuatro, pero una enfermó y falleció y la otra huyó hace menos de un mes.

Por suerte, le había dicho Paola, Yanira era más apasionada y chillaba y gemía con fuerza cuando la follaban, así que a los hombres les gustaba más estar con ella, eso hacía que muchas noches la proporción fuese de tres a unos, Yanira se tiraba a trece o catorce y ella solo a cinco o seis. Ahora, con suerte, el número descendería al ser tres mujeres para repartírselos.

Daniela escuchó a Paola y comenzó a llorar, lo de la noche anterior iba a repetirse a diario, no podía creerlo, aquellas muchachas trabajaban codo a codo con ellos y luego las trataban como basura, eran el descanso del guerrero y lo aceptaban y permitían, pero ese no era su caso, a ella la estaban violando uno tras otro contra su voluntad.

Paola se apiadó de Daniela y le aconsejó que no se rebelase, si lo hacía iba a ser peor, lo mejor era verlo como algo natural y conseguir que aquellos hombres la aceptasen como uno de ellos, tenía que hacerse a la idea de que nunca volvería a su casa, sabía demasiado y nunca iban a dejar que se marchase.

Ahora ya no había consuelo para Daniela, sus lágrimas salían a borbotones y no dejaba de pedir por favor que la dejasen marchar, que nunca hablaría de ninguno de ellos. Paola sujetó con fuerza su cara y le dijo que este no era el camino, que siguiese su consejo y sobre todo, que tuviese mucho cuidado con Yanira, era una revolucionaria convencida y capaz de hacer cualquier cosa.

El día transcurrió sin novedad, aún la mantenían atada y Yanira le llevaba la comida con el consiguiente escupitajo de regalo. Observando como funcionaban, vio que había unos veinte hombres y dos mujeres, por la mañana salían una docena por una senda y regresaban al anochecer, el resto se quedaba haciendo guardia, en una cabaña estaban los hombres, en otra las provisiones de comida y las mujeres y en la tercera el jefe con las armas, también tenían un poste de madera, dos troncos en forma de aspa y una especie de banco, todos ellos con anillas, por último, había una jaula hecha con ramas pero que estaba vacía.

Después de cenar, un guerrillero soltó a Daniela y ésta empezó a sentir un enorme miedo, sabía lo que iba a suceder y no se veía dispuesta a soportarlo por segunda vez. Paola se aproximó y le dijo “ Tranquila, ya verás como hoy será más leve ”.

Poco después vio con pavor como los hombres sacaban los colchones y los dejaban junto a la hoguera. Como si de un ritual se tratara, Yanira y Paola se acercaron cada una al suyo, se desnudaron y se tumbaron a esperar. Paola miró a Daniela y le hizo una señal con insistencia, pero ésta no era capaz de reaccionar, el miedo la había dejado paralizada. Una nueva señal de Paola hizo que mirase en dirección a su espalda, dos guerrilleros se aproximaban para cogerla. Antes de que lo hicieran, y sacando fuerzas de flaqueza, se dirigió a su colchón, se quitó la blusa y el pantalón y se tumbó de frente a los hombres que ya hacían cola.

No podía creer lo que estaba haciendo, ella, una mujer de bandera, con un cuerpo excepcional y una formación universitaria, se había desnudado voluntariamente frente a aquellos desarrapados y se había tumbado en el colchón ofreciéndoles su sexo para que lo follasen con total libertad.

El primero que vendrá a por mí será Iván. –Pensó- Era la más hermosa y deseable, así que no podía ser de otra forma. Entonces vio como el jefe llegaba a la hoguera y se metía entre las piernas de Yanira, ésta la miró con desprecio y orgullosa por haber sido la elegida y comenzó a follárselo como si no hubiera un mañana, gritaba diciendo lo mucho que le gustaba y la enorme polla que tenía, gemía sin parar y se movía con una agilidad impropia de alguien de su tamaño.

Para sorpresa de Daniela, algunos de los hombres que estaban en su cola pasaron a la de Yanira. Paola la miró y guiño un ojo, ya se lo había dicho ella, a los hombres les gusta oír gemir a una mujer mientras la follan. Al ver lo sucedido sintió alegría y rabia, alegría porque tendría que soportar menor número de violaciones, pero rabia porque la gorda revolucionaria quedaba por encima de ella.

Sin darle tiempo a pensar, el primero de la cola se metió entre sus piernas y comenzó a follarla suavemente, la penetraba despacio y acariciaba sus pechos dulcemente. No puede ser-pensó ella- esto era lo último que esperaba, estos animales solo sabían follar a lo bruto, metiéndola y sacándola sin parar hasta correrse. Pero no era así, el muchacho con el que estaba ahora era dulce y se movía sin prisa, acariciaba sus senos y mordía sus pezones sin producirle ningún daño, es más, a pesar de no desearlo, la estaba gustando.

Notaba como el miembro duro y cálido se adentraba en su vagina y estaba comenzando a  disfrutarlo, era una sensación tantas veces vivida que no pudo evitar cerrar los ojos y, de forma instintiva, comenzó a mover sus caderas acompasándose con las penetraciones del chaval. Éste mordió levemente el lóbulo de su oreja y ella se estremeció, era uno de sus puntos sensibles y la encantaba como lo hacía. Pasó las piernas por encima del muchacho y envolvió con ellas sus caderas.

-          ¡Fóllame por favor! Me encanta como lo haces.

Cerró con fuerza las piernas y le apretó contra su sexo, ahora era ella quien llevaba la iniciativa, subía y bajaba las caderas lanzándolas contra el miembro que la penetraba una y otra vez.

-          Siiii, me encanta, fóllame más fuerte.

El chaval la estaba llevando a la gloría, esa magnífica polla llenaba su sexo y estaba disfrutando lo indecible. Entonces él se detuvo un instante y la susurró al oído “¿Serías capaz de comerte otra verga mientras te follo? ”. Daniela abrió los ojos y le miró sorprendida, pero estaba tan excitada que no fue capaz de negarse.

-          Como tú quieras, pero no pares por favor, sigue follándome.

El chico hizo una señal y otro muchacho mulato y muy alto se puso de rodillas junto a ella y acercó su miembro hasta ponérselo en la boca. Daniela lo cogió con la mano y pensó que nunca antes había chupado una verga negra, tiró del prepucio y lo descapulló, ante ella pareció un hermoso glande negro, lo miró de nuevo y se lo tragó de inmediato, comenzó a chuparlo con afán, pasó la lengua por el glande y volvió a tragárselo entero. “ Súbete encima ” le pidió, y el chico puso una pierna a cada lado de su cabeza, ahora no tenía que girarse para chuparla, lo tenía de frente y podía llegar a cada rincón de su verga sin problema.

Estaba en el séptimo cielo, la estaban follando a conciencia y podía chupar una estupenda verga como a ella le gustaba. ¡Cuántas veces había hecho esto mismo en sus noches de Madrid! Siguió mamándola mientras notaba como el otro chaval la follaba cada vez más fuerte, siiii, eso la gustaba, más duro, necesitaba que la follasen más duro.

Como si de un adivino se tratase, el chaval comenzó a penetrarla con fogosidad, Daniela notaba como ese falo se adentraba cada vez más rápida y profundamente en su sexo y se ajustaba a las paredes de su útero poniéndola super caliente.

Movía las caderas alocadamente al tiempo que devoraba la verga negra como el carbón que llenaba su boca, se esmeraba en hacerle una buena mamada deseando recibir su néctar en ella, desde que tenía uso de razón siempre se había tragado la leche de sus parejas, nunca había hecho ascos a una buena corrida y la encantaba chupar y tragar.

Sin esperarlo, el chico que tenía sobre su cara soltó un latigazo de leche que llenó su boca, la pilló por sorpresa y comenzó a toser, pero rápidamente se lanzó de nuevo sobre la verga sacándola hasta la última gota restante. Ahora quedaba el otro, iba a poner todo su empeño para darle el mayor placer posible.

-          Ahora tú, córrete tú, cariño.

El chico se lanzó a follarla con ardor, prácticamente martilleaba su sexo y ella lo agradecía diciéndole lo mucho que le gustaba, estaba a punto de correrse y quería que él lo supiera.

-          Ya me voy, fóllame fuerte cariño, así, así me gusta.

Un tremendo orgasmo hizo que apretara con fuerza sus piernas atenazando al muchacho, éste la penetró repetidas veces con fogosidad y se corrió vaciándose en su sexo. Ella le estrechó ente sus brazos hasta notar el tibio semen en su interior, había tenido un orgasmo bestial y había disfrutado follando y mamando, ahora quería relajarse y sentir esa paz que queda tras un buen polvo.

Cuando el chico se incorporó, el mundo se le vino abajo y volvió a la cruda realidad, comprobó que había más guerrilleros esperando su turno, resignada, cerró los ojos y volvió a abrir las piernas para que otro desconocido disfrutase de su lubricado y cálido sexo.

Si pensaba que esto era malo es porque aún no sabía lo que la esperaba la noche siguiente….