Daniela

Daniela es mi exnovia, le han tenido que escayolar un pie.

Ésta es la historia de Daniela.

Daniela es mi ex-novia, ella es una chica muy sensual. Su cuerpo es grandioso, maravillosamente voluptuoso. Es de buena estatura, cabello castaño y piel clara. Su cara y sus pies son sencillamente bellos. Daniela es de uñas grandes en los pies y generalmente las luce al natural.

Este día decidí llamarla por teléfono pues tenía un buen tiempo que no cruzaba palabra con ella.

Pasmosa noticia me llevé cuando me dijo que la habían escayolado de la pierna tres días atrás, así que le dije que de inmediato saldría a visitarla.

Llegué a su casa dos horas después como a las tres de la tarde, toque el timbre de su casa y unos cinco minutos después escuché su voz apurada que me decía –ya voy, espera un segundo más-, abrió la puerta mientras yo ya tenía la mirada puesta en el suelo para ver su pie. Era grandioso lo de su yeso, sus dedos le salían por enfrente y al recargarse los doblaba hacia abajo, le llegaba hasta la rodilla y era muy blanco. Ella vestía una falda larga floreada color azul y una blusa blanca sin mangas, en su otro pie calzaba una chancla negra de esas que se sujetan por delante y por el talón (de playa).

Me hizo pasar y en su casa había un poco de desorden ante lo cual se disculpó pues casi no podía hacer nada. –Incluso no he podido comprar la despensa de la semana, oye..., quizás podrías acompañarme al supermercado, ¿qué dices?-, yo por supuesto conteste que sí. Estaría con ella todo el tiempo que me pidiera.

Me dijo que entonces la esperara un poco mientras se terminaba de arreglar. Se levantó e ignorando las muletas fue a su recamara saltando de cojito con el cuidado de doblar su pie malo hacia atrás, en cada brinco sus senos se agitaban de forma que me excitaba mucho. La seguí a su recamara, donde la encontré peinándose, encima de su cama estaba la otra chancla correspondiente al pie izquierdo. Cuando se sintió satisfecha con su cabello se sentó en la cama junto a mí y se miró los dedos del pie escayolado mientras los movía y los torcía hacia abajo, después me pidió que la ayudara a ponerse la chancla, como la escayola estaba gorda a penas le pudo entrar en la posición más floja de las correas.

Le llevé sus muletas, fuimos afuera donde estaba mi auto y la ayudé a entrar en él.

Después de un rato, llegamos a un supermercado y una vez en el estacionamiento saqué las muletas y la auxilié para bajar.

Daniela se veía hermosa en muletas, con la pierna enyesada y la chancla negra, sin poder apoyar esa extremidad.

En la entrada a la tienda pedimos un vehículo de discapacitados para que a Daniela le fuera más fácil desplazarse. Sentada en el carrito se veía terriblemente seductora, sus pies se mantenían inmóviles y hermosos mientras ella andaba de un lado a otro con la acción única de sus manos, innumeras miradas se establecían en ella cuando pasaba junto a la gente, todos parecían interesarse en su escayola que se disimulaba en la chancleta.

Tras unas dos horas, ya llevábamos todo lo necesario y decidimos terminar con las compras sin olvidarnos de algunos desinflamatorios que debía tomarse Daniela para su pie.

De nuevo subimos al carro y me comentó que quería viajar en el asiento trasero porque necesitaba extender y elevar la pierna.

Daniela se soltó la chancla de su pie sano y la colocó a un costado suyo. Entré medio cuerpo en la puerta de atrás junto a su espalda para preguntarle si se encontraba cómoda, me dijo que sí, teniendo su cara muy cerca la besé a lo cual ella me correspondió.

Arranqué el carro y tomamos la ruta de regreso, todo el camino fuimos coqueteando, yo intentaba ver su pie constantemente . Al llegar a su casa los dos estábamos excitados y en la sala parados nos pusimos a besarnos una y otra vez.

Me dijo que nos fuéramos a su cama porque estaba parada en muletas, así que la tomé en los brazos y la dejé en la recámara.

Comencé a recorrer su cuerpo con mis dedos yendo por su sus senos y muslos. La despojé de su coqueta blusa y sostén para que se le salieran las tetas, luego me ocupé de levantarle la falda para sentir sus amplias nalgas que se enmarcaban en una hermosa tanga blanca. Acariciaba su sexo lentamente mirando sus gestos de placer.

La descubrí del pie sano y luego el inútil lo recorrí con el olfato sobre la chancleta. Daniela trató de quitarme la atención de su escayola tentándome la cara con la planta y los dedos del otro pie, que como el zapato que había usado tenía suela de goma lo tenía un poco sudado y le surgía un olor riquísimo, sumamente dulce y sobrio que de ninguna forma molestaba. Volví a su vagina que tenía la tanga completamente húmeda, ella estaba boca arriba sobre la cama, deslicé mi mano bajo su tanga para masturbarla a lo que me pedía no detenerme. Daniela dobló las piernas, de modo que sus pies quedaban a el alcance de mi otra mano, le acariciaba la chancla tentando de vez en cuando sus dedos que se sentían cada vez más intranquilos.

Se colocó de lado y se dobló hacia mi pene ocupándose en lamérmelo al mismo tiempo que yo definitivamente le desnudé el pie enyesado. Tenté el talón que parecía exageradamente grande por el yeso que apenas mi mano abierta podía envolver también lo transité con el gusto, uno a uno besé los cinco dedos de su pie y luego los metí en mi boca probándolos todos a la vez.

Con mi pie continué adulando el suyo inservible mientras juntábamos nuestros cuerpos para poder penetrarla. Los dos llegamos al orgasmo y después de tomar un poco de aire volvimos a hacerlo cambiando de posición y así seguimos hasta que llegó la noche.