Daniela, abusada por un narco y su perro
Daniela continúa retenida por la guerrilla, al campamento llega un narcotraficante que se encapricha de ella y la somete a las más inconfesables perversiones con la ayuda de su perro.
Este relato es continuación de “Daniela, de niña rica a puta del campamento”. Continúan las vejaciones de Daniela en el campamento de la guerrilla, ahora es un narco quien la viola primero y la entrega a su perro después.
Daniela se despertó la mañana siguiente y vio que ya no estaba atada, su comportamiento de la noche anterior, al doblegarse y aceptar voluntariamente ser un objeto sexual en manos de aquellos hombres, había hecho que se ganase su confianza y la dejasen mover con libertad por el campamento. Lo primero que hizo fue preguntar a Paola quien era el muchacho que la había follado en primer lugar, quería saber como uno de aquellos bastardos había sido tan cariñoso y considerado con ella, ésta respondió que no era uno de ellos, se trataba de la mano derecha del jefe del Cartel venezolano que pasaba la droga por la frontera.
Daniela se quedó sorprendida y preguntó qué era eso de la droga, Paola se rió y se lo explicó con todo detalle. Su grupo guerrillero se fundó para luchar contra la pobreza y defender a los campesinos de los abusos de los poderosos, pero eso ya no era así, ahora se dedicaban a cultivar droga y venderla a un grupo paramilitar venezolano para que luego las distribuyesen desde allí.
Del grupo revolucionario no quedaba nada, eran una pandilla de bandidos que obligaban a los campesinos a trabajar para ellos y controlaban cualquier tipo de contrabando que se produjese en su territorio. Si alguien intentaba inmiscuirse en sus negocios sin su permiso, primero le advertían y le cobraban un canon, si volvía a hacerlo, directamente le mataban, Iván era implacable y no permitía ninguna falta de respeto a su autoridad.
Al líder paramilitar venezolano le llamaban “Veneco”, aunque solo a sus espaldas, porque él no permitía que nadie le llamase así, su nombre real era Mauricio y siempre se acompañaba de una escolta muy bien armada, era famoso por dos cosas, su enorme verga y su sadismo, y cada vez que iba al campamento para negociar con Iván, antes enviaba a Ramón, el muchacho que había estado la noche anterior con Daniela, era su hombre de confianza y controlaba que todo estuviese seguro antes de cruzar la frontera. Ramón llevaba un guardaespaldas como protección, era un chico mulato muy grande que parecía un armario de 2 por 2.
Paola iba a contarle quien era y lo que hacía Ramón pero Yanira llegó chillando y arrastró a Daniela hasta la cocina, quería que la ayudase a pelar patatas para comida. Lo último que Daniela oyó decir a Paola fue “ No te fíes de él ”, pero no supo de quien se trataba, podía ser Iván, Ramón, Veneco o cualquiera de los que allí estaban.
Ahora tenía claro en manos de quien había caído, no eran militares ni hombres de fiar, se trataba de unos simples bandidos, capaces de cualquier cosa y que no valoraban lo mas mínimo la vida de los que tenían alrededor, si hacía algo que no les gustase la matarían sin dudarlo.
Un rato después Paola se aproximó y la dijo que iba a ser el regalo de Iván a Veneco. Daniela preguntó que era eso del regalo y Paola le explicó que siempre que venía el venezolano, Iván le entregaba una chica para que la disfrutase por la noche, la vez anterior había sido ella, al recordarlo sus ojos se enrojecieron. “Ten mucho cuidado con él, es muy violento y le gusta hacer daño a las mujeres”.
Paola comenzó a contar su experiencia, Iván le había dado un vestido y lencería para que se vistiese, ella se puso guapa y esperó la llegada de Veneco. Por la noche, después de cenar, éste la llevó a la cabaña de Iván y allí la hizo tumbarse en la cama y la obligó a masturbarse como si fuese una niña, después llamó al guardaespaldas de Ramón, el mulato, y le pidió que la sujetase mientras azotaba su culo con el cinto, cuando el dolor era insoportable y ella no paraba de llorar pidiendo que parase, la hizo ponerse en cuatro sobre la cama y se dispuso a follar su culo como castigo, al ser tan delgada y tener Veneco la polla tan gruesa, ella se encogía sin poder evitarlo y él no conseguía meterla, así que el mulato la sujetó con fuerza y Maurició la penetró sin piedad produciéndole heridas en el culo que tardó algún tiempo en curar.
Le dio un consejo, que le hiciese beber mucho para que se durmiese pronto, esa era la mejor manera de no soportar por mucho tiempo su crueldad.
Por la tarde se aproximó Iván y la dijo que tenía que prepararse, iban a recibir una visita y ella tenía que vestirse para recibirle, la dio un vestido, unos zapatos, un sujetador y una braguita y la dijo que se arreglase y se pusiera lo más guapa posible para atender a su invitado, para terminar, la ordenó que fuese muy “cariñosa” y que hiciese todo lo que la pidiese.
Entró en la cabaña de la cocina y se quitó el pantalón y la blusa, al verse desnuda comprobó que había perdido algo de peso, ya no se veía la mujer explosiva que llamaba la atención de los hombres a su paso, a pesar de ello, masajeó sus senos y vio que aún estaban duros y erguidos, tenía unas estupendas tetas que por suerte aún no se habían descolgado. Se lavó en una palangana y se puso la braguita, era demasiado pequeña para ella y se metía entre los pliegues de su vulva marcando los gajos, en las fiestas de la noche madrileña no le hubiese importado ir así, es más, hubiese disfrutado observando las miradas furtivas de los hombres intentando ver su sexo, pero ahora era distinto, al verse vestida de esa manera sentía que era un pedazo de carne dispuesto para que cualquiera se lo comiera.
Se puso el sujetador y ocurrió lo mismo, era una talla más propia de una niña que de una mujer como ella, estaba claro que era la misma ropa que se había puesto la vez anterior Paola, pero claro, a la niña seguro que le quedaba perfecto, el broche cerraba a duras penas y las copas del sujetador dejaban poco a la imaginación, las enormes tetas sobresalían mostrando los pezones y las pequeñas areolas marrones. Se enfundó el vestido y vio que al igual que el resto de la ropa le quedaba extremadamente ajustado, parecía una prostituta buscando guerra.
No tenía espejo donde mirarse, pero por primera vez en muchos días se vio hermosa, un poco puta por la forma de vestir pero hermosa, peino su pelo con un cepillo que allí había y salió a la explanada. Al verla, los pocos hombres que allí estaban se giraron para observarla, Daniela vio como la miraban boquiabiertos y tuvo un subidón de ego, eran unos pobres desgraciados pero le gustaba sentirse admirada.
Iván se aproximó y le dijo lo hermosa que estaba, recordó que tenía que ser obediente y cariñosa con el invitado y que por ninguna razón tenía que incomodarle, si lo hacía bien, ganaría muchos puntos con él y podría disfrutar de más libertad, si contrariaba a su invitado tendría los días contados.
Daniela vio a Ramón pasar por la explanada, le miró y él respondió con una sonrisa. Al verlo, sintió como su corazón se aceleraba, era un chico guapo y apuesto que la había tratado con dulzura, al menos había un hombre en el campamento que se preocupaba por ella y le daba muestras de cariño.
Pasado un rato, vio que por la senda aparecía un grupo de uniformados, en cabeza iba un hombre alto y grueso vestido de uniforme con un pañuelo rojo en el cuello, a su lado llevaba dos perros gochos, eran grandes y de color blanco con manchas negras, a cada momento se acercaban a su dueño y lamían el dorso de su mano. El hombre saludó efusivamente a Iván y estuvieron hablando un largo rato, después vio como se giraban y miraban en dirección a donde ella se encontraba.
Iván hizo una señal y la pidió que se acercase, ella intentó acariciar a uno de los perros pero éste se revolvió para morderla, los dos hombres rieron y el Jefe la presentó al invitado, se trataba de Mauricio, un líder revolucionario y gran amigo suyo. Daniela pudo comprobar como Veneco la comía con la vista, su mirada lujuriosa le delataba y podía observar el deseo en sus ojos, había conocido muchos hombres como éste antes y sabía que a la menor oportunidad se lanzaría sobre ella.
Recordó como al cumplir los 18 años su padre comenzó a llevarla a las fiestas de empresa, a ellas asistían muchos presidentes de grandes corporaciones y descubrió la falta de moralidad de muchos de ellos, con esa edad tenía ya un cuerpo exuberante y eso hizo que más de uno se aprovechase acariciándola el culo y las tetas a la menor oportunidad que tenían.
Aún recordaba con claridad como su padre le había presentado con orgullo a un hombre de unos 60 años, era el todopoderoso que les iba a hacer ganar mucho dinero. Minutos después, aquel hombre la pidió que le acompañase para enseñarla una sala de trofeos, allí la sujetó con fuerza mientras la obligaba a besarle y le metía la lengua hasta la garganta, después de bajarla el vestido y sacar sus tetas del sujetador, las estrujó y chupó como un baboso mientras metía la mano bajo la braguita y acariciaba su vulva sin ningún recato, sus dedos gruesos y arrugados la penetraron largo tiempo hasta que finalmente hizo que se arrodillase frente a él y la obligó hacerle una mamada corriéndose en su boca. De esto su padre nunca tuvo noticia, fue algo que quedó entre el viejo y ella, pero días después su padre firmó un contrato multimillonario que le lanzó hasta conseguir la fortuna que actualmente poseía.
Sin duda, ahora iba a tener que hacer lo mismo, pero en aquella ocasión lo hizo porque era una niña inocente que no supo defenderse y ahora iba a ser simple y llanamente por pura supervivencia.
Junto a la cocina habían preparado una mesa con comida y bebida, Mauricio se sentó en un lado y el jefe hizo una señal a Daniela para que ocupará el lugar junto al venezolano, enfrente se sentaron Iván, Paola y Ramón. Comenzaron a comer y beber y pasados unos minutos sintió como la mano de Mauricio se posaba sobre su pierna, le miró y él sonrió deslizando la mano por su muslo hasta meterlo bajo el vestido. Se movió inquieta, pero vio la mirada amenazante de Iván y se limitó a devolverle la sonrisa, al instante notó como los dedos de Veneco se metían entre sus piernas y hurgaban en su braguita, hizo amago de cerrarlas pero él se lo impidió, la pellizcó con fuerza y la reacción fue inmediata, las abrió dándole acceso a sus partes más intimas.
Siguiendo el consejo de Paola, Daniela se afanaba en llenar la copa de Mauricio siempre que podía, éste con un vaso de ron en la mano, brindaba con Iván y Ramón mientras con la otra manoseaba su entrepierna y metía los dedos entre los pliegues de su vulva cada vez más profundamente.
Era un buen día para Mauricio, esta vez el jefe de la guerrilla le había reservado una hembra de las que le gustaban, no como en la anterior ocasión que tuvo que follar por la fuerza a la muchacha que ahora se sentaba enfrente, aquel día la niña no dejó de llorar mientras la partía al medio y a él le gustaban las mujeres arrechas, con muchas curvas y que supiesen follar bien, y ya sabía de ante mano que la que le habían dejado hoy era de esas.
Veneco seguía comiendo y sin ningún disimulo apartaba la tela de la braguita y acariciaba la vulva de Daniela con los dedos. Ésta no podía evitar sentir asco de él, veía como los dedos grasientos de aquel animal manoseaban su sexo y la penetraban con el beneplácito de todos los que estaban sentados a la mesa. Miraba a Ramón implorando su ayuda, pero éste se limitaba a sonreír sin hacer nada para evitar lo que inapelablemente sucedería acabada la cena.
Poco después la conversación giró en torno a ella, Mauricio pidió a Iván que se la entregase, que le daría una buena cantidad de dinero a cambio, pero la respuesta fue negativa, el Jefe no podía prescindir de ella, solo tenía dos chicas en el campamento y sus hombres necesitaban desahogarse a diario. Mauricio respondió que para que cumpliese bien con ese propósito primero tenía que disciplinarla, “ a toda hembra hermosa y altanera como ésta hay que someterla, que sepa que no debe esperar nada de la vida, que entienda que es un objeto hecho para coger con los hombres, hay que quebrarla a la fuerza ”. Después oyó como se ofrecía a hacerlo, aunque Iván respondió que no era preciso, que Daniela ya había asumido cual era su papel en el campamento.
Acabada la cena y cuando ya todos estaban un poco bebidos, Iván comenzó a meter mano a Paola al tiempo que le pedía que diese placer a Ramón, éste declinó la oferta y se levantó de la mesa sin apartar la mirada de Daniela. Al ver que se iba, ella le miró implorando su ayuda, pero él se encogió de hombros mirando a Veneco y se alejó. Ya no había vuelta atrás, sabía perfectamente lo que la esperaba a continuación.
Veneco cogió una botella de ron de la mesa y arrastró a Daniela por el brazo hasta la cabaña de Iván, allí se sentó en una silla y la pidió que se desnudase, se notaba que iba muy borracho. Ella se mordió los labios por la rabia pero desabrochó obediente el vestido dejándolo caer al suelo, los ojos de Veneco se inyectaron en sangre, tenía ante sí una hembra escultural, lo había percibido al verla por primera vez en la explanada, pero ahora allí, desnuda ante él, se felicitaba por su buena suerte, con su piel blanca y suave, las caderas perfectamente torneadas, el culo respingón y sus formidables tetas de pezones marrones, aquella muchacha podía ser una mina, además, tenía una cualidad que la hacía muy especial, muchos poderosos venezolanos pagarían una fortuna por follarse a una chica española.
Daniela permanecía inmóvil frente a él, podía ver la lujuria en sus ojos y sabía que en cualquier momento se desencadenaría la tormenta, ya tenía experiencia en ello, en más de una ocasión se había encontrado frente a un vicioso de esta especie, la diferencia era que en esos casos ella controlaba la situación y ahora estaba a merced de los deseos sucios y crueles de ese degenerado.
Veneco la ordenó que se desnudase por completo, Daniela soltó el sujetador y sus pechos rebotaron mostrándose imponentes ante él, a continuación deslizó la braguita con los dedos hasta bajarlas a la altura de las rodillas. No le dio tiempo a más, Mauricio se lanzó sobre ella y comenzó a morder sus senos y apretar sus nalgas con las mano, intentó separarle pero no pudo, Veneco la pegó una sonora guantada en la cara y ella cayó de espaldas en la cama, era un hombre extremadamente fuerte y ante él no cabía resistencia posible, sin ningún tipo de consideración, la giró sobre la cama poniéndola en cuatro, quiso protestar pero fue imposible, él ya se había bajado el pantalón y el calzoncillo y apuntaba con la verga a su culo.
Le rogó que no lo hiciese, le prometió la mejor mamada de su vida, pero no sirvió de nada, notó como una mano apretaba con fuerza su cabeza contra la almohada y al instante un enorme dolor sacudió su ano, Veneco acababa de sodomizarla y ahora la penetraba sin ningún tipo de lubricación ensartándola una y otra vez con su enorme verga.
Ella lloraba y pedía que lo hiciese con más suavidad, pero él hacía caso omiso y rebotaba contra sus nalgas sin descanso alabando el estrecho culo que se estaba follando.
- Mañana voy a comprarte a Iván.- decía- Voy a hacerme millonario, vas a tener cola en Venezuela para romperte este culazo de puta.
No, por Dios –pensó Daniela- eso sería una tortura. En ese instante sería afortunada quedándose en el campamento y follando cada noche con aquellos desgraciados, al fin y al cabo, se la metían y se corrían enseguida. Una mano tiró de su pelo con fuerza y la sacó de sus pensamientos.
- Vamos puta, demuéstrame lo que sabes hacer, me han dicho que te mueves muy bien.
Daniela recordó las palabras de Iván “ tenía que ser obediente y cariñosa con el invitado y por ninguna razón tenía que incomodarle, si contrariaba a su invitado tendría los días contados” .
A pesar del inmenso escozor que sentía en su ano, levantó el culo ofreciéndoselo a su violador y comenzó a moverlo buscando la verga que la estaba partiendo por la mitad. Un fuerte azote hizo temblar su nalga.
- Así me gusta perra, eres tan arrecha como me habían dicho, dale bien putita.
Daniela se movía con autentica maestría, muchos antes habían follado su culo y sabía perfectamente como hacer disfrutar a un hombre, puso todo el interés y meneó sus caderas con energía sacudiendo su trasero con la verga de Veneco enterrada en su interior, la sentía muy adentro y notaba como se deslizaba a lo largo de su recto penetrándola sin descanso, siiii, iba a conseguir que se corriese en un instante, lo notaba.
Mauricio resopló con fuerza y tiró de las caderas de Daniela hacia atrás impulsándose al mismo tiempo hacia delante, la consecuencia fue que la enorme verga penetró en el culo de ella hasta el último milímetro causándola un dolor indescriptible, los dos cayeron sobre la cama y él, antes de quedar dormido, prometió llevársela a Venezuela.
Daniela estaba asustada ante el futuro que le esperaba, si Veneco la llevaba a Venezuela le esperaba este castigo todas las noches, se levantó de la cama en silencio y salió a la explanada. Tenía que huir, no podía correr el riesgo de quedarse allí hasta el día siguiente. Cuando iba ensimismada hacia la cabaña de la comida para recoger su ropa, una sombra salió de la oscuridad y apareció ante ella Ramón. Sin pensarlo dos veces se echó en sus brazos, le besó y le rogó que la sacase de allí, haría todo cuanto él quisiera pero necesitaba huir de aquel lugar.
Ramón hizo una señal para que bajase la voz y la llevó a una zona más oscura, ella volvió a rogarle y sin pensarlo un segundo se arrodilló ante él, sacó su miembro y comenzó a hacerle una mamada. Chupaba la verga del chico y levantaba impaciente la cabeza esperando su aprobación, sus labios recorrían el tronco erecto y su lengua jugaba con el frenillo buscando excitarle aún más si era posible.
- Te lo haré todos los días, te la chuparé siempre que quieras, pero por favor, sácame de aquí.
Él la miraba impasible y la pedía que continuase, Daniela le miraba sonriente y seguía mamando aquella verga que iba a darle la libertad. Cuando notó el semen en su boca, chupó y chupó hasta no dejar ni una gota, después se incorporó y le preguntó a donde iban.
Ramón respondió que debía seguir la senda hasta llegar a un camino más ancho, allí había dos vehículos escondidos entre los arbustos, tenía que meterse en uno de ellos y esperarle hasta que llegase, ella quiso ir a buscar su ropa para quitarse el vestido pero él dijo que no, tenía que irse inmediatamente. Daniela le abrazó dándole un beso de despedida y prometiéndole que cuando estuviesen lejos de aquel lugar le daría todo cuanto quisiera. Caminando entre los árboles, con un simple vestido por ropa, llegó al punto que su chico le había indicado, comprobó que no había nadie por allí y entró en uno de los vehículos durmiéndose a continuación.
Un fuerte golpe despertó a Daniela, abrió los ojos y vio a varios guerrilleros rodeando el coche, se abrió la puerta y una mano tiró de ella sacándola a la fuerza y arrojándola al suelo. No podía ser. ¿Qué había ocurrido? Miró rápidamente pero no vio a Ramón.
Seguro que le han pillado y le han matado. -Pensó- Pero una patada la sacó de sus pensamientos, miró hacia arriba y era Ramón quien estaba allí golpeándola.
- ¡Vamos! Levántate. ¿Pensabas que ibas a poder escapar?
Todos rieron, pero ella no pudo evitar que se le escaparan unas lágrimas, había sido engañada por el hombre en quien más había confiado. Ataron sus muñecas y la llevaron casi a rastras al campamento. Al llegar a la explanada la esperaban Iván y Veneco, éste último la miró sonriendo y le dijo lo mucho que había disfrutado rompiendo su culito la noche anterior, después se dirigió a Iván diciéndole que ya le había avisado, a este tipo de hembras había que quebrarlas. Intentó comprarla otra vez pero Iván respondió que no, esa mujer se quedaba con ellos. Aún así, quería verla sufrir y le pidió que la domase.
Veneco sonrió al oír la petición, se acercó a Daniela y le susurró al oído “ Prepárate, no sabes lo que te espera ”. Hizo una señal y dos hombres la cogieron y la arrastraron hasta el banco con argollas que había en la explanada, ella lloraba e imploraba perdón pero nadie la escuchaba. Mientras la sujetaban, los hombres se arremolinaban alrededor para ver qué iba a suceder. La obligaron a tumbarse boca abajo sobre el banco, ataron sus manos a las argollas de las patas delanteras y tiraron de ella hasta que su culo quedó en el borde trasero, entonces ataron sus piernas de forma que ya no podía moverse de ninguna manera.
Así la dejaron durante un buen rato, su cara, pecho y tripa estaban pegados a la madera y apenas podía girarse para ver que iba a ocurrir, solo podía ver como los hombres la miraban expectantes. Pasado un rato oyó pasos y miró de reojo, era Veneco quien estaba junto a ella, de un tirón arrancó el vestido dejándola desnuda sobre el banco, la miró y le dijo que ahora venía lo bueno.
Estaba desnuda mostrando su culo y su sexo a cuantos hombres tenia detrás, pero no le importaba, ya no sentía vergüenza de su desnudez, lo que temía era lo que iba a ocurrirle ahora, Veneco era un degenerado y no sabía por donde podía salir. Unas nuevas pisadas la pusieron en alerta pero no pudo ver quién era, al momento una mano comenzó a acariciar su clítoris, podía sentir como los dedos abrían su sexo y lo acariciaban con suavidad, a pesar de la grave situación en que se encontraba no podía evitar mojarse, una vez más, su desarrollada sexualidad le jugaba una mala pasada, se estaba excitando con las caricias y notaba como los flujos inundaban su vulva sin poder remediarlo. Se giró cuanto pudo y comprobó que era Ramón quien estaba masturbándola, en sus manos llevaba la correa de uno de los perros, se la enseñó y dijo.
- Ahora vas a disfrutar pero no va a ser de la correa precisamente.
Giró la cabeza cuanto pudo y vio a Yanira con el perro gocho más grande, estaba arrodillada junto a él y tenía la mano metida entre sus patas, se podía ver como sacudía la pija del perro con suavidad y de ésta afloraba la punta enrojecida de la que goteaba un liquido viscoso y blanquecino.
- No puede ser, eso no por favor- repitió Daniela una y otra vez.
Pero Yanira se aproximó y obligó al perro a subir las dos patas delanteras sobre la espalda de Daniela, estaba claro que el animal no era la primera vez que lo hacía y al instante comenzó a culear buscando su objetivo.
Daniela chillaba y pedía que le quitasen al perro de encima, pero los hombres miraban excitados y Yanira le azuzaba para que se follase a la perra capitalista. El can se movía inquieto y arañaba la cintura de Daniela con sus patas intentado hacer fuerza para meter la pija en el sexo que le ofrecían, pero no lo conseguía, entonces Yanira se arrodilló de nuevo, cogió la pija con su mano y la guió hacia su destino.
Daniela sintió el roce de algo caliente en su vulva y se encogió cuanto pudo para evitarlo, no podía creer lo que estaba sucediendo, en su vida hubiese pensado que iba a tener que vivir semejante humillación, pero de golpe notó como algo duro y húmedo penetraba en su coño, la pija del animal acababa de abrirse paso y llenaba su vagina sin poder hacer nada para evitarlo.
Hasta ese momento había notado como el perro se movía sobre ella y la arañaba al intentar atenazar su cintura con las patas, pero ahora sentía como golpeaba contra sus nalgas y enterraba su pija con enorme rapidez en lo más profundo de su sexo. Quería llorar y no podía, quería chillar de rabia pero la voz no le salía, solo podía sentir como el perro culeaba sin cesar follando su coño húmedo y dolorido.
Los hombres chillaban excitados y animaban al perro sin parar, Yanira permanecía junto a ella y disfrutaba del espectáculo viendo como “ un perro se follaba a otra perra ”. Se acercó de nuevo y dijo a Daniela “ espera que voy a echarle una manita para que te la meta mejor ”, empujó con fuerza al animal por detrás y éste se la metió casi hasta la bola. Todos los presentes rieron la ocurrencia de “la gorda”, todos menos Daniela, que sintió como si una barra de hierro candente se clavase en su útero.
El perro seguía culeando sin parar y el miembro del animal crecía por momentos en su interior, una sensación de angustia y ansiedad la invadió impidiéndola respirar, había visto follar a dos perros siendo pequeña y sabía lo que podía ocurrir si esa verga seguía en su interior, tenía que evitarlo a toda costa, rápidamente comenzó a chillar pidiendo perdón por su intento de huida y prometió no volver a repetirlo, haría todo lo que la pidiesen.
Veneco rió complacido y le dijo a Iván que ya la tenía domada, ahora sería su perrita faldera. Éste, ordenó a Yanira que apartase al perro y después cogió la correa y dio un latigazo en el trasero desnudo de Daniela. Un grito de dolor salió de su boca, pero inmediatamente le dio las gracias por haber puesto fin a su castigo.
Acabado el espectáculo, los hombres se fueron alejando y ella se quedó desnuda sobre el banco de madera, atada de pies y manos seguía mostrando sus parte íntimas a los curiosos que se aproximaban a verla, tenía el cuerpo entumecido y no podía mover la cabeza, pero no le importaba, daba gracias a Dios porque aquella humillación había finalizado, aún podía notar los fluidos viscosos del perro saliendo de su sexo y resbalando por sus piernas. Ahora tenía muy claro cuál era su destino y lo cumpliría sin rechistar.
Ese día no la llevaron comida y al anochecer la encerraron en la jaula de madera, desnuda como estaba, se acurrucó en una esquina esperando dormirse cuanto antes. A media noche un ruido la despertó, se incorporó asustada y vio que era Paola quien estaba junto a ella, ésta la hizo una señal para que estuviese en silencio y la dio un vaso de agua y un poco de fruta. Daniela bebió con ansia y devoró rápidamente la comida, llevaba desde la tarde anterior sin beber ni probar bocado.
Mientras lo hacía, la guerrillera le preguntó por qué se había fiado de Ramón si ella le había avisado, Daniela no supo qué responder y Paola le contó quien era realmente ese monstruo.
Veneco traficaba con droga para los poderosos de Venezuela, pero sus mayores beneficios provenían de la trata de blancas, el hambre y los problemas políticos en el país habían hecho que mucha gente huyese hacia Colombia, las caravanas de emigrantes eran el escaparate donde Veneco seleccionaba las chicas para llevarlas a sus burdeles. Infiltraba a sus hombres entre la gente para controlar qué mujeres hermosas iban solas o carecían de medios para subsistir, al cruzar a Colombia las asaltaban y las llevaban a una granja donde las mantenían encerradas sin apenas comida ni bebida.
Después de varios días y cuando ya estaban desesperadas y hambrientas, Ramón aparecía por allí y sacaba a una dándole cariño y prometiéndole ayuda para escapar, ella veía en él su única salvación y se entregaba a sus deseos como animalito indefenso, después de varios días en los que la muchacha prácticamente se enamoraba de Ramón, éste la decía como escapar y donde tenía que ir, en lugar de encontrarse allí con su amado, la encerraban en una habitación oscura y la violaban cada dos o tres horas. Como decía Veneco, esto la quebraba y ya podían hacer con ella cuanto quisieran. Eso lo repetía con todas hasta tenerlas bien domadas.
Las más aniñadas las ponían en cámaras web de internet para que se desnudasen y se tocasen delante de los mirones, y al resto las encerraban en burdeles donde eran folladas repetidamente por campesinos, camioneros, policías y cualquiera que tuviese el dinero suficiente para pagar su servicio.
Daniela lloraba por haber sido tan inocente, como podía haber caído en la trampa de ese miserable. Algún día me lo pagará. –pensó- pero sabía que no estaba en disposición de hacerse esa promesa, su futuro era el de ser la puta del campamento.
Antes de irse la puso en guardia con Veneco. “ Ten cuidado con ese cabrón, le has gustado y es capaz de hacer cualquier cosa por llevarte con él ”. Daniela la preguntó si tenía tanto poder como para eso y Paola respondió que era el jefe de una importante grupo paramilitar y tenía muchos contactos, además, era el que compraba toda la droga a Iván, así que si se empeñaba conseguiría llevársela aunque fuese a la fuerza.
Ya le había dicho que era un sádico. En su país, cuando la policía disolvía las manifestaciones, él esperaba con sus hombres en las proximidades y apaleaban a los que huían, de vez en cuando capturaba algún rehén, a los chicos les torturaban y a las chicas las encerraban y las violaban por turno, se decía que ahí es donde sus perros gochos habían comenzado a montar mujeres.
Un ruido vino de la cabaña del jefe y Paola se escondió en la oscuridad rápidamente, era Iván quien se acercaba, miró a Daniela y la preguntó si había aprendido bien la lección, ella respondió que sí y él dijo que Veneco quería comprarla, eso asustó a Daniela y sintió un fuerte dolor en el pecho, solo de pensarlo todo el vello se le puso de punta, pero Iván continuó diciendo que no iba a venderla, si Mauricio estaba tan interesado en ella seguro que era porque la noche anterior se había comportado como una buena hembra, así que quería comprobar personalmente como se portaba en la cama.
Daniela le prometió que no se arrepentiría, iba a estar siempre dispuesta y le demostraría lo bien que follaba.